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domingo, diciembre 30, 2018

Qué hacer cuando estoy “a punto de explotar”

Enfadarse, a veces, puede ser bueno. No deja de ser una emoción que nos permite liberar frustraciones y toda la ira contenida. Una emoción que surge cuando nos encontramos ante alguna dificultad. Pero, enfadarse es algo que viene y se va, y que nos permite reaccionar de diferentes maneras ante una misma situación. Por ejemplo, si he prestado un libro, el enfado puede ayudarme a dar el paso para poder reclamarlo y así recuperarlo. Esto no tiene nada que ver con estar a punto de explotar.



Cuando nos enfadamos, no siempre tenemos que gritar o mostrar ese enfado cuando intentemos recuperar nuestra pertenencia. Al contrario, es un estímulo controlado que nos permite dar el paso para pedirlo de vuelta.

“Si a una no se le permite expresar enfado, ni siquiera reconocerlo en el propio interior, una queda por simple extensión, privada tanto de la fuerza como del control”.
-Carolyn Heilbrun-

¿Eres de las personas que saben cómo expresar su enfado? ¿O lo retienes hasta que no puedas más y no te quede otra más que estar a punto de explotar? Lo más sano es lo primero, pero si no eres capaz, hoy te daremos algunas claves para que sepas qué hacer cuando estás a punto de explotar.

Cuando pierdo el control

Una de las consecuencias de no sacar el enfado en dosis pequeñas, es que este se acumula. Todo aquello que reprimimos, que no decimos por miedo a cómo puedan reaccionar, todo aquello que no expresamos que nos molesta, lo guardamos, pero no lo eliminamos.

Es muy importante que sepamos que ignorar aquello que nos molesta no implicará que desaparezca. Siempre estaremos guardando todo lo que pensamos para nosotros, aunque no seamos conscientes de ello.

Por ejemplo, si me ha molestado cierta actitud de uno de mis amigos, luego la situación familiar no es lo mejor y tengo problemas en el trabajo por estrés, esto tarde o temprano saldrá.

Aunque creamos que ya no nos acordamos de aquello que nos había molestado de nuestro amigo, a pesar de que el detonante sea una sola cosa, tras ello saldrán todo aquello que habíamos guardado anteriormente.

Cuando pierdo el control sobre mí mismo no soy consciente de lo que hago, todo se vuelve confuso y, muchas veces, olvido lo que he dicho y hecho durante esa pérdida de control

Es aquí, cuando estamos a punto de explotar, cuando perdemos el control sobre nosotros mismos. Seguramente, si eres una de estas personas sorprendas al resto con estas reacciones, incluso tú mismo te sorprendas.

Probablemente, durante estas pérdidas de control sobre ti mismo, ni siquiera recuerdes qué dices ni qué haces. Solamente, todo sale sin ningún control de ti.

Esto hace que seas completamente impredecible. En cualquier momento puedes explotar, tú no determinas el momento. Eres como una bomba de relojería que en cualquier momento detonará.

Estoy a punto de explotar, ¿qué hago?

Es difícil determinar cuándo explotaremos, pero si nos conocemos sabremos cuándo estamos a punto de perder el control, aunque a lo mejor ya es tarde.

Lo mejor es aprender a sacar todo eso que acumulamos en el momento en que lo sentimos o, al menos, no permitir que se vaya formando esa bola que tarde o temprano estallará.

Con esto, podemos tener en cuenta los siguientes consejos que te harán reflexionar sobre esta situación:
  • Pregúntate: ¿vale la pena el enfado? ¿Tienes motivos?
  • Aprende a hablar, aprende a pedir, aprende a señalar y manifestar aquello que te molesta.
  • Aléjate y date un respiro.
  • Empieza a encontrar soluciones a aquello que te enfada.

Es importante que aprendas de tus explosiones, que empieces a sacar todo aquello que sabes se acumulará y saldrá en cualquier momento inesperado.

Piensa en soluciones, pero nunca creas que la solución es ignorar y esperar a ver qué pasa. Eso, ya sabes, que tendrá un resultado detonante.

También, cuando te encuentres en una situación límite aprende a alejarte. Por inercia las personas nos preguntarán o dirán que nos calmemos. Eso no hará más que elevar nuestro enfado y que nos ceguemos.

Cuando estoy a punto de explotar prefiero perderme y tomarme un respiro.

Empieza a aprender de estos momentos para empezar a decir todo lo que pienses en cada uno de ellos. De esta manera, te sentirás mejor contigo mismo y evitarás perder el control, algo que puede ocurrir en momentos muy poco oportunos.

Raquel Lemos Rodríguez

sábado, diciembre 29, 2018

Tres historias con moraleja

Algunas historias con moraleja son como pinturas en las que se dibujan las virtudes y debilidades humanas. Sus autores son desconocidos, pero las narraciones se han popularizado y enriquecido con los aportes de la gente. De modo que ahora no importa quiénes las inventaron, sino el poderoso mensaje que transmiten.



Hoy hemos traído tres historias con moraleja. La primera habla sobre cómo un hombre sabio da una enseñanza valiosa a quienes lo consultan. La segunda, nos habla de dos amigos y del significado de la amistad. Finalmente, la tercera de nuestras historias con moraleja, nos cuenta sobre un león, el rey de la selva, que adquiere un importante aprendizaje durante una cacería. Sin más preámbulos, veamos en detalle cada historia.

“Un buen cuento alcanza a ser comprendido por todos. Se lo puede contar una y otra vez. Porque renace cada vez que se lo vuelve a contar o que se lo relee, tanto en voz alta como para uno mismo”.
-Jostein Gaardner-

1. El sabio, la primera de las historias con moraleja

Cuentan que, en un antiguo reino, habitaba un hombre que era conocido en todas partes por su gran sabiduría. Al comienzo solo aconsejaba a sus familiares y amigos cercanos. Sin embargo, su fama creció tanto que el propio soberano lo llamaba frecuentemente para consultarlo.

Todos los días llegaban muchas personas a recibir sus sabios consejos. Sin embargo, el sabio notó que había varios que iban todas las semanas. Lo peor es que siempre le contaban los mismos problemas y luego escuchaban el mismo consejo, pero no lo ponían en práctica. Todo se había convertido en un círculo vicioso.

Un día, el sabio reunió a todos esos consultantes frecuentes. Luego les contó un chiste tan divertido, que llevó a que casi todos se desternillaran de la risa. Después esperó un rato y volvió a contar el mismo chiste. Siguió contándolo por tres horas. Al final, todos estaban desesperados. Entonces el sabio les dijo: “¿Por qué no pueden reírse varias veces del mismo chiste, pero sí pueden llorar mil veces por el mismo problema”.

2. Los dos amigos

La segunda de nuestras historias con moraleja nos cuenta que en cierta ocasión, dos grandes amigos decidieron hacer una travesía por el desierto. Uno confiaba en el otro ciegamente y sentían que no habría mejor compañía. Sin embargo, cuando ya estaban cansados tuvieron desacuerdos en sus opiniones.

Del desacuerdo pasaron a una discusión y de esta a un debate encendido. La situación llegó a tal extremo, que en un momento dado, uno de los amigos golpeó al otro. Enseguida se dio cuenta de su error y le pidió perdón. Entonces, el que había sido golpeado, escribió en la arena: “Mi mejor amigo me golpeó”.

Continuaron el camino y más adelante se encontraron con un extraño oasis. Todavía no habían entrado en él, cuando el suelo comenzó a moverse. El amigo que había sido golpeado comenzó a hundirse. Era una especie de pantano. Como pudo, su amigo se estiró, poniendo en riesgo su vida, y lo rescató.

Fue entonces cuando el chico que primero había sido golpeado y luego rescatado, escribió sobre una piedra: “Mi mejor amigo me salvó la vida”. El otro lo miraba con curiosidad, así que le explicó: “Entre amigos, las ofensas solo se escriben para que se las lleve el viento. En cambio los favores se marcan hondamente, para que no se olviden nunca”.

3. El león codicioso

La última de las historias con moraleja nos habla de un león soberbio que estaba hambriento. Llevaba un rato largo sin comer y tenía pegadas las tripas. Sabía que en el lugar en donde estaba no abundaban las presas. Comprendió que debía ser paciente y acechar con mucha cautela, ya que si aparecía alguna presa y la perdía, no iba a encontrar otra tan fácilmente.

El león se quedó muy quieto, detrás de un matorral. Pasaron algunas horas y no aparecía nada. Sin embargo, cuando ya estaba desanimado, en una zona cercana apareció una liebre. Había un pastizal y la liebre salió a comer la hierba, desprevenidamente. El león sabía que las liebres son muy rápidas, así que debía lanzar un ataque contundente y súbito. De lo contrario, con toda seguridad, la liebre se escaparía.

Esperó un rato y se puso en guardia. Cuando iba a echarse encima de su presa, vio de pronto que un hermoso venado estaba caminando a unos metros de allí. La boca se le hizo agua. En un par de segundos cambió sus planes y atacó al venado, que había tenido tiempo de verlo y se echó a correr. La liebre, por supuesto, se escapó. Esta es una de las historias con moraleja que nos enseña a no perder lo que ya tenemos asegurado, por aquello que nos seduce de repente.

Edith Sánchez

viernes, diciembre 28, 2018

El lenguaje nos ayuda a que las cosas sucedan

El lenguaje nos ayuda a que las cosas sucedan porque tiene poder.Gracias a este recurso no solo describimos realidades, también las generamos. Porque la palabra nunca es neutra, deja huella y nos impulsa a la acción. Nuestra voz, a su vez, crea vínculos o establece distancias, deja claras las ideas, nos reafirma en determinadas posiciones y nos permite perfilar nuestra identidad.



Ludwig Wittgenstein, conocido filósofo, matemático lingüista solía decir que los límites del mundo los marca nuestro lenguaje. Esta expresión algo inquietante a simple vista encierra una curiosa evidencia. Nuestra realidad viene recogida y descrita por las palabras que usamos día a día.

Por ejemplo, llamamos huérfanos a los niños que han perdido a sus padres. Llamamos viudos o viudas a las personas que han perdido a sus cónyuges. Sin embargo, en gran parte de nuestros idiomas no le hemos dado nombre aún a esos padres y madres que pierden a sus hijos e incluso a quienes sufren la pérdida de un hermano.

Por tanto, hay un vacío en nuestra realidad, existen entidades y sufrimientos invisibles que carecen de nombre, pero que aún así acontecen cada día en cualquier parte del mundo. Es más, todos nosotros experimentamos emociones que aún no tienen nombre. Vivimos sensaciones, inquietudes y placeres que no siempre tienen su entrada en los diccionarios.

Contemplamos detalles en la naturaleza y en la vida cotidiana que nuestra mente no puede expresar a través del lenguaje, pero que aún así están ahí. Por ello, a veces nos preguntamos con cierta extrañeza si alguien más ha sentido eso mismo, si es lícito experimentar ese sufrimiento que no se describe en los libros, que no tiene etiqueta ni género o tiempo verbal.

“Revolucionario será aquel que pueda revolucionarse a sí mismo”.
-Ludwig Wittgenstein-

El lenguaje nos ayuda a que las cosas sucedan: decretos que debes cumplir

El lenguaje nos ayuda a que las cosas sucedan. No obstante, para que esto ocurra hay que llevar a cabo ciertos pasos, ciertas estrategias que nos permitirán ser generadores de cambios y realidades más íntegras y felices. Sabemos ya que aquello a lo que no damos nombre parece no existir o quedar relegado a ese espacio de incertidumbre, donde uno mismo acaba lidiando con sus propios problemas.

Así, algo que nos dicen los lingüistas es que el lenguaje no determina el pensamiento. Es decir, como ya hemos señalado, hay muchas sensaciones y experiencias que aún no han sido traducidas en palabras. Sin embargo, algo que sí sabemos desde un punto de vista psicológico, es que el lenguaje nos anima a la acción, el lenguaje nos ayuda a que las cosas sucedan siempre y cuando pongamos en marcha los siguientes decretos.

Primer decreto: tu lenguaje te describe, cuida cómo te hablas

Paul Anwandter, conocido autor de varios libros sobre coaching y experto en programación neurolingüística, nos señala lo siguiente. Los seres humanos se crean a sí mismos a través del lenguaje. Eres lo que dices de ti, eres lo que dices que vas a hacer, eres el modo en que describes y te comunicas con los demás. Eres también lo que eliges callar y lo que optas comunicar.

Por tanto, sabiendo esto tenemos a nuestro alcance una oportunidad: la de transformarnos a través del lenguaje. Para ello podemos atender las siguientes dimensiones:
  • Debemos hablarnos a nosotros mismos de manera positiva y respetuosa. Estudios como el llevado a cabo en la Universidad de Texas por la doctora Kristin Nef, nos señala que esa comunicación afectuosa con uno mismo nos permite cuidar de nuestra identidad y autoestima.
  • La comunicación con los demás también debe ser respetuosa.Aquello que damos a los demás también genera impacto en nosotros. Una mala palabra tiene un coste emocional para todas las partes.
  • Por otro lado es necesario ser coherentes. Si deseamos generar un cambio en nosotros, procuremos que nuestro lenguaje esté en sintonía con ese objetivo. Evitemos los “no puedo, esto no es para mí seguro que fracaso, otros lo harán mejor que yo, etc.”
Decreto segundo: el lenguaje transforma, crea tu propia realidad

El lenguaje nos ayuda a que las cosas sucedan porque tiene un poder transformador. Además, genera posibilidades, nos reafirma en nuestra posición y nos motiva para ser persistentes. Para comprender mejor esta idea pondremos unos ejemplos:
  • El lenguaje es acción porque determina el pensamiento: mañana me matricularé en esa oposición, mañana llamaré a esa persona para pedirle una cita, hoy le diré a mi jefe que no pienso permitir más su actitud… Estas frases determinan y nos animan en muchos casos a cumplir esos objetivos.
  • El lenguaje crea posibilidades: si le das un “no” a alguien estás cerrando una puerta en tu vida que para ti era necesaria. Si le das un “sí” a un proyecto estás generando nuevos caminos.
Decreto tercero: confianza y acción

Si deseamos generar un cambio, si aspiramos a sentirnos mejor, a resolver un problema o alcanzar un objetivo, necesitamos una brújula interna. Una brújula calibrada hacia ese Norte donde se halla la confianza y la acción. Porque si no nos comprometemos con nosotros mismos, siendo consecuentes y persistentes, no habrá movimiento.

El lenguaje nos ayuda a que las cosas sucedan siempre y cuando seamos valientes. Debemos estar dispuestos a reclamar lo que queremos sin miedo. Mentalizados a dejar claro lo que no queremos, a perseverar ante las dificultades animándonos a nosotros mismos a través de palabras nutritivas.

Para concluir, no dudemos nunca en poner nombre a lo que sentimos y queremos. El lenguaje es nuestro mejor instrumento para la acción. Debemos valernos de él con el fin de crear mejores relaciones, sanar problemas y ser coherentes siempre con aquello que pensamos y hacemos.

Valeria Sabater

miércoles, diciembre 26, 2018

¿Amas o deseas?

La diferencia entre al amor y el deseo sexual es uno de los dilemas más complejos abordados por la ciencia de las relaciones. Existirá siempre quien se case por deseo sin sentir amor, y quien permanezca casado por amor sin sentir deseo; la pregunta es: ¿ qué ocurre exactamente en nuestro cerebro cuando ambas caras de la moneda brincan sobre la palma de la mano, y cómo distinguir la una de la otra?


La ciencia del amor Vs. el deseo

Un estudio publicado en 2012 en la revista Journal of Sexual Medicine encontró que el deseo sexual y el amor, aunque muestran diferencias importantes a nivel neuronal, presentan un sorprendente conjunto común de áreas cerebrales relacionadas con la integración somatosensorial, la expectativa de recompensa y la cognición social.
Estos hallazgos sugieren que el amor se construye sobre un circuito neural orientado a las emociones y el placer (al igual que el deseo), sin embargo, el amor crece con el tiempo y es una representación mucho más abstracta de las experiencias sensoriales (físicas) y las experiencias motoras agradables que caracterizan al deseo.
En otras palabras, la investigación indica que el deseo y el amor son dimensiones que evolucionan de forma distinta, desde un espectro de sensaciones afectivas viscerales (emociones del momento) hasta una representación final de sentimientos que incorporan mecanismos de recompensa por la expectativa y el aprendizaje de hábitos, lo cual permite establecer relaciones largas y estables.

Torbellinos hormonales

La ciencia nos habla del deseo sexual como algo más que una emoción básica, no obstante, se caracteriza puntualmente porque implica una motivación orientada a los objetivos y el placer. 
El deseo es impulsado por la gratificación sexual, la base evolutiva de esto proviene de nuestra necesidad de reproducirnos para garantizar la supervivencia de la especie. En esto, las hormonas responsables de hacer el trabajo pesado son la testosterona y el estrógeno, hormonas sexuales de los testículos y los ovarios, respectivamente.
El amor, en cambio, presenta un área diferencial clave en el cerebro que se asocia con el equilibrio entre las funciones de nivel superior e inferior, esto hace del amor un sentimiento que va construyéndose con el tiempo, un hábito de los sentidos y el disfrute.

La dopamina, hormona responsable de gran parte del mecanismo de recompensa en nuestro cerebro, hace que experimentemos el amor como los adictos experimentan la cocaína; de hecho, las mismas regiones cerebrales que se iluminan cuando sentimos atracción por alguien se activan cuando los adictos consumen drogas. De manera similar, las mismas regiones cerebrales que se iluminan cuando nos volvemos adictos a una sustancia o práctica se iluminan cuando nos volvemos emocionalmente dependientes de nuestras parejas. 

¿Cómo puedo saber si lo que siento es amor o deseo?

Reconocer la diferencia entre el deseo sexual y el amor no es tan difícil como parece, aunque algunas personas (específicamente, las más sensibles) pueden llegar a confundir una fuerte atracción con el nacimiento de un vínculo amoroso.
Algunas señales que podemos identificar sin mayor esfuerzo para aclarar nuestras dudas son:
El lenguaje del deseo sexual 
  • “Me siento atraído únicamente por su aspecto físico o la belleza de su cuerpo”
  • “Me interesa tener sexo con él/ella, pero no pensaría en sentarme a tener una conversación interesante sobre otros temas”
  • “Luego de tener sexo, mi reacción natural es irme. No me imagino quedándome a dormir o tomando el desayuno con esta persona”
  • “Tengo muchas fantasías sexuales, pero nunca imagino escenarios que impliquen la exhibición de sentimientos reales”
El lenguaje del amor
  • “Siento la profunda necesidad de conocer a su familia y círculo de amigos, y sentirme parte activa de su vida”
  • “Disfruto cuando nos sentamos y conversamos sobre todo tipo de temas”
  • “El tiempo vuela cuando estamos juntos”
  • “Quiero saber todo de esta persona, sus miedos, ilusiones y prioridades en la vida”
  • “El sexo con esta persona es bueno, pero hay otro tipo de cosas que me interesa compartir con él/ella, como viajes, historias personales y nuevas experiencias”
  • “Siento que quiero ayudar a esta persona a crecer y lograr sus metas” 
  • “Haberlo/la conocido me ha hecho replantear mi vida y preocuparme por ser una mejor persona”
  • “Él/ella se ha convertido en una motivación para vivir a plenitud”
 
Phrònesis

martes, diciembre 25, 2018

La persistencia como clave de la felicidad

La persistencia según la RAE se refiere a “mantenerse firme o constante en algo”. En psicología, se entiende como un rasgo de personalidad que nos impulsa a seguir adelante, a pesar de los obstáculos y la adversidad. La persistencia nos ayuda a alcanzar metas, es vista como clave de la felicidad porque gracias a ella cosechamos logros que nos producen bienestar. ¡Aprende a ser persistente y lograrás tus metas!

 
 
¿Queremos ser felices? La pregunta parece retórica, pero no tanto. A veces pareciera que las personas nos empeñamos en ser desdichados, es porque ponemos nuestro foco de atención en los aspectos negativos.

Las quejas te alejan de la felicidad

Revisa tu actitud, si ves el punto negro en la hoja blanca, si te quejas ante el mínimo detalle y tu actitud es de derrota, el problema eres tú. Si te frustras cuando las cosas no resultan como las planeaste, si vas por la vida expresando emociones negativas que te desbordan, como la ira, la frustración o la desolación, ¡Cuidado!; te estás alejando de la felicidad.

Uno de los aspectos de la formula de la felicidad es alcanzar logros, pero si tu voluntad falla ante cualquier percance te haces víctima de las circunstancias y te conviertes en enemigo de tu bienestar.

Concientizar tus actitudes

Lo primero es la decisión de ser felices, que nada te saque de esa determinación, después debes identificar lo que te produce felicidad y luego persistir hasta alcanzarlo. Enfocarse en ser feliz es ponerle fuerza de voluntad a la vida.
 
¿Qué nos produce felicidad?

La psicología positiva nos refiere que mediante la voluntad, a través de acciones conscientes podemos incrementar nuestros niveles de felicidad. Por ejemplo, expresar emociones positivas como la alegría, el amor o la esperanza.

Mantener y cultivar buenas relaciones interpersonales con familiares, amigos y pareja es fundamental. Tener un propósito en la vida, algo que le dé sentido y por lo que valga la pena luchar. Este factor de comprobada efectividad en hacernos sentir felices puede materializarse al alcanzar metas. La persistencia es un factor clave para mantenernos alineados con la principal meta de nuestra vida: ¡Ser felices!
 
Persistir para alcanzar la felicidad

Piensa en un sueño, ese deseo secreto que siempre has querido realizar o alcanzar, identifica bien de qué trata y de cuánto tiempo necesitas. Al ponerle fecha, dejas de tener un sueño para tener una meta.

Ya tienes el objetivo. Ahora piensa en las acciones, enuméralas desde las más simples hasta las que requieren mayor esfuerzo, ya sea por tiempo u otros recursos.

Considera que cada acción es una meta previa a la gran meta. De esta forma, cada objetivo cumplido se convertirá en una victoria temprana.

Celebra tus logros

Te invitamos a celebrar cada objetivo alcanzado, prémiate con un chocolate, hazte un reconocimiento pequeño, comparte tus logros, cuéntaselo a alguien de confianza. Esos detalles, apreciar nuestro esfuerzo y sentirnos orgullosos de lo que estamos haciendo, nos ayudan a formar el hábito y así desarrollamos la capacidad de persistir.

Recuerda: Se trata de un cambio de actitud, de modificar viejas estrategias disfuncionales como las quejas y frustración para desarrollar hábitos que te ayuden a persistir y a enfocarte en logros.

Convertierte cada día en una meta de bienestar. La próxima vez, hazte un lindo día. ¡Ánimo!

Phrònesis

lunes, diciembre 24, 2018

¿Sientes que absorbes las emociones de los demás?

Seguro que alguna vez te has encontrado con un amigo que estaba muy feliz y emocionado con un proyecto y su entusiasmo te embargó tanto que te motivó a poner en acción uno que tenías en mente. Pero, después, tal vez te tropezaste con un antiguo compañero de clase que te comentó lo mal que le va todo y que hace tiempo que ha tirado la toalla. Tras este encuentro, decidiste que era mejor no arriesgarse por si acaso. ¿Te has dado cuenta de que esto puede significar que absorbes las emociones de los demás?

 
 
Cuando absorbes las emociones de los demás permites que su estado emocional te influya en cómo te sientes. Si estás rodeado de personas pesimistas, tú también empezarás a serlo. No importa lo bien que esté todo en tu vida o todo lo que hayas logrado. Sufres un contagio emocional que hace que te apropies de una emoción que no es tuya. 

El contagio emocional no es lo mismo que la empatía

Si absorbes las emociones de los demás quizás creas que eres demasiado empático y no estás del todo equivocado. Sin embargo, debes saber que hay grandes diferencias entre la empatía y el contagio emocional. Veamos algunas de ellas:
  • Empatía: eres capaz de ponerte en el lugar de la otra persona, de tener en cuenta sus sentimientos y de entender su perspectiva sobre lo que está viviendo. Pero esta comprensión no hace que te deshagas de tus propias emociones.
  • Contagio emocional: tomas los sentimientos de otra persona como propios. Esto afecta a tu vida y tiene serias consecuencias. Te involucras en un vaivén emocional en el que son las emociones de los demás las que dirigen tu vida.

“Yo puedo entender lo que te está sucediendo, comprenderlo e, incluso, sentirlo. Sin embargo, no debo apropiarme de tus sentimientos, pues hacer esto repercutirá en mí”.

Las neuronas espejo

La capacidad empática surge en las neuronas espejo, algo que mencionó Daniel Goleman en su libro Social Intelligence: the new science of human relationships. Según este autor, en el cerebro de las personas hay un grupo de neuronas que se activan igual cuando realizan una acción que cuando la observan en los demás.

Esta activación es lo que permite que se empatice con otra persona y que se sea capaz de entender lo que está sintiendo. Esto no es nada negativo, es más, ayuda a construir relaciones mucho más saludables. No obstante, se debe tener cuidado y no empezar a absorber las emociones de los demás.
 
¿Puedo evitar el contagio emocional?

Si te estás haciendo esta pregunta, la respuesta es “sí”. Sin embargo, no es algo sencillo de conseguir. Te has dejado llevar por tu empatía hasta el punto de no saber ponerle límites, por lo que se ha difuminado la frontera que separa tus emociones de las de los demás. Entonces.., ¿qué deberías tener en cuenta? 

Intenta rodearte de personas positivas

Este es un primer paso que puede ser muy interesante, porque si absorbes las emociones de los demás, mejor que estas sean positivas. El hecho de que te sientas motivado, con ganas de emprender y de iniciar nuevas actividades es algo fantástico.

Además, elegir a las personas de las que deseas rodearte impedirá ese vaivén emocional que puedes sentir cuando en un día te encuentras con cuatro personas positivas y otras cuatro negativas. Es cierto que no siempre podrás huir de estas últimas, pero si en tu vida hay más personas de las primeras, disfrutarás de un mayor equilibrio.

La empatía te ayuda a comprender lo que sienten los demás para que puedas entender su situación. Esta capacidad te permite ponerte en el lugar del otro, no apropiarte de él.

Reflexiona sobre lo que sientes

Cuando absorbes las emociones de los demás, es importante que reflexiones sobre lo que sientes. ¿Por qué me inunda esa motivación para iniciar mi proyecto cuando otra persona me habla sobre su éxito? ¿Cuál es la razón por la que me pongo triste y decaído cuando un amigo me relata lo mal que le va con su pareja?

Muchas veces ese contagio emocional que experimentas habla mucho de ti. En el caso de la primera pregunta, de lo que deseas hacer pero que aún no has puesto en acción debido a tus inseguridades. En la segunda, tal vez de tus miedos o porque te recuerda a una relación que te dejó un sabor amargo.

Entender tus emociones te permitirá poner esa distancia que te ayudará a evitar absorber las emociones de los demás. Porque no son tuyas, aunque quizás en su momento sí lo fueron. No estás viviendo las mismas experiencias de los demás. Por eso, aunque puedas entenderlas y empatizar con esas personas, no debes hacer tuyos sentimientos que no te corresponden.

El contagio emocional desgasta y produce agotamiento. ¿Alguna vez has sentido que absorbes las emociones de los demás como si fueras una esponja? ¿Has sabido, a día de hoy, cómo ponerle límites?

Raquel Lemos Rodríguez

domingo, diciembre 23, 2018

No soy un robot sin sentimientos

Soy una persona igual que tú. No soy un robot sin sentimientos y cuando te ríes de mí me haces daño. Puede que no entienda la ironía o las bromas, puede que sea demasiado literal con todo lo que dices, pero eso no hace que sea menos humana. Tengo sentimientos y aunque no los veas porque no soy capaz de expresarlos, tus palabras, en ocasiones, me hacen mucho daño.

 
 
No soy sorda y escucho lo que dices, aunque no le dé el mismo significado. No tengo ninguna discapacidad intelectual, aunque a ti te parezca lo contrario. Puedes considerarme un bicho raro pero lo único que me hace diferente es ver el mundo desde una perspectiva más racional y llena de datos. No soy extraordinaria, soy como tú, pero miro el mundo de manera distinta, y por eso dicen que tengo el Síndrome de Asperger.

“Todo depende del modo en el que mires las cosas. Una vez entiendas cómo piensan y como ven el mundo, aquello que un día parece una discapacidad, otro día puede ser un talento o un don”
-Szatmari-

No te atrevas a juzgarme si no estás en mis zapatos

Qué fácil nos resulta juzgar a los demás cuando nos paramos solo el tiempo justo para ver el acto, o imaginarlo, y no reparamos en las circunstancias. Cuando no nos ponemos en el lugar del enjuiciado y no empatizamos. Cuando resulta gracioso gastar bromas a aquellos que no las entienden. Cuando personajes como Sheldon Cooper caricaturizan a personas que ven el mundo de otra manera.

Dicen que somos nosotros los que tenemos esta alteración neurobiológica del desarrollo -no enfermedad- que afecta a la empatía. Pero curiosamente son los que presumen de tenerla los que no la aplican al tratar con nosotros. Nos usan como si fuéramos google porque conocemos muchos datos, como si fuéramos máquinas y no tienen en cuenta el daño que nos hacen al despojarnos de nuestra humanidad y jugar con nuestros sentimientos.

“Mira con los ojos de otro, escucha con los ojos de otro y siente con el corazón de otro”
-Alfred Adler-

Nos juzgan sin piedad, nos juzgan automáticamente y sin conocernos, solo porque a sus ojos somos piezas con aristas extrañas que no encajan bien en los rompecabezas particulares de sus mundos percibidos. Nadie se preocupa por ponerse en nuestros zapatos e intentar vivir con nuestra condición. Solo saben que el Síndrome de Asperger se incluye en el DSM-5 dentro de los Trastornos del Espectro Autista y con ello ya tienen su “trailer particular”, cuando no la película entera. Sin embargo, el autismo y el Asperger son muy distintos.

Una persona con Síndrome de Asperger lo único que tiene fuera de lo común -uno de los elementos diferenciales, no lo que le caracteriza- es su falta de destreza a la hora de relacionarse con otras personas. Esto se debe, en parte, a los problemas en el uso del lenguaje, en lo que se conoce como la pragmática. En resto de características o habilidades puede tener similitudes y diferencias con otras personas, como las que hay entre tú y yo. 
 
El mundo de los sentimientos y las emociones es complicado para todos

El mundo de los sentimientos y las emociones es complicado para todos, de ahí que la inteligencia emocional sea fundamental para la adaptación del ser humano. Pero en el Asperger es aún más complicado. Por ello, tener claras unas pautas sobre las necesidades y la forma de interaccionar con personas con Asperger, teniendo en cuenta la edad, resulta muy importante:
Vivir con un niño con Síndrome de Asperger

Los niños con asperger suelen ser peculiares desde el principio. Necesitan que se utilice con ellos un lenguaje que sea lo más positivo posible, alabarles con frecuencia y sinceridad en lugar de centrarse en aquellos que echamos de menos en su forma de actuar. En muchas ocasiones resulta muy práctico decirles lo que tienen que hacer y abstenernos de lo que no tienen que hacer.

Enseñarles a escuchar resulta fundamental. Hay que ser razonable con lo que se les pide y la demanda debe estar en consonancia con las capacidades del niño. Para ello, emplear una manera sencilla, clara y concisa de expresarnos va a mejorar mucho la comunicación.

Es importante ayudarles a identificar los sentimientos. A los niños Asperger les cuenta mucho trabajo reconocer los sentimientos de otros y expresar los propios. También resulta muy positivo apartar en lo posible la crítica y ayudarles a tener una imagen positiva de sí mismos, ya que repercutirá directamente en su autoestima.

El Síndrome de Asperger en la adolescencia

Durante la adolescencia se marcan más las diferencias de los niños con asperger. Pueden permanecer indiferentes a los eventos sociales o la lucha por ser independientes, mientras los demás jóvenes caminan hacia la etapa adulta de la vida buscando su propio sitio en la sociedad.

Un aspecto muy importante a tratar es la relación con sus posibles parejas, sean hombres o mujeres, ya que son incapaces de entender las relaciones de manera pasional. Además, en este periodo la educación sexual debe de ser un pilar central, aunque eso debería de ocurrir con todos los adolescentes.
 
Asperger en la edad adulta

Las personas con asperger pueden llevar, y de hecho en su mayoría llevan, una vida normal. Si han trabajado la adaptación al entorno y las emociones durante la infancia no suelen tener muchos problemas para moverse en el mundo de los adultos. En el trabajo, cuando “más sufren” es si están en un puesto “de cara al público” y suelen desenvolverse mejor cuando tienen que desarrollar proyectos individuales, con independencia de la complejidad de estos.

Como ves, tengo asperger, pero no soy un robot sin sentimientos. Atrévete a conocerme y a entenderme. Ponte en mi lugar y usa esa habilidad, la empatía, que es algo con lo que en teoría tú si cuentas: tienes esa posibilidad. No me juzgues ni te rías de mí. Intenta comprenderme y enséñame a entenderte. Estoy segura de que te sorprenderé.

Lorena Vara González

sábado, diciembre 22, 2018

Somos instantes llenos de casualidad

¿Crees en la casualidad? Nuestra sociedad está en su mayoría edificada sobre unos valores que priman el materialismo, la lógica y la objetividad. Es como si de alguna forma deseáramos tener cada aspecto de nuestra vida bien controlado para obtener el máximo beneficio en cada momento.

 
 
Ahora bien, en realidad, la vida diaria no suele regirse demasiado por estos conceptos. El ser humano debe adaptarse también a lo impredecible, a que no siempre se consigue lo que uno desea, a que no podemos controlar al prójimo.

El ser humano suele temer lo impredecible, lo que no puede controlar. Nos da miedo la sensación de vacío e incluso nuestra propia libertad, es como si en el fondo tuviéramos miedo de nosotros mismos.

Creer en la casualidad no es algo que mucha gente suela aceptar. Es una forma de perder el control de las cosas, y dejar que sea el azar y el caos quien nos gobierne en el día a día.

No obstante, no hay que ser tan extremos. Se trata de tener una mente abierta, de ser flexibles y entender que hay muchas cosas de nuestra vida que escapan a nuestro control, y eso, esa pérdida del dominio puede generar ansiedad o miedo en muchas personas.

En ocasiones, y cómo negarlo, cegados un poco por nuestro egocentrismo, solemos preguntarnos aquello de… ¡Y por qué me pasan a mi estas cosas! A veces nos lamentamos y nos victimizamos en lugar de enfocarlo de otro modo.

En lugar de preguntarte por qué te ha ocurrido esto y lo otro, pregúntate para qué crees que te ha sucedido. Obtén un aprendizaje y una buena reflexión sobre lo acaecido.
 
Aceptando el caos, la casualidad y lo impredecible 

Somos conscientes de que no es fácil aceptar que en ocasiones puede surgir lo impredecible y romper el equilibrio que tanto nos había costado conseguir. Te esfuerzas, por ejemplo, en sacar lo mejor de ti para cumplir en el trabajo, pero de pronto, la empresa quiebra y tu estabilidad se va abajo.

Preguntarte sobre por qué te suceden cosas negativas es a veces como un lamento lanzado a contraviento: aumenta tu desesperación. Focaliza tus estrategias personales para modificar, de algún modo, el rumbo de tu existencia.

Lo que nos ocurre, sea bueno o malo puede ser resultado de la casualidad, no lo sabemos, pero lo que sí debemos tener claro es que ha sucedido para que aprendamos algo de nosotros mismos.

Seguro que conoces a más de una persona que vive una existencia donde tiene como principal obsesión controlar cada aspecto de su vida. Y no solo la suya, también la de los demás. Son personalidades con una alta autoexigencia que no suelen permitirse el error, el descuido, donde no se acepta lo imprevisto y donde la casualidad está cargada de incertidumbres de las que desconfiar.

Suelen preferir además los contextos muy estructurados, articulados en reglas, y en los cuales, cada persona tiene un papel fijo (el rol del buen padre, la buena esposa, el hijo obediente, los amigos fieles …)

Quien se obsesiona en lo predecible es que teme la casualidad y lo imprevisto, ahí donde la vida nos suele poner a prueba para que entremos en contacto con nosotros mismos, para retarnos, para conocernos mejor.
 
La vida son instantes satinados de maravillosa casualidad

La vida son retazos, fragmentos orlados de emocionantes instantes, pero también de jirones que nos traen perfumes desagradables cargados de tristeza. No obstante, todo es vida que merece ser vivida. Todo son momentos que te quitaron el aliento para definirte tal y como eres ahora.

No deseches ningún instante de tu pasado, no lo quemes. Recíclalo para que sea una pieza más de tu ser, ese puzzle perfecto donde hay claoscuros, donde toda piedra hace pared para permitirte vivir de nuevo y abrirte a toda casualidad que desee ofrecerte el destino

Suele decirse que la vida es un caos ordenado que todos creemos comprender. Cuando en realidad, cabalgamos sobre ella a tientas, y como niños que ansían ante todo experimentar y no salir muy heridos de la experiencia. 
 
Cómo sacar partido a la causalidad

Ahora bien, pero ¿de qué manera podemos en nuestro día a día beneficiarnos de lo imprevisto y de la casualidad? De hecho, mucha gente suele quejarse “de que nunca le pasa nada”, que “las cosas emocionantes solo les ocurre a los demás”. Reflexiona unos instantes sobre estas ideas:
  • Si en tu día a día eres de los que piensa que la felicidad no visita demasiado las puertas de tu vida, pero que aún así, crees mejor no desear nada más porque en ocasiones lo que llega es peor, estás vetando por completo la magia de la casualidad.
  • Nuestras creencias dan forma a nuestros pensamientos, y nuestros pensamientos a nuestras conductas, y las conductas a la realidad que tienes ahora. ¿Qué tal si encendemos la chispa y cambiamos alguno de nuestros pensamientos?
  • El simple hecho de creer que te mereces algo mejor, ya es un interruptor hacia el cambio.
  • Deja a un lado los pensamientos limitantes, las actitudes negativas o derrotistas, así tu mente estará abierta a cualquier estímulo.

La casualidad se esconde en mil esquinas, en cientos de instantes, en mil miradas entre las cuales, una de ellas puede tropezar de improviso con la tuya ¿Por qué no?

No te resistas a tus circunstancias, y observa la vida desde el cristal del aprendizaje sin valorar las cosas como muy buenas o muy malas. Todo es vida vivida, todo son instantes que tienen su sutil lectura.

Valeria Sabater

viernes, diciembre 21, 2018

Emociones negativas: dime qué te molesta y te diré qué tienes que cambiar

Cuando algo te molesta, es que algún aspecto interior hay que mejorar. Reflexiona cuando sientas un malestar que pienses que otro te lo ha producido. Indaga en tu opinión sobre lo que te han dicho, probablemente veas lo crítico que eres contigo mismo. Analiza las emociones negativas que sientes en tu interior y podrás conocerte mucho más de lo que crees.

 
 
Por ejemplo, piensa en esas zonas de tu cara o cuerpo que te gustan, si alguien te dice cualquier cosa negativa sobre partes que te gustan, no te causará ningún efecto negativo. Es obvio, porque a ti te gustan esas partes y le das más credibilidad a tu opinión interior que a lo que te digan.

En cambio, como te digan algo sobre una zona de ti que no te gusta, seguramente experimentes una emoción negativa. Entonces, no es el otro el que te hace daño, eres tú mismo que, como no tenías una opinión buena sobre esas zonas de tu cuerpo, te has molestado, y esto debido a que la opinión de otro coincide con tus creencias.

Así, si te molesta algo es que esa persona ha despertado esas opiniones negativas que tienes sobre ti mismo. Quizás las tenías escondidas para evitarlas, por ello si alguien las menciona te hace daño.
 
Acéptate tal cual eres, sé consciente tanto de lo bueno como de lo malo

Muchas personas, creen que centrándose en sus virtudes y olvidándose de los defectos, mejorarán su autoestima. Eso en realidad es evitación de lo negativo. Lo que se evita y no se reflexiona y acepta, quedará por dentro escondido, ahora bien cualquier día alguien nos puede atacar ahí, en ese punto débil no aceptado.

Está bien que potenciemos nuestra parte buena y dejemos de lado nuestras sombras, pero dejar de lado no significa olvidarlas y enterrarlas. La parte negativa que todos tenemos debe ser aceptada o seremos débiles a nivel emocional.

Solemos pensar que son los demás los que nos causan emociones negativas, como el enojo, el odio, la frustración, el dolor…. Pero la realidad es que muchas veces nadie nos hace daño, somos nosotros mismos los que nos hacemos daño.

Es mejor dejarla a un lado, pero aceptada. De esta manera manera digan lo que nos digan, no nos hará daño porque tendremos una opinión tan bien formada de todo nuestro ser que prevalecerá sobre la de los demás.

La aceptación personal en todos sus ámbitos es de vital importancia para la paz interior. Casi todos los problemas emocionales y de autoestima son causados por esa falta de aceptación propia.
 
Todos tenemos nuestras virtudes y defectos

Una creencia errónea es la de pensar que todo debe ser virtud. Todos tenemos virtudes y defectos, nadie se escapa. Somos humanos imperfectos, pero cada cual enseña la faceta que más le gusta. Si aceptas esto, no te castigarás por tus defectos.

La próxima vez que alguien te produzca malestar, acuérdate que las emociones negativas nos las producimos nosotros mismos con nuestros pensamientos y reflexiona, cuando algo te molesta, es que hay algo que cambiar o aceptar. También cabe recordar que si alguien menciona defectos que no tenemos, tampoco importa alterarse, pues estamos seguros que lo que dicen no es cierto.

Tanto nuestras virtudes como defectos pueden afectarnos si los valoramos como positivo o negativo. Este punto requiere un pequeño análisis. Podemos considerar positivo saber cocinar, pero… ¿es negativo no saber? ¿Sería un defecto no saber hacerlo? Las virtudes son aspectos nuestros que se nos dan especialmente bien, pero los defectos, más que aspectos negativos, invito a la reflexión y a observarlos como aspectos a mejorar, pero sin connotación negativa. De esta forma cuando alguien nos resalte un “defecto” real podremos decir: “ya lo sé”. Y reiremos.
 
¿Te generan las críticas emociones negativas?

Cambiando de ejemplo, imagina que tienes 40 años y todavía vives con tus padres. Te gustaría independizarte pero las cosas no te van bien económicamente y no lo ves posible. Si tus padres te dicen “no te vas a independizar en la vida, y menos con esta crisis que está cayendo que nadie encuentra trabajo” y esto te molesta o sientes emociones negativas en tu interior, muy posiblemente será debido a que tu opinión interior sea igual a la de tus padres.

Imaginemos que la persona que ha recibido el comentario de sus padres opinara que seguro encontrará trabajo y en poco tiempo podrá irse de casa, ¿Ese comentario le hubiera producido enfado y malestar? Probablemente no, porque interiormente no opina igual que sus padres.

Si somos capaces de entender esto, nuestra vida dará un giro. Nadie nos hace daño, nadie nos enfada, somos nosotros mismos. Todo está en nuestra mente y en nuestras opiniones interiores.

La monja budista Venerable Thubten Chodron nos da una clave para no reaccionar con ira ante opiniones ajena. Ella nos pone el ejemplo del cuerno en la frente. Si alguien nos acusa de tener un cuerno en la frente y es así, ¿por qué enfadarse? Y si alguien nos acusa de tener el cuerno y no lo tenemos, ¿por qué enfadarse? Esto es, tanto si una crítica es real o no ¿por qué enfadarse? ¿qué ganamos? Si no es real no ocurre nada y si es real podemos aprender de ella.

Así que confía en ti, en la vida, en la suerte, en tus capacidades. Quiérete, y sobre todo, acéptate con tus cosas buenas y malas.

Cristina Pérez

jueves, diciembre 20, 2018

La alquimia espiritual: transformar el dolor en evolución

Es posible que sin darnos cuenta hayamos terminado presos de una peligrosa fantasía. Esta es la de suponer que debemos trabajar por construir una vida en la que no haya problemas, ni contradicciones ni hechos dolorosos. La fantasía es arriesgada porque puede llevarnos a luchar por lo que no existe, en lugar de lo que sí es posible: la alquimia espiritual.

 
 
El nombre de alquimia espiritual es simplemente metafórico. Recordemos que hace unos siglos, los alquimistas fueron investigadores que durante mucho tiempo buscaron el método para transformar el plomo en oro. Esto también puede verse desde una perspectiva simbólica. Significa lograr que algo con poco valor se convierta en un elemento valioso.

“Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”.
-Viktor Frankl-

Los antiguos alquimistas creían que podrían lograr esa transformación mágica a través de una sustancia que llamaron “piedra filosofal”. Se trata, por supuesto, de otra fantasía. Sin embargo, nos proporciona una imagen ilustrativa que podemos aplicar al proceso de alquimia espiritual. Este es un proceso simbólico, que sí es posible de realizar, ya que tiene lugar en nuestra mente. 
 
La alquimia espiritual y el “plomo”

Decíamos en un comienzo que sin ser muy conscientes de ello, a veces pensamos que algo falla en nuestra vida porque no es perfecta. Tenemos problemas o nos enfrentamos a contradicciones internas y suponemos que esto está “mal”, que no debería ser así. De esto se infiere que en el fondo imaginamos la existencia de una forma de vida en la que no hay ninguna de esas dificultades.

Esto es un autoengaño. La vida es en sí misma una dificultad por resolver, pero también una oportunidad para crecer. Al nacer, e incluso antes, cargamos con el efecto de todos los problemas no resueltos aún por nuestros padres y las generaciones que les precedieron. También con las dificultades de la sociedad en la cual venimos al mundo.

Luego, a medida que vamos creciendo, nos enfrentamos con nuestras propias carencias, necesidades y paradojas. No podría ser de otra manera. Incluso si nuestra vida está rodeada de condiciones muy armónicas, más tarde o más temprano tendremos que enfrentarnos a las pérdidas, al dolor físico y emocional, a la enfermedad, a la muerte. Ese es el “plomo”.

El proceso de la alquimia espiritual

Cuando por fin entendemos que una vida perfecta no existe y que por eso mismo no es razonable buscar que así sea, damos un gran paso. Renunciar a esa fantasía es un punto de partida muy importante, no solo para ajustar nuestras expectativas, sino para comenzar el largo proceso de aprendizaje de la alquimia espiritual. Convertir en plomo en oro. Es decir, transformar los problemas, las dificultades y el dolor en un aporte positivo a nuestras vidas.

Lo que nos lleva a experimentar como insoportables algunas de las vivencias que tenemos, o de las situaciones en las que estamos inmersos, no son esas realidades en sí. Lo definitivo está en nuestra mente, es decir, en la perspectiva que adoptamos frente a todo ello, en la lectura que hacemos de todas esas realidades.

Hasta la experiencia más hermosa puede convertirse en negativa si decidimos mirarla de ese modo. Esto sucede cuando, por ejemplo, “amamos” con egoísmo, miedo y afán de control. O cuando trabajamos con desidia y mala voluntad. O cuando decidimos enfatizar solamente en los defectos de los demás y del mundo.

La piedra filosofal

Necesitamos de la piedra filosofal para transformar el plomo en oro. El dolor, la privación o las contradicciones en crecimiento. Esa piedra filosofal existe en el mundo de la mente. Equivale a la forma de organizar nuestras ideas y nuestras percepciones para interpretar la realidad. Una roca puede servir para golpear a otro, para patearla, para edificar una casa o para hacer una escultura. Todo depende de lo que haya en la mente de quien la encuentra.

Siempre vamos a estar expuestos al dolor, al rechazo, a no conseguir lo que deseamos, al desamor… En una u otra medida ningún ser humano escapa a ello. La diferencia entre unos y otros está en la capacidad para elaborar de forma constructiva cada experiencia. Desafortunadamente, quienes no lo hacen adecuadamente repiten situaciones dolorosas constantemente.

La alquimia espiritual es un proceso de transformación interior que solo cada uno de nosotros puede llevar a cabo dentro de sí mismo. Ni es fácil, ni nos garantiza una vida feliz. Lo que sí hace es protegernos de una vida miserable, invadida por el dolor y la desesperanza, en la que terminemos siendo objeto pasivo de las adversidades.

Edith Sánchez

miércoles, diciembre 19, 2018

El arte de no perder la calma durante una discusión

Decir lo que piensan o sienten es una habilidad que algunas personas, por impulsividad, dejadez o desconocimiento, no tienen suficientemente entrenada. De hecho, a todos nos han perdido las formas alguna vez en medio de una discusión, enterrando con ellas el mensaje que queríamos trasmitir.

 
 
Ahora bien, conservar el control en según qué situaciones es todo un arte. No se trata de una tarea fácil pero tampoco es imposible, de hecho los psicólogos expertos en comunicación y gestión de conflictos -de la rama de la psicología social– han dedicado años de estudio e investigación a identificar qué recursos podían ayudarnos en esta tarea.
 
Discutir sin perder la calma: ¿qué nos dicen los estudios científicos al respecto?

Nelda Sheldon y Shoron Burton (2014) explican que la interpretación de la situación es el factor que más influye a la hora de conservar el control. Es decir, más que ser la situación en sí misma la que nos altera y nos hace perder la calma, es nuestra construcción de lo que está pasando lo que marca la diferencia. Por ejemplo, cuando entendemos que en una discusión se ha producido un ataque personal, la tarea de mantener la calma se vuelve más complicada.

Por ello, diferentes investigaciones científicas se han concentrado en conocer el papel del autoestima en la manera en la que las personas discuten. Y así, se ha observado que quienes tienen un autoestima baja y un peor autoconcepto tienden a perder los nervios con más facilidad (Karagözoğlu, Kahve, Koç & Adamişoğlu, 2008).

Relacionándolo con lo que hemos apuntado antes, en este contexto interno será más fácil que se vivan las discusiones como un ataque personal a su ego, el cual ya de base se encuentra débil. Así es como en numerosas ocasiones nos podemos encontrar con una respuesta desproporcionada ante un pequeño apunte o crítica.

A modo de resumen, otros estudios concluyen que será más fácil mantener la calma en una discusión si mejoramos en algunos de los factores que hemos enumerado y que nos predisponen a ello. Pensemos que la personalidad, los hábitos de afrontamiento y el aprendizaje marcan en buena medida la forma en la que afrontamos las discusiones (López-Torrecillas, Martín, de la Fuente, & Godoy, 2014).

De este modo, teniendo en cuenta lo que explican los estudios sobre este tema, pasaremos a explicarte una serie de estrategias prácticas para no perder la calma en una discusión.

“La interpretación de la situación es lo que da el punto de partida para perder los nervios”.
Lo pasado, pasado está

El Dr. Mark Beyebach (2010), psicólogo experto en terapia breve y terapia centrada en soluciones, explica que traer al presente las situaciones del pasado aumenta la probabilidad de que las personas se tomen la discusión como un ataque personal. Aparecen la rabia y la impotencia porque el pasado no se puede cambiar.

Así, estos sentimientos tan negativos ciegan y hacen que incluso podamos llegar a olvidar el motivo de una discusión. A su vez, dan lugar a una sensación de pérdida de tiempo que, por frustración, aumenta nuestra rabia.
 
La auto-observación y el auto-conocimiento: tus mejores aliados

Saber cuáles son tus puntos débiles y tus puntos fuertes también te ayudará a no perder la calma en una discusión. Si prestas atención a la evolución del intercambio y no solo a tu postura, te será más fácil saber en qué momento es mejor hacer una concesión, centrar la atención en los argumentos de la otra parte o retirarte.

Por otro lado, no es lo mismo discutir con personas delante que hacerlo en la intimidad, tampoco es igual discutir al final del día cuando estamos ya cansados, que hacerlo durante el fin de semana o en un momento en el que estemos tranquilos. Elegir uno u otro momento para zanjar o empezar una discusión también es inteligencia social.

“Si te conoces los suficiente, te será más fácil saber en qué momento discutir, con qué personas sí puedes hacerlo y bajo qué condiciones”.
La anticipación nos ayuda a mantener el control

Si vas a enfrentarte a un debate, a una discusión abierta, prepárala. Organiza tu exposición e identifica los argumentos que la pueden sostener mejor, así como el orden en el que los vas a presentar. Se trata de tener un guión que pueda rescatarte en un momento dado.

Por otro lado, si se trata de una discusión que puedes prever, mejor que tengas el discurso preparado, tus argumentos de defensa y las ideas claras. Infórmate sobre tus posibilidades, la fortaleza de tus argumentos y, si es posible, anticipa la réplica de la otra parte.

Tres estrategias prácticos para no perder la calma en una discusión 
 
  • Evita subir el tono de voz y hablar de manera acelerada. Piensa que tus constantes fisiológicas tenderán a seguir la velocidad que imprimas a tu locución.
  • Mantén un lenguaje corporal que sea pacífico y no sea agresivo. Vigila la manera en la que te mueves y los gestos que realizas, si te muestras agresivo (aunque no sea tu intención) generarás una respuesta defensiva en la otra persona.
  • Si comienzas a sentir que te invaden los nervios, puede intentar que el debate recale en cuestiones secundarias mientras recuperas la confianza. Se trata de pongas en marcha la técnica del tiempo fuera y evites cometer errores que directamente te invaliden como interlocutor.

Finalmente, recuerda que los efectos de las estrategias que hemos enumerado llegaran con el tiempo y el entrenamiento. Puedes comenzar por un ejercicio de autoobservación y autocrítica que te permita saber qué puedes hacer mejor cuando participas en una discusión.

Julia Marquez Arrico

martes, diciembre 18, 2018

Qué Es el Yo Superior en Realidad y Cómo Conectar con Él

Hoy hablaremos de qué es el Yo Superior.
Es muy posible que hayas oído esta expresión muchas veces. Se usa a menudo en muchos círculos de espiritualidad.


Según cómo se mire, este término puede causar confusión, porque si hablamos de que tenemos un “Yo Superior”, puede parecer que nosotros somos un “yo inferior” o algo parecido. Y esto no es verdad en absoluto. Nosotros no somos inferiores a nada.
Pero sí es verdad que hay una parte de nosotros que está más allá de nuestra percepción actual. En cierta manera, es como si nos “faltara” una parte, porque no la vemos. Y esto hace que nos sintamos incompletos.
El nombre es lo de menos. Podemos hablar del “Yo Superior” o llamarlo de muchas otras maneras.
Lo importante es ver que somos mucho más de lo que aparentamos a primera vista, y que podemos acceder a esta parte más amplia de nosotros.
Es el camino para reconectarnos con quienes somos de verdad.

Qué Es el Yo Superior en Realidad

El primer paso para entender bien qué es el Yo Superior es tomar conciencia de que hay una parte de nosotros que no vemos. Actualmente, la visión que tenemos de nosotros mismos no es completa.
Y esto es bastante fácil de comprobar.
Por ejemplo, la mayoría de nosotros no somos plenamente conscientes de todos los elementos de nuestro propio cuerpo. No somos conscientes de dónde están nuestras células y nuestros órganos en cada momento, ni de qué están haciendo, ni de cómo se sienten.
Tampoco somos conscientes de todas nuestras emociones. Muy a menudo sentimos cosas sin verlo con claridad o sin entenderlo del todo.
Tampoco somos conscientes de todos nuestros pensamientos. Pensamos y creemos muchas cosas sin darnos cuenta.
Y tampoco somos conscientes de la mayoría de nuestros recuerdos. Hemos hecho muchas cosas a lo largo de nuestra vida, y la mayoría no las recordamos. Y si no nos limitamos solo a esta existencia en la Tierra y vamos más atrás, aún recordamos menos.
Así que, si tenemos en cuenta nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestros pensamientos y nuestros recuerdos, podemos ver claramente que hay una parte de nosotros que vemos y otra parte que no vemos. Y la que no vemos es bastante mayor. Algo así:
Esta parte que no vemos es el Yo Superior.
Tu Yo Superior es simplemente la parte de ti que no ves.
Se puede usar el término “superior” en el sentido de que es mayor, pero en ningún caso hay que pensar que es mejor. Es una parte de ti igual que la que sí ves.

¿Por Qué Tenemos Yo Superior?

Un aspecto importante del Yo Superior es que no es algo que exista siempre como tal. No siempre hay una parte de nosotros que no vemos. Esto es algo que solo sucede cuando estamos en la Tierra (o en lugares parecidos).
Como ya hemos comentado varias veces, tú existes desde siempre. Como la ciencia ya ha comprobado, en este universo todo es energía, y la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma.
Así que tú no te creaste nunca ni desaparecerás nunca, solo te vas transformando. Lo que llamamos “nacimiento” y “muerte” son solo transformaciones, no el principio ni el final de la vida. Existimos desde antes y existiremos después.
Pues bien, en este “antes” de venir a la Tierra no tenemos Yo Superior tal y como lo hemos definido aquí. El Yo Superior sigue existiendo, por supuesto, pero no tiene sentido llamarlo así, porque no lo percibimos como algo separado.
Cuando no estamos en la Tierra, somos plenamente conscientes de todo nuestro ser: todas nuestras emociones, nuestros pensamientos y nuestros recuerdos. Podríamos decir que cuando no estamos en la Tierra nosotros y nuestro Yo Superior nos unimos, aunque sería más correcto decir simplemente que nos percibimos a nosotros mismos como una unidad completa.
Una pregunta que puede surgir aquí es: ¿y por qué cuando venimos a la Tierra esto no es así? ¿Por qué cuando venimos a este planeta perdemos la visión de una parte de nosotros y la sentimos como algo separado?
Pues es una pregunta muy, muy importante. No la abordaremos hoy directamente, pero vale la pena meditar sobre ella si te interesa. Tiene que ver con el motivo por el que estamos aquí…

¿Podemos Conectar con el Yo Superior?

Así pues, aquello que llamamos “Yo Superior” es simplemente la parte de nosotros que no vemos mientras estamos en este planeta.
Esto significa que el Yo Superior tiene todas las respuestas a las preguntas que no conocemos. Cualquier duda que tengas sobre ti, tu Yo Superior la sabe: por qué estás aquí, quién eres realmente, cuáles son tus emociones y tus creencias más profundas, cómo está tu cuerpo en cada momento, etc. Tu Yo Superior es la parte de ti de la que no eres consciente, así que tiene toda la información sobre ti que tú no ves.
Llegados hasta aquí, una pregunta importante es: ¿y podemos conectar con esta información?
Y la respuesta es que sí, por supuesto. No hay que olvidar que es una parte de nosotros.
De hecho, estar conectados con el Yo Superior es lo natural en nosotros. Lo “extraño” es lo contrario.
Y podemos recuperar este estado natural en cualquier momento.

Cómo Conectar con el Yo Superior

El camino para conectar con nuestro Yo Superior y recuperar la unidad de lo que realmente somos es muy simple: solo tenemos que explorar dentro de nosotros para descubrir las partes que ahora mismo no vemos. No hay que buscar nada fuera; todo está en nosotros.
Pero por muy simple que sea la idea principal, a la práctica nos cuesta. Y suele ir bien tener una serie de pasos más detallados.
Para no alargar mucho el artículo, hoy los comentamos solo por encima; pero si te interesa el tema, en otro artículo lo explicamos con más detalle (sin olvidar que los pasos concretos no son lo más importante; lo más importante es escucharte y mirar dentro de ti).
El primer paso para reconectarte con tu verdadera identidad es reconocer de forma consciente que hay una parte de ti que no ves. Toma conciencia de forma clara de que hay una parte de tu cuerpo, de tus emociones, de tus pensamientos y de tus recuerdos que no percibes.
Dedícale un tiempo a este paso. Aunque no veas cómo es la parte de ti que no ves, intenta sentir claramente que existe. Hay algo de ti que está más allá de tu percepción actual.
En esta primera parte del proceso, puedes sentirlo como algo externo si quieres. Pero intenta sentir que está allí.
A medida que lo sientas, intenta prestarle atención el máximo de tiempo posible durante tu día a día: cuando vas a comprar, cuando vas a trabajar, cuando estás con amigos… Intenta tener presente esta “nueva” parte de ti. De momento, da igual que no veas cómo es. Lo importante es que sientas que existe.
Y a partir de aquí, poco a poco, ves acercándote a ella. Puedes preguntarle cosas, si quieres, e intentar escuchar sus respuestas. Pregúntale quién es. Pregúntale qué opinión tiene de las cosas que te pasan.
Esto tiene una gran utilidad práctica, porque puedes obtener información muy valiosa sobre tu vida.
Pero lo más importante es que poco a poco te irás acostumbrando a su presencia, y cada vez la sentirás con más claridad.
Y esto abre la puerta al paso final: ver que esa otra parte también eres tú.
No es algo externo.
Es una parte de ti.
Es la parte de ti que tanto has echado de menos. Es el vacío que sientes desde que naciste.
Ha estado contigo en todo momento.
Simplemente estaba esperando que la miraras.
Un fuerte abrazo,
Jan

www.jananguita.es

lunes, diciembre 17, 2018

Qué Son los Registros Akáshicos y Cómo Acceder a Ellos

¿Has oído hablar alguna vez de los registros akáshicos?
Este es un término que puede sonar un poco esotérico, y algunas personas pueden sentirse un poco incómodas con él.


Pero en realidad, detrás de muchos conceptos que parecen extraños, hay ideas muy normales. Y esto es lo que pasa con los registros akáshicos. Más allá del nombre, hay algo muy normal.
Por este motivo, hoy hablaremos de qué son los registros akáshicos realmente. Si rompemos la barrera de lo aparentemente esotérico, veremos que son algo muy sencillo.
Y tienen una gran utilidad práctica.
Son una puerta a la información que necesitamos para avanzar.

Qué Son los Registros Akáshicos

Para entender bien qué son los registros akáshicos, hay que tener presente varias ideas muy importantes. La primera es que la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma.
Esta es una idea comprobada a nivel científico, y significa que las cosas que existen en el universo no pueden dejar de existir, ni tampoco puede generarse cosas nuevas. Las cosas pueden transformarse, pero no aparecer ni desaparecer del todo.
De entrada, quizás puede parecer que esto no tiene nada que ver con los registros akáshicos.
Pero en realidad tiene una relación muy directa.
En primer lugar, si nada puede aparecer ni desaparecer, solo cambiar, significa que tú existes desde siempre y que existirás siempre. Antes de venir a la Tierra, estabas en otro lugar y tenías otra forma, pero estabas. (Y luego estarás en otro lugar y tendrás otra forma, pero estarás).
Y además de esto, todo lo que hiciste en esas otras existencias antes de venir a la Tierra tampoco puede desaparecer. Todos los pensamientos que tuviste, las emociones que sentiste y las acciones que realizaste, siguen existiendo. Ahora tienen otra forma, pero no han desaparecido. Nada puede desaparecer.
Y esto son los “registros akáshicos”.
El nombre es lo de menos. Lo importante es el concepto.
Tú existes desde siempre.
Y la información de todo lo que has hecho en el “pasado” sigue existiendo.

¿Podemos Acceder a los Registros Akáshicos?

Una vez entendemos qué son los registros akáshicos y vemos que no son nada esotérico sino algo muy razonable, una pregunta lógica es: ¿podemos acceder a ellos?
Y la respuesta es que sí.
Para entender bien el porqué, tenemos que tener en cuenta otra característica muy importante del universo: todo es una unidad.
Cada vez más personas somos más conscientes de este hecho. Cada vez somos más los que vemos y sentimos que todo está conectado.
Pero si tienes dudas, hay un ejemplo que creo que ayuda a visualizarlo y entenderlo mejor.
Si observas tu mano, de entrada parece que está separada del aire que la rodea, ¿verdad?
Pero en realidad no es así.
Tanto tu mano como el aire están formados por partículas subatómicas (electrones y quarks), y estas partículas no estás separadas entre ellas. No hay ninguna frontera real entre las partículas de tu mano y las del aire. Se mueven y se mezclan constantemente.
Esto es válido para cualquier cosa. No hay ninguna frontera que separe las cosas del universo. Todo está unido.
Y tiene una consecuencia muy importante: puedes acceder a cualquier punto y a cualquier información del universo, porque estás completamente unido a todo.

Cómo Acceder a los Registros Akáshicos

En resumen, en este universo nada se crea ni nada se destruye. Esto significa que tú existes desde siempre, al igual que la información de todo lo que has hecho en toda tu existencia. Y al estar todo unido, puedes acceder a esta información.
Llegados hasta aquí, la pregunta es: ¿y cómo podemos hacerlo?
Para poder responder bien esta pregunta, creo que es importante dejar de usar el término “registros akáshicos”. Hasta ahora lo he usado porque es el término habitual que más personas conocen, pero para ver claramente cómo conectar con ellos creo que es mejor aparcarlo un momento.
La palabra “registros” y la expresión “acceder a los registros” pueden hacer pensar que son un lugar externo, como una especie de biblioteca, a la que tenemos que entrar. Y no es así.
Personalmente, prefiero la palabra “información”, porque es lo que realmente es: información sobre nosotros y sobre nuestro camino.
Y esta información no es externa. Forma parte de ti, porque todo es una unidad.
Así que en realidad no puedes “acceder” a ella, porque ya está contigo.
Lo que sí puedes hacer es mirarla o no mirarla.
Y este es el camino para obtener cualquier información que necesites: ser consciente de que ya está en ti y tomar la decisión consciente de mirarla.

Cómo Conectar con la Información Akashica

Hay muchos lugares donde se explican procesos concretos para obtener información akashica. Puedes buscar por internet y encontrarás muchos.
Estos procesos pueden ser muy útiles en muchos casos. A nuestra mente le suelen gustar los procesos con pasos detallados.
Pero más allá de esto, creo que es muy importante tener claro el concepto principal.
La información de todo lo que necesitas saber está en ti. Todo lo que has hecho en el pasado, lo que has aprendido por el camino, lo que has venido a hacer aquí… Todo está ya en ti.
Solo necesitas reconocer este hecho y mirarlo.
Puedes hacer un pequeño ritual si te apetece. Puedes buscar un lugar tranquilo, relajarte, conectar con tu amor profundo y pedir al universo que te apoye para conectar con lo que necesitas saber para avanzar en tu camino.
Pero no olvides nunca que no es necesario.
Tú eres parte inseparable del todo.
Y todo lo que necesitas ya está en ti.
Un fuerte abrazo,
Jan

www.jananguita.es

domingo, diciembre 16, 2018

La pareja como una relación de crecimiento

Para muchos, la pareja es un freno en vez de una fuente de energía, un lugar incómodo en vez de confortable. Esto ocurre porque aún pervive la concepción de pareja como un lugar, en esencia, para concesión y el sacrificio permanente. Te animo a que te preguntes, sin testigos de por medio, si tú participas de esta idea, si conoces a alguien que lo hace. Así, ¿cuál es tu visión personal de la relación de pareja en cuanto al éxito y el crecimiento personal? ¿Y la de las personas que te rodean?

 
 
En este artículo hablaremos sobre cómo es una relación de crecimiento (en este caso una relación de pareja), qué características tiene y así podrás ser capaz de tener las herramientas para conseguirlo. Verás paso a paso por qué sí es posible tener relaciones en donde sientas que creces como persona, relaciones que te permiten ampliar de tu zona de confort. Quizás no sea fácil de alcanzar, pero sí posible; además, la inversión merecerá la pena.
¿Cómo es una relación de crecimiento?

La relación saca lo mejor de ti

Las relaciones personales pueden sacar lo mejor y lo peor de nosotros, e incluso pueden hacer que nos alternemos en los dos extremos. Por otro lado, no estamos hablando de una felicidad constante y “falsa”: en ella también habrá momentos malos o instantes de muchas dudas. Sin embargo, te das cuenta de que una relación de pareja favorece tu crecimiento cuando, al observar -cogiendo cierta distancia (adoptando el modo espectador)-, te das cuenta de que constituye un estímulo da paso a una versión que te gusta de ti.

¿Qué quiere decir que la relación saca lo mejor de ti (relación de crecimiento)? Quiere decir que es una relación que hace que te esfuerces por sentirte bien, que te hace reír y te permite conectar con los buenos momentos del día a día. Cuando una relación saca lo mejor de ti esto se manifiesta en que pienses en planes de futuro, que te ilusiones con hacer que la relación crezca y se haga cada vez más sólida e íntima.

Cuando la relación de pareja te permite crecer es cuando al observar desde la distancia, la mayoría de las veces tu pareja saca lo mejor de ti.
 
La pareja y los retos profesionales

Poder crecer a nivel profesional y asumir retos muchas veces representa tomar riesgos, dedicar gran parte de tu tiempo a tu profesión o a tu proyecto personal, tal y como se explica en un estudio publicado por la Asociación Americana de Psicología (Ackerman, Griskevicius, & Li, 2011). Y en este contexto la pareja puede ser un impedimento. Es decir, tener pareja puede ser un apoyo o una “cadena”, tu pareja puede ayudar a que despliegues tus alas o puede que te mantenga estancado/a y no te ayude a progresar.Tienes que escoger cuál de las dos realidades quieres para ti.

En este sentido, una pareja con una relación de crecimiento es aquella en la que los retos profesionales se comparten y uno alienta al otro. De hecho, tu pareja puede ayudarte a que te propongas retos profesionales, puede buscarlos contigo, puede ayudarte a que tus ideas tomen forma e incluso puede disfrutar contigo de todo este proceso. Más allá de que se esté de acuerdo o no en el paso que se va a dar, se valora que la felicidad y el crecimiento del otro pasa por alcanzar ciertos retos y por tanto, se le alienta y se le apoya.

Equilibrio: espacio personal y espacio de pareja

Estar en una relación de pareja que implique el crecimiento representa ser parte de un proyecto que te permita mantener tu individualidad, atender a tus necesidades personales y mostrarte tal y como eres. Y a la misma vez, te sientes parte de la vida del otro, sabes que tienes derecho a la individualidad y no te sientes culpable por tener tu espacio personal y disfrutar de ello. Dicho de otro modo, una relación de crecimiento es una relación de libertad sin culpabilidad.

En este punto, cabe destacar que una vida en pareja entraña retos que, dependiendo de cómo los enfoquemos, pueden favorecer nuestro crecimiento o hacer que nos estanquemos. Por ejemplo, convivir con alguien puede ayudarte a crecer porque tendrás que enfrentarte a situaciones en las que gestionar emociones poco deseables, como el enfado y la frustración.

Así mismo, en un artículo científico de revisión se llega a la conclusión de que los humanos al vivir en pareja tienen que poner esfuerzo en alcanzar un equilibrio entre su espacio personal y el que comparten con su pareja (Fletcher, Simpson, Campbell, & Overall, 2015). De este modo, la pareja puede ser el mejor escenario para que mejores a nivel personal, para que gestiones tus límites y elimines las barreras que te impiden constituir una dinámica sin demasiadas disonancias.

A modo de conclusión, si para ti tener pareja representa ataduras, límites y estancamiento, hay algo que no va bien. Es cierto que una pareja requiere un tiempo y esfuerzo que no podrás dedicar a otros aspectos de tu vida personal, pero ten presente que una relación de pareja puede ser el motor de tu crecimiento y el apoyo en los momentos más complicados.

Estar en una relación de pareja que implique el crecimiento representa ser parte de un proyecto que te permite mantener tu individualidad, atender a tus necesidades personales y mostrarte tal y como eres.

Julia Marquez Arrico

sábado, diciembre 15, 2018

La fábula de Andrés, o nadie es indispensable

La fábula de Andrés nos habla de un contable extraordinario. Nos referimos a un joven brillante y ambicioso que quería llegar tan lejos como le fuera posible. Terminó la universidad con buenas calificaciones y por eso fue recomendado por sus profesores para trabajar en una prestigiosa empresa, en la que comenzó como auxiliar.

 
 
El buen Andrés fue el primero en llegar y el último en irse. Quería empaparse totalmente del funcionamiento de la empresa. Su objetivo era llegar a saber tanto y a ser tan eficiente que la compañía pudiera llegar a pensar que era imprescindible. Por eso no ahorraba ningún esfuerzo en su labor.

Así, con esta motivación a modo de motor, la calidad del trabajo de Andrés era muy alta. Así que su jefe decidió darle un ascenso. Como en el cargo anterior, Andrés se desempeñó con excelencia en su nuevo puesto. Esta vez incrementó su dedicación. Cuando no estaba trabajando, estaba leyendo sobre su trabajo o ensayando nuevos métodos que le hicieran más eficiente. Se convirtió en alguien muy respetado dentro de la empresa.

“La pasión es una obsesión positiva. La obsesión es una pasión negativa”.
-Paul Carvel- 

Una nueva responsabilidad

Nos cuenta la fábula de Andrés que todos comentaban acerca de las grandes cualidades del joven. Pasaron tan solo dos años y la junta directiva tomó la decisión de nombrarlo gerente de contabilidad. Nadie mejor que él para desempeñar ese cargo. Se lo había ganado a pulso y las cuentas de la compañía no podían quedar en mejores manos.

Cuando Andrés ocupó el puesto directivo, se incrementó su obsesión por evitar el fantasma del error. Ya no trabajaba 8 horas, sino 12 cada día. Comenzó a sentir temores inexplicables. Por alguna razón pensaba que los demás querían su posición, ya que tenía un salario envidiable y un prestigio notable dentro de la empresa. De ahí, nació una desconfianza que le terminaría envenenando.

Como directivo que era, tenía que dirigir el trabajo de otros. Sin embargo, la fábula de Andrés nos cuenta que en este punto él se volvió muy receloso. No orientaba a nadie con fluidez, sino que daba las menos indicaciones posibles. Pensaba que si le daba demasiada información a sus subalternos, tal vez alguno de ellos podría igualarle en conocimientos y quitarle su flamante cargo. Al poco tiempo, ya nadie le preguntaba nada.

Un cambio inesperado

Dice la fábula de Andrés que todo marchaba bien para el nuevo gerente, pero un par de años después de comenzar a ejercer su cargo, el presidente de la compañía le pidió en persona que entrenara a Juan. Este era otro joven que llegó a la empresa para ser la mano derecha a Andrés, ya que todos lo veían sobrecargado de trabajo. Por supuesto, a Andrés no le cayó nada bien esta nueva situación.

Como era su costumbre, en lugar de entrenar a Juan, lo que hizo fue darle unas instrucciones mínimas. Juan lo notó y no insistió. Más bien se dedicó a averiguar por sí mismo los pormenores de la actividad con gente de otros departamentos. Preguntaba aquí y allá. Así logró tener un buen desempeño y compensar los fallos en su entrenamiento.

Pasaron otros cinco años y la junta directiva anunció que iba a seleccionar un nuevo gerente general de la compañía. Andrés, que se ocupaba de muchas cuestiones relevantes en la empresa, pensó que había llegado su gran momento. Se hizo una selección minuciosa y al final quedaron solo dos candidatos: Andrés y Juan. 

La moraleja de la fábula de Andrés

Contra todos los pronósticos, Juan fue elegido como gerente general. Andrés no podía creerlo. Ningún empleado era tan eficiente como él. No entendía cómo le habían arrebatado el cargo. Sin embargo, la junta directiva le explicó que él era insustituible como gerente de contabilidad. Nadie podía hacer ese trabajo mejor que él, así que debía permanecer en ese cargo.

Más adelante, los empleados de contabilidad fueron invitados a un curso de capacitación. Andrés quería asistir, pero no logró hacerlo. Como tenía acaparadas casi todas las funciones y trabajaba 12 horas al día, era imposible que tuviera tiempo suficiente para asistir al curso.

Lamentablemente, la capacitación trataba sobre nuevas formas de trabajo y nuevos programas informáticos para la compañía. Como Andrés no había asistido, en pocos meses su carencia en cuanto a formación se hizo patente. No lograba adaptarse a los cambios.

Además, el software nuevo realizaba varias de las funciones en las que Andrés se había especializado. Por consideración a su antigüedad, fue reasignado a un puesto menor y no le despidieron. Y es así como la fábula de Andrés nos enseña que las obsesiones nos ciegan y en muchas ocasiones hacen real aquello que tanto tememos.

Edith Sánchez