El “estrés” y la “depresión” son términos cada vez más empleados para referirse a las conductas de los seres humanos actuales. Las horas de trabajo, el tráfico, las deudas, la desorganización, entre otras muchas, son las razones justificantes. Esto deriva en dolores de cabeza, dolores musculares, malestar estomacal, mareos, etcétera. Posteriormente puede desencadenar en trastornos alimenticios, alteración de la conducta, insomnio, alteración de la presión arterial, y otros padecimientos.
El problema radica en no controlar estos comportamientos y permitir la evolución de los mismos hasta afectar nuestras labores más básicas. Los diagnósticos personales e, incluso, de asesores psicológicos determinan el padecimiento de: estrés y depresión. Pero ¡eureka!, si se te han administrado estos diagnósticos o sientes que necesitas un cambio, te traemos la solución. En este artículo te brindamos meditaciones que te servirán para prevenir, controlar y erradicar los síntomas y modifiques tu vida.
En primer lugar, una tarea muy fácil: maneja tu respiración. Muchas de las situaciones que se salen de control y se convierten en inmanejables, se debe a la forma en que respiras. Analiza un momento pasado o que pueda suceder y date cuenta cómo alteras tu forma de respirar. Esto se debe a la ansiedad, que va conectada de cientos de sentimientos detrás y te llevan a inhalar y exhalar “a mil por hora”. Por lo tanto, sigue estos pasos a diario hasta lograr convertirlo en hábito; cuando menos pienses lo estarás haciendo inconscientemente.
Toma asiento en un lugar, espacio y elemento cómodo, donde puedas poner totalmente recta tu espalda (sin rigidez, con comodidad). Lleva la palma de tu mano al pecho y la otra palma colócala en tu abdomen. Inhala, lentamente -si quieres solo por nariz, o boca, o ambas- reteniendo el aire al final por diez segundos. Exhala, a la misma velocidad, hasta que sueltes todo el aire. La mano en tu pecho solo quedará estática, mientras que la de tu abdomen hará presión, levemente, ayudando a sacar el aire. Repite este pasos entre cinco a diez veces, diariamente, en el horario que desees y recuerda respirar de la misma forma cuando sientas que perderás el control de las situaciones.
Otra herramienta aplicable a tu vida diaria es la de la visualización. Antes que cerrarte a actuar bajo los impulsos, piensa en los instantes posteriores y las consecuencias, además de repercusiones para el futuro. Para que adoptes la técnica, acuéstate en un lugar cómodo, juntando tus piernas y extendiendo tus brazos a los costados, pegándolos a tu cuerpo. Visualiza tu cuerpo, detalladamente, desde la cabeza hasta los pies, como si estuvieras fuera de ti observándote. Visualiza las expresiones, ademanes, movimientos que empleas a diario en cada situación y corrige lo que, a tu vista, es desagradable. Realiza lo mismo al estar frente a otra persona, ¿qué imagen se están llevando de ti? Ve por esa transformación.
Otro punto a ejecutar es el de la relajación muscular. ¿Por qué entras en tensión, aprietas tus maxilares, tus puños, tu espalda y demás, para solucionar los problemas? Entonces, en el momento que desees, preferiblemente antes de ir a dormir o justo después de despertar, colócate boca arriba y con los ojos cerrados. Desde los pies hasta la cabeza, abre y cierra los dedos, sosteniendo entre tres a cinco segundos, entre tres a cinco series. Realiza la misma contracción y posterior distensión, por cada parte de tu cuerpo; mueve circularmente los pies, rodillas, cadera, manos, etc. y libera toda la tensión que mantienes. Aplica estas técnicas con en compañía de una lista musical relajante que te ayude en tus ejercicios. ¡Éxitos!
En primer lugar, una tarea muy fácil: maneja tu respiración. Muchas de las situaciones que se salen de control y se convierten en inmanejables, se debe a la forma en que respiras. Analiza un momento pasado o que pueda suceder y date cuenta cómo alteras tu forma de respirar. Esto se debe a la ansiedad, que va conectada de cientos de sentimientos detrás y te llevan a inhalar y exhalar “a mil por hora”. Por lo tanto, sigue estos pasos a diario hasta lograr convertirlo en hábito; cuando menos pienses lo estarás haciendo inconscientemente.
Toma asiento en un lugar, espacio y elemento cómodo, donde puedas poner totalmente recta tu espalda (sin rigidez, con comodidad). Lleva la palma de tu mano al pecho y la otra palma colócala en tu abdomen. Inhala, lentamente -si quieres solo por nariz, o boca, o ambas- reteniendo el aire al final por diez segundos. Exhala, a la misma velocidad, hasta que sueltes todo el aire. La mano en tu pecho solo quedará estática, mientras que la de tu abdomen hará presión, levemente, ayudando a sacar el aire. Repite este pasos entre cinco a diez veces, diariamente, en el horario que desees y recuerda respirar de la misma forma cuando sientas que perderás el control de las situaciones.
Otra herramienta aplicable a tu vida diaria es la de la visualización. Antes que cerrarte a actuar bajo los impulsos, piensa en los instantes posteriores y las consecuencias, además de repercusiones para el futuro. Para que adoptes la técnica, acuéstate en un lugar cómodo, juntando tus piernas y extendiendo tus brazos a los costados, pegándolos a tu cuerpo. Visualiza tu cuerpo, detalladamente, desde la cabeza hasta los pies, como si estuvieras fuera de ti observándote. Visualiza las expresiones, ademanes, movimientos que empleas a diario en cada situación y corrige lo que, a tu vista, es desagradable. Realiza lo mismo al estar frente a otra persona, ¿qué imagen se están llevando de ti? Ve por esa transformación.
Otro punto a ejecutar es el de la relajación muscular. ¿Por qué entras en tensión, aprietas tus maxilares, tus puños, tu espalda y demás, para solucionar los problemas? Entonces, en el momento que desees, preferiblemente antes de ir a dormir o justo después de despertar, colócate boca arriba y con los ojos cerrados. Desde los pies hasta la cabeza, abre y cierra los dedos, sosteniendo entre tres a cinco segundos, entre tres a cinco series. Realiza la misma contracción y posterior distensión, por cada parte de tu cuerpo; mueve circularmente los pies, rodillas, cadera, manos, etc. y libera toda la tensión que mantienes. Aplica estas técnicas con en compañía de una lista musical relajante que te ayude en tus ejercicios. ¡Éxitos!
Phrònesis
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