Los errores que bloquean la conciencia tienen que ver con esa tendencia occidental a interrumpir los procesos. Se inculca la idea de que podemos tomar el control de todo y, en realidad, no es así. Cada proceso existe porque debe existir, toma el tiempo que debe tomar. Comienza y termina cuando debe hacerlo.
Para los budistas ese afán de intervenir en todo para modificar la realidad produce diferentes errores que bloquean la conciencia. Pasa cuando renegamos de lo que nos sucede o actuamos erráticamente para resolver algo que nos atormenta. Esto, en lugar de aproximarnos a una salida, más bien se convierte en un obstáculo para verla e ir hacia ella.
La conciencia, para los orientales, es esa capacidad de ver, sentir y comprender el momento presente. Es una lucidez que solo emerge cuando equilibramos nuestras emociones y gestionamos con inteligencia nuestros deseos. La vida no está hecha a nuestra medida, sino que somos nosotros los que debemos aprender a fluir con ella. Para lograrlo es importante identificar esos errores que bloquean la conciencia. Estos serían tres.
“Ni me dejo forzar ni me defiendo, darme quiero a entender sin decir nada. Entiéndame quien pueda; yo me entiendo”.
-Félix Lope de Vega y Carpio-
La conciencia, para los orientales, es esa capacidad de ver, sentir y comprender el momento presente. Es una lucidez que solo emerge cuando equilibramos nuestras emociones y gestionamos con inteligencia nuestros deseos. La vida no está hecha a nuestra medida, sino que somos nosotros los que debemos aprender a fluir con ella. Para lograrlo es importante identificar esos errores que bloquean la conciencia. Estos serían tres.
“Ni me dejo forzar ni me defiendo, darme quiero a entender sin decir nada. Entiéndame quien pueda; yo me entiendo”.
-Félix Lope de Vega y Carpio-
1. Buscar obsesivamente
El concepto mismo de buscar significa renunciar a la idea de que algo está completo en sí mismo. La búsqueda supone una tensión entre el deseo de hallar algo y no saber dónde se encuentra. Hay una cierta angustia en toda búsqueda. Sin embargo, cuando esta se hace obsesiva comienza a convertirse en uno de los errores que bloquean la conciencia.
Hablamos de buscar una verdad, una respuesta o una experiencia. Muchas veces esto se hace porque se parte de la idea de que al encontrar eso que buscamos, algo va a cambiar radicalmente. Nunca es así. Pese a ello, algunos ponen todas sus expectativas en encontrar “eso”.
El presente tiene todo lo que necesitamos. Eso es lo que nos enseña el budismo. Allí está todo lo que merecemos, lo que podemos comprender y lo que podemos asimilar. Todo lo que no tenemos, sabemos o experimentamos en el aquí y el ahora, no está presente porque así debe ser. Las búsquedas obsesivas solo nos confunden más.
El concepto mismo de buscar significa renunciar a la idea de que algo está completo en sí mismo. La búsqueda supone una tensión entre el deseo de hallar algo y no saber dónde se encuentra. Hay una cierta angustia en toda búsqueda. Sin embargo, cuando esta se hace obsesiva comienza a convertirse en uno de los errores que bloquean la conciencia.
Hablamos de buscar una verdad, una respuesta o una experiencia. Muchas veces esto se hace porque se parte de la idea de que al encontrar eso que buscamos, algo va a cambiar radicalmente. Nunca es así. Pese a ello, algunos ponen todas sus expectativas en encontrar “eso”.
El presente tiene todo lo que necesitamos. Eso es lo que nos enseña el budismo. Allí está todo lo que merecemos, lo que podemos comprender y lo que podemos asimilar. Todo lo que no tenemos, sabemos o experimentamos en el aquí y el ahora, no está presente porque así debe ser. Las búsquedas obsesivas solo nos confunden más.
2. Forzar el cambio, uno de los errores que bloquean la conciencia
Determinados cambios se producen cuando las condiciones están dadas para que surja. Y esto se produce de manera natural. Es algo que fluye por sí solo, cuando estamos listos para que así sea. Por eso, forzar el determinados cambios no tiene ningún sentido.
Los budistas nos llaman más bien a trabajar por hacernos más conscientes de nuestros pensamientos, sentimientos y conductas, sin juzgarnos. Entrar en guerra con nosotros mismos es uno de esos errores que bloquea la conciencia. Al profundizar en lo que somos, pensamos y sentimos, los aspectos negativos comienzan a perder fuerza por sí solos.
No necesitamos fustigarnos ni irnos en contra de nosotros mismos para cambiar. Si no hemos modificado algún aspecto que vemos inconveniente es porque todavía no lo comprendemos del todo. Al entenderlo, comienza a diluirse.
Determinados cambios se producen cuando las condiciones están dadas para que surja. Y esto se produce de manera natural. Es algo que fluye por sí solo, cuando estamos listos para que así sea. Por eso, forzar el determinados cambios no tiene ningún sentido.
Los budistas nos llaman más bien a trabajar por hacernos más conscientes de nuestros pensamientos, sentimientos y conductas, sin juzgarnos. Entrar en guerra con nosotros mismos es uno de esos errores que bloquea la conciencia. Al profundizar en lo que somos, pensamos y sentimos, los aspectos negativos comienzan a perder fuerza por sí solos.
No necesitamos fustigarnos ni irnos en contra de nosotros mismos para cambiar. Si no hemos modificado algún aspecto que vemos inconveniente es porque todavía no lo comprendemos del todo. Al entenderlo, comienza a diluirse.
3. La cárcel del deber ser
El deber no es algo que se imponga en contra de uno mismo. Hay muchos “deberes ser” que vienen desde fuera, y que muchas veces adoptamos de manera automática. Esto da origen a ciclos en los que la persona no logra ajustarse a esos mandatos, pero tampoco renunciar a ellos. La consecuencia de esto es un sentimiento de culpa constante. Sentirse “en falta” permanentemente.
Un deber que no se asume con entusiasmo y plena convicción es solo un medio para violentarnos a nosotros mismos. Nos aleja de nuestra esencia y únicamente cumple con el papel de satisfacer a otros y de evitarnos afrontar el miedo que significa desobedecer sus designios. Es una situación alienante y tormentosa. Por un lado nos impide descubrir quiénes somos realmente. Por otro lado, nos lleva a un continuo conflicto interno.
El deber también es algo que fluye naturalmente. Nos planteamos límites o restricciones porque sabemos que renunciando a lo inmediato podríamos obtener un bien superior. Por eso lo hacemos con convicción y alegría, no con opresión y pena.
Todos los errores que bloquean la conciencia tienen que ver con esa tendencia a resistirnos frente a la realidad y a tratar de forzar algún proceso. Todo ello nace del ego, de esa pulsión interior que nos induce a poner nuestro yo por encima de la realidad. Esto nos impide ver y comprender, pero además nos conduce al sufrimiento.
Edith Sánchez
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