La palabra samsara tiene dos raíces, del sánscrito saṃsārí, que significa “pasar a través de diferentes estados” y también del malay sengsara que significa sufrimiento.
La rueda explica los ciclos de la vida de encarnación, muerte y reencarnación. Como y cuando hay que pasar por los infiernos, la forma en que se sale de allí y la forma en que se puede abandonar completamente esta rueda.
Es un conocimiento antiguo y es explicado habitualmente en oriente en el budismo y aparece también en Egipto, representado en una de las páginas del libro de Thoth, el libro que contiene los secretos del universo. La representación de esta página que ha llegado hasta ahora es la carta número 10 del tarot. Ahora se le llama la rueda de la fortuna debido a las formas comerciales y lúdicas que ha tomado en tarot en las últimas épocas, pero originalmente era la rueda de la vida.
Ambas representaciones corresponden al mismo conocimiento, la rueda del samsara. La rueda del sufrimiento, de la forma en que se desarrolla la vida física.
Todas las personas se encuentran en la parte superior de la rueda. Es el lugar donde están los seres humanos. Las personas encarnan y reencarnan en ese lugar muchas veces. Luego de muchas vidas en que la persona tubo la posibilidad de eliminar de sí mismo los elementos psíquicos que le tienen atrapado en la existencia física y no los eliminó, se terminan las vidas humanas. Entonces comienza el ciclo de la naturaleza para desintegrar estos elementos psíquicos negativos.
Comienza el descenso, representado en la parte izquierda de la rueda donde se encuentra la diosa Taweret. La diosa egipcia de la fertilidad, la de los nacimientos en todos los reinos.
Al descender, la psiquis, que antes estaba encarnada en un ser humano, comienza el camino a los infiernos encarnando primero en animales, luego enlazándose con plantas y al final quedando unida a minerales de la tierra. En este punto nos encontramos en la parte más baja de la rueda. Donde se encuentran las dos serpientes. Por un lado, somos tragados y desintegrados y por el otro nacemos y podemos ascender nuevamente.
En el lado derecho está el dios Anubis, dios de la ley. Está representando las fuerzas y las leyes de la naturaleza que rigen el ascenso desde los infiernos hacia la etapa humana. El ascenso comienza desde el reino mineral, pasando por el vegetal, el animal hasta llegar al ser humano que se encuentra en la parte superior de la rueda.
Llegados nuevamente a este punto tenemos en ese momento muchas oportunidades para liberarnos de la rueda encarnando y reencarnando como seres humanos. El conocimiento esotérico enseña como liberarse. Si no se logra la liberación y pasadas cierta cantidad de vidas humanas, comienza nuevamente el descenso a los infiernos para que la naturaleza desintegre lo que la persona no pudo desintegrar por sí mismo.
La rueda gira tres mil veces. Si en todas esas oportunidades no se logra la iluminación, esa espiritualidad vuelve al universo y se pierde y se desintegra para siempre, como una gota de agua se pierde y se funde con el océano. No queda nada de la vida de esa persona, ni un recuerdo, ni una individualidad, este punto marca la aniquilación total y definitiva.
El cristianismo enseña que tenemos una sola vida humana y luego o nos vamos al cielo o al infierno por la eternidad.
Buda tenía un collar con ciento ocho perlas que representaban ciento ocho preciosas vidas. El budismo enseña que tenemos ciento ocho oportunidades humanas, que si no logramos la liberación en todas esas oportunidades entonces nos vamos al infierno y luego regresamos a la vida humana en un ciclo de tres mil vueltas. Luego, si no se logra la liberación en todas esas oportunidades ahí si viene la desintegración absoluta.
En total son 108 vidas x 3000 vueltas, o sea 324 mil vidas humanas y que incluyen haber entrado y salido del infierno, tres mil veces.
¿Cuál de las dos enseñanzas es la correcta? Las dos lo son en parte y ninguna de las dos en detalle.
Cuando una persona ha cometido errores muy graves y estos errores someten a su psiquis a sentir una culpa del grado de tormento psicológico, o cuando una persona simplemente esta atormentada por alguna locura irracional y sin justificación alguna. Las leyes de la naturaleza absorben inmediata mente su psiquis para limpiarla y esta persona tiene que pasar inmediatamente por los infiernos, le queden las vidas que le queden.
Si una persona vive una vida normal y avanza poco a poco por el camino iniciático. Si su psiquis se encuentra en un estado de limpieza razonable, entonces tiene 108 rencarnaciones disponibles.
Estas son las leyes de la naturaleza, funciona de forma automática sin la intervención de nadie. Pero hay excepciones. Si una persona camina por el sendero místico esotérico y lo hace de tal forma que sus avances son notorios, puede ser ayudado por las jerarquías divinas y la ley natural de las 108 vidas puede ser intervenida para que esta persona pueda tener más oportunidades de reencarnación y así seguir su camino místico hacia la liberación. Esto es una excepción, los avances esotéricos deben ser reales. No hay ayuda divina para los falsos místicos y en general para nadie que se engañe a sí mismo.
La enseñanza de la reencarnación y también la del infierno aparece en muchas mitologías por todas partes, en la India, en Japón, en China, en Grecia, en la región nórdica, en Egipto, en toda la américa indígena, etc. Todas enseñan cosas similares con algunas diferencias que en realidad no lo son, solo son explicaciones simplificadas con falta de profundidad.
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