Hay personas que lo tienen simplemente como presagio y, de manera sorprendente, parecen haber encontrado evidencias que lo avalan: hablar sobre tus metas hace que no se cumplan. En realidad, no tiene nada que ver con la suerte ni con el destino ni con nada que se le parezca. Hay un hilo conductor lógico que conecta estos dos sucesos.
Quien trajo el tema a colación fue el emprendedor y estudios del comportamiento humano, Derek Sivers. Ha señalado que hablar sobre tus metas hace que no se cumplan. Se basa para esa afirmación en varios estudios de Kurt Lewin (1926), Wera Mahler (1933) y ciertas obras de Peter M. Gollwitzer (1982 y 2009).
Así mismo, hay varios estudios actuales según los cuales, quienes hacen públicos sus propósitos y proyectos aumentan la probabilidad de llevarlos a buen término. ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué tiene que ver el hecho de hablar sobre tus metas con que estas no se cumplan?
“Si no es un éxito, cambia”.
-Derek Sivers-
Hablar sobre tus metas
Según lo que plantea Derek Sivers -dirección hacia la que también apuntan las neurociencias- el cerebro humano tiene algunas “fallos” en su funcionamiento. Uno de los más importantes es que no siempre acierta a diferenciar la realidad de la ficción. Por eso, por ejemplo, podemos llorar viendo una película sabiendo que lo que sucede en ella no es real.
Pues bien, debido a ese sesgo, el cerebro suele confundir decir con hacer. Esto ocurre principalmente cuando ese decir es muy enfático o prolongado. Una meta es un deseo visualizado, pero no alcanzado aún. La clave es esa: que se trata de un deseo. Por lo mismo, implica que hay motivación a alcanzarlo.
Sin embargo, al hablar mucho sobre esa meta, se crea una especie de ilusión. Esta consiste en que tu cerebro comienza a generar la sensación de haber generado esa meta (se produce una especie de anticipación del disfrute del refuerzo que rebajaría su valor). Es como obtener un “logro simulado”.
Lo “problemático” es que también se ha detectado que, en general, a las personas nos gusta mucho hablar de nuestras metas y propósitos. Lo hacemos porque, en muchos casos, una oportunidad para compartir una ilusión es una oportunidad para vivir, para poner sobre el otro -en vez de sobre la realidad- esa ilusión.
Así mismo, hay varios estudios actuales según los cuales, quienes hacen públicos sus propósitos y proyectos aumentan la probabilidad de llevarlos a buen término. ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué tiene que ver el hecho de hablar sobre tus metas con que estas no se cumplan?
“Si no es un éxito, cambia”.
-Derek Sivers-
Hablar sobre tus metas
Según lo que plantea Derek Sivers -dirección hacia la que también apuntan las neurociencias- el cerebro humano tiene algunas “fallos” en su funcionamiento. Uno de los más importantes es que no siempre acierta a diferenciar la realidad de la ficción. Por eso, por ejemplo, podemos llorar viendo una película sabiendo que lo que sucede en ella no es real.
Pues bien, debido a ese sesgo, el cerebro suele confundir decir con hacer. Esto ocurre principalmente cuando ese decir es muy enfático o prolongado. Una meta es un deseo visualizado, pero no alcanzado aún. La clave es esa: que se trata de un deseo. Por lo mismo, implica que hay motivación a alcanzarlo.
Sin embargo, al hablar mucho sobre esa meta, se crea una especie de ilusión. Esta consiste en que tu cerebro comienza a generar la sensación de haber generado esa meta (se produce una especie de anticipación del disfrute del refuerzo que rebajaría su valor). Es como obtener un “logro simulado”.
Lo “problemático” es que también se ha detectado que, en general, a las personas nos gusta mucho hablar de nuestras metas y propósitos. Lo hacemos porque, en muchos casos, una oportunidad para compartir una ilusión es una oportunidad para vivir, para poner sobre el otro -en vez de sobre la realidad- esa ilusión.
La causa del fenómeno
¿Por qué, finalmente, el cerebro termina creando esa ilusión de logro? Según los estudios citados, esto solo ocurre si se habla de las metas con otros. Puedes pensar sobre ellas, escribirlas en un papel, darles vueltas o hacer lo que quieras, siempre que no las compartas con otros.
Esto se debe a que al hablar sobre tus metas en voz alta normalmente se produce una retroalimentación -si la meta es valorada como positiva, la persona suele recibir un reconocimiento por el hecho de proponérsela-.
Así, la meta puede llegar a ser tratada como un hecho en vez de como una proyección de futuro. De este modo, se genera toda una gama de sensaciones frente a dicha meta, que terminan “desgastando”, por así decirlo, el deseo de lograrla.
No hables sobre tus metas
Se dice popularmente que es mejor hablar con hechos. Esto es totalmente cierto. Si hablamos menos y hacemos más, probablemente vamos a cuidar mejor de nuestra motivación. Impediremos que el cerebro caiga en su propia trampa.
En particular, Derek Sivers señala que si el proyecto produce admiración en los demás, termina generando tal gratificación que lo de menos será concretarlo. Lo que recomienda es lo siguiente:
- Si vas a hablar sobre tus metas, hazlo con comentarios generales y definiciones vagas. No menciones nada en concreto hasta que no lo hayas conseguido efectivamente.
- Si no aguantas el deseo de hablar acerca de una meta o de un proyecto, expresa tus ideas de modo en que quedes en deuda con el otro. Que se haga evidente el hecho de que se trata de algo no logrado.
Respecto a la primera recomendación, un ejemplo de ello sería decir algo así como: “Estoy llevando a cabo algunas rutinas para mejorar mi salud”, en lugar de detallar de qué se trata. En cuanto a la segunda, sería algo así como: “Me he propuesto leer un libro al mes. Si dentro de un mes nos vemos y no lo hecho, regáñame”. Inténtalo. Parece que funciona el hecho de utilizar a los demás como elementos de control bajo los parámetros señalados.
Edith Sánchez
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