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martes, diciembre 12, 2017

Todas las emociones son aceptables, todos los comportamientos no

Todos tenemos derecho a sentir cualquier tipo de emoción, todos tenemos experiencias que nos hacen vivir en nuestro cuerpo y nuestra mente sentimientos diferentes. En este sentido, todas las emociones que vivimos son aceptables, pero lo que no podemos aceptar es cualquier tipo de expresión o canalización de los comportamientos que puedan emerger de esas emociones. 


 
Nuestro trabajo se encuentra en identificar las emociones, en reconocerlas antes de que nos dominen y que no podamos imponerles nuestro control. A partir de ahí, saber darles una salida que no perjudique a nadie y que nos permita expresar, controlar y canalizar aquello que sentimos.

A veces las emociones surgen sin que pueda mediar una anticipación. Casi de forma automática sentimos rabia, sentimos ira, sentimos venganza y no es que no debamos sentir esto. Otra cosa es permitirles que tomen el timón. Sentir significa que estamos vivos, vivenciarlo en nosotros es sentir que algo nos importa; es natural, pero en el momento en el que las emociones toman el control de nosotros y nos hacen hablar sin haber podido pararnos a pensar y calmarnos, pierden todo su poder positivo, y con él, pierde valor cualquiera de nuestros actos que deriven de ella. 

“En el conocimiento de nuestros miedos y patrones emocionales inconscientes está la clave de nuestra libertad”.
-Elsa Punset-

¿Se pueden controlar las emociones?

Existen emociones que surgen sin darnos cuenta, casi de forma automática, que aparecen casi al instante de que ocurra la acción. Por ejemplo, vemos a una persona que nos sigue en un callejón oscuro y aparece el miedo, nos hacen un regalo y nos ponemos felices.

La manera en la que nos hablamos, es decir, la manera en que pensamos, nos hace potenciar lo que sentimos, nos hace analizar la situación y es la que también contribuye a que aparezcan unas emociones u otras. Por ejemplo si seguimos caminando por ese callejón y vemos a alguien detrás, podemos calmar nuestro miedo si pensamos o nos decimos a nosotros mismos que es alguien que vive en el edificio de la izquierda, al contrario que si pienso que camina justo detrás de mí y lleva un arma para atacarme.

Por ello, puede que a veces nuestras emociones aparezcan al instante, pero nuestra forma de reaccionar estará mediada por nuestros pensamientos y nuestra intervención interior y aquí es donde está nuestro margen para actuar. Tomarnos nuestro tiempo para analizar qué siento, y por qué, dar el espacio a la emoción y mediar con nuestro pensamiento para que se cree un enlace directo entre la emoción y la acción. Sino que nuestro poder se encuentre en recapacitar y tomarnos un tiempo antes de actuar. 

No todos los comportamientos son justificables

Quizás el error esté en pensar que por sentir algo tenemos derecho a actuar como nos nazca y no es así, la libertad de mis actos acaba cuando empieza la de los demás y por ello una determinada emoción nunca puede justificar una violación de los derechos de los demás. El poder de mi libertad también reside en el control sobre mis actos.

Puedo sentir rabia, y es aceptable, puedo sentir rencor y es aceptable, puedo sentir odio y también será aceptable, pero nunca lo será hacer daño a los demás a causa de mi enfado o de mi rabia si no es estrictamente en defensa propia. Toda emoción es justificable pero no todos los comportamientos.

De esta manera, es nuestra obligación aprender a canalizar todas las emociones que nos hacen daño, a darles una salida que sea beneficiosa para todos, una salida que me alivie y me permita expresar lo que siento. Todo nuestro poder está en nosotros y en la gestión que hacemos de lo que ocurre en nuestro interior. Somos libres de sentir, e incluso de recrearnos en cualquier tipo de emoción, pero somos también responsables de los actos que emprendamos motivados por ellas.

Adriana Díez

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