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jueves, marzo 14, 2019

Las expectativas en las relaciones de pareja, ¿son útiles?

En ocasiones, se ha tratado el tema de las expectativas en las relaciones de pareja como algo negativo que, a largo plazo, termina arrasando con todo.

 
 
Sin embargo, no tenerlas puede hacer que perdamos el interés porque realmente no nos planteemos nada a largo plazo con esa persona o no sepamos muy bien qué queremos de esa relación.

Las expectativas en las relaciones de pareja pueden ser del tipo:
  • ¿Cómo será mi vida con esta persona?
  • ¿Me querrá para siempre?
  • ¿Qué metas tendremos juntos?
  • ¿Tendremos hijos?
  • ¿Me será fiel?

Si pensamos en los estudios que hemos realizado o en el trabajo que desempeñamos, incluso el lugar en el que estamos viviendo, nos daremos cuenta de que las expectativas influyen en cómo hacemos, pensamos o sentimos. No son más que la fe en que una posibilidad termine haciéndose realidad.

Para que esto dé frutos, necesitamos ponernos en acción. Si tenemos la expectativa de terminar trabajando como profesor, debemos formarnos al respecto e ir dando pequeños pasos. En caso contrario, se convertirá en una quimera.

Pero, ¿qué ocurre cuando nos adentramos en el mundo de las relaciones? ¿Son útiles las expectativas que podamos tener? ¿Son un empuje o un freno?

Las “malas” expectativas en las relaciones

Las expectativas en las relaciones de pareja son necesarias. Sin embargo, es importante diferenciar entre aquellas expectativas que son reales y las que son solo fruto de una ensoñación romántica.

Esto mismo puede ocurrir en otros ámbitos. Por ejemplo, recuperando lo mencionado sobre ser profesor, en el caso de no formarnos y quedarnos quietos, al final nuestra expectativa se quedará solo en un deseo irrealizable y, posiblemente, frustrado.

El problema en las relaciones de pareja es que, a veces, nos autoengañamos. Esto sucede, sobre todo, en la fase de enamoramiento, en los primeros momentos de la relación. Cuando solo vemos los aspectos bonitos de la otra persona y pensamos en un futuro idílico, sin hacer un análisis realista del perfil del otro y sus circunstancias.

Además, en nuestra mente tenemos un ideal de lo que esperamos de una relación. Fruto de esto, a veces, esperamos que dicho ideal se cumpla. No importa si la otra persona tiene o no los requisitos para estar a nuestra lado. Siempre queda la fantasía de que podemos cambiarla.

“Esperamos tanto que los demás sean como nosotros deseamos que nos volvemos incapaces de aceptarlos como realmente son. Por tanto, no son las personas las que nos decepcionan, son las expectativas que tenemos de ellas las verdaderas causantes de todas nuestras desilusiones”.
-Alejandro Santafé-

Este tipo de expectativas en las relaciones de pareja no se fundamentan en nada real. Tan solo en ideas que tenemos y que pueden estar repletas de frases que afirman “el amor lo puede todo”, “si me quiere de verdad hará el esfuerzo de cambiar”, “con el tiempo yo lo cambiaré”. 

La utilidad de las expectativas en las relaciones de pareja

Si optásemos por suprimir toda expectativa, es muy probable que no formásemos relaciones de pareja. Sin expectativas la línea del horizonte se difumina, no hay relación que construir.

Por lo tanto, las expectativas en las relaciones de pareja son útiles siempre y cuando no jueguen en contra de la propia pareja, formando al mismo tiempo parte de la comunicación.

Podemos tener la expectativa de tener un hijo (aunque esto termine sucediendo o no). Lo ideal es que nuestra pareja también quiera porque, en caso contrario, que cambie de parecer es una posibilidad, pero no un hecho. Ese momento puede no llegar, dando quizás paso al rencor y a la decepción.

Por otro lado, las expectativas en las relaciones de pareja nos motivan a construir una vida en común. Por eso, lo ideal es que la persona con la que estemos tenga unas expectativas similares (¿Qué espera de ti, de vuestra vida juntos y de vuestra relación?).

En caso contrario, lo más probable es que la relación no llegue a buen término. En este punto, también es importante diferenciar entre aquellas expectativas que tienen raíces profundas en nuestro estado de ánimo.

“Al constituirse la pareja, sus miembros crean expectativas sobre cómo llevarán su vida futura, por lo que deben establecer nuevas reglas de convivencia diaria, en donde la comunicación, su contenido, la negociación o las actividades que realiza cada uno influirán en la armonía familiar, las que de no ser consideradas pueden provocar su separación”.
–La vida en pareja: un asunto a negociar–

Reflexiones finales sobre las expectativas en las relaciones de pareja

Una buena gestión de las expectativas constituirá un buen pilar para nuestro estado emocional y para la propia relación. Por ejemplo, qué queremos de la relación, cómo queremos vivir, dónde… Además, no es bueno pretender imponérselas a la otra persona si no las comparte con nosotros.

A parte, podemos hacer un trabajo de autoconocimiento para diferenciar entre aquellas expectativas que deseamos que se cumplan en nuestra relación -que son prácticamente condiciones de continuidad- de aquellas que son prescindibles. Solamente así podremos llegar a construir relaciones sanas.

Raquel Lemos Rodríguez

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