Detrás de cada mujer feliz está ella misma luchando contra todo para mantenerse así. Detrás de cada hombre que sonríe a la vida está él mismo batallando contra viento y marea para vencer las dificultades, los retos y los miedos… Porque la felicidad no es una llave que se encuentra, es una actitud de no rendición, de empeño, de vitalidad y, ante todo, de resiliencia.
Sabemos que suena algo estoico, pero decir en voz alta aquello de que la “vida no es fácil” encierra sin duda una evidencia rotunda en la que muchos estarán de acuerdo. Quizá, por ello, uno de los representantes más clásicos de esta escuela, el filósofo griego Epicteto, nos dejó una enseñanza allá por el siglo 130 d.C que no nos deja indiferentes y que se ajusta a la perfección a la realidad social y psicológica que vivimos en la actualidad.
“La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos”
-Henry Van Dyke-
Cuando no tenemos control sobre las cosas que nos rodean- decía el filósofo griego- estamos obligados a enfocarnos en esos aspectos que sí podemos controlar, que sí podemos hacer nuestros: los pensamientos que habitan en nuestra mente. Solo cuando colocamos las riendas sobre esos pensamientos negativos hallamos la lucidez, la calma interna, la paz e incluso la libertad.
Esta idea nos debe hacer entender algo muy simple, algo muy elemental: cada vez que nos encontramos con alguien que a simple vista parece tener entre sus manos y en el brillo de sus ojos el secreto de la felicidad, no debemos equivocarnos. Porque no es magia, no hay sortilegios alguno y esas personas tampoco tienen para ellas algo de lo que nosotros carezcamos o tengamos que envidiar.
Tras una persona feliz hay alguien que lucha, alguien que realiza a diario un profundo trabajo interior para depurar las actitudes limitantes y encender las propias fortalezas. Son perfiles que cruzan a diario su zona de confort, que han sacado una enseñanza de cada dificultad y que a pesar de todos los pesares, siguen viendo la vida con esperanza…
Para ser feliz se necesita “mucho” (sí, mucho!)
Si en alguna ocasión has escuchado la clásica frase de que para ser feliz en la vida se necesita muy poco, debes saber que se equivocan. Porque necesitamos mucho, ahora bien, mucho de eso llamado “trabajo interior”. Tal arquitectura psicológica, motivacional y emocional no se adquiere de un día para otro.
Si durante toda nuestra vida nos han educado bajo ese esquema donde se asociaba la felicidad con la acumulación de cosas, de bienes y de relaciones sociales, es probable que cuando no alcancemos tal objetivo y nos quedemos bajo mínimos, lo que sintamos es desolación, indefensión infelicidad.
Oliver Bukerman es uno de los autores actuales más conocidos en eso de ayudarnos a ser felices. Su enfoque, es sin duda uno de los más novedosos a la vez que rompedores en el mercado editorial. Con su libro “ El antídoto: la felicidad para las personas que no pueden soportar el pensamiento positivo”, nos invita a dejar a un lado el clásico enfoque de Martin Seligman. Algo así viene justificado por una idea en la que una buena parte estaremos de acuerdo.
Gran parte de los libros de auto-ayuda nos recuerdan la necesidad de cultivar nuestro lado positivo, de esforzarnos en buscar siempre el lado bueno de la vida para atraerlo hacia nosotros, en pensar siempre en lo mejor para que ese camino de baldosas amarillas aparezca ante nuestros pies.
Oliver Bukerman nos explica que estas ideas al final agotan bastante e incluso pueden resultar contraproducentes. El clima económico actual, combinado con inseguridad política y la ambiental, hace que muchas veces no sea bastante con tener esperanza, no basta solo con alimentar un enfoque positivo.
En el libro “ El antídoto: la felicidad para las personas que no pueden soportar el pensamiento positivo”, nos proponen la necesidad de asumir en primer lugar que la vida es difícil, que a las personas buenas también les ocurren cosas malas y que a veces, no basta con esforzarnos en algo para tener siempre éxito. La adversidad está ahí, como una criatura merodeadora que casi sin saber cómo, se abalanza sobre nosotros cuando menos lo esperamos.
Ser positivos es bueno, pero ser capaces de gestionar lo negativo es imperativo. Debemos ser capaces de aceptar el fracaso –y salir de él– de asumir las pérdidas –y afrontarlas– y de entender que la vida es un cambio constante.
La gente feliz y sus estrategias cotidianas
Ya sabemos que para alcanzar ese adecuado bienestar interno se necesita “mucho”: debemos ser gestores de las emociones negativas, arquitectos de metas realistas en un mundo complejo, contramaestres de la superación cuando la adversidad orilla nuestras costas, y sobrevivientes cotidianos de todos los retos que el destino pone en nuestro camino…
“La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”
-Benjamin Franklin-
Queda claro que nadie nos ha entrenado para ello y que estas “logias de la superación personal” no se aprenden de un día para otro. Así pues, y antes de caer en el desespero de no saber que hacer para actuar del mismo modo que lo hace la gente feliz, nos vendrá muy bien reflexionar un poco en estas dimensiones. Son estrategias y enfoques simples que podemos hacer nuestros:
- El mundo es como es, cambiante, caprichoso y difícil. Debemos aceptar esa complejidad y no escondernos de él, no refugiarnos nunca en lo fácil, en el “me quedo aquí y no lo intento” o en el “haga lo que haga ya no hay esperanza”.
- Visualízate no como un héroe fuerte, valiente y capaz con su reluciente armadura. Construye una imagen de ti como alguien flexible, liviano a la vez que irrompible, como un bambú que día a día vence el impacto del viento y que resiste ante las más fuertes tormentas.
- Más que hacer un culto obstinado hacia lo positivo, construye una nueva ideología donde ser capaz también de aceptar lo negativo para poder aprender y sobrevivir a esos momentos.
Por último, y como dato curioso, algo que puede servirte de ayuda en algún momento en que los problemas te superen y no halles una solución cognitiva que resuelva ese laberinto, es salir a caminar. El ejercicio físico es de gran utilidad cuando solo vemos muros en el horizonte, es al fin y al cabo, otro modo sencillo, económico y accesible de aprender a ser felices.
Valeria Sabater
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.