Centrarte en medio de una tempestad no es solo un arte, sino también una necesidad. Porque es precisamente en los momentos más difíciles cuando más necesitamos de la serenidad en el corazón y la tranquilidad en la mente para saber cómo actuar. También es en esas situaciones cuando nos volvemos más vulnerables al error.
Cuando las cosas se ponen complicadas es habitual que reaccionemos de forma automática. O nos quedamos completamente bloqueados o respondemos impulsiva y caóticamente. A veces, ese estado dura mucho tiempo. Centrarte en medio de una tempestad significa ir más allá de esas reacciones básicas.
“No hay más calma que la engendrada por la razón”.
-Séneca-
El centro es ese punto de equilibrio en el que nuevamente nos sentimos dueños de nosotros mismos. La razón toma el timón y podemos hacer uso de la inteligencia para definir el siguiente paso a dar. Según el zen, para centrarte en medio de una tempestad es conveniente que lleves a cabo las siguientes acciones.
“No hay más calma que la engendrada por la razón”.
-Séneca-
El centro es ese punto de equilibrio en el que nuevamente nos sentimos dueños de nosotros mismos. La razón toma el timón y podemos hacer uso de la inteligencia para definir el siguiente paso a dar. Según el zen, para centrarte en medio de una tempestad es conveniente que lleves a cabo las siguientes acciones.
1. Cerrar los ojos y respirar
Esta es la acción inmediata que debes poner en marcha para centrarte en medio de una tempestad. El zen nos dice que esto es básicamente lo que debemos hacer, cuando se presenta una situación que de uno u otro modo nos desborda.
Al cerrar los ojos, establecemos un corte con lo externo y nos remitimos a nuestro interior. En un primer momento, dicho corte es necesario, como también lo es tratar de recuperar nuestro ritmo de respiración normal.
Este sencillo acto nos protege de reacciones súbitas, que muchas veces agravan el problema que ya está presente. Cerrar los ojos y respirar actúa como una especie de ancla que nos impide dejarnos llevar.
2. Soltar el control
Quizás te sorprenda saber que muchos de nuestros peores estados emocionales nacen en el deseo de control. Como esto es básicamente imposible, fácilmente conduce a un sentimiento de irritación, frustración e impotencia.
Casi se podría decir que no tenemos control sobre nada, al menos en un sentido absoluto. Por eso, la fantasía de controlar hace mucho daño. En una situación de dificultad es bueno que recuerdes esto. Permite que los hechos fluyan y ubícate en una posición de observador. A medida que esa realidad se despliegue, irás comprendiéndola poco a poco.
3. Hacer arte, una forma de centrarte en medio de una tempestad
Cuando hablamos de una tempestad nos referimos a esas etapas en las que todo parece conspirar en nuestra contra. Cuando las cosas nos salen mal o ha ocurrido un hecho tan determinante que lo invade todo. Nos sentimos como juguetes del destino.
Todo esto puede generarnos un gran sufrimiento. Sin embargo, para salir de esos estados o de esas etapas primero tenemos que recuperar nuestro centro. Un camino para lograrlo es el arte. No el arte en función de algo específico, sino el arte por el arte. Realizar actividades creativas y enfocarnos en ellas como una herramienta para liberar nuestras emociones, desahogarnos y dar rienda suelta a nuestro ingenio.
4. Buscar algo que te haga reír
Aunque el llanto muchas veces genera una sensación de relajación, esto no se compara con el poder catártico de la risa. Al reír, se produce una auténtica liberación, tanto de presiones emocionales, como de neurotransmisores y hormonas que mejoran tu estado de ánimo.
Para centrarte en medio de una tempestad, busca la forma de reír. Mira una película de humor o lee algo divertido. Busca videos simpáticos o escucha chistes, si es del caso. Después de reír, seguro te vas a sentir mucho mejor. También, sin darte cuenta, tendrás mayor capacidad para restarle gravedad a las dificultades.
5. Pasar tiempo en la naturaleza
El zen insiste mucho en la importancia de tener contacto frecuente con la naturaleza, especialmente en los momentos difíciles. Las plantas, en particular, tienen un color y una vibración que resultan altamentes positivas para el cerebro. Todo el entorno natural en su conjunto es relajante y te brinda un sentimiento profundo de paz.
El contacto con los animales también suele ser muy beneficioso. Los animales son nobles y algunos de ellos muy sensibles y afectuosos. Son una presencia energética muy positiva, que facilita el desbloqueo emocional y mental.
El zen nos dice que los problemas están ahí no para atormentarnos, sino para enseñarnos algo que necesitamos saber. Nuestra cultura promueve la idea de que deberíamos vivir felices y relajados todo el tiempo, pero esto no es real. Y si lo fuera, resultaría poco saludable. A través de las dificultades logramos evolucionar. Centrarte en medio de una tempestad solo se aprende, cuando aceptas esto.
Edith Sánchez
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