La culpa es un sentimiento negativo, pero puede ser una herramienta para crecer a nivel personal. Lo más importante es no quedarse con ella: aprender a soltar la culpa es necesario para tener una vida sana. El hecho de que podamos experimentar este sentimiento es en realidad una buena señal. La culpa es un signo de humanidad, de empatía y una señal de que en verdad nos importa no lastimar a los demás. ¡Sigue leyendo y conoce más sobre este tema! Te enseñamos siete formas para librarte de la culpa sin morir en el intento.
1. Conocer la otra cara de la culpa
La culpa nos hace sentir muy bajos, de allí que sea tan importante soltarla. En la Universidad de Columbia Británica, un par de investigadores se propusieron determinar lo opuesto a la psicopatía, es decir, conocer la diferencia de un psicópata que no teme soltar la culpa frente a otras personas que muestran una tendencia a sentirse culpables siempre. En este último caso, existe una predisposición a la honestidad, a la cooperación, a la consideración y a la conciencia; los investigadores denominaron esto como moral compasiva. Ninguno de los dos extremos es saludable. Una persona que nunca siente culpa puede llegar a ser muy negativo para la sociedad y para sí mismo, no obstante, aquellos que tienen tendencia a la culpabilidad y a vivir con ella pueden desarrollar graves problemas emocionales. El secreto de una vida sana es mantener el equilibrio emocional.
2. Entender que los errores pueden ser enmendados
No toda la culpa termina siendo necesaria. Muchas veces, nos sentimos culpables sin razón cuando cometemos un error; no entendemos que errar es de humanos y que el verdadero error no se comete la primera vez, sino cuando no aprendimos de ello y lo volvemos a hacer. Por eso, antes de sentirnos culpables por algo, debemos soltar la culpa y buscar soluciones que favorezcan la situación. Un error puede ser corregido, por lo tanto, lo ideal es seguir adelante y compensarlo. Es bastante incómodo llegar a ese punto, pero siempre se encontrarán un millón de razones para hacerlo.
No toda la culpa termina siendo necesaria. Muchas veces, nos sentimos culpables sin razón cuando cometemos un error; no entendemos que errar es de humanos y que el verdadero error no se comete la primera vez, sino cuando no aprendimos de ello y lo volvemos a hacer. Por eso, antes de sentirnos culpables por algo, debemos soltar la culpa y buscar soluciones que favorezcan la situación. Un error puede ser corregido, por lo tanto, lo ideal es seguir adelante y compensarlo. Es bastante incómodo llegar a ese punto, pero siempre se encontrarán un millón de razones para hacerlo.
3. ¡Debería haberlo sabido!… No siempre aplica a todos los casos
A esta acción se le denomina el sesgo de la retrospectiva. Consiste en una creencia errónea a través de la cual se da la falsa sensación de que el resultado se conocía en todo momento y desde un principio. Por ejemplo, en esas circunstancias en las que no estás para un amigo que te necesita, y este posteriormente revela su depresión. Cualquiera sea el caso, una forma segura de soltar la culpa es entender que no siempre somos conocedores de las causas, por lo que actuamos según lo creemos conveniente en determinados momentos sin saber el trasfondo de las situaciones. Detectar la culpa del sesgo de retrospectiva con la famosa frase debería haberlo sabido, no siempre es aplicable.
4. Nunca hagas suposiciones sin tener conocimiento previo
Uno de los mayores errores de nuestro pensamiento y que nos impide soltar la culpa es la falta de justificación. Sobre todo, cuando se cree que no había una buena razón para el curso de alguna acción que terminamos tomando. Cuando nos resulta imposible dejar de sentirnos culpables por un resultado o desenlace, a menudo se debe a dos cosas: primero, consideramos que se debió haber tomado un camino que condujera a un mejor resultado; segundo, creemos que teníamos los recursos necesarios para obtener el resultado ideal en el momento preciso, a pesar de que los hechos indiquen lo contrario.
Para enfrentar estos errores, hay que pensar en la información, las habilidades y los recursos que se tienen a disposición en ese momento, los cuales nos permiten tomar la decisión correcta. Frecuentemente se llega a la conclusión de que no había una opción más favorable.
5. Evitar los excesos de responsabilidad
Otro error de pensamiento que nos impide soltar la culpa es un concepto que se suele denominar exceso de responsabilidad. Consiste en creer que somos los únicos, por no decir los principales, responsables de lo que ha ocurrido en una determinada situación. Son varios los ejemplos que podemos dar, entre los más comunes se encuentra la culpabilidad que sienten los niños al ver a sus padres pelear. También, las víctimas de violación que se culpan por el asalto que sufrieron.
Para cuestionar ese impedimento de no soltar la culpa debemos preguntarnos, ¿quién actuó de manera inapropiada?, ¿fue el niño?, ¿la víctima de violación? Ninguno. Por supuesto que no son culpables. Muchas veces, no tenemos el control sobre las cosas, por lo tanto, no debemos aferrarnos a esa falsa culpabilidad.
6. Dejar de pensar que hemos hecho algo malo
Se trata de otro gran error. Pensar que tenemos una mala conducta no es necesario, debemos responsabilizarnos por nuestras acciones. sin embargo, pensar que cada cosa que hacemos está mal no es correcto. Se trata de una creencia que intencionalmente nos hace ver que hicimos algo mal o que, sencillamente, violamos nuestros principios. Por ejemplo, un joven se sintió terriblemente culpable pues durante una tormenta estacionó el auto debajo de un árbol y una de sus ramas cayó ocasionando graves daños al mismo. ¿Es culpable el joven? Por supuesto que no; tal vez debió haber sido más precavido, pero él no tiene la culpa de los acontecimientos. ¿Quién se lo podría haber imaginado?
Para desafiar el error del pensamiento de la mala conducta y poder soltar la culpa hay que pensar en la intención. Debemos considerar aquello que nos ha movido a realizar la acción; a través de las intenciones que hemos tenido podremos saber si ha sido nuestra culpa o no. Cuando se obra con buena intención y el resultado es nefasto no hay cabida para la culpa, se hizo lo mejor que se pudo y con una intención de bien; esto es lo verdaderamente importante. Existen grandes diferencias entre actuar con mala intención y obtener un mal resultado que se termina desarrollando de manera involuntaria.
7. Darle tiempo al tiempo para aprender a soltar la culpa
El objetivo no es simplemente decir no fue mi culpa y ya. Se trata de ponerte en contexto con la situación y poder experimentar compasión por ti mismo y por los demás, esto te ayudará a seguir avanzando. La mejor solución es no buscar un culpable. Dejar ir la culpa es necesario.
No hay nada que el tiempo no cure. El crecer en edad y como personas nos permite ver más allá de nuestra nariz y poder asimilar los errores pasados aprendiendo de ellos. Liberarnos de arrepentimientos es muy importante, tanto como lo es poder soltar la culpa.
Phrònesis
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