¿No soportas mirarte en el espejo? ¿No te gusta nada de lo que ves? Quizás, estés siendo demasiado duro contigo mismo, tal vez no ceses en tu empeño de compararte constantemente con las demás personas. Con esta manera de proceder, no te sientes suficiente, notas que no encajas y, sobre todo, que no eres capaz de adaptarte a los cánones de belleza impuestos.
Muchas personas tienen al espejo como su primer gran enemigo. Lo que ven no son capaces de aceptarlo, debido a que en su cabeza residen diferentes creencias de lo que se tendría que estar reflejando. Unas creencias que han conformado un puzzle muy dañino que se ha instalado con fuerza en su mente y que es necesario empezar a deshacer.
Aceptar esa imagen que ves reflejada en el espejo será muy importante para que puedas ser feliz.
La relación con tu cuerpo nunca ha sido fácil
Seguro que la relación con tu cuerpo nunca ha sido fácil, ¿verdad? Ya en la adolescencia empezó tu enemistad con ese espejo al que tantas veces te mirabas. No obstante, nada de lo que veías te gustaba y eso no mejoró con el tiempo, tan solo ha empeorado.
A medida que avanzas en edad van sucediendo determinadas circunstancias que pueden minar tu autoestima y la relación que tienes con tu cuerpo. En la adolescencia es adecuarse a ese canon de belleza tan perfecto y difícil de conseguir por algunas personas, pero en la edad madura hay otros factores que harán que esa autoestima, a veces, se desplome.
Un embarazo que ha podido dejarte una cicatriz fruto de una cesárea, un problema de tiroides que haya provocado que tiendas a subir de peso, todo esto puede favorecer a que te avergüences del cuerpo que ves en el espejo, una vergüenza que se potencia a medida que vas avanzando en edad. No olvides que a los 40 años no tendrás la piel tan tersa como a los 20, por ejemplo. Pero, entonces, si todo es relativo, si nunca vas a tener el cuerpo ideal que deseas, ¿qué ganas rechazándolo?
No ganas nada resistiéndote a lo que no cambiará por mucho que te esfuerces. En estos casos lo más sabio no es resignarse, sino aceptar.
Los cuerpos cambian, la piel cambia… ¿No te ha pasado que hoy te puedes ver muy bien y, tal vez, mañana no te gustas nada? Tu estado de ánimo influye en cómo te ves, en la manera en la que te percibes. Pero si le das tanta importancia a lo que ves en el espejo y te enemistas con esa imagen, no te sentirás bien, tu autoestima estará por los suelos, por lo que tu estado de ánimo no podrá ser tu aliado.
Cada día que te mires en el espejo enamórate de ti
¿Qué pasaría si no permitieses que la sociedad ejerciese tanto poder sobre ti? Piensa en cómo te verías en el espejo si no tuvieses ninguna creencia en cuanto al físico, con respecto a la edad o cómo debería ser o no tu piel, tu rostro, tu cuerpo…
El hecho de que no soportes mirarte al espejo no es porque no te gustes, es porque todo a tu alrededor te dice que si eres así o de otra manera no puedes gustarte. Pero esto va en contra de ti, de tu salud, de tu bienestar, de tu propia autoestima. ¿No va siendo hora ya de que aceptes lo que no puedes cambiar?
No importa si este año has subido más de peso, tampoco si para el año bajarás. Da igual si el año anterior te ha salido un acné terrible y que en este tienes tu piel algo mejor. Independientemente de la situación, de los cambios que haya sufrido tu exterior, tienes que verte cada día en el espejo, sonreírte y gustarte muchísimo.
No te avergüences de nada, no dejes de disfrutar de tu intimidad porque tienes estrías, celulitis, granos u otra serie de imperfecciones que son totalmente normales. ¡Sí! Normales, naturales y humanas. Nadie es perfecto, esta es una expectativa irreal que tienes en tu mente, pero no es cierta. Sabiendo esto, ¿a qué esperas para enamorarte de ti cada día que te mires en el espejo?
“He pesado 100 kilos, 80 y también 65. Mi cuerpo cambia cada año y lo he aceptado. Yo me miro en el espejo todos los días y me gusto muchísimo. Me encanta cada parte de mí, cada parte de mi cuerpo me apasiona”
-Andrea Compton-
Te propongo una práctica que sería muy positivo que la llevases a cabo a diario. Cada día, cuando te veas en el espejo, dedícate la mejor de tu sonrisas. Después, obsérvate bien, pero hazlo sin juzgarte. Acepta todo lo que veas, no hay nada malo en ti, pues no hay nada que juzgues como malo, negativo o desagradable.
Es normal que quizás te gustaría pesar menos o tener menos granos o tener el cabello más brillante. Sin embargo, ese “te gustaría” no tiene que ser un “entonces odio lo que ahora soy”. Acéptate en todas tus versiones, porque habrá muchas y cada una de ellas será igual de especial y maravillosa.
Raquel Lemos Rodríguez
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