Cada uno somos como somos, igual que nadie es exactamente el que fue, eso está claro. Pero, ¿alguna vez te has planteado hasta qué punto influye tu manera de ser en cómo te sientes o en que aparezcan en tu vida más emociones positivas o negativas? ¿Hasta qué punto influye tu personalidad en la inclinación de esta balanza?
Si somos felices, nuestra salud mental será mejor, sentiremos mayor bienestar subjetivo y nuestra satisfacción con la vida será más alta. ¡Descubre si tus rasgos de personalidad hacen que tu felicidad sea mayor o, si por el contrario, hacen que predominen las emociones negativas en tu vida!
“¿Quién soy? Estoy tratando de averiguarlo”
-Jorge Luis Borges-
¿Por qué es beneficioso el afecto positivo?
El afecto positivo es la propensión a experimentar más emociones positivas que negativas a lo largo del tiempo. Estas emociones agradables hacen que las personas tengan un repertorio de conductas más amplio y rico que el de aquellas que sienten más malestar emocional. Además, promueve hábitos de vida saludable, por lo que es un eficaz medio de prevención.
Esto hace que la satisfacción con la vida sea mayor. Esta satisfacción es la percepción que tenemos cada uno de nosotros de la cantidad y de la calidad de la felicidad de la que disfrutamos. Pero, ¿qué importancia tiene esto en nuestro bienestar? Mucha. Y no solo a nivel psicológico, sino también a nivel físico. Una alta satisfacción con la vida está relacionada con una mayor esperanza de vida, salud y longevidad.
De hecho, supone una ventaja en el equilibrio hormonal, así como en otros indicadores tanto del sistema fisiológico como del inmune. Pero también se asocia a mayor satisfacción con nuestras relaciones sociales (tanto de amistad como de pareja) y con nuestro salario y trabajo. Por último, hace que tengamos unas estrategias de afrontamiento adaptativas, orientadas a la solución de problemas.
La personalidad y la felicidad
Se han llevado a cabo numerosos estudios sobre cómo influyen los rasgos de personalidad en el tipo de emociones que predominan en nuestras vidas. Así, se ha encontrado que el neuroticismo está relacionado con la afectividad negativa, mientras que la extraversión está relacionada con la positiva. Dicho de otro modo, las personas intravertidas suelen puntuar más alto en afecto negativo y las extravertidas en afecto positivo.
“Los pensamientos son los ladrillos con los que has de construir el edificio de tu personalidad. El pensamiento determina el destino. El mundo que te rodea es el reflejo de tus propios pensamientos”
-Swami Sivananda-
Ahora veamos los distintos tipos de personalidad afectiva. Encontramos cuatro. El primero lo engloban las personas autoconstructivas, que puntúan alto en afecto positivo y bajo en negativo. Este primer tipo, como es lógico, presenta mayores niveles de felicidad o bienestar subjetivo.
El segundo tipo de personalidad es el afectivo-alto. La tendrían aquellas personas con un afecto intenso, tanto hacia el polo positivo como hacia el negativo. Son los siguientes más felices. Les siguen los del tercer tipo: los afectivos bajos. ¿Quiénes son estos? Los que presentan bajos niveles de ambos tipos de afectos.
Por último, los menos felices serían los del tipo de personalidad afectiva autodestructiva. Estas personas presentan bajos niveles de afectividad positiva, pero altos niveles de afectividad negativa. Dicho esto, no es difícil imaginar que sus niveles de bienestar subjetivo sean los más bajos.
La personalidad y la resiliencia
En estas investigaciones se ha encontrado que el tipo autoconstructivo presenta altas puntuaciones en extraversión y bajas en neuroticismo. Pero no solo eso, también obtienen altas puntuaciones en otro rasgo que no hemos mencionado hasta ahora: la responsabilidad.
“A veces, ante la mala manera de ser de los otros, uno se siente orgulloso de ser uno mismo y no otro”
-André Maurois-
Este perfil de personalidad no solo se relaciona con unos niveles más altos de felicidad, sino que también se asocia a una mayor resiliencia: la capacidad de ver las dificultades como retos que superar y de los que salir reforzados, en lugar de verlos como muros infranqueables o amenazas.
Así, las personas que no se ven capaces de afrontar las situaciones cuadran con el perfil vulnerable o inhibido. O lo que es lo mismo: con el tipo autodestructivo. Visto esto, se puede asumir que la personalidad tiene una fuerte relación con nuestra salud global, influyendo en los distintos ámbitos de nuestra vida, como nuestro estado emocional, con todo lo que esto significa.
Laura Reguera Carretero
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