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martes, julio 24, 2018

El amor según el budismo

El amor según el budismo es absolutamente diferente al amor según Occidente. En el primer contexto, se define como un sentimiento puro que se otorga a otro ser viviente de manera desinteresada, sintiendo además el bienestar absoluto en saber que no ha causado dolor o sufrimiento a nadie, sino que ha colaborado en generar alegría en el otro.

 
 
En Occidente el amor es un concepto ambivalente que requiere de la presencia de la otra persona, reciprocidad y pertenencia. Puede ser considerado ambivalente porque, si bien por una parte requiere de la satisfacción del deseo ajeno, la otra parte, no menos importante, se centra en el yo. Hablaríamos, por lo tanto, de un amor “menos desinteresado”.

Aquí encontramos dos conceptos encontrados en donde si bien, en palabras de Sigmund Freud, el objeto de amor busca ser protegido, también se pretende conservarlo como propio y puede ser el blanco de ofensas y agravios en cuanto es separado de sí.

Esto acontece porque las pulsiones de vida y de muerte tienen una relación dialéctica de la cual se valen. No se puede concebir al amor separado del odio. Precisamente, según la teoría psicoanalítica, la pulsión de vida, que busca unir y conservar, está ligada a la pulsión de muerte, que busca destruir y separar. Ambas tienen la propiedad de que se retroalimentan naturalmente.
 
Las características principales sobre el amor según el budismo

El amor según el budismo nada tiene que ver con la concepción establecida en Occidente. Precisamente, una de las características fundamentales que posee el amor según el budismo es la capacidad de sentir compasión por el otro. De este modo, todos los seres vivos tendrían que ser absolutamente respetados.

Además, en la concepción budista se establece que la intención del amor deberá ser la misma que la fe, la cual busca iluminar, lo que además permitiría la liberación del sufrimiento que rodea al amor occidental. Se trata de un genuino deseo de bien hacia el otro, compartiendo la energía y los recursos propios.
“Existen muchos método para incrementar la energía positiva, pero el más poderoso es crear amor y fe, los cuales surgen de la energía de sabiduría original. Si conectamos a través de la fe con la vasta y profunda continuidad de la mente, las cualidades internas, suaves y luminosas de la energía de sabiduría pueden florecer. La esencia del amor es la compasión de los seres sublimes que siempre dan energía”.
-Thinley Norbu-
 
La amabilidad y benevolencia como parte significativa del amor

El amor según el budismo se caracteriza por la amabilidad y benevolencia, pero sin tener que apegarse a la persona, que en definitiva es lo que a posteriori causa sufrimiento. Para practicar el amor según el budismo, no es necesario aferrarse a nada, debido a que esta es una tarea imposible: nada permanece estático, todo cambia y se transforma.

La doctrina plantea que la felicidad y la plenitud solamente residen en el interior y solo pueden ser compartidas desde este lugar, pero nunca en su totalidad: la dependencia no es parte de su filosofía.

El amor según el budismo supone que es inagotable, ya que la energía que ofrece pertenece al cosmos y no al individuo en sí mismo. Si el amor no posee las características mencionadas a priori, el budismo establece que se está ante una proyección egoísta de las propias necesidades.

“Las enseñanzas sobre el amor dado por el Buda son claras, científicas y aplicables. El amor, la compasión, la alegría y la ecuanimidad son la naturaleza misma de una persona iluminada. Son los cuatro aspectos del amor verdadero dentro de nosotros mismos y dentro de todos y de todo”.
-Thich Nhat Hanh-

Alegrarse verdaderamente por el otro, sin ninguna clase de recelo, es otra de las características que definirían al amor verdadero. Por último, deberá ser equilibrado y medido, para que no logre convulsionar el alma y transformarse en dependencia.

Entender el amor verdadero hacia otro ser humano desde el punto de vista oriental, quizás puede ser una tarea difícil, debido a todo el bagaje cultural recibido y naturalizado. Sin embargo, tratar de practicarlo es una excelente manera de disfrutar de todo lo que somos capaces de aportar.

Ana Elisabet Amarilla

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