Cuando el Maestro oía decir a alguien: «Me gustaría mucho más mi mujer si fuese de otra manera», solía contar lo que le ocurrió a él un día mientras contemplaba una puesta de sol en el mar.
« ¿No es precioso?», le dijo entusiasmado a una pasajera que se encontraba junto a él apoyada en la barandilla.
«Sí», dijo de mala gana la mujer. «Pero ¿no cree usted que estaría mejor con un poco más de rosa a la izquierda ?»
«Todo el mundo», dijo el Maestro, «te resulta encantador cuando prescindes de las expectativas que te habías forjado sobre cómo deberían ser».
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