La diferencia entre al amor y el deseo sexual es uno de los dilemas más complejos abordados por la ciencia de las relaciones.
Existirá siempre quien se case por deseo sin sentir amor, y quien
permanezca casado por amor sin sentir deseo; la pregunta es: ¿ qué
ocurre exactamente en nuestro cerebro cuando ambas caras de la moneda
brincan sobre la palma de la mano, y cómo distinguir la una de la otra?
La ciencia del amor Vs. el deseo
Un estudio publicado en 2012 en la revista Journal of Sexual Medicine encontró
que el deseo sexual y el amor, aunque muestran diferencias importantes a
nivel neuronal, presentan un sorprendente conjunto común de áreas
cerebrales relacionadas con la integración somatosensorial, la expectativa de recompensa y la cognición social.
Estos hallazgos sugieren que el amor se construye sobre un circuito neural orientado a las emociones y el placer (al igual que el deseo), sin embargo, el amor crece con el tiempo y es una representación mucho más abstracta de las experiencias sensoriales (físicas) y las experiencias motoras agradables que caracterizan al deseo.
En otras palabras, la investigación indica que el deseo y el amor son dimensiones que evolucionan de forma distinta,
desde un espectro de sensaciones afectivas viscerales (emociones del
momento) hasta una representación final de sentimientos que incorporan mecanismos de recompensa por la expectativa y el aprendizaje de hábitos, lo cual permite establecer relaciones largas y estables.
Torbellinos hormonales
La
ciencia nos habla del deseo sexual como algo más que una emoción
básica, no obstante, se caracteriza puntualmente porque implica una motivación orientada a los objetivos y el placer.
El
deseo es impulsado por la gratificación sexual, la base evolutiva de
esto proviene de nuestra necesidad de reproducirnos para garantizar la
supervivencia de la especie. En esto, las hormonas responsables de hacer
el trabajo pesado son la testosterona y el estrógeno, hormonas sexuales
de los testículos y los ovarios, respectivamente.
El amor, en
cambio, presenta un área diferencial clave en el cerebro que se asocia
con el equilibrio entre las funciones de nivel superior e inferior, esto
hace del amor un sentimiento que va construyéndose con el tiempo, un hábito de los sentidos y el disfrute.
La dopamina, hormona responsable de gran parte del mecanismo de recompensa en nuestro cerebro, hace que experimentemos el amor como los adictos experimentan la cocaína; de hecho, las mismas regiones cerebrales que se iluminan cuando sentimos atracción por alguien se activan cuando los adictos consumen drogas. De manera similar, las mismas regiones cerebrales que se iluminan cuando nos volvemos adictos a una sustancia o práctica se iluminan cuando nos volvemos emocionalmente dependientes de nuestras parejas.
¿Cómo puedo saber si lo que siento es amor o deseo?
Reconocer
la diferencia entre el deseo sexual y el amor no es tan difícil como
parece, aunque algunas personas (específicamente, las más sensibles)
pueden llegar a confundir una fuerte atracción con el nacimiento de un vínculo amoroso.
Algunas señales que podemos identificar sin mayor esfuerzo para aclarar nuestras dudas son:
El lenguaje del deseo sexual
- “Me siento atraído únicamente por su aspecto físico o la belleza de su cuerpo”
- “Me interesa tener sexo con él/ella, pero no pensaría en sentarme a tener una conversación interesante sobre otros temas”
- “Luego de tener sexo, mi reacción natural es irme. No me imagino quedándome a dormir o tomando el desayuno con esta persona”
- “Tengo muchas fantasías sexuales, pero nunca imagino escenarios que impliquen la exhibición de sentimientos reales”
El lenguaje del amor
- “Siento la profunda necesidad de conocer a su familia y círculo de amigos, y sentirme parte activa de su vida”
- “Disfruto cuando nos sentamos y conversamos sobre todo tipo de temas”
- “El tiempo vuela cuando estamos juntos”
- “Quiero saber todo de esta persona, sus miedos, ilusiones y prioridades en la vida”
- “El sexo con esta persona es bueno, pero hay otro tipo de cosas que me interesa compartir con él/ella, como viajes, historias personales y nuevas experiencias”
- “Siento que quiero ayudar a esta persona a crecer y lograr sus metas”
- “Haberlo/la conocido me ha hecho replantear mi vida y preocuparme por ser una mejor persona”
- “Él/ella se ha convertido en una motivación para vivir a plenitud”
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