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lunes, octubre 08, 2018

Cuando eres infeliz en el trabajo ¿qué hacer?

Disfrutar de un empleo que nos permita ganarnos la vida (sin perderla) no siempre es fácil. Podríamos decir incluso que cuando uno es infeliz en el trabajo bastaría sin duda con buscar uno nuevo, sin embargo, en vista de las complejidades del mercado laboral ese paso tampoco resulta sencillo. Todo ello explica por qué cada vez son más frecuentes las enfermedades mentales asociadas al trabajo.

 
 
Estudios como el publicado en la revista Economic Research nos recuerdan la evidencia de algo tan lógico como comprensible: la satisfacción personal de los trabajadores mejora el desempeño de una organización. Es decir, un trabajador feliz al que se le reconocen sus competencias y esfuerzos es capital humano para toda empresa. Ahora bien, algo tan meridianamente claro parece no tener una correlación significativa con parte del escenario laboral que se abre en la actualidad ante nosotros.

Un gran número de organizaciones pasa por encima el valor de los trabajadores para centrarse solo en los resultados y en el alcance de los objetivos. Disponemos de entidades económicas y productivas basadas casi en exclusiva en liderazgos verticales, rígidos, tradicionales y faltos de inteligencia emocional. Así, y en caso de que no nos adaptemos a esos engranajes inflexibles seremos rápidamente sustituidos por un nuevo empleado, reciclando así la mano de obra en un sistema cada vez más competitivo.

Estas dinámicas laborales donde se valora más la productividad que el bienestar y el mantenerse en el mercado que la capacidad para innovar, crear y valorar el potencial del empleado, provoca que a día de hoy los trastornos psicológicos asociados al trabajo no dejen de crecer. De hecho, la principal fuente de estrés de nuestras vidas proviene del trabajo.

Es más, estudios como el publicado en la revista The Scientific World Journal nos recuerda que la infelicidad laboral afecta a nuestra salud y altera todos nuestros hábitos de vida (alimentación, descanso, ocio…). ¿Qué podemos hacer por tanto en este tipo de situaciones tan comunes?

“Cuando el trabajo es un placer la vida es bella. Pero cuando nos es impuesto, la vida es una esclavitud”.
-Maxim Gorki-

Soy infeliz en el trabajo (y no soy el único)

Ser infeliz en el trabajo implica a menudo ser infeliz también en la vida. Un empleo ocupa gran parte de nuestro tiempo y crea además una visión de nosotros mismos, una imagen que debería dignificarnos. Así, el hecho de despertarnos cada mañana con la angustia de acudir a una ocupación que nos genera ansiedad, presión, baja motivación y nula satisfacción nos sume en un estado psicológico poco saludable y hasta peligroso.

Como curiosidad, en el 2017 se realizó un estudio en Estados Unidos para averiguar cuál era el nivel de satisfacción personal de los empleados de un gran número de empresas del país. Los resultados del informe fueron tan llamativos como desoladores:
  • El 75 % de los trabajadores estaba buscando nuevos trabajos para dejar el que ya tenían.
  • El 77 % declaraba que quienes están más capacitados y aportan más a la empresa son ignorados.
  • El 44 % indicaba que los trabajadores más cualificados nunca se tenían en cuenta.
  • El 55% revelaba que su retribución no estaba a la altura de su desempeño.
Estos datos son más que ilustrativos de lo que sucede en gran parte del mercado laboral de muchos países. No obstante, veamos cuáles son las causas por las que uno puede llegar a ser infeliz en el trabajo.

Causas por las que no solemos sentirnos satisfechos en el trabajo
  • La retribución. El salario sigue siendo a día de hoy la principal causa de insatisfacción laboral.
  • Inseguridad en el trabajo. En la actualidad, la incertidumbre de si conservaremos o no el empleo dentro de unos meses es una de las mayores causas de estrés y angustia de la población.
  • Tipo de ocupación. Más allá del sueldo está sin duda el tipo de trabajo que llevemos a cabo. Puede que esté muy por debajo de nuestra formación, puede que no nos identifique, que sea rutinario, que nos someta a turnos rotativos complicados que afectan a nuestra salud y que nos imposibiliten incluso el tener alguna conexión social con otros trabajadores.
  • Clima laboral. Este aspecto es crucial para sentirnos o no satisfechos en un trabajo. Hay climas habitados por la presión y la competitividad. Escenarios con compañeros tóxicos, con gerentes abusivos…
  • Directivos con nulas capacidades. La dirección de una organización implica saber liderar, implica ser hábil a la hora de aprovechar las competencias de las personas, de incentivar, de crear climas productivos, respetuosos, de saber innovar… Si esto no se da o no sucede, es común sentirse infeliz en el trabajo.
 
Si soy infeliz en el trabajo ¿qué puedo hacer?

Cuando uno es infeliz en el trabajo pueden suceder dos cosas. La primera que se opte por abandonar ese puesto laboral. La segunda y más común, hacerse a la idea de que no queda otra posibilidad más que la de ajustarse a una ocupación ingrata a cambio de un sueldo. Ahora bien, tanto si elegimos la primera propuesta como la segunda, siempre cabe una tercera vía intermedia sobre la que reflexionar. Se trata de diferentes estrategias para mejorar (en la medida de lo posible) nuestra situación:
  • Mantener contacto con personas dentro de la propia organización que nos aporten positividad, compañerismo, motivación y energía positiva. Debemos evitar esos perfiles que nos contagian su mal humor y negatividad.
  • Averiguar si en la organización hay posibilidad de asumir otro tipo de trabajo, ya sea mediante ascensos o incluso en otra ocupación que nos resulte más atractiva.
  • Si tenemos un gerente, un directivo u otra persona que esté por encima de nosotros manteniendo un liderazgo tóxico y abusivo, mantendremos siempre los límites. Claudicar u obedecer ciertas cosas que nos denigran o que van en contra de nuestros valores es peligroso para nuestra integridad física y psicológica. En la medida de lo posible mantendremos siempre la propia dignidad.
  • Asimismo, es importante que una vez salgamos de nuestro trabajo, sepamos desconectar por completo. En la medida de lo posible debe evitarse el llevar con nosotros la presión, la preocupación y esas dinámicas laborales complejas.

Por último, hay que considerar ciertas banderas rojas. Límites que deben hacernos reflexionar sobre la idea de que, en ocasiones, es mejor dejar un trabajo antes de perder la salud. Si no se tienen en cuenta nuestros esfuerzos y valías, si el clima es tóxico y abusivo, la retribución es ínfima y percibimos que está afectando ya a todo ámbito de nuestra vida, lo mejor es buscar ya otras opciones. Ser infeliz en el trabajo es algo que nadie merece.

Valeria Sabater

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