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lunes, julio 23, 2018

Ahimsa, un concepto de paz integral

El término ahimsa procede del sánscrito y se refiere a un concepto que aboga por la no violencia y el respeto a la vida. De esta forma, implica no solo no matar sino también no causar dolor físico ni emocional a cualquier ser vivo, ya sea a través de los pensamientos, las palabras o las acciones.

 
 
La primera aparición de este término data del siglo V a. C. en el contexto de la filosofía india, concretamente en las escrituras hinduistas Upanishads. No obstante, es utilizado también en el budismo y el jainismo.

Ahimsa también se relaciona con el respeto al espíritu, la naturaleza y las culturas, es decir, a llevar una vida en paz con todo aquello que nos rodea. De algún modo, este término representa la congruencia entre lo que decimos, pensamos y hacemos en relación al acto de dar amor y estar en armonía con el mundo. Profundicemos.
 
El concepto de ahimsa en Occidente

Mahatma Gandhi fue el precursor de incorporar el concepto en Occidente, quien lo consideraba como el común denominador de todas las religiones, incluso del Islam. Sin embargo, con el correr del tiempo han sido muchos líderes, que abogaban por los derechos civiles, quienes lo han implementado como parte de su doctrina.

Precisamente, Martin Luther King, el máximo representante de los derechos civiles de la población afroestadounidense, se vio influenciado por este concepto; siendo el abanderado de protestas pacifistas en contra de la violencia y la pobreza a nivel mundial.

Sin embargo, la inclusión del término de ahimsa en Occidente se termina de incorporar gracias a las diferentes prácticas como el yoga y la meditación. De esta manera, muchos occidentales comienzan a incursionar en nuevos conceptos, a partir de sentirse atraídos por la cultura oriental. De hecho, la comunicación no violenta (CNV) desarrollada por Rosenberg es un buen ejemplo de ello.
 
El significado de ahimsa para Mahatma Gandhi

La ideología de Mahatma Gandhi sobre la no violencia proviene de su inclinación hacia a la doctrina hinduista y el jainismo.
“Literalmente ahimsa significa no violencia hacia la vida, pero tiene un significado mucho más amplio. Significa también que uno no puede ofender a otra persona, debiendo compadecerse del otro, incluso si se trata de un enemigo. Para aquellos que siguen esta doctrina, no hay enemigos. Quien cree en la eficacia de esta doctrina halla el último estado, cuando se alcanza la meta, viendo el mundo a sus pies. Si expresamos nuestro amor —ahimsa— de tal modo que marque para siempre a nuestro enemigo, dicho enemigo nos devolverá ese amor”.
-Mahatma Gandhi-

Así, para Gandhi, ahimsa indica por supuesto no matar, pero también hace referencia a la capacidad humana de no dañar en absoluto al otro. No causarle ninguna clase de dolor, incluyendo el psicológico. Para ello, se debe tener un estado de conciencia absoluto.

Asimismo, afirma que quien practique el ahimsa necesita tener una mente, boca y manos absolutamente pacíficas. Por otra parte, es válido destacar que para el hinduismo el objetivo fundamental de la no violencia es evitar la acumulación de un karma dañino. Por lo tanto, el individuo deberá practicar un estado de paz integral consigo mismo y con el medio que lo rodea.

De esta forma, al compartir un respeto absoluto por la vida, se establece una veneración incondicional por la naturaleza. El individuo estará en paz consigo mismo, con el otro y con medio en donde vive. Es un principio de igualdad, respeto y equilibrio, en el que no importa nada más que la vida en cualquiera de sus formas u origen.

Ahimsa como práctica global y humanística

Pensar en el otro y en no dañarlo es un principio de igualdad suprema. Si se lo relaciona con una práctica cultural y humanística, se puede establecer un respeto a todas las culturas por igual. De este modo, el etnocentrismo no tendría razón de ser.

Por mucho tiempo, a lo largo de la historia de la humanidad, se ha justificado la violencia hacia otras culturas por considerarlas inferiores. De esta manera, el etnocentrismo a través de una noción falsa de superioridad, además de ser una manera de dominar, encubría en infundadas razones, un fin colonialista.

Establecer nuevos parámetros de igualdad cultural es una manera de reducir el nivel de sufrimiento y maltrato reproducido por siglos a diferentes escalas: social, económica, política, educativa, psicológica y obviamente cultural.

Pensar en el otro como diferente, pero al mismo tiempo igual a nosotros, con los mismos derechos por la vida, es un principio de equidad, que se debe llevar a cabo de manera integral si se quiere alcanzar lo que aboga el ahimsa: la paz integral sobre la faz de la tierra.

Ana Elisabet Amarilla

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