El filósofo obsequió al Maestro con una interminable disquisición sobre la «realidad objetiva».
Cuando concluyó, dijo el Maestro:
«Lo que tú conoces no es la realidad, sino la percepción que tienes de ella. Y lo que experimentas no es el mundo, sino tu propio estado de ánimo».
«Entonces, ¿es que la realidad no puede ser captada ?»
«Sí… Pero sólo por los que van más allá de sus pensamientos».
« ¿Y qué clase de personas son ésas?»
«Las que se han liberado de ese gran protector que llamamos el 'yo'; porque, cuando el yo desaparece, cesa también la protección… y se ve el mundo en su desnuda belleza».
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