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sábado, junio 30, 2018

3 señales de que estás siendo conformista

A veces no te das cuenta de que estás siendo conformista porque te sumerges en un esquema de vida que te impide apreciarlo. Piensas que simplemente estás cumpliendo con tu deber y que eso es lo que se espera de ti. Sin embargo, no te detienes a reflexionar sobre si ese cumplimiento te permite evolucionar o no.

 
 
Es frecuente que detrás del conformismo se esconda la inseguridad. No se intenta algo nuevo, ni se da un paso hacia adelante porque el temor es muy fuerte. Muchas veces evitas admitir que estás siendo conformista, porque eso significaría enfrentarte a la disonancia de asumir un adjetivo que no quieres como propio.

La pregunta clave es: ¿te sientes satisfecho con tu manera de vivir? Si la respuesta es positiva, no importa cómo vivas, lo estás haciendo bien. Si la respuesta es negativa, posiblemente estás siendo conformista… simplemente por el temor que te produce adentrarte por nuevos caminos. ¿Cómo saber si eso está sucediendo? Aquí hay tres pistas que te pueden ayudar a responder.
“Alguien dijo una vez que lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada”.
-Película Lágrimas del sol–

1. Identificación con las figuras de poder

La identificación plena con las figuras de poder muchas veces es señal de que estás siendo conformista. Por identificación se entiende ese proceso por el cual se toman como propios los rasgos y valores ajenos. Esto es normal y saludable. Entramos a formar parte de la cultura por identificación con los rasgos y patrones familiares.

Sin embargo, a veces la identificación no representa realmente nuestros deseos y necesidades. Muchas veces hacemos propios los valores de una figura de poder, por un sentimiento de insignificancia frente a nosotros mismos, o por miedo a quienes ejercen la autoridad.

Es entonces cuando, por ejemplo, te vuelves conformista porque así te lo exige tu líder político, religioso, social o laboral. Finalmente, a las figuras de poder siempre les conviene que los demás sean sumisos. Por eso, de forma imperceptible, estás siendo conformista, pero no lo ves así porque alguien con poder te lo dice.

2. Interiorización inconsciente de la norma

Este es un caso similar al anterior, pero aplicado a la norma, no a las figuras de poder. Consiste en incorporar pasivamente las reglas y normas, sin cuestionar su validez o conveniencia. Esto es lo que hacen los niños durante su etapa de formación. En los adultos, tendría que operar un mecanismo diferente.

Durante la infancia, no contamos con la madurez emocional o intelectual para evaluar la conveniencia de una norma. Las cosas se hacen, sí o sí, porque una figura de autoridad así lo ordena. Crecer implica, entre otros logros, desarrollar un criterio propio para orientar nuestra conducta.

Si no logras esto, terminas adhiriéndote a valores que no comprendes, simplemente porque son los de la mayoría, o porque así lo señala alguna figura de poder. Eso te priva de ser libre. Primero renuncias a tu propia conciencia y luego estás siendo conformista y pasivo frente a lo que, quizás, solo le conviene a otros, pero no a ti.

3. Excesivo celo por el cumplimiento, una señal de que estás siendo conformista

El excesivo celo por el cumplimiento también es una conducta que muchas veces encubre el miedo a ser libres y autónomos. Ocurre cuando no cumples con un compromiso por convicción, o por gusto, sino porque sientes que no podrías hacer algo diferente a esto. Cumples, como un niño condicionado, para no despertar molestias en quienes sienten que tienen autoridad sobre ti.

Lo peor de esto es que el deseo de cumplir escrupulosamente te lleva a la angustia o a la frustración. Aprendes a evaluar lo que haces desde los ojos de quien ejerce poder sobre ti. Dejas a un lado tu criterio para adoptar el de otro, ya sea por identificación o para obtener un reconocimiento.

De lo que se trata no es de que te rebeles contra toda forma de poder o autoridad. A veces esta actitud solo es el reflejo de un problema. Sin embargo, lo que sí es importante es que te preguntes, honradamente, si estás siendo conformista. Si la respuesta es un “sí”, es hora de evaluar con honestidad qué está pasando. Y si detectas que detrás de esto solo hay inseguridades y miedos, quizás ha llegado el momento de replantearte algunas de tus normas o líneas vitales. Es posible que estés dejando mucho de ti en el camino a cambio de muy poco.

Edith Sánchez

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