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viernes, mayo 31, 2019

Practicar el autocuidado para controlar la mente ansiosa

La mente ansiosa es caos y desorden, apaga nuestro potencial y nos sume, a menudo, en un estado de debilidad y angustia absoluta. Para tomar el control y reducir su impacto podemos buscar esa estrategia que mejor se adecúe a nuestras características personales. Sin embargo, hay una que siempre funciona: el autocuidado, es decir, atendernos, nutrirnos y escucharnos como merecemos.

 
 
Ser cautivos de un estado mental en el que solo habitan las preocupaciones resulta agotador. Pero lo contradictorio de esta condición es que cuanto más agotados nos encontremos, cuantos más recursos y energía haya consumido nuestro cerebro, más nos costará descansar. Porque el sueño no siempre entiende de agotamiento, llega cuando hay calma interna, cuando hay silencio en los pensamientos.

No es fácil vivir con la ansiedad como compañera. Y sin embargo, lo hacemos. Es más, tal y como nos señalan los datos sobre la incidencia de estas realidades psicológicas, aunque estemos ante un tipo de trastorno tratable, solo el 35% de las personas que la padecen llegan a pedir ayuda especializada.

Hay personas que cohabitan de manera permanente con una mente ansiosa. De esta forma, pierden su calidad de vida, apagan su potencial presente, llenan de angustias su futuro y ponen incluso su salud en riesgo. Veamos por tanto en qué consiste esa estrategia que todos deberíamos aplicar a diario.

«Cuando estás presente, puedes permitir que la mente sea como es sin enredarte en ella».
-Eckhart Tolle- 
 
El autocuidado no es autocomplacencia, es compromiso con uno mismo

El autocuidado en un mundo demandante, lleno de incertidumbres y que exige tanto de nosotros, es esencial. Ahora bien, cabe señalar que este término se confunde muy a menudo con otros conceptos. Fue en los años 80 cuando los profesionales de la salud mental nos hablaron por primera vez de la importancia de llevar hábitos de vida saludables para reducir el impacto del estrés y la ansiedad.

Ahora bien, en esta época la industria de la publicidad no dudó en hacer suyo ese término. Tanto fue así que se lanzaron al mercado toda una amplia gama de productos bajo la etiqueta autocuidado. De este modo, y durante mucho tiempo, se asociaron a esta idea desde sales de baño, cremas, champús, hasta productos de alimentación destinados (supuestamente) a hacernos sentir bien.

Por ello, desde el campo psicológico es necesario que promovamos las bases de un correcto autocuidado. Uno cuyas estrategias se basen de manera precisa (y científica) en lo que busca realmente este concepto. 

¿Qué es realmente el autocuidado? 
 
Autocuidado es mucho más que mimarse o autocomplacerse. Es poner en práctica comportamientos que nos ayuden a reducir el malestar, la contradicción, el miedo, el estrés…
Autocuidado es calma. Es alcanzar un adecuado equilibrio interno donde recargar energías, no perderlas.
Asimismo, para reducir y controlar la mente ansiosa, hay que aplicar un plan de autocuidado diario. Con ello queremos decir algo muy sencillo, pero que no todo el mundo llega a cumplir. El bienestar, la atención de uno mismo requiere un plan y una serie de actividades y procesos que debemos llevar a cabo cada día. No vale iniciar unas rutinas hoy y olvidarlas la semana que viene. El bienestar requiere compromiso.

Es más, tal y como nos explican en un estudio llevado a cabo en la Universidad Queen’s Kingston, de Canadá, el autocuidado es un conjunto de actividades en las que uno se involucra a lo largo de la vida cada día. Hacerlo, genera cambios y nos ayuda a prevenir múltiples enfermedades. 
 
Mente ansiosa: 5 claves del autocuidado para poder controlarla

Pesimismo, preocupación excesiva, sensación de falta de control, agotamiento psicológico… La anatomía de la mente ansiosa puede diferir en algunos aspectos de una persona a otra, pero por término medio, se caracteriza por estos factores tan comunes.

Así, antes de recurrir a los fármacos, antes incluso de decirnos aquello de que ‘somos así y no tenemos remedio’, vale la pena detenerse un momento en estas estrategias.

Las claves derivadas de la práctica del autocuidado diario pueden ayudarnos. Reflexionemos por tanto en ellas. 

Tu espacio seguro para calmar la mente ansiosa

Un espacio seguro es un lugar, rincón, banco, espacio bajo un árbol o sofá frente a una ventana que nos genere calma. Es una zona de confort a la que acudir, al menos dos veces al día durante 15 o 20 minutos. Durante ese tiempo, conectaremos con nosotros mismos para preguntarnos cómo estamos.

Ese espacio seguro nos permitirá disfrutar de un instante de soledad en el que generar un diálogo interno positivo y amable con nosotros mismos. Profundizaremos en las preocupaciones para convencernos de que todo va a ir bien. Aliviaremos angustias y lo más importante; racionalizaremos miedos. 

Programar momentos felicidad

La felicidad es bienestar y satisfacción. Es estar bien con uno mismo sin que nada sobre, sin que nada falte. Para calmar la mente ansiosa debemos por tanto ‘programar’ a lo largo del día alguna actividad que nos genere esas sensaciones. Es esencial que en cada una de nuestras jornadas podamos disfrutar de esa hora o dos horas donde distraernos, descansar, incentivar positivamente al cerebro.

Basta, simplemente, con hacer algo que nos guste, que esté en sintonía con nuestras pasiones y personalidad (pasear, hacer algún curso, escuchar música, quedar con amigos, etc).
Mis canales para el desahogo

La ansiedad necesita también algún canal de desahogo para liberar todas esas energías y tensiones acumuladas. De ese modo, es ideal que recurramos a prácticas como el yoga, mindfulness, algún deporte que nos agrade e incluso por qué no, alguna disciplina artística. 
 
Invertir en salud

El autocuidado también es salud, pero debemos tener claro nuevamente un aspecto: debemos comprometernos firmemente en ello. De este modo, aspectos tan básicos como atender qué comemos, cómo nos alimentamos y qué hábitos seguimos, hará sin duda que nuestro bienestar empeore o mejore. Hay que seguir un plan y cumplirlo.

Salud es también prevención, procuremos por tanto atender y escuchar nuestro cuerpo y nuestra mente. No dejemos por tanto esa molestia física o esa preocupación para mañana, démosle respuesta hoy o acudamos a un profesional. Lo que se deja a un lado puede empeorar. Así que seamos consciente de ello, recordemos que vivir con una mente ansiosa no es vivir, es limitarnos a existir en modo de supervivencia.

Valeria Sabater

jueves, mayo 30, 2019

El egoísmo en el amor: dámelo todo a cambio de nada

El egoísmo en el amor origina auténticas catástrofes personales. Hay quien, a pesar de vestir ya su traje de adulto hecho y derecho, se ofrece al otro mediante un ‘yo’ infantil que ve en las relaciones afectivas un vehículo para satisfacer sus propias necesidades. Son tomadores en busca de dadores, son figuras inmaduras que no entienden ni quieren entender el lenguaje de la reciprocidad.


Decía Abraham Maslow que no todos los comportamientos egoístas son malos. No al menos hasta que comprendemos qué motivaciones los guían y definen. Así, y como ejemplo, el hecho de priorizarnos y de invertir de vez en cuando en nosotros mismos responde a una conducta no solo positiva, sino recomendable para la propia autoestima. Ahora bien, en el lado opuesto, en el reverso más oscuro, tenemos al egoísmo insano y dañino.

Erich Fromm fue uno de los primeros autores en hablar precisamente del egoísmo en el amor. Según el autor de El miedo a la libertad o El arte de amar, hay quien concibe las relaciones como un escenario claramente instrumental orientado a tomar y recibir. Son hombres y mujeres incapaces de ver más allá de su preciada esfera personal.

«El egoísmo no es vivir como uno desea vivir, es pedir a los demás que vivan como uno quiere vivir».
-Oscar Wilde- 
El egoísmo en el amor, el quinto jinete

Cuando el psicólogo de la Universidad de Washington John Gottman enunció su famosa teoría sobre los ‘cuatro jinetes predictores de la separación‘, pasó por alto la dimensión del egoísmo en el amor. En su enfoque hablaba de que los mayores peligros de una relación son la indiferencia, la actitud defensiva, la crítica y el desprecio.

Podríamos decir por tanto que el egoísmo podría alzarse como un quinto jinete igualmente devastador. No obstante, en realidad, el doctor Gottman no llegó a incluir este elemento como predictor exclusivo de las rupturas afectivas, en cierto modo porque esta dimensión enhebra ya cada una de las dimensiones citadas. La persona que critica, que vulnera, que desprecia al otro o elude responsabilidades supura egoísmo y esto es algo más que evidente.

Ahora bien, por más evidente que parezca, no siempre lo vemos venir. Porque como bien sabemos, hay veces que el amor duele y duele porque en sus inicios suele ser muy ciego. La mayoría de nosotros, en algún momento, lo hemos arriesgado todo por alguien. Nos hemos lanzado con toda la caballería por esa persona en apariencia perfecta y fascinante para acabar en un precipicio emocional. Porque la persona egoísta es sibilina y embaucadora en sus inicios y es fácil caer en su embrujo.

Más tarde, cuando ya ha conseguido a su ‘dador’ se aprovecha de él y revela su auténtico rostro. Se vale del chantaje emocional y de la manipulación para ser como ese agujero negro que todo lo engulle. Y no, no devuelve nada de lo que se traga, porque la personalidad egoísta nada tiene que ofrecernos salvo carencias y decepciones. 
Las personas egoístas no aman porque no saben amarse

Esta frase puede parecernos contradictoria, pero vale la pena reflexionar sobre ella unos segundos: el egoísmo en el amor surge como resultado de la incapacidad de amarse a uno mismo. ¿Cómo es posible? Estamos tan acostumbrados a dar por cierta la idea de que el egoísmo, como el narcisismo, responde a ese perfil de personalidad donde uno solo se quiere a sí mismo, que no percibimos a la realidad oculta de este comportamiento.

Como bien nos señalaba Erich Fromm en su libro El arte de amar, la persona egoísta, en realidad, se detesta a sí misma. Carece de amor propio, es alguien frustrado y tan lleno de necesidades que instrumentaliza las relaciones para obtener lo que necesita.

«El individuo egoísta no se ama demasiado, sino muy poco; en realidad, se odia. Tal falta de cariño y cuidado por sí mismo, que no es sino la expresión de su falta de productividad, lo deja vacío y frustrado. Se siente necesariamente infeliz y ansiosamente preocupado por arrancar a la vida las satisfacciones que él se impide obtener».
-Erich Fromm- 

La pareja egoísta está vacía de amor propio y reclama de los demás lo que le falta

Hace unos años, el departamento de Psicología de la Universidad Estatal de Nueva York, realizó un estudio muy revelador. Comparaba el comportamiento altruista con el egoísmo. Algo que quedó claro es que las personas altruistas se sienten más realizadas personal y emocionalmente. Dan sin esperar recibir nada cambio. Ofrecen su tiempo y sus recursos a los demás libremente porque ese acto espontáneo les genera bienestar.

Ahora bien, la persona egoísta reclama a los demás lo que no tiene. Nada puede (ni quiere) ofrecer a quienes le rodean porque lo único que tiene son carencias. Le falta la autoestima, el amor propio y la seguridad en sí misma. De ahí que el egoísmo en el amor sea poco más que una trampa para osos donde intentar ‘capturar’ a alguien lo bastante bueno como para servir de devoto donante. 

Como vemos, son comportamientos tan tóxicos como dolorosos en materia afectiva. Esto nos recuerda, una vez más, ese principio capital en materia de relaciones: amarse a uno mismo es clave para amar bien a los demás. Aprendamos por tanto a ejercitarlo de manera correcta y saludable, porque los egoísmos insalubres son como barcos sin vela: nunca llevan a buen destino.

Valeria Sabater

miércoles, mayo 29, 2019

Pensamientos irracionales no equivalen a pensamientos positivos

Desde trastornos de ansiedad social a violencia en relaciones interpersonales o estrés postraumático, el debate socrático sobre los pensamientos irracionales y su modificación se erige como un objetivo claro en la mayoría de las consultas que se realizan en el ámbito de la psicología.

 
 
La reestructuración cognitiva una de las técnicas por antonomasia de todo tratamiento psicológico. Parece incluso haber pasado las pronunciadas fronteras de los diferentes modelos y corrientes psicológicas, siempre enfrentadas por saber cuál es la más legítima, la más útil, la más eficaz.

En la reestructuración cognitiva, que puede ponerse en práctica desde la propia evaluación y ser útil hasta que finaliza la terapia, se busca detectar los pensamientos irracionales del individuo, plantear pensamientos alternativos respecto a esa misma idea, y lo que es más relevante, que la persona sea capaz de ver el impacto de esos pensamientos irracionales en su estado de ánimo, sus cogniciones posteriores y sus conductas.

A medida que se va practicando la reestructuración cognitiva, se entiende que el individuo será capaz de detectar sus propios pensamientos irracionales y plantear pensamientos sustitutivos mucho más adecuados.

No obstante, a la hora de elaborar ese tipo de pensamientos más ajustados, las personas suelen confundirse al proponer pensamientos positivos en vez de pensamientos racionales.

Diferencias entre pensamientos irracionales y racionales

Un pensamiento irracional se define como aquel que suscita respuestas emocionales muy desagradables. Estas pueden ir desde la rabia hasta la amargura o el terror, son de larga duración y se plantean en términos absolutistas (con la utilización de adverbios como jamás o siempre). A su vez esto se relaciona con lo que uno necesita para ser feliz o lo que se debería ser, hacer o tener, esto es, con exigencias autoimpuestas.

Además, suelen ser pensamientos no demostrables o verificables. Por el contrario, los pensamientos racionales se plantean como contrastables, que generan emociones de mucha más baja intensidad ­(en vez de rabia, disgusto; en vez de amargura, resignación; en vez de terror, miedo), planteados en términos de condicionales no imperativos que lo alejan de ser una necesidad.

Es importante subrayar que la rabia no se sustituye por felicidad, la amargura por satisfacción o el terror por coraje. Un pensamiento racional ha de ser realista y ajustado y plantearlo en términos excesivamente positivos también lo puede convertir en un pensamiento irracional.

Además, si el individuo en sesión entiende los pensamientos alternativos y racionales como pensamiento positivo, con casi total seguridad será incapaz de proponer esos pensamientos, en tanto que un estado de ánimo menguado y una visión en túnel hacia lo negativo va a tornar dicha tarea hacia algo hercúleo. 

Ejemplo práctico: Patricia es despedida

Por ejemplo, imaginemos que una mujer de 40 años, llámese Patricia, pierde su trabajo en la oficina de un banco. Los pensamientos irracionales que pueden hostigar a Patricia son: “nunca volveré a encontrar un trabajo”, “soy una inútil”, “debería de haber trabajado más horas”. Como hemos visto anteriormente, se puede observar, entre otros aspectos, términos absolutistas sin una base empírica demostrable y en términos de necesidad o deberías.

Con la práctica, Patricia puede, ante esta misma situación, plantear pensamientos racionales alternativos mucho más adecuados a la situación, como por ejemplo: “no sé si volveré a encontrar trabajo, pero haré todo lo posible por conseguirlo”, “he perdido mi trabajo pero no por ello soy una persona inútil, simplemente han prescindido de mí y nada tiene que ver con mi valía como persona”, “podría haber trabajado más horas pero ni siquiera sé si eso ha influido en mi despido”.

En esta ocasión no se observan términos absolutos, conclusiones precipitadas a partir de inferencias o etiquetaciones peyorativas a uno mismo a partir de un evento externo.

Pensamiento positivo desajustado

También puede ocurrir que Patricia no sepa sustituir esos pensamientos irracionales de una manera adecuada, o que la explicación o las pautas que se le han dado no sean las apropiadas, y que crea que ante esa situación la alternativa a los pensamientos irracionales sea: “mañana encontraré trabajo y ganaré lo mismo que en el banco”, “soy la mejor trabajadora que existe y mis capacidades superan con creces las del resto”, “estoy segura de que trabajar más horas no tiene nada que ver con mi despido y que solo ha sucedido porque no le caigo bien a la jefa”.

Al contrario de lo que se promulga en la cultura popular, pensar en positivo no significa que todo vaya a salir como se quiere, y por ello este tipo de pensamientos presentan trampas. A

Autores como Barbara Ehrenreich o Derren Brown ya hablan de la parte nociva de un pensamiento extremadamente positivo y sistemático, pues esconde engaños que pueden convertir esos pensamientos en ideas también muy poco adecuadas e irreales y que se basan de nuevo en atribuciones e inferencias sin validez empírica.
Racional versus positivo, algo a trabajar en sesión

Es de vital importancia plantear juicios de manera ajustada. Los pensamientos irracionales pueden ser negativos, de hecho, la gran mayoría lo son, pero también pueden ser positivos. Mientras que los primeros pueden llevar a respuestas emocionales exacerbadas a la hora de plantearlos, los segundos también pueden llevar a expresiones emocionales demasiado intensas al no verse cumplidos o al generar expectativas desmesuradas al no estar tampoco basados en hechos e información veraz y al plantearse en términos absolutos.

Es también relevante que, en sesión, se preste especial atención a la concepción del individuo, y que entienda los parámetros a partir de los cuales se construye un pensamiento racional. Para ello, se recomienda en un primer momento practicar con ejemplos o metáforas en sesión, para después trabajar pensamientos irracionales de la propia persona.

Se insiste por tanto en un entrenamiento previo para que a la hora de automatizar la propuesta en el día a día de pensamientos alternativos tengamos la certeza de que se está realizando de la manera más conveniente, eficaz y útil para la persona.

Loreto Martín Moya

martes, mayo 28, 2019

¿Has caído alguna vez en la trampa del mesías?

Si el grado de implicación de una persona que se dispone en actitud empática hacia otra es excesivo (ya sea por intensidad o por frecuencia), corre el riesgo de caer en lo que algunos autores llaman la trampa del mesías: amar y ayudar a los demás olvidándose de amar y ayudarse a sí misma.

 
 
La trampa del mesías se alimenta de personas que se implican excesivamente con el sufrimiento ajeno, bajo el lema: «si no lo hago yo, nadie lo hará». En este sentido, si solo tenemos en cuenta los puntos de vista, deseos y emociones de lo demás, la convivencia se volverá desigual.

Desde este punto de vista, no hay que confundir el hecho de ponernos en el lugar del otro con instalarnos en el lugar del otro. De alguna manera, este viaje empático es necesario para entender al otro, pero también puede ser realmente peligroso cuando nos quedamos atrapados en el otro.

Las personas que están convencidas de que las necesidades de los demás siempre tienen preferencia sobre las propias dejan que los otros condicionen sus propias acciones, descuidándose a sí mismas. El problema es que esa falta de cuidado por sí misma no pude ser suplida por el cuidado que le brinden otros o necesitará que otros le brinden un cuidado mucho mayor para no notar la carencia. Algo que, por otro lado, muy pocas veces se produce.

No necesitamos tanto de la ayuda de los demás como de la confianza en esa ayuda

Olvidarse de uno mismo para cuidar a los demás

Para las personas que han caído en la trampa del mesías, cuidar se convierte en su modo de ofrecer amor. Nadie les impone el que deban cuidar a los demás. Suelen encajar muy bien con personas que buscan o necesitan ser cuidadas, cayendo una y otra vez en relaciones personales desequilibradas y alimentando dependencias.

Ese momento en que nuestra vida empieza a ser lo último de lo que cuidamos, por estar siempre pendiente de la vida de los demás, es cuando llegamos a enfrentarnos situaciones de verdadero conflicto interior, sentimientos de confusión, agobio constante, y en algunos casos, incluso estados de depresión por no poder con todo.

Para no caer en estos estados emocionales negativos, es bueno recordar que las necesidades de los demás en primera instancia tienen que ser cubiertas por ellos, y aunque nada hay de malo en ayudarles si está en nuestras manos, son ellos en última instancia los que tienen que lograrlo y sobre los que recae la responsabilidad. Además, si queremos ofrecer una verdadera ayuda es fundamental que cuidemos de nosotros mismos, de otra forma no contaremos con la fuerza suficiente como para ser realmente útiles.

Cada vez que nos olvidamos de nosotros, dejando de hacer algo que queremos para hacer algo que quieren los demás, estamos avivando sentimientos de culpa o sufrimiento. ¿Qué nos impulsa a estar siempre pendientes de las necesidades de los que nos rodean? ¿Amor, miedo a que no rechacen, la necesidad de reafirmarnos o de ser reconocidos, el sentimiento de culpa….?

Intentar quedar bien con todo el mundo, anteponer las ideas de otros a las nuestras, realizar favores que no queremos hacer e que incluso tenemos una buena razón para no hacer, no pedir nunca ayuda a los demás para no molestar, cuidar de otras personas, pero no de nosotros son los comportamientos que se manifiestan cuando cuidamos de los demás por miedo, por sentimientos de culpa o por la necesidad de reconocimiento. Es en estos momento cuando caemos en la «trampa del mesías», pudiendo sufrir un daño considerable en la propia caída.

Enseñanza budista sobre la trampa del mesías

Un monje, imbuido de la doctrina budista del amor y la compasión por todos los seres, encontró en su peregrinar a una leona herida y hambrienta, tan débil que no podía ni moverse. A su alrededor, leoncitos recién nacidos gemían intentando extraer una gota de leche de sus secos pezones. El monje comprendió perfectamente el dolor, desamparo e impotencia de la leona, no solo por sí misma, sino sobre todo por sus cachorros. Entonces, se tendió junto a ella, ofreciéndose a ser devorado y así salvar sus vidas.

La historia budista muestra con claridad el riesgo de la implicación excesiva en el sufrimiento ajeno en las relaciones interpersonales. Un riesgo visible en esa gran carga con la que caminan las personas que rara vez miran dentro de sí y desatienden sus propias demandas de ayuda. Entregadas pero heridas, dispuestas a dar todo el amor y a no quedarse con nada para ellas mismas, hasta que es ese propio vacío el que termina poco a poco con ellas, sin que sepan identificar muy bien qué es aquello que las hace sufrir.

Fátima Servián Franco

lunes, mayo 27, 2019

Emociones nunca escritas

John Koening se ha propuesta escribir un diccionario de aquellas emociones más complejas, oscuras y huérfanas . Más complejas que la tristeza, la alegría, el miedo o el asco en sí mismas y tan humanas como nuestra capacidad sentirlas. 


Estas son algunas de ellas:

Sonder

Advertir que cada transeúnte al azar está viviendo una vida tan compleja como la tuya, habitada de sus propias ambiciones, amigos, rutinas, preocupaciones y locuras heredadas.

Una historia épica invisible, como un hormiguero de gran profundidad que no para de expandirse, con sus propios pasadizos conectándose con miles de vidas que jamás sabrás que existen.

Avenoir

Deseo de que la memoria puede fluir hacia atrás.

Damos por sentado que la vida se mueve hacia adelante. Pero usted se mueve como un remero: de frente y hacia atrás. Se puede ver dónde has estado, pero no a dónde va. Es difícil no preguntarse lo que sería la vida si fuese de otra manera.

Vemodalen

Miedo a que todo ya se haya hecho antes.

Tú eres único, y hay 7.000 millones de personas tan únicas como tú. Al intentar diferenciarnos desesperadamente acabamos siendo idénticos.

Debería ser un consuelo saber que no somos tan diferentes: está bien repetir los mismos chistes y palabras de amor como si nunca hubieran sido pronunciadas.

Sería como si nunca hubiéramos existido. Todos contribuimos a una obra inmensa: sólo hace falta saber cuándo nos toca decir nuestra frase.

Onismo

Frustración por estar atrapado en un solo cuerpo que habita un único espacio cada vez.

Es como estar de pie frente a la pantalla de salidas del aeropuerto, o en una larga cola: cifras y letras representan cosas que nunca llegarás a ver antes de morir. Y todo porque, como amablemente la flecha del mapa indica, usted está aquí.


Klexos

Es el arte de vivir el pasado más allá de la la nostalgia o el arrepentimiento.

Tu vida está escrita con una tinta que no se puede borrar: cuando un momento termina, tu destino está sellado. Pero si miras de cerca verás que la tinta nunca se seca del todo, sino que sigue ramificándose en el papel. Las experiencias pueden cambiar de significado si nos fijamos en ellas, la memoria es una obra de arte, y una obra de arte nunca termina.


Anemoia

Nostalgia de una época que nunca has conocido

Cuando nos fijamos en fotografías antiguas es difícil no pensar en viajar a ese tiempo. Pensar con nostalgia vivir en un tiempo que jamás hemos experimentado, vivir en un mundo completamente diferente.

Un mundo en blanco y negro con personas, que ya no están, detenidas en la memoria del papel y en el desgastado vídeo.


Oleka

La conciencia de que sólo unos pocos días son memorables

Otro día, otra semana, otro año… Hemos escuchado esta canción antes. Nuestras vidas están construidas con las mismas pocas notas, repetidas una y otra vez. No es una gran sinfonía, llena de sorpresas. Es una canción cantada en el canon que simplemente suena hasta que la melodía se atasca.


Opia

La ambigua intensidad de mirar a alguien a los ojos

El contacto visual es un arte delicado y a veces peligroso. Incluso medio segundo puede ser demasiado tiempo y cambia radicalmente su significado. Como una pincelada caprichosa en una pintura que puede cambiar radicalmente una expresión.


Nodus tollens

Comprobar que la trama de nuestra vida ya no tiene sentido

Los días pasan demasiado rápidos como para absorberlos. Un caos de eventos aparentemente aleatorios. Entonces miras hacia atrás y subrayas ciertos momentos como importantes, como vitales para la trama principal. Hasta que todo se vuelve inevitable y la vida parece no tener sentido.


Álvaro Cabezuelo

domingo, mayo 26, 2019

La belleza interior define lo que somos

Es cierto que las apariencias hoy en día juegan un papel muy importante. Es muy común encontrar a personas preocupadas por su físico. El cuidado de la apariencia se ha convertido en piedra angular para la práctica del deporte. Además, el uso de la cirugía estética como opción para mejorar rápidamente el físico cada día es más popular. El ser humano de la actualidad ha cambiado las preocupaciones de sobrevivencia por las materiales y de apariencia. Lo cual, no es ni bueno ni malo. Todo va a depender del ángulo en que se vea. Sin embargo, la belleza externa no lo es todo. Somos seres muy complejos, donde convergen lo físico, lo mental y lo espiritual. De allí que, preocuparnos por la belleza interior es fundamental para vivir en equilibrio.

 
 
En muchos aspectos de nuestras vidas o incluso en aquellos que son más importantes, la belleza física poco importa. La estética deja de ser relevante en lo que respecta a las relaciones humanas. Al final de cuentas, de nada sirve tener una cara bonita si no somos buenas personas. Si se descuida por completo la belleza interior, corremos el riesgo de convertirnos en seres vacíos. Una cáscara hueca y nada más. El físico, por lo tanto, no es suficiente para mantener una amistad o una relación en pareja. En las siguientes líneas te contamos más sobre este interesante tema ¡sigue leyendo y no te lo pierdas!

La belleza interior define lo que somos

La belleza interior no es algo aislado dentro de cada persona, sino que, se termina manifestando a través de las acciones. De esta manera, define lo que la persona es. Es una forma sencilla de exteriorizar los pensamientos y definir lo que llevamos dentro. En términos de uso, si no hacemos el esfuerzo por cultivar nuestra belleza interior no estaremos completos, practicar y sacar a relucir este tipo de belleza es necesario.

Afortunadamente, cada día son más las personas que se dan cuenta de la importancia de cultivar la belleza interior. Por tal, se toman la tarea de cultivarse del mismo modo en que se cuidan físicamente. A continuación, te contamos cómo podemos desarrollarnos y embellecernos físicamente:

¿Qué es la belleza interior?

La belleza interior es considerada como el conjunto de habilidades sociales que facilita el establecimiento de vínculos personales más o menos estables. Si tenemos en cuenta que la belleza exterior llama la atención, también, debemos tener claro que la belleza interior es capaz de cautivar. A través de ella es posible conseguir que las otras personas quieran mantener un contacto frecuente y duradero. Una persona interesante no está definida por su aspecto.

Del mismo modo no podemos catalogar a la belleza interior como una cualidad, sino más bien como el conjunto de características propias e innatas de un individuo. Las cuales, son muy valoradas por los demás. Y que, pueden influir en nuestra capacidad de poder socializar. Conectando, así, con los demás a un nivel emocional y trascendental. Esta agrupación de características, permite establecer vínculos afectivos. Los cuales, no necesariamente tienen que ser amorosos. Pero que, pueden ir fácilmente de la mano con el cariño, la empatía y la comprensión.
¿Cómo se puede desarrollar la belleza interior?

Aunque, cada persona posee su encanto y belleza particular. La cual, es natural en sí mismo. No es secreto para nadie que, dichas características pueden potenciarse si nos dedicamos a trabajarnos como personas. Erradicar lo negativo y cultivar lo positivo que nos caracteriza es la mejor manera de hacerlo. A continuación, te presentamos varios consejos que serán de gran utilidad si lo que quieres es desarrollar y potenciar al máximo tu belleza interior…
 
Realiza una lista de los defectos y fortalezas ¡Es la mejor manera de observarse!

Podría considerarse el primer paso para conocernos mejor. Saber cuál es la situación que estás viviendo actualmente y tu forma de afrontarla es muestra de lo que eres. En función a esto, podemos conocer nuestra verdadera naturaleza y belleza interior. Definir en qué momento de nuestra evolución personal nos encontramos y cuánto camino nos queda por recorrer es fundamental. Para ello, hay que apuntar en una hoja de papel una lista de nuestros aspectos negativos y de los positivos.

A partir de la acción anterior, se deben ordenar las prioridades. Tomando en consideración las debilidades que se desean trabajar primero. Y la manera en que se pueden usar las virtudes que poseemos a nuestro favor. De esta manera, el camino se hará más sencillo. Una alternativa a este procedimiento de exploración de la belleza interior, consiste en anotar como se planea ser mejor en aquello donde ya uno se destaca. Es recomendable, entonces, empezar por los aspectos que nos puedan desagradar de nosotros mismos. 

Conocer lo que los demás creen de ti

Este es el segundo paso de exploración de la belleza interior. Analizar lo que los demás piensan de ti y el por qué lo hacen. De esta manera, sabremos lo que debemos mejorar en nosotros mismos. Es importante destacar que, lo que piensen los demás sobre tu persona es importante. Sin embargo, no debería ser definitorio para nuestro crecimiento personal.

Conocer las fortalezas y debilidades que nos definen, dan paso al mejoramiento de la belleza interior. Más allá de cómo nos perciben las personas de nuestro entorno, lo más importante es cómo nos sentimos con nosotros mismos. No hay que hacer hincapié en el criterio de un grupo muy reducido de personas. Ya que, esto puede acentuar las críticas y los posibles prejuicios que puedan manifestar las personas en particular. La idea es saber identificar las críticas constructivas y dirigidas desde el amor y el respeto. Por lo general, las personas indicadas para ello son las más cercanas. Como los familiares y amigos.

Una vez hecho lo anterior, se debe analizar hasta qué punto estos defectos tienen sustento en algo real. Y, hasta que límite se puede considerar como unas valoraciones acertadas o equivocadas. Todo, en referencia a nuestra belleza interior. Debemos pensar de una manera práctica. Y, considerar el hecho de que nadie ajeno a ti puede llegar a conocerte completamente. Porque, todas esas personas sólo visualizan un perfil de ti. Sobre todo, porque la relación que fomentan está condicionada a un contexto muy específico.

Trabaja y potencia tus valores

En la belleza interior siempre deben existir una serie de valores que nos puedan guiar en nuestra vida. Hay que ser consistentes en este aspecto. Ya que, esto nos abre las puertas para conectar con mayor firmeza con los demás. Debemos imponer un compromiso de ideas para el bien común.

Aprender a comunicarnos es necesario

Muchas veces, la imagen que tienen los demás de nosotros es distorsionada por el simple hecho de no poder comunicarnos bien. Si queremos que, el desarrollo de nuestra belleza interior sea exitoso. Entonces, debemos aprender muy bien estas habilidades tan fundamentales. De hecho, este proceso puede llevar meses o años. Hay que aprender a ser asertivos, procurando que la conversación que mantengas con otros sea útil para ambas partes. Todo esto, hará que tus interacciones sociales se enriquezcan.

Acostumbrarse a ser empáticos

Muchas veces, podemos dejar pasar por alto lo que otras personas quieren o les importa. Para solucionar este inconveniente, debemos practicar la auto corrección constante. Lo cual, nos permite consolidar otro de los grandes pilares de la belleza interior. Hablamos de la capacidad de no pensar siempre en uno mismo. Hay que generar empatía.

Hacer que cada día cuente, ¡vivir es lo importante!

El desarrollo personal puede llegar a construir una fuente de motivación demasiado potente. Por eso, más allá del tiempo dedicado a las responsabilidades que tengas que asumir. Hay que procurar no caer en una vida rendida a la pasividad ni a la monotonía. La belleza interior se verá incrementada si haces que cada día sea único e irrepetible. Recuerda que, vivir a plenitud es una decisión ¡Tómala!

Phrònesis

sábado, mayo 25, 2019

4 beneficios que aporta la meditación a nuestro cerebro

La ciencia se ha visto obligada en los últimos años a retomar ciertas prácticas de la medicina ancestral como alternativa a métodos de intervención modernos que no siempre dan resultado. La meditación está en la lista, y lejos de ser un supuesto basado en la superstición, una variedad de estudios científicos demuestran que meditar puede ser más efectivo que la psicoterapia y la medicación para tratar un sinnúmero de enfermedades, entre ellas, la depresión y la ansiedad.

 
 
Aunque la meditación es mayormente conocida gracias al budismo, el taoísmo y el yoga, los antropólogos creen que sus orígenes podrían remontarse al año 5,000 A.E.C. (antes de la era común). Posteriormente, entre el año 1,500 A.E.C. y el 650 A.E.C., la práctica se esparció en la India y el sudeste de Asia, especialmente en China y Japón. En la India, las valiosas propiedades de la meditación fueron plasmadas en textos espirituales como los Vedas, los Yoga Sutras de Patanjali y el Bhagavad Gita, considerado uno de los libros religiosos más importantes del mundo.

Históricamente, la meditación ha sido empleada como una vía hacia el despertar de la consciencia y el desprendimiento de las distracciones materiales. Hoy en día, se ha dirigido su uso a la regulación emocional, el manejo del estrés y la redirección de los pensamientos, con beneficios potenciales para la mejora de la concentración y la disminución del dolor en pacientes crónicos.

Vale la pena rescatar que, si bien el mindfulness ha ganado terreno como técnica de meditación predilecta en un gran número de personas, existen otro tipo de recursos como la meditación guiada y la respiración yoga que aportan beneficios igualmente positivos en el tratamiento de la hipertensión, el insomnio y otros males.

Ideas clave 
 
  • La meditación es una práctica física y mental utilizada para potenciar la paz interior y la relajación del cuerpo, mejorar el equilibrio psicológico, hacer frente a la enfermedad y mejorar el bienestar general.
  • Existen muchos tipos de meditación, pero la mayoría comparten elementos en común: un lugar tranquilo con la menor cantidad posible de distracciones; una postura específica y cómoda; un foco de atención, ya sea una palabra o una sensación, como la respiración; y una actitud abierta, libre de juicios, para permitir que las ideas y distracciones vengan y se vayan naturalmente.
Lo que la ciencia puede decirnos de la meditación y sus efectos benéficos

Meditar nos ayuda a reducir los síntomas de la depresión, la ansiedad y contrarrestar el insomnio

Una revisión de 47 ensayos publicada en 2014 halló evidencia de una mejoría moderada en los síntomas de ansiedad y depresión en participantes de distintos programas de meditación mindfulness (atención plena). De igual forma, diversos estudios han encontrado que las personas con problemas para dormir o insomnio crónico experimentan una reducción del estrés y una consecuente mejoría en su condición con ayuda de programas basados en la meditación, logrando quedarse dormidos más rápido y durante más tiempo.

La meditación puede ayudar a las personas a dejar de fumar y combatir otras adicciones

El Centro Nacional de Salud Complementaria e Integrativa de los Estados Unidos refiere una serie de investigaciones que describen la eficacia de la meditación en intervenciones dirigidas al cese del uso del tabaco y el tratamiento de la abstinencia. Ya que la meditación ayuda a las personas a enfocar plenamente su atención, mejorar la auto-consciencia y fortalecer la disciplina, las personas que meditan podrían tener más éxito en el proceso de vencer una adicción que quienes no practican ningún tipo de meditación.

Lidiar con el dolor puede ser más fácil para las personas que meditan regularmente

Las investigaciones sugieren que la función cerebral de modulación del dolor podría verse favorablemente estimulada cuando meditamos, reduciendo nuestra percepción del dolor hasta en un 50 %.

Un estudio publicado en 2011 por la revista Journal of Neuroscience halló que la meditación redujo la activación relacionada con el dolor en la corteza somatosensorial primaria contra lateral. Las reducciones inducidas por la meditación en los índices de intensidad del dolor se asociaron con un aumento de la actividad en la corteza cingular anterior y la ínsula anterior, áreas implicadas en la regulación cognitiva del procesamiento nociceptivo.

En otras palabras, los resultados del estudio sugieren que la meditación altera la construcción subjetiva de la experiencia del dolor, lo cual resulta muy beneficioso en personas con enfermedades crónicas.

La meditación tiene el poder de mejorar nuestra satisfacción general y la calidad de nuestras relaciones interpersonales

La meditación, particularmente en el yoga, puede contribuir a una mejor percepción de nosotros mismos y una actitud más optimista hacia la vida. Biológicamente, meditar y practicar yoga disminuye la respiración y la frecuencia cardíaca, la presión arterial, los niveles de cortisol en sangre (hormona del estrés) y aumenta el flujo sanguíneo a los intestinos y órganos vitales. Esto genera una mayor sensación de auto control y permite evadir los mecanismos del miedo y la agresividad, mejorando la confianza, la eficiencia y la capacidad para enfocarnos en los aspectos positivos de nuestro entorno.

Phrònesis

viernes, mayo 24, 2019

Tropezar de nuevo con la misma piedra

A veces te das cuenta de que hay problemas de tu vida que, inexplicablemente, se repiten una y otra vez. Incluso, puede que notes que ocurre lo mismo con otras personas que conoces. La misma piedra te hace tropezar una y otra vez.

 
 
“Siempre me encuentro con hombres que me engañan”, dice una amiga tuya. “Nunca consigo un trabajo en el que me valoren”, dice otro. “¿Por qué todos terminan utilizándome”, asegura alguien más.

“La vida es tan buena maestra, que si no aprendiste una lección te la repite”.
-Anónimo-

Al ver esto, a veces terminas pensando que sí, que efectivamente el destino existe y ya está escrito en alguna parte. O que todo forma parte de algún karma por vidas pasadas en las que quien se portó como un rufián, ahora debe pagar las consecuencias. Sin embargo, hay otra explicación para ese eterno volver a lo mismo que quieres evitar… 
 
La compulsión de repetición

La compulsión de repetición se define como ese impulso inconsciente que lleva a las personas a repetir situaciones, hechos, sentimientos, pensamientos y realidades dolorosas.

Esto no parece coherente ¿Por qué alguien querría volver a experimentar algo negativo, si de lo que se trata es precisamente de aprender la lección y no volver a cometer los mismos errores? ¿La vida no se trata justamente de evitar lo que nos causa dolor y buscar lo que nos lleva a la felicidad?

Los animales aprenden con una sola experiencia, los seres humanos no. Un roedor no vuelve a pasar por el camino en donde comprobó que había una trampa, o donde detecta que cayó uno de los suyos.

Un elefante es capaz de guardar en su memoria para siempre el rostro de quien le hizo daño. Si encuentra a ese agresor después de 50 años, lo evadirá o lo atacará.

Pero el ser humano actúa diferente. Puede ser timado mil veces, de la misma manera. O sorprendido 150 veces con las mismas argucias. O ser víctima del mismo agresor eternamente. El ser humano no aprende la lección y tropieza de nuevo con la misma piedra.

Las personas tampoco aprenden de la experiencia de otros. Suponen que en su caso todo será diferente. A veces, incluso, repiten literalmente los errores, problemas y conflictos de los seres amados, sin darse cuenta de ello. 

¿Cómo funciona la repetición?

El mecanismo de la compulsión a la repetición funciona así: en la vida del ser humano se produce algún trauma, principalmente durante la infancia. Es tan doloroso, que se saca de la conciencia, se olvida, o se interpreta como algo trivial.

El impacto que deja ese trauma nunca se olvida, sino que se reprime. Permanece latente y vuelve hacerse presente, hasta tanto no se haga consciente.

El problema es que no emerge repetitivamente como un recuerdo. En lugar de recordarlo, lo actúas, lo pones en escena. Creas todo un conjunto de circunstancias para que se repita lo mismo que te traumatizó, con la esperanza inconsciente de que el desenlace sea diferente. Así tropiezas con la misma piedra frustrado y sin saber cómo puedes cambiar esto. 

Un ejemplo para ilustrar esto es el caso de Norma : su madre era dura y fría con ella. Mantenía relaciones sexuales por dinero, a escondidas del padre de la chica, y la obligaba a vigilar la puerta de la habitación para que nadie la descubriera.

Años después, esta mujer se casa con un hombre que tiene vínculos con proxenetas y ella misma tiene relaciones sexuales por dinero. Sin embargo, se obsesiona por vigilar a su marido para conocer en detalle sus actuaciones. Adicionalmente, tiene una hija a la que cataloga de insoportable.

De este modo, se ve cómo Norma repite el contenido esencial de aquello que la impactó: la promiscuidad, la distancia entre madre e hija y su papel de vigilante.

El gran efecto de los traumas es precisamente ese: condenan a las víctimas a entrar, una y otra vez, en un círculo vicioso de dolor y sufrimiento.

De ahí que sea fundamental acceder a la atención psicológica o psicoanalítica en estas dos circunstancias: cuando se ha sufrido un trauma (no importa si pensamos que ya lo superamos de manera silvestre) y cuando hay algo en nuestra vida que se repite dramáticamente y nos lleva siempre a tropezar con la misma piedra. Pero, si eres capaz de ser consciente de que siempre te encuentras con la misma piedra. La próxima vez, si analizar y reflexionas sobre lo que te sucede, sabrás cómo ya no tropezar en ella.

Edith Sánchez

jueves, mayo 23, 2019

La pirámide de la nutrición emocional

¿En qué consiste la pirámide de la nutrición emocional? Si bien es conocida la pirámide de la alimentación, la parte emocional queda relegada a un segundo, tercer o cuarto plano. Ya en el año 2016, la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), en su informe técnico Guías alimentarias para la población española, comienza a señalar a las emociones como un pilar para un estilo de vida saludable. 


 
Es cierto que todos conocemos la dieta equilibrada, sabemos que comer alimentos con alto contenido en azúcares y grasas es perjudicial para la salud. También estamos al tanto de que llevar una vida completamente sedentaria acarrea problemas de salud a largo plazo. Sin embargo, las emociones y sus repercusiones en la vida de las personas son en mayor medida desconocidas.

La pirámide de la nutrición emocional se basa en unos elementos básicos educativos, en referencia a los componentes emocionales, que influyen en el desarrollo madurativo de los más pequeños. Del mismo modo que alimentación juega un papel esencial, las emociones son una parte fundamental de las necesidades básicas, tal y como afirma la SENC.

«La mente tiene una gran influencia sobre el cuerpo, y las enfermedades a menudo tienen su origen allí». 
-Jean Baptiste Molière-

¿Qué son las emociones?

¿En qué consiste el concepto de emoción? Lawler define las emociones como estados evaluativos, sean positivos o negativos que tienen elementos fisiológicos, neurológicos y cognitivos.

Para Brody, las emociones son sistemas motivacionales con componentes fisiológicos, conductuales, experienciales y cognitivos, que tienen una valencia positiva o negativa y que varían en intensidad. Para el autor, las emociones suelen estar provocadas por situaciones interpersonales o hechos que repercuten en nuestro bienestar.

El psicólogo estadounidense Paul Ekman, figura clave en el estudio de las emociones, señala que existen seis emociones básicas: el miedo, la tristeza, la alegría, la ira, el asco y la sorpresa.
 
Educación emocional

En cuanto a la educación, los padres y madres son conscientes de lo que necesita en gran parte su hijo, que varía según el estilo educativo familiar y las necesidades en función de la edad de cada pequeño.

La alimentación, la ropa y el calzado, un hogar cálido y seguro, una adecuada educación primaria y secundaria, momentos de entretenimiento mediante juegos didácticos son algunas de las necesidades principales.

Existen ciertos elementos básicos a considerar en la educación basados en las emociones que podemos englobar en una pirámide en función de la importancia.

«Todo aprendizaje tiene una base emocional»
-Platón- 

La pirámide de la nutrición emocional
 
La base: afecto y apego seguro

John Bowlby, en su teoría del apego, estudia los diferentes tipo de apego y su significado. Resalta la importancia del apego seguro en la educación de los hijos, puesto que es la mejor garantía de una infancia sana.

El apego seguro es un tipo de vinculo que se establece entre el niño y las figuras de referencia que le rodean, en el que predomina una sensación de seguridad y protección del niño frente a sus necesidades. En definitiva, el pequeño se siente seguro y cuidado cerca de su figura de apego, lo percibe como un vínculo estable y duradero donde puede mostrarse tal y como es. Siente que le quieren, que merece amor, percibe el cariño de sus figuras de apego.

El tipo de apego que experimentamos a lo largo de nuestra infancia va a condicionar en buena medida el desarrollo de nuestra autoestima, confianza y autonomía personal. Además, a nivel social, los niños con apego seguro mantienen relaciones más saludables. A mayor calidad de la relación afectiva con las figuras de apego más probabilidades tendrá la persona de alcanzar una vida plena y equilibrada.

“Si queremos a un niño independiente y seguro de sí mismo debemos intentar establecer una relación de apego seguro con él, lo cual implica estar presentes y disponibles, entendiendo y atendiendo a sus necesidades como tales”.
-Mariel Bonnefon-
 
Tolerancia a la frustración

Enseñar a tus hijos a tolerar la frustración es quizás una de las metas más importantes, pero también más difíciles. En su pensamiento egocéntrico, los niños creen que el mundo gira a su alrededor, de manera que pueden llegar a pensar que se merecen todo lo que quieren en el momento en que lo quieren.

Les cuesta entender que hay deseos que no van a ver satisfechos. Hay que entender que en lo que respecta a la gestión de emociones, los niños no poseen las herramientas necesarias para eliminar, disminuir o tolerar su malestar tras sentirse frustrados. Fisiológicamente, su corteza prefrontal, asociada al control de impulsos, todavía no ha terminado de desarrollarse.

Por consiguiente, es fundamental el establecimiento de normas, límites y una educación basada en la expresión de emociones, ¿qué sientes cuando te ocurre algo así?, ¿cómo te comportas cuando te sucede?. De esa manera, se promueve la comunicación, dotándoles de herramientas indispensables para su autocontrol y gestión emocional.
 
Establecer límites

Es clave para los padres y/o madres establecer unos límites claros y concretos sobre lo que está permitido y sobre lo que no, y las consecuencias de pasar los límites. Decir “no” también es educar, es ayudarle a gestionar las emociones de valencia negativa fomentando la tolerancia de los hijos.
 
Derechos y obligaciones

Es fundamental que los niños sepan hasta dónde llegan los derechos que poseen, al igual que las obligaciones que tienen que cumplir. Que sepan cómo impartir sus obligaciones y responsabilidades, y hacer uso de sus derechos.

Ideas empoderadoras y comunicación asertiva

Las ideas empoderadoras por parte de los padres y/o madres juegan un papel de suma importancia en el desarrollo afectivo de los hijos. Con este concepto, nos referimos al hecho de enviar a los niños mensajes reforzadores y positivos que les devuelvan el control en aquellos márgenes en los que sí que pueden actuar para lograr lo que quieren (autonomía). «Vas a lograrlo», «tú puedes», «confía en ti», «valoro tu esfuerzo», son algunos ejemplos.

La comunicación asertiva hace referencia a la expresión de opiniones y emociones que el contexto no favorece, evitando comportamientos negativos tales como descalificaciones, reproches, enfrentamientos y tonos ofensivos. En otras palabras, consiste en expresar las ideas de manera clara, sin ánimo de conflicto.

«Todos somos genios. Pero si juzgas a un pez por su capacidad de escalar árboles, vivirá toda su vida creyendo que es inútil»
-Albert Einstein

Cúspide: el juego

El juego constituye un elemento esencial para la diversión, pero también para la expresión. en el marco del juego, los niños encuentran un entorno controlado para experimentar algunos de los fenómenos sociales y físicos que también se reproducen en otros planos. Es tan importante, que el juego es un derecho de la infancia reconocido por la ONU desde 1959.

En definitiva, como parte de la pirámide de la nutrición emocional, podemos servirnos del juego para invitar al reconocimiento y la expresión de emociones. De esta manera, por ejemplo, podemos crear situaciones ficticias y tratar de analizar con el niño qué puede estar sintiendo cada uno de los personajes en ellas.

Laura Rodríguez

miércoles, mayo 22, 2019

Cuando la familia no ayuda en momentos difíciles

Cuando la familia no ayuda en momentos difíciles solo cabe una salida, aceptar su decisión. Ahora bien, algo que suele suceder es que además de no prestar apoyo, algunos de esos miembros cercanos tienden a intensificar aún más el sufrimiento emitiendo juicios y críticas. De ese modo, merman aún más nuestros recursos psicológicos a la hora de afrontar esas dificultades personales.

 
 
Decía Leon Toltstoi al inicio de Anna Karenina que ‘todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz, es infeliz a su manera’. No hay duda. Ese microuniverso llamado familia que nos viene dado a la fuerza cuando venimos al mundo, siempre presenta unas particularidades propias. Tanto es así que casi nunca hay dos iguales y, en ocasiones, hasta actúan contranatura.

Es decir que lejos de favorecer la seguridad y la felicidad y de nutrir a los suyos en valías, recortan potenciales y originan heridas. Marcas que, además, podemos arrastrar a lo largo de todo nuestro ciclo vital. Así, si hay algo que como adultos sabemos bien, es que el propio hecho de madurar requiere cortar ese cordón umbilical de la unidad familiar para realizarnos.

Lo hacemos para ejercer nuestra libertad y crear una vida a golpe de decisiones propias, de caminos tomados en solitario y con decisión. Sin embargo, a veces ocurre: caemos y fallamos. Hay momentos en que nos llega la adversidad en alguna de sus formas y, entonces, siempre agradecemos la comprensión y cercanía de los nuestros.

No obstante, hay familias que, en lugar de apoyar, pueden hundirnos más aún. Lo hacen con su desánimo, con la proyección de la culpa, con la infravaloración e incluso con la frialdad emocional.

“El que es bueno en la familia es también un buen ciudadano”.
-Sófocles- 
 
Cuando la familia no ayuda: el abandono emocional

Suele decirse que las personas somos rehenes de nuestras familias. Lo que vivimos cada día con esos miembros forma parte de nuestro equipaje emocional y psicológico, ya sea para bien o para mal. A veces, ni tener un lugar propio limita esta influencia. Esos padres, esas madres, hermanos o tíos siguen, en muchos casos, teniendo una clara ascendencia sobre nosotros.

De esta manera, es común que muchas personas acudan a terapia psicológica porque arrastran conflictos no resueltos, así como las heridas de unas familias disfuncionales en las que son comunes los reproches, las vulneraciones, las críticas y las desavenencias. Decía Salvador Minuchin, reconocido terapeuta estructural, que las principales responsabilidades de una familia son la tolerancia, el compromiso y el apoyo.

Cuando estas dimensiones fallan, todo se derrumba. Cuando la familia no ayuda, no demuestra comprensión ni empatía hacia alguno de sus miembros, ese microuniverso se quiebra. 

En momentos de dificultad más que ayuda, necesitamos sentirnos acompañados

Cuando afrontamos una dificultad, no siempre necesitamos que quienes nos rodean resuelvan nuestros problemas. La adversidad no se resuelve en todos los casos con dinero o con recursos materiales. Tanto es así que el denominador común que impera es el agradecimiento por la compañía.

Un ejemplo, en un estudio llevado a cabo en la Universidad de Manoa, en Hawai, llevado a cabo por el psicólogo Thomas Wills, se demostró algo interesante. El tipo de soporte que más beneficios psicológicos aporta a las personas es el que no se ve. Es decir, valoramos el amor de los nuestros, nos reconforta sentir que se nos valoran, comprenden y amparan.

Es el apego sincero de los nuestros el que más bienestar genera. Por tanto, cuando la familia no ayuda y, además, nos da la espalda dejándonos en ese vacío afectivo y comprensivo, el dolor es muy intenso. 
 
Familias que creen que ayudan, cuando en realidad, hacen lo contrario

En ocasiones, puede darse otro tipo de situación igualmente dañina. Así como hay familias que pueden dejar a los suyos en el abandono, negándoles el apoyo y la cercanía, hay quien sí da el paso y opta por ayudar, pero en realidad lo hace mal. Son quienes despliegan una serie de actuaciones y recursos que tienden a intensificar aún más el sufrimiento.

Algo que debemos saber es que prestar ayuda, en realidad, es un arte que no todos saben desempeñar y, a veces, es mejor no hacer nada que hacerlo de manera equívoca. La efectividad en cuanto a saber qué hacer, qué decir y qué no decir requiere de unas habilidades que no todo el mundo dispone. Y, a veces, en el seno familiar pueden darse situaciones donde uno acabe más hundido por parte de unos padres o hermanos que creen estar haciendo lo mejor. 

Entonces en los momentos de necesidad ¿a quién pedimos ayuda?

En nuestra cultura, la familia es poco más que una institución, un icono casi sagrado que todo lo trasciende. Sin embargo, es en este escenario, a menudo sobrevalorado, en el que se originan la mayor parte de los conflictos, desavenencias, decepciones y traumas. Como bien decía Tolstoi el mundo se divide en familias felices e infelices y algunos somos originarios de las primeras y otros de las segundas.

¿Qué podemos hacer entonces cuando nos llega la adversidad? ¿Qué hacer si la familia no ayuda? De algún modo, la experiencia ya nos dice quién sí y quién no. Cada uno trae consigo su recorrido vivido y hay que ser inteligente a la hora de solicitar apoyo. A veces, encontramos ese soporte valioso en otras personas con quienes no compartimos código genético.

Asimismo, conviene recordar un detalle. Siempre será mejor no contar con la ayuda de alguien a contar con una cercanía claramente patológica. En momentos de necesidad y dificultad hay que seguir manteniendo una adecuada claridad de miras para saber sobre qué hombro es mejor recostarnos. Pensemos en ello.

Valeria Sabater

martes, mayo 21, 2019

Inhala, exhala: el arte de la atención plena

La atención plena o mindfulness es como una lámpara capaz de iluminar los oscuros y sinuosos terrenos de la mente. Esta técnica de relajación e introspección se llama así porque no juzga ni prejuzga, sino que se limita a captar lo sucede tanto a nivel externo como interno desde la perspectiva de un observador.

 
 
La atención plena nos ayuda a conocer, regular, sanar y transformar nuestra mente. También nos es de gran ayuda para cuidarla, examinarla, ordenarla y dirigirla. Esta técnica permite conocer la mente y descubrir su entramado de autoengaños, reacciones neuróticas, subterfugios y frustraciones.

Lo contrario de la atención plena es actuar en piloto automático, es decir, reaccionar y dejarnos llevar por patrones de pensamiento y conductas habituales. Así, el mindfulness nos ayuda a apagar ese automatismo para ser más conscientes de nuestras actuaciones y de las principales causas que las originan: nuestros pensamientos.

«El que está situado en la atención como guardián de su mente no puede ser invadido por los apegos, igual que una ciudad bien guardada no puede ser conquistada por el enemigo».
-Asvaghosa-

Orígenes del mindfulness

El mindfulness se basa en el concepto de conciencia plena de la meditación budista, técnica considerada de gran importancia en el camino hacia la iluminación. De hecho, el propio Buda, según encontramos en su legado, animó a sus seguidores a practicar la atención plena en el día a día. Su objetivo era mantener en calma la conciencia de la mente y el cuerpo.

Gracias a Jon Kabat-Zinn, el concepto de atención plena comenzó a conocerse en la sociedad occidental a partir de 1970. Kabat-Zinn era un estudiante del maestro zen Seung Sahn y fueron su práctica de yoga y estudios sobre la religión budista los que le llevaron a integrar estos conceptos con los de la ciencia occidental, para crear la Reducción del Estrés Basado en la Atención Plena (MBSR), en la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts.
 
Entrenando la atención plena

El entrenamiento y desarrollo de la atención plena ofrece la posibilidad de conectar con el presente y concebir la mente como un espacio sin juicios. De esta forma, la desvinculación con el pasado es posible, al igual que desprenderse del automatismo diario y las expectativas futuras.

Se aprende a conectar con «lo que es», con «lo que hay», con «lo que está». Se trata de enfocar nuestra mente y nuestros sentidos en el aquí y ahora, momento a momento.

En uno de sus sermones, Buda dijo: «Ven y mira». Simplemente eso es: mirar lo que es aquí y ahora, libre de juicios y prejuicios, de viejos patrones o esquemas, de etiquetas. La clave del mindfulness o atención plena está en vivir el presente y tomar la técnica como un estilo de vida.

«La atención plena es estar completamente despierto en nuestras vidas. Se trata de percibir la exquisita intensidad de cada momento. También tenemos acceso inmediato a nuestros propios y poderosos recursos internos para la lucidez, la transformación y la sanación».
–Jon Kabat-Zinn– 

Beneficios de la práctica de la atención plena

Los beneficios de la práctica regular del mindfulness son muy variados, tanto a nivel físico como a cognitivo, emocional o espiritual. Algunos de ellos son los siguiente:
  • Aumenta la facilidad para enfocar y sostener la atención (concentración, memoria).
  • Incrementa la creatividad y ver alternativas y soluciones a los retos vitales.
  • Ayuda a reducir el estrés y la ansiedad, a poner límites y a comprometerse con la propia salud.
  • Disminuyen los pensamientos recurrentes, la rumiación y las cavilaciones.
  • Disminuye el malestar físico y psicológico en quienes sufren dolor crónico, angustia y depresión recurrente.
  • Facilita identificar y regular las emociones, así como modular la respuesta a las mismas.
  • Desarrolla la inteligencia emocional.
  • Mejora la calidad de la comunicación, ayuda a evitar conflictos y a resolverlos cuando ocurren.
  • Ayuda a vivir con más calma y a disfrutar con más plenitud de los momentos agradables.
  • Aumenta la empatía y la bondad, facilitando el cuidado de un mismo y de los demás.
  • Mejora nuestra toma de decisiones.
  • Aumenta la curiosidad y el compromiso.
  • Aumento de los anticuerpos que combaten las enfermedades.
  • Mejora la calidad de sueño.
  • Menos sentimientos negativos, como la tensión y la ira.

El cerebro y la práctica de la atención plena

Un dato curioso es que al ejercitar el cerebro con mindfulness y prácticas meditativas afines, podemos cambiar la forma y el tamaño del mismo; también aumentar la concentración, la flexibilidad y la inteligencia, así como construir simultáneamente nuevas vías y redes neuronales.

Por otro lado, mientras que unas partes del cerebro se fortalecen, aumentan su tamaño y se vuelven más activas con la meditación, otras se calman, como la amígdala. La principal área en la que tiene lugar el crecimiento es la corteza prefrontal, responsable del funcionamiento ejecutivo y donde se origina el pensamiento analítico.

«El don más precioso que podemos ofrecer a los demás es nuestra presencia. Cuando la atención plena abraza a los que amamos, van a florecer como las flores».
-Thich Nhat Hanh- 

Cómo empezar a practicar la atención plena

Existen muchos caminos para comenzar a practicar la atención plena. No obstante, lo principal es empezar a ser consciente del conjunto de pensamientos, sentimientos, sensaciones físicas que experimentamos, así como de todo aquello que sucede a nuestro alrededor.

Para ello, podemos concentrarnos en nuestra respiración y en nuestro cuerpo. Por ejemplo, resulta muy útil ponerlo en práctica mientras comemos o justo antes de irnos a la cama. Tan solo es necesario reservar 10 minutos al día y en poco tiempo los cambios positivos aparecerán.

También es importante tratar de ver aquello que sucede desde una perspectiva diferente, desde otro punto de vista, con otra mirada y probar cosas nuevas. Esto podría ser tan simple como sentarse en un lugar nuevo durante las reuniones de trabajo o tomar un café distinto durante el almuerzo.

Se trata de observar como algunas pequeñas acciones pueden llegar a tener un gran impacto en el día a día.

Como vemos, la atención plena nos ayuda a apreciar nuestro presente, a encontrar quietud en mundo de velocidad, frenético. Su práctica diaria actúa como un sostén, un punto de apoyo o una herramienta de equilibrio desde la que podemos establecer una relación especial con nosotros mismos, los demás y el mundo que nos rodea.

Marián Carrero Puerto

lunes, mayo 20, 2019

Mantener la calma en plena crisis

Mantener la calma en plena crisis es fundamental para pensar con claridad y para que las emociones negativas no influyan en la toma de decisiones; una toma de decisiones que puede resultar altamente crítica en ese tipo de situación. El agobio y la desesperación pueden ser malos consejeros a la hora de actuar con precisión, eficacia e inteligencia.

 
 
No obstante, la calma permite elegir correctamente el camino que se transitará en un momento turbulento y, de esta manera, las posibilidades de llegar a una solución satisfactoria pueden aumentar considerablemente.

El organismo, frente a una amenaza, activa un sistema de defensa para escapar del peligro; es una manera natural de protegerse. Si bien con esto la evolución ha permitido que el hombre esté más protegido frente a los peligros que supone la naturaleza, también ha dispuesto de otras amenazas.

De este modo, el sistema de alarma se agudiza cuando la persona se siente en aprietos, sin importar si el riesgo es real o no.

Se activan de inmediato los mecanismos de estrés en este tipo de situaciones: aquellos preparan al organismo para una lucha o huida. Si el individuo se siente amenazado, por cualquier clase de circunstancia, comenzará a sentir los síntomas de estrés: palpitaciones, sudoración, irritabilidad y ansiedad.

Si bien es un mecanismo natural que posee el organismo para enfrentarse al peligro, lo ideal es manejar las crisis o situaciones desagradables a fin de no cronificar el estrés, lo cual produciría un deterioro en la salud al mantenerse en el tiempo.

¿Por qué es importante mantener la calma en plena crisis?

Mantener la calma en plena crisis clarifica el pensamiento, lo cual es de vital importancia a la hora de tomar decisiones -puede suponer la diferencia entre acertar o equivocarnos-. Ciertamente, muchas personas, frente a situaciones de presión, no responden de manera adecuada y caen presas de la ansiedad, lo cual suele implicar consecuencias nefastas para su bienestar.

Los acontecimientos estresantes deberían colocar al individuo en una posición de toma de acción para revertir la situación. Sin embargo, en muchas ocasiones, esto no resulta ser posible; por lo tanto, se debería emplear herramientas conceptuales para atravesar la crisis manteniendo un mayor grado de control.

El estrés normal que se puede sentir ante una situación nueva o bien displacentera se puede convertir en crónico si no se hace una buena gestión del mismo. Una extensión en el tiempo que termina con nuestras fuerzas y nuestra motivación para emprender proyectos o continuar con los ya comenzados.

“Hoy el mundo del trabajo – con sus avances industriales, la globalización, el desarrollo tecnológico y las comunicaciones virtuales – nos impone retos y condiciones que con frecuencia exceden los límites de nuestras habilidades y capacidades. Su resultado es el estrés, que puede conducirnos a disfunciones físicas, mentales y sociales; incluso dañar nuestra salud, mermar nuestra productividad y afectar nuestros círculos familiares y sociales”.
-Dr. Francisco Becerra, Subdirector de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)-

De este modo, controlar la insatisfacción, airear nuestras emociones o no alimentar la frustración representan objetivos concretos que salvaguardan nuestro bienestar en situaciones potencialmente estresantes. Otra estrategia que nos puede ayudar es hacer cálculos realistas de probabilidades, derivando la preocupación por el yo futuro en vivir el yo presente.

Los beneficios de estar en calma en plena crisis

Mantener la calma en plena crisis puede traer beneficios para la salud integral del organismo. Entre las ventajas más destacadas se encuentra una disminución del malestar, lo cual implica atenuar el sufrimiento ante situaciones de emergencia o que no están alineadas con nuestros deseos.

Mantener la calma en plena crisis hace que sea más fácil aislar la corriente de pensamiento de las emociones de valencia negativa, las cuales pueden provocar una manera de actuar inadecuada o contraproducente.

Además, estar en calma permite generalmente tener un bienestar integral de cuerpo y mente, lo cual es sumamente beneficioso para la salud.

El ser humano, en muchas ocasiones, está preocupado por lo que ha vivido y por lo que está por acontecer. Es en esa dicotomía entre pasado y futuro en donde muchas veces nace ese malestar que nos confunde, a la vez que nos hace sufrir.

Tomarse un respiro, no pensar en nada más que en el ahora y evitar entrar en pánico son algunas estrategias que nos pueden ayudar frente a situaciones conflictivas; además, pueden reconciliarnos con la propia vida en un mundo donde casi todo, a pesar del estrés, es posible.

Ana Elisabet Amarilla

domingo, mayo 19, 2019

Yin y yang: el principio de la dualidad de la existencia

El yin y yang son conceptos que provienen de la filosofía china, más exactamente del taoísmo. Este último es un marco de pensamiento creado por Lao Tsé, una figura de la cual no hay certeza si existió realmente. Lo cierto es que esos conceptos están presentes desde aproximadamente el siglo VI antes de nuestra era.

 
 
La filosofía de Lao Tsé quedó consignada en un libro llamado Tao Te King, nombre que significa algo así como ‘camino a la virtud’. En este se plantean por primera vez los conceptos de Yin y Yang, los cuales se han traducido como ‘oscuro y brillante’.

“Si quieres vivir una vida equilibrada, debes admitir que la naturaleza humana es yin y yang, día y noche, amor y odio, no puedes rechazarla. Se trata de abrazarlo y celebrar el hecho de que somos débiles, y de eso emerge un gran poder”.
-Adam Darsky-

Lao Tsé habla del yin y yang como una dualidad que está presente en todo lo que existe. El día y la noche, el hombre y la mujer, la vida y la muerte, etc. Se trata de dos estados opuestos que no están en contradicción, sino que se complementan y dependen el uno del otro. Lo uno no quiere imponerse sobre lo otro, sino que coexiste en equilibrio con él.

La dualidad en el Yin y Yang

Para el taoísmo, todo está en constante cambio de forma natural. El invierno sigue al otoño y así sucesivamente, sin que hagamos algo para que esto ocurra. Lo mismo sucede con las realidades humanas. El camino de la virtud consiste en no alterar esos cambios, ni en la naturaleza, ni en la propia vida.

Los deseos y los objetivos personales son los que llevan a que alguien quiera alterar ese orden natural. La “no acción”, en cambio, permite que las cosas fluyan y se desenvuelvan como deben hacerlo, sin cambios introducidos desde fuera.

El yin y yang representan ese cambio continuo. La armonía consiste en mantener en equilibrio la dualidad expresada en esos dos conceptos. A su vez, la disarmonía tiene que ver con la predominancia excesiva de alguno de estos dos aspectos.

El yin corresponde a todo lo que es femenino, suave, húmedo, terrenal, pasivo, absorbente y oscuro. El yang tiene que ver con lo masculino, áspero, seco, aéreo, activo, penetrante y luminoso. Ambos elementos y características están presentes en todo lo existente. 

Los principios que rigen el yin y yang

Según el taoísmo, los conceptos de yin y yang se rigen por una serie de principios, que les son propios. Estos principios definen la dinámica que existe entre esos dos factores y sirven como pauta para aplicarlos a situaciones concretas.

Los principios en mención son los siguientes:
  • El yin y yang son opuestos. Sin embargo, no son excluyentes: puede haber algo yin en una realidad yang y viceversa. Por ejemplo, en medio de la oscuridad de la noche está la luz de la luna.
  • Interdependencia. El yin no puede existir sin el yang y viceversa. Por ejemplo, no hay muerte sin vida, ni vida sin muerte.
  • Mantienen un equilibrio dinámico. Cuando el yin aumenta, el yang disminuye y viceversa. Cuando uno de los dos crece en exceso, obliga al otro a concentrarse y esto desencadena una transformación. Por ejemplo, el exceso de calor conduce al deshielo en una zona y esto a su vez provoca inundaciones.
  • Cuando el uno desaparece, se transforma en el otro. No forman una realidad separada, sino que coexisten. Por eso el uno desaparece, relativamente, solo para darle paso al otro. Por ejemplo, el día y la noche.
  • En el yin siempre hay una traza de yang y viceversa.

Aplicaciones prácticas

Es importante insistir en que los conceptos de yin y yang forman parte de una filosofía y no de una teoría científica, aunque la física cuántica ha desarrollado tesis que coinciden en alguna medida con estos. Así mismo, esta idea de la dualidad inherente a todo tiene diversas aplicaciones prácticas.

Los conceptos del yin y el yang se aplican directamente a las prácticas de artes marciales. Ideas como defensa y ataque, o concentración y relajación, provienen directamente de estos. Así mismo, la medicina china se vale de la dualidad y la complementariedad, tanto para diagnosticar, como para tratar todas las enfermedades. Lo expresan con este principio: “sedar lo excesivo y tonificar lo deficiente”.

Del mismo modo, los conceptos de yin y yang se aplican en la vida diaria para lograr la armonía interna. Llaman al desprendimiento y la aceptación. Dejar fluir. Que a las noches de nuestras vidas sigan los días, a la tristeza, la alegría y así sucesivamente. No pretender que todo sea positivo, ni pleno. Admitir que la dualidad existe.

Edith Sánchez

sábado, mayo 18, 2019

Brillar desde dentro: el valor de las fortalezas personales

En muchas ocasiones, estamos tan enfocados en lo que ocurre a nuestro alrededor que nos olvidamos de los protagonistas de esta historia: nosotros mismos. Para reconocer nuestro autentico valor conviene hacer un ejercicio de reconocimiento y fortalecimiento de nuestras fortalezas personales.

Aprender las fortalezas de carácter de cada uno y saber expresarlas tiene un impacto muy importante en nuestras vidas. Los beneficios del uso de las fortalezas personales en diferentes ámbitos como el físico, el emocional, el social y el espiritual son muchos. Por otro lado, estos ámbitos están relacionados con diferentes áreas.

Estas áreas vinculadas al nuestro bienestar físico y emocional son el significado que le damos a nuestra vida, la cantidad de emociones y relaciones positivas, el nivel de compromiso y nuestros logros. Este es el mapa que conforma nuestra realidad, nuestros estados de ánimo y la percepción de satisfacción con nuestra vida. Poder amplificar las diferentes zonas de nuestro mapa y crecer en lo positivo pasa por trabajar las fortalezas personales.

Expandir nuestras vidas

Estudios realizados a este respecto nos confirman que las técnicas que se centran en reconocer las fortalezas personales y corregir sus déficits afectan de manera muy positiva en el nivel de autoestima, de autoaceptación, la consecución de metas, la resiliencia e incluso la salud física.

Parece que queda poco margen de duda: las fortalezas de carácter son los únicos caminos hacia la consecución de esos objetivos positivos, que son en definitiva los que todo el mundo persigue: la percepción de bienestar.

Los seres humanos tenemos ciertos sesgos de pensamiento que nos hacen estar más afectados por los eventos negativos que por los positivos. Y lo hacen de una manera totalmente automática. Las emociones y las experiencias negativas se adhieren de forma muy cruel a nosotros mismos.

El trabajo personal sobre nuestras fortalezas ayuda a equilibrar esta ecuación. Las experiencias negativas están implícitas en el mero hecho de vivir; son necesarias, porque es la manera que tenemos de aprender, de motivarnos y de entrenar diferentes estrategias. Todas ellas nos ayudan a crecer. 

Replanteando lo negativo

En ningún caso, estas experiencias negativas del pasado son las que nos definen. Nuestras fortalezas serán las que nos ayuden en circunstancias negativas futuras: nos hacen recordar que tenemos recursos propios disponibles y desarrollados para afrontar ese tipo de situaciones.

Hacer un buen trabajo con las fortalezas personales nos permite mantener un mayor grado de control en situaciones críticas. Se relacionan directamente con las habilidades de afrontamiento del estrés, fortaleciendo nuestro sistema inmunopsicológico frente a la depresión.

¿Por dónde empezar?

La seguridad que nos aporta la certeza de contar con estas herramientas hace que toleremos, por ejemplo, mucho mejor la incertidumbre o que tengamos menos miedo a asumir riesgos. Ahora bien, ¿por dónde empezar?

El pasado es un buen escenario para sacar conclusiones: probablemente podremos volver a superar aquellos obstáculos que ya vencimos; por otro lado, hacer un buen análisis de alternativas a la hora de decantarnos por implementar una u otra solución será fundamental; muchas veces hay varias alternativas para llegar a un mismo sitio, pero solo una la que se adapta mejor a nuestras fortalezas.

Por otro lado, es importante diferenciar las fortalezas del talento. Para entender la terminología de este artículo, un talento tendría que ver con una predisposición innata, mientras que las fortalezas tendrían más que ver con el entrenamiento y el aprendizaje.

Las 24 fortalezas personales de Seligman

Martin Seligman nos ofrece un inventario de fortalezas personales, el VIA Inventory of Strength, que mide el grado de cada una de las 24 fortalezas, organizadas en 6 virtudes o categorías:
  • Sabiduría y conocimiento, que contemplan fortalezas como la creatividad, la curiosidad, la apertura de mente, el deseo de aprender y la perspectiva
  • Coraje: vinculadas a la consecución de metas, como la valentía, la persistencia, la integridad y la vitalidad.
  • Humanidad: que incluyen conceptos como el amor, la amabilidad y la inteligencia social
  • Justicia: son fortalezas cívicas como la ciudadanía, la justicia y el liderazgo
  • Moderación: que son las que nos protegen contra los excesos, el perdón y la compasión, la humidad y la modestia, la prudencia, la discreción y la autorregulación.
  • Trascendencia: son las que dan significado a la vida, entre ellas encontramos el aprecio de la belleza, la excelencia, la gratitud, la esperanza, el sentido del humor y la espiritualidad.

Cada uno de nosotros posee cinco fortalezas que nos caracterizan. La finalidad del inventario creado por Seligman es el de conocer las fortalezas personales de cada uno de nosotros para poder reconocerlas en primer término y desarrollarlas y amplificarlas: de ello va a depender en gran medida nuestra propia felicidad y la fuerza con la que seamos capaces de brillar desde nuestro interior.

Sonia Budner

viernes, mayo 17, 2019

La ira oculta, la emoción que cambia nuestra personalidad

La ira oculta, esa rabia largamente silenciada y engullida a la fuerza, puede cambiar nuestra personalidad. Las decepciones vividas, los fracasos, el daño sufrido y no gestionado, las ilusiones perdidas y cada zancadilla que ha surgido en nuestro camino deja marca en nosotros, y a menudo, se transmuta en ira. En caso de no manejar dichas realidades internas, arrastraremos un malestar constante.

 
 
La ira es otra de las emociones más desconocidas por gran parte de la población. A menudo, la asociamos con esos estallidos en los que emerge el lado más oscuro del ser humano, ahí donde acabamos diciendo o haciendo cosas de las que más tarde nos arrepentimos. Ahora bien, algo destacable sobre ella es que en gran parte de los casos la ira no emerge, no se manifiesta, sino que la ocultamos y queda velada de forma subyacente.

Esta emoción además tiene un problema cuantitativo, y es que cuanto más se acumula más malestar psicológico genera. Un exceso de ira no siempre se traduce en un rostro eternamente enfadado, en alguien que va por el mundo dando empujones, gritando o respondiendo de manera poco adecuada. Esta emoción genera angustia, cansancio, se traduce en mal humor, ansiedad y, en muchos casos, hasta en un trastorno depresivo.

Veamos más datos a continuación.

«La ira es el guardaespaldas de la tristeza».
-Liza Palmer- 

La ira oculta, la emoción camuflada que olvidamos controlar

Puede que nos resulte llamativo, pero el ser humano puede vivir con una ira oculta durante prácticamente toda su existencia. Algo como sufrir el abandono de un progenitor o malos tratos, por ejemplo, puede ser en muchos casos la raíz de ese problema que acaba perfilando nuestra personalidad.

La ira, al fin y al cabo, no es más que la conjunción de varias emociones cincelando una pesada piedra que uno puede elegir cargar durante bastante tiempo. En ella se integra la tristeza, el sentimiento de injusticia, la angustia y a menudo, también el miedo. Miedo a que determinadas cosas vuelvan a surgir, y un temor absoluto a sentirnos nuevamente vulnerables. Todo ello se cataliza en rabia, en un malestar sin forma y perdurable que todo lo ocupa y lo desdibuja a la vez.

Cólera, furia, enojo, irritabilidad, agresividad, tensión, pérdida del control… Todos estos términos son los primeros que a la mayoría nos vienen a la mente cuando pensamos en la ira. Relacionarlo de este modo no es un error, pero la verdad es que las personas no siempre reaccionamos de este modo al vivenciar dicha emoción.

El doctor Thomas Denson, de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) nos explicó en un estudio que hay distintos modos de sentir la ira. Están aquellos que la expresan y están también quienes la silencian y la llevan consigo de manera camuflada. Estos últimos, los caracterizados por la ira oculta, tienden a alimentarla más aún a través del pensamiento rumiante. Algo así, acaba haciendo mella en su comportamiento y personalidad.

¿Cuáles son las características de la ira oculta en una persona?

Haber vivido varios fracasos afectivos. Experimentar el hecho de que un familiar cercano o alguien significativo nos traicionara. No haber logrado un objetivo importante para nosotros. Todas estas realidades son algunos ejemplos del origen de esa ira oculta que sienten muchas personas.

Veamos no obstante, qué señales suelen evidenciar:
  • Desconfianza, clara dificultad para confiar en quienes le rodean.
  • Comportamientos y reacciones sarcásticas, cínicas a menudo también frívolas.
  • Cambios de humor constantes.
  • Tendencia a procrastinar. Les cuesta comprometerse y cumplir en sus tareas.
  • Irritabilidad.
  • Dificultad para disfrutar de los instantes de ocio.
  • Insomnio, pesadillas, despertares continuados.
  • Agotamiento físico y mental. 
 
¿Cómo podemos manejar la ira?

A menudo, cuando leemos libros o artículos sobre cómo manejar la ira, vemos que en su mayoría aplican un enfoque incompleto, y más cuando hablamos de la ira oculta. Para trabajar esta emoción no es suficiente con hacer ejercicios de relajación, con buscar un catalizador o un medio de expresión. Estas técnicas ayudan, pero no resuelven el problema en su origen.

Lo más adecuado es que tengamos en cuenta las siguientes ideas. 

La vulnerabilidad

Para manejar la ira oculta hay que ir a la raíz del problema, y en la mayoría de los casos es el sentimiento de vulnerabilidad. Cuando las personas nos sentimos devalaudas, traicionadas, cuando vemos injusticias, cuando nos sentimos frustradas o enfadadas con algo o alguien surge la ira. Debemos, por tanto, clarificar el origen. 

Autoestima

El segundo paso es trabajar la autoestima, la autovaloración. En ocasiones, no nos será posible resolver esos problemas que originaron la ira oculta en nosotros. Por tanto, es necesario que trabajemos en nosotros mismos, en reparar dignidades, valías, potencial humano, apreciación por uno mismo. 

Pensamientos útiles

La ira oculta tiene un gran poder rumiante. Nuestra mente siempre está centrada en ese foco de dolor, en esa decepción, en ese hecho del pasado. Este enfoque a menudo nubla nuestro juicio y nos aboca a un desgaste psicológico inmenso. Es necesario que trabajemos un diálogo interno cuidadoso, útil y saludable. 
 
Centrarnos en reparar la ira oculta, no en alimentarla

La ira es un fuego que alimenta día tras día nuestro pensamiento. La intensificamos con la inmovilidad, con la procrastinación, con un enfoque mental rígido que se ancla por completo a esos hechos del pasado. Si de verdad queremos reparar y sanar la ira oculta, hay que levantar esa ancla del ayer y permitirnos avanzar reparando nuestros daños.

Algo así se logra situando objetivos nuevos en el horizonte, favoreciendo cambios, poniéndonos a nosotros mismos en nuevas situaciones donde sentirnos competentes, donde conectar con personas nuevas que nos traen positividad. A veces, es necesario reiniciarse en todos los sentidos para dejar atrás esos lastres que no nos permitían ni respirar. Pensemos en ello.

Valeria Sabater