¡Hemos nacido para ser ganadores! ¡Nacimos para triunfar! O al menos, es lo que nos han enseñado mientras crecíamos. Aprendimos que perder es negativo. De ahí que nos sintamos mal, cuando nos enfrentamos a una pérdida.
Por otro lado, asociamos el fracaso con ser menos válidos y con la creciente necesidad de que nos falta algo. Incluso, también lo relacionamos con emociones como la tristeza, la vergüenza o la rabia… La cuestión es que siempre tiene connotaciones negativas para nosotros. Por lo tanto, ¿qué puede tener de bueno el perder para nosotros?
Evidentemente, si solo vemos su lado negativo, será difícil pensar que podríamos sacar algo bueno. Sin embargo, aunque suene extraño, la palabra perder siempre viene con su contraparte: ganar. Cada vez que perdemos algo, ganamos otra cosa. Vamos a desarrollar un poco más esta idea.
“Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”.
-Rabindranath Tagore-
El yin y el yang
Probablemente hayas visto el símbolo del ying y el yang innumerables veces. Este guarda una connotación muy interesante. La teoría del yin y el yang es un elemento primordial para la corriente filosófica del taoísmo. Hace referencia a la dualidad que caracteriza todo lo existente en el universo.
Así, desde esta filosofía, nada es enteramente puro y permanente porque en todo existe dualidad. Por ejemplo, diríamos que el verano es lo opuesto al invierno, pero uno no puede existir sin el otro. También pasa que en pleno verano llegamos a tener un día fresco y en invierno ocurre lo contrario. Es decir, coexisten los dos estados.
De esta forma, nada es totalmente bueno ni tampoco es totalmente malo. Por eso, cuando nos enseñan que perder es absolutamente malo estamos escuchando una interpretación errada. Perder siempre nos muestra algo de nosotros mismos: percibir qué nos proporcionará el éxito. Por lo tanto, incluso en el fracaso existe la dualidad.
Evidentemente, si solo vemos su lado negativo, será difícil pensar que podríamos sacar algo bueno. Sin embargo, aunque suene extraño, la palabra perder siempre viene con su contraparte: ganar. Cada vez que perdemos algo, ganamos otra cosa. Vamos a desarrollar un poco más esta idea.
“Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”.
-Rabindranath Tagore-
El yin y el yang
Probablemente hayas visto el símbolo del ying y el yang innumerables veces. Este guarda una connotación muy interesante. La teoría del yin y el yang es un elemento primordial para la corriente filosófica del taoísmo. Hace referencia a la dualidad que caracteriza todo lo existente en el universo.
Así, desde esta filosofía, nada es enteramente puro y permanente porque en todo existe dualidad. Por ejemplo, diríamos que el verano es lo opuesto al invierno, pero uno no puede existir sin el otro. También pasa que en pleno verano llegamos a tener un día fresco y en invierno ocurre lo contrario. Es decir, coexisten los dos estados.
De esta forma, nada es totalmente bueno ni tampoco es totalmente malo. Por eso, cuando nos enseñan que perder es absolutamente malo estamos escuchando una interpretación errada. Perder siempre nos muestra algo de nosotros mismos: percibir qué nos proporcionará el éxito. Por lo tanto, incluso en el fracaso existe la dualidad.
¿Qué ganamos al perder?
Si nos detenemos a reflexionar qué sucedió para que la pérdida se diera, obtendremos un aprendizaje. Perder siempre implica un cambio, una transformación tanto del hecho como de nosotros mismos. Por lo tanto, desde ese punto de vista, perder se convierte en un ganar. Pero ¿qué obtenemos? Conocimiento. Seguramente ya no volveremos a enfrentarnos a situaciones similares del mismo modo. Y además, también ganamos capacidad para flexibilizar el pensamiento e introducir nuevas estrategias que nos aproximen a la meta que deseamos.
Ahora bien, esto no quiere decir que no nos tenga que importar ganar o perder, sino que a pesar de que se pierda, no hay que estancarse en lo sucedido. Hay que darle una vuelta y utilizar la oportunidad para evaluar qué sucedió, de tal manera que podamos usar otra estrategia.
Lo importante es el camino
“Ganar es secundario, lo importante es divertirse” es una expresión muy común que casi todos hemos escuchado a lo largo de nuestra vida. Y a pesar de ello, no la tenemos interiorizada, por lo que si perdemos, nos lo tomamos mal.
Todos estamos bajo la influencia de lo que aprendimos sobre lo negativo de perder. La mejor forma de cambiarla es tomando la decisión de modificar la percepción de ese concepto. No es una utopía o una negación de la realidad. Es cuestión de aceptar el hecho de haber perdido algo y centrarnos en descubrir qué nos ha dejado esa experiencia. Lo cual va más allá del resultado obtenido.
Si nos detenemos a reflexionar qué sucedió para que la pérdida se diera, obtendremos un aprendizaje. Perder siempre implica un cambio, una transformación tanto del hecho como de nosotros mismos. Por lo tanto, desde ese punto de vista, perder se convierte en un ganar. Pero ¿qué obtenemos? Conocimiento. Seguramente ya no volveremos a enfrentarnos a situaciones similares del mismo modo. Y además, también ganamos capacidad para flexibilizar el pensamiento e introducir nuevas estrategias que nos aproximen a la meta que deseamos.
Ahora bien, esto no quiere decir que no nos tenga que importar ganar o perder, sino que a pesar de que se pierda, no hay que estancarse en lo sucedido. Hay que darle una vuelta y utilizar la oportunidad para evaluar qué sucedió, de tal manera que podamos usar otra estrategia.
Lo importante es el camino
“Ganar es secundario, lo importante es divertirse” es una expresión muy común que casi todos hemos escuchado a lo largo de nuestra vida. Y a pesar de ello, no la tenemos interiorizada, por lo que si perdemos, nos lo tomamos mal.
Todos estamos bajo la influencia de lo que aprendimos sobre lo negativo de perder. La mejor forma de cambiarla es tomando la decisión de modificar la percepción de ese concepto. No es una utopía o una negación de la realidad. Es cuestión de aceptar el hecho de haber perdido algo y centrarnos en descubrir qué nos ha dejado esa experiencia. Lo cual va más allá del resultado obtenido.
¿De qué nos sirve saber perder?
Si asumimos que perder en ocasiones forma parte de la vida, que en cierta medida es necesario para que podamos ganar en el futuro, lograremos percibir esa palabra con una connotación no tan negativa. Y de esta forma comenzaremos a hacer un uso productivo de ella.
A veces es necesario perder para poder ganar. Una vez que logramos superar el sentimiento de rabia que nos genera el perder, la mente nos abre un espacio para poder cuestionar el hecho y nuestra actuación. Esto nos permitirá ver las cosas de forma diferente, mucho más amplia.
Romper la barrera de defendernos, ante la vergüenza y rabia que nos suscita el perder, nos abrirá las puertas al crecimiento personal. No olvidemos que podemos aprovechar el fracaso para crecer.
Daniela Alós
Si asumimos que perder en ocasiones forma parte de la vida, que en cierta medida es necesario para que podamos ganar en el futuro, lograremos percibir esa palabra con una connotación no tan negativa. Y de esta forma comenzaremos a hacer un uso productivo de ella.
A veces es necesario perder para poder ganar. Una vez que logramos superar el sentimiento de rabia que nos genera el perder, la mente nos abre un espacio para poder cuestionar el hecho y nuestra actuación. Esto nos permitirá ver las cosas de forma diferente, mucho más amplia.
Romper la barrera de defendernos, ante la vergüenza y rabia que nos suscita el perder, nos abrirá las puertas al crecimiento personal. No olvidemos que podemos aprovechar el fracaso para crecer.
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