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jueves, octubre 25, 2018

Sacrificios en el amor: una conducta que desgasta

Sacrificios en el amor, los justos. En una relación de pareja los sacrificios continuados no hacen el amor más grande ni más romántico; de hecho, es todo lo contrario. Las renuncias continuadas desgastan y erosionan, nos van alejando de nosotros mismos hasta convertirnos en algo que no somos. Así, en una relación afectiva más que los sacrificios lo que importa son los compromisos.

 
 
Hay un viejo refrán que dice aquello de que “cuando te pisen, recuerda quejarte”. En caso de no hacerlo lo más probable es que alguien coja el gusto de pisarte: asume que no te duele. Esta misma idea la podríamos trasladar a los vínculos con nuestras parejas. Todos podemos sacrificarnos por la otra persona en un momento dado, de hecho es algo normal y perfectamente comprensible.

Sin embargo, nadie puede pasar por alto que todo sacrificio tiene un coste. Toda renuncia duele. Todo cambio de planes de última hora no es agradable. Todo cambio de sentido en nuestro rumbo vital por la otra persona no es fácil, y también escuece, a veces pesa y hasta duele, pero aún así lo hacemos de corazón porque estamos comprometidos en un mismo proyecto.

Ahora bien, si la otra persona no aprecia o no es consciente de ese coste emocional (y personal) que implica cada sacrificio, iremos por mal camino. La confianza se oxidará lentamente, hasta que tarde o temprano germinarán los reproches. Los fantasmas de cada renuncia hecha dolerán en exceso, porque cada pedazo nuestro arrojado por el camino ya no vuelve, se pierde para siempre.

La abnegación sin fronteras en las relaciones de pareja es poco saludable. El prescindir, el ceder, el claudicar hoy, mañana y pasado es un modo triste de aniquilar la propia autoestima y de dar forma a un sucedáneo de amor tan doloroso como indigesto.

“Si nada nos salva de la muerte que al menos el amor nos salve de la vida”.
-Pablo Neruda- 
 
Sacrificios en el amor ¿dónde está el límite?

A menudo suele decirse que los grandes amores, al igual que los grandes logros, requieren sacrificio. Nadie tiene por qué negarlo. De hecho, si saliésemos ahora mismo a la calle a preguntar, serían muchas las parejas que nos podrían hablar de más de una renuncia hecha por la otra persona, esas que trazaron un nuevo rumbo en sus vidas y que sin duda, merecieron la pena: ahora disfrutan de un presente pleno y feliz.

Ahora bien, hay sacrificios en el amor que no son admisibles. Es más, son muchos los que siguen pensando a día de hoy, que cuánto más grande sea la renuncia hecha por la pareja, más auténtico y más romántica será esa relación. En estos casos, es como si el amor fuera una especie de antiguo dios atávico al que rendir culto, una entidad por quien autosacrificarse.

Es necesario entender que no todo vale, que no todo es permisible. En materia afectiva no hay que inmolarse, porque los sacrificios en el amor no deben ser sinónimo de abnegación, ni aún menos construir una pira donde lanzar los propios valores, la identidad y el corazón de la autoestima. Hay límites, hay barreras de contingencia que es necesario conocer. 

La disposición al sacrificio es mejor que el sacrificio continuado

Los psicólogos Van Lange, Paul AM, Rusbult y Caryl E, Drigotas, realizaron un interesante estudio que apareció publicado en el Journal of personality and social psychology. En él demostraron que una de las variables que más predecía el compromiso, la estabilidad y la felicidad de la pareja era la disposición al sacrificio.
Es decir, una persona no necesita que su pareja esté continuamente haciendo renuncias o cesiones a su favor. Lo que valora es saber que llegado el momento, si se da algún tipo de circunstancia puntual y extraordinaria, el ser querido será capaz de llevar a cabo ese sacrificio por él o ella.
Saber que en los momentos más necesitados vamos a contar con ese apoyo incondicional y absoluto de la otra parte, es lo que nos confiere verdaderamente, seguridad y satisfacción. 
 
 Sacrificios en el amor y deudas emocionales

Todos sabemos que el amor implica un compromiso. También tenemos claro que en ocasiones, estamos obligados a llevar a cabo algún que otro sacrificio para que esa relación tenga futuro, para que se consolide tal y como deseamos. Es por tanto un medio para un fin donde las ganancias superan a las pérdidas, y donde además, llevamos a cabo ese acto con seguridad y libertad porque entendemos que revierte en ambos para crecer como pareja.

Ahora bien, en ocasiones el sacrificio en el amor puede convertirse en una deuda. De hecho, hay quien lo usa como licencia para la extorsión emocional: “con todo lo que hecho por ti y tú ahora no eres capaz de renunciar a esto”, “con las cosas que he dejado atrás para estar contigo y ahora me vienes con ese acto tan egoísta…”

Este aspecto, el de las deudas, es un detalle que no podemos dejar de lado por lo tenebroso de su esencia. Porque hay quien entiende el amor en términos absolutos y por supuesto, extremos: yo te lo doy todo pero tú también me lo debes todo. Son esas situaciones en las que se nos obliga también a sacrificar la propia identidad para hacer del “yo” un “nosotros” y perder así todo atisbo de dignidad. 

Para concluir, los sacrificios en el amor, mejor los justos, puntuales y justificados. Porque recordemos, en materia afectiva no hay por qué dejar a un lado lo que somos, no hay por qué borrar lo que valoramos o aquello que nos define.

Podremos hacer mucho por la persona amada, incluso llevaremos a cabo alguna que otra renuncia… Sin embargo, hay barreras rojas infranqueables, como ceder ante chantajes o convertirnos en algo que no somos…

Valeria Sabater

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