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sábado, marzo 30, 2019

Así son las personas con buena autoestima

Las personas con buena autoestima suelen definirse por unos rasgos comportamentales que les permiten tener una vida más saludable. No están hechas de un material especial, no tienen algo diferente al resto, en realidad son hombres y mujeres que en un momento dado decidieron fortalecer valías -de forma consciente o inconsciente- y hacer uso de un enfoque más nutritivo con el propio ser, ahí donde ganar en bienestar. 


Si dijéramos ahora mismo que la autoestima es el clave para nuestra supervivencia, es posible que más de uno lo tome como una exageración. Y sin embargo, no lo es.

Carl Rogers definió en su día esta dimensión como el núcleo de la personalidad. Psicoterapeutas y reconocidos expertos en el tema, como Nathaniel Branden, la entienden como esa necesidad humana que contribuye al proceso saludable de la vida en cada una de sus etapas.

La autoestima positiva nos devuelve el control de nuestra realidad. Por el contrario, ante una autoestima dañada, se apagan los ánimos, la confianza en uno mismo, se desgasta la identidad y quedamos supeditados a los embistes de nuestro entorno.

Todos, de algún modo, sabemos lo que es no atender este tendón psicológico; la buena noticia es que estamos ante una dimensión que podemos entrenar, atender y fortalecer. No importa nuestra edad o por el momento que transitemos. Siempre es un buen día para reparar ese músculo interno que impulsa la vida.

“La cosa más grande en el mundo es saber cómo ser amo de uno mismo”.
-Michel de Montaigne- 
 
¿Cómo son las personas con buena autoestima?

Hace solo unos meses, la Universidad de psicología del Estado de Michigan llevó a cabo un interesante estudio sobre la autoestima. El director de este trabajo, el doctor Brent Dollentan, descubrió que las personas con buena autoestima alcanzan edades avanzadas con un notable calidad de vida. Presentan relaciones más felices, una salud más fuerte, son más respetuosas y disfrutan de sus trabajos y tiempo libre de manera más intensa.

Es más, un dato interesante que reveló este estudio es que, por término medio, las personas de 60 años cuentan con una autoestima en mejor estado que la población más joven.

De algún modo, parte de la comunidad experta desea poner el punto de atención en este aspecto: nuestros adolescentes y los adultos jóvenes tienen una cuenta pendiente con este recurso psicológico. Veamos por tanto qué enfoques deberían aplicar. 

Las personas con buena autoestima presentan una actitud más humilde

Este dato es importante. Es común que cada vez que hablamos de autoestima, haya personas que tengan una idea sesgada sobre el tema. No se trata en realidad de desarrollar una autoestima alta y fuerte. Por llamativo que nos parezca, las altas dosis de autoestima derivan en comportamientos narcisistas.

Por tanto, la autoestima saludable es aquella que sabe ser humilde. Es la que hace uso de una actitud cercana, flexible, capaz de comportarte de manera sencilla, apreciando lo simple y poniendo la atención en las cosas que importan de verdad. 

Se sienten competentes

Albert Bandura, destacado psicólogo social, definió un término que deberíamos aplicar en nuestro día a día: la autoeficacia. Sentirnos no solo competentes en cada cosa que hacemos, sino capaces de aprender de los propios errores para superarnos y aprender es un ejercicio de sabiduría y crecimiento personal.

La autoeficacia coloca un sostén a la autoestima, la acoge y le da fuerzas, ánimos e impulsos para que nos atrevamos a hacer cosas, para que desoigamos críticas o los clásicos “tú no puedes, tú no mereces”. 
 
Han dejado de tener miedo

Las personas con buena autoestima se han desprendido de esa presencia que limitaba sus vidas, sus pasos, sus deseos: el miedo. Sabemos que el miedo es esa emoción que garantiza nuestra supervivencia, pero en ocasiones, damos un poder excesivo a temores que no son útiles y que otros nos proyectan. Tener una buena autoestima significa, entre otras cosas, aplicar el siguiente enfoque personal:
  • No tener miedo a decir la verdad cuando es necesario. Aunque con ello, podamos decepcionar a los demás.
  • Implica, a su vez, racionalizar esos temores irracionales que nos impedían mostrarnos al mundo tal y como somos. Así, hechos como vestir como deseemos, mostrarnos como realmente somos, practicar las aficiones que nos definen y construir la vida que soñamos, son actos que llevamos a cabo cuando por fin, dejamos al miedo arrinconado. 

Se responsabilizan de lo que dicen y lo que hacen

Otra de nuestras aspiraciones para alcanzar la cumbre de la autorrealización, como diría Abraham Maslow, es ser coherentes. Coherentes entre lo que decimos y hacemos. Responsables con cada cosa que hacemos y las posibles consecuencias que de ellas puedan surgir.

Las personas que ejercitan la autoestima a diario hacen uso de una elevada responsabilidad. Entienden que ellas y solo ellas son quienes manejan su destino y su realidad. Cada error cometido deriva de uno mismo. Cada triunfo y logro alcanzado es resultado del propio esfuerzo. 

El pasado ya no existe, el futuro aún no ha sucedido: el presente lo es todo

Para entrenar nuestro músculo de la autoestima hay que centrarse en el momento presente. Daniel Goleman, en su libro Focus, nos anima a ejercitar nuestra atención: gracias a ella, detectamos qué es lo verdaderamente importante en cada instante. Algo así es clave para cuidar de esta valía psicológica, porque de lo contrario, podríamos quedar atascados en las heridas del ayer, en los fallos del pasado o en las ansiedades del futuro. 

Ser fuerte implica ser un agente activo del presente. Alguien que se mueve con la vida sabiendo a dónde va y lo que quiere. Las personas con buena autoestima, además, no siguen a los seguidores, no se dejan llevar ni arrastrar ni convencer de aquello que no encaja en sus valores. Piensan y deciden por sí mismas, y lo hacen sin miedo porque entienden que para ser feliz hay que tomar decisiones que a veces no gustan a todo el mundo. Pensemos en ello.

Valeria Sabater

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