Los pensamientos pueden ser una parte muy importante de nuestra vida porque nos permiten darnos cuenta de cómo sentimos y actuamos. Nos ayudan a reflexionar y dan sentido a nuestra experiencia diaria. El problema viene cuando estos pensamientos se convierten en obsesivos y limitan nuestras acciones. No todo lo que pensamos nos ayuda, de hecho, hay veces que los pensamientos pueden llegar a ser tóxicos.
Hay ciertos pensamientos que en vez de ayudarnos nos bloquean y producen sensaciones como pueden ser ansiedad y agobio. Por ejemplo, imagina a un chico que duda si ha cerrado la puerta del coche y no para de darle vueltas al asunto, a pesar de haberlo comprobado en el momento. Aprender a manejar los pensamientos repetitivos puede ser clave para recuperar tu bienestar emocional.
Pensar demasiado es agotador
Normalmente reflexionamos sobre nuestras preocupaciones intentando encontrar soluciones a nuestros problemas. De esta manera, llegamos a descubrir nuevos puntos de vista que nos ayudan a manejar de una forma más llevadera lo que nos sucede. Pero, este proceso natural de reflexión interna, no siempre sale cómo esperamos y en vez de proporcionarnos mayor claridad, nubla nuestro juicio, entrando en una espiral de pensamientos negativos que se repiten una y otra vez.
Los pensamientos se vuelven intrusos de nuestra mente, y si les hacemos caso, pueden acabar convirtiéndose en obsesiones que limitan nuestras actuaciones. Esta necesidad de rumiar sobre lo que nos preocupa puede ocurrir en cualquier situación. Por ejemplo, cuando estamos en el trabajo, haciendo la compra o lavándonos los dientes. Sin darnos cuenta, pueden ocupar todo nuestro espacio mental, afectando también al estado de ánimo.
¿Qué son los pensamientos obsesivos?
Los pensamientos obsesivos son ideas repetitivas, recurrentes e involuntarias normalmente centradas en preocupaciones, miedos y angustias que te impiden enfocar tu atención en el presente. La ansiedad y el estrés son la causa principal de este tipo de pensamientos, que pueden afectar también a tus comportamientos.
Imagina a una persona que no puede quitarse de la cabeza la obsesión de que está contaminada. Esta idea hará que probablemente se limpie más a menudo y evitar así ciertos lugares que considera sucios. Este tipo de pensamientos negativos pueden aparecer también en forma de imágenes mentales que se repiten una y otra vez, sin control alguno. Se crea una especie de circulo repetitivo del cual nos puede ser muy difícil salir.
Es como si quedaras atrapado en un huracán de pensamientos que da vueltas sobre sí mismo con una fuerza arrolladora. La rumiación es tan intensa que puede ser incluso adictiva: cuánto más intentamos dejar de pensar, más pensamientos obsesivos aparecen.
¿Es normal tener este tipo de pensamientos?
Un trastorno de ansiedad intenso o un período de estrés prolongado pueden provocar pensamientos invasivos que interfieran momentáneamente nuestro quehacer diario. Estar en contacto con pensamientos negativos que producen miedos y dudas es algo natural en todas las personas y en determinados momentos de la vida. Dependiendo de cómo nos relacionemos con estos pensamientos, van a acabar convirtiéndose en pensamientos obsesivos.
Un pensamiento se vuelve patológico cuando empezamos a creer en los pensamientos y no los cuestionamos. Por ejemplo, imagina a una madre que piensa que le pueden robar a su hijo. Si directamente descarta la idea, es un pensamiento intrusivo, pero no llega a ser una obsesión porque no le da importancia. Aunque todos podemos tener en algún momento dado este tipo de pensamientos, lo cierto es que normalmente se dan con mayor frecuencia en personas que padecen un Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC).
Tipos de pensamientos obsesivos
Las personas que sufren un Trastorno Obsesivo-Compulsivo o simplemente aquellas personas que están pasando por periodos de mucho ansiedad, pueden experimentar distintos tipos de pensamientos obsesivos. A continuación, vamos a ver ejemplos de los pensamientos obsesivos más comunes en personas que experimentan este tipo de preocupaciones.
- Preocupaciones por contraer enfermedades, contaminarse, no estar suficientemente limpio.
- Necesidad de tener las cosas organizadas de una manera determinada, obsesión por la simetría o el orden.
- Pensamientos relacionados con miedos a dejar la puerta abierta, el gas encendido, a que entren a robar a tu casa.
- Rumiaciones de carácter sexual que tengan que ver con, ataques, violaciones, etc.
- Miedos y sensaciones donde peligra la integridad física propia o de los demás, relacionados con poder recibir o hacer un daño a los demás
Las consecuencias de quedarse atrapado en los pensamientos obsesivos
Este tipo de pensamientos de alimentan unos con otros y crean consecuencias negativas en la vida de las personas. Por ejemplo, si piensas en un hombre que tiene obsesión por repasar su trabajo muchas veces, es posible, que nunca esté del todo satisfecho, y por tanto, llegue muy tarde a casa cada día por culpa de su obsesión.
Algunas soluciones intentadas o consecuencias de quedarse enganchado en los pensamientos obsesivos son:
- Evitar hacer cosas por miedo: cuando una situación nos produce miedo, podemos evitar salir de casa, evitar coger el coche, evitar tocar objetos que pensamos que están sucios, etc. Esto limita nuestro día a día e impide que hagamos nuestra vida con normalidad.
- Comprobar muchas veces para estar seguro: esto es un tipo de compulsión muy típica en el Trastorno Obsesivo-Compulsivo. Cuando cerramos la puerta de casa o del coche y comprobamos 10 veces si está cerrada, estamos realizando una compulsión que en el momento puede calmarnos pero en realidad, sólo alimenta la ansiedad y obsesión.
- Postergar las actividades para otro momento: el pensamiento de ya lo haré en otro momento, puede acabar provocando que no realicemos la actividad nunca más. Por ejemplo, imagina que quieres arreglar las plantas, pero tienes un miedo irracional, que te aparezca una araña entre ellas. Estás tan obsesionado con ese pensamiento que al final terminas por no realizar la actividad que quizá antes te apasionaba.
- La necesidad de que sea perfecto: la perfección es enemigo de lo bueno, y por tanto, puede hacer que pierdas el norte intentando alcanzar lo imposible. Por ejemplo, la persona que tiene obsesión por el trabajo seguramente se perderá momentos importantes de su vida familiar por estar tan centrado en sus obligaciones laborales.
5 pasos para liberarte de tus pensamientos obsesivos
Acepta el pensamiento en vez de intentar suprimirlo de tu cabeza
Cada vez que intentas que los pensamientos obsesivos se marchen les das más fuerza para que sigan repitiéndose sin cesar. Imagina que puedes observarlos desde la distancia como si fueran coches pasando por una carretera. De esta manera, no te quedas apegado a ellos sino que puedes dejar que se marchen, a través de la aceptación.
Aplaza el pensamiento para más tarde
Aplazando el pensamiento para más adelante, estás engañando a tu cerebro, de tal manera que en realidad, después el pensamiento pierde intensidad y puede marcharse. Una frase que puedes decirte es: – Ya lo pensaré luego, lo pienso en otro momento.
Pon límites a tus obsesiones
No dejes que tus obsesiones te controlen, en vez de eso, apodérate de ellas. Para ello, cada vez que te venga una obsesión puedes decir la palabra: -¡Basta! en voz alta, de esta manera realizas una parada del pensamiento que te está estorbando.
Programa tus obsesiones
Pon un horario a tus pensamientos obsesivos, por ejemplo, voy a pensar en el miedo que me da ensuciarme de cuatro a cinco de la tarde. De esta forma estás gobernando tú la situación, en vez de dejarte desbordar por tus pensamientos negativos.
Practica una técnica de relajación
Practicar algún tipo de técnica de relajación, por ejemplo la respiración profunda o la relajación progresiva de Jakobson, cuando la ansiedad acecha, va a ser muy útil para neutralizar las obsesiones.
Por tanto, los pensamientos obsesivos pueden interferir en nuestra vida, haciendo que la controlen totalmente. Si empezamos a aceptarlos y a cuestionarlos va a ser más fácil que los podamos gestionar. Recuerda somos mucho más que nuestros pensamientos: si aprendemos a desapegarnos de ellos, seremos libres de ataduras y preocupaciones excesivas que solo nos amargan la vida.
Adriana Reyes Zendrera
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