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viernes, febrero 10, 2017

El pasado es lo que fuimos, no lo que somos

Todos recordamos nuestro pasado, a veces para reencontrarnos, a veces para recordar nuestras vivencias y otras veces para saber quienes somos. Es necesario diferenciar que nuestra historia tiene una relevancia importante en nuestro presente, pero también ese pasado que nos creemos no es más que una construcción nuestra. Es cierto que el pasado nos da identidad, pero no define lo que somos hoy. 



Somos nosotros los que seleccionamos y elegimos los recuerdos que extraemos de él, poniendo atención a algunos aspectos mientras dejamos por fuera a otros. Es necesario comprender el error sobre el cual se cimienta esa creencia, teniendo en cuenta que lo que recordamos es solo una parte de lo que vivimos, por lo tanto, no nos define.

No somos nuestro pasado sino lo que hicimos y hacemos para mejorarlo, seguir adelante y reconstruirnos. Esa actitud es la que nos define, la que muestra quienes somos en realidad y la que nos acompañará a lo largo de nuestra vida. Solo nuestro presente puede definirnos, es en el momento actual donde nuestras acciones y nuestros pensamientos determinan quiénes somos.

“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”
-José Saramago- 

Lo que fuimos

Nuestros pensamientos se sitúan casi en el 70% de las veces en el pasado. El pasado es un archivo que tenemos y debería servirnos como aprendizaje para afrontar nuevas situaciones similares a las que ya hemos vivido.

¿No os ha pasado alguna vez que los pensamientos se ven interrumpidos por recuerdos del pasado? Nos mortificamos por el pasado, reviviendo una y otra vez en nuestra mente acontecimientos negativos que han sucedido; una discusión con nuestra pareja o en el trabajo, circunstancias adversas.

Nos arrepentimos de lo que hemos hecho, de lo que no hemos hecho, de lo que hicimos y de lo que podríamos haber hecho mejor. Todos estos pensamientos nos llevan al sufrimiento y al malestar, maniatándonos, impidiéndonos ser y actuar en los momentos que estamos viviendo.

De qué sirve pensar en lo que fuimos, si ya no lo somos 

Lo que somos

Hipócrates, el padre de la medicina, dijo: “Los hombres deben saber que del cerebro, y sólo de él, vienen las alegrías, las delicias, el placer, la risa y, también, el sufrimiento, el dolor y los lamentos. Y por él, adquirimos sabiduría y conocimiento y vemos, y oímos y sabemos lo que está bien y lo que está mal, lo que es dulce y lo que es amargo.

Y por el mismo órgano, nos volvemos locos y deliramos y el miedo y el terror nos asaltan. Es el máximo poder en el hombre. Es nuestro intérprete de aquellos elementos que están en el aire. Cuando el cerebro está conectado en el presente es más difícil que tengamos pensamientos desajustados sobre el pasado o sobre el futuro.

Solo podemos ser lo que somos en el momento presente. Cuando nuestro cerebro está al 100% en algo nos liberamos de situaciones de tensión, dejando a un lado los pensamientos involuntarios y enfocándonos en lo que está sucediendo o estamos haciendo en este preciso momento.

La gran ventaja de ser conscientes de lo que somos en el momento presente es que nuestra mente no se ve distraída por pensamientos negativos. En general, cuando la concepción de lo que somos se pierde en recuerdos y preocupaciones vivimos más angustiados y nos despistamos más. Sin embargo, cuando nos enfocamos en lo que somos y no en lo que fuimos somos más felices y productivos.

“A menudo las personas dicen que aún no se han encontrado a sí mismas. Pero el sí mismo no es algo que uno encuentra, sino algo que uno crea”
-Thomas Szasz-

Fátima Servián Franco

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