Nuestro cuerpo es una de las partes más importantes de nuestro paso por este planeta.
Nos acompaña en todo momento. Nos da un hogar donde estar. Nos permite sentir el mundo que nos rodea.
Y también, a veces, nos hace sufrir.
Pero no es culpa suya. En realidad somos nosotros los que causamos el dolor. No conocemos a nuestro propio cuerpo, y este desconocimiento impide que conectemos plenamente con él.
En realidad, nuestro cuerpo tiene un poder sin límites.
Y podemos activarlo cuando queramos y convertirlo en lo que realmente es: un cuerpo de luz.
Y también, a veces, nos hace sufrir.
Pero no es culpa suya. En realidad somos nosotros los que causamos el dolor. No conocemos a nuestro propio cuerpo, y este desconocimiento impide que conectemos plenamente con él.
En realidad, nuestro cuerpo tiene un poder sin límites.
Y podemos activarlo cuando queramos y convertirlo en lo que realmente es: un cuerpo de luz.
Qué Es Tu Cuerpo
El primer paso para conectar plenamente con nuestro cuerpo es tomar conciencia de qué es exactamente.
¿Te has hecho esta pregunta alguna vez?
¿Qué es exactamente tu cuerpo? ¿De qué está hecho?
Normalmente, percibimos a nuestro cuerpo como un conjunto de elementos biológicos: piel, músculos, huesos, órganos, etc.
Pero más allá de esto, nuestro cuerpo es algo mucho más profundo: materia. Nuestro cuerpo físico está hecho de materia.
Es posible que, al ver esta afirmación, no te parezca nada sorprendente. Sí, Jan, esto ya lo sé. El cuerpo está hecho de materia, igual que todas las demás cosas físicas. No estás diciendo nada que no sea obvio.
Y tienes razón, es obvio que nuestro cuerpo está hecho de materia. Pero esto abre otra pregunta que no es obvia en absoluto.
¿Qué es la materia?
Esta es una de las preguntas que hace más tiempo que los científicos intentan responder, y aún no lo han conseguido del todo.
Resumiéndolo muy brevemente, a lo largo de los últimos años los científicos han descubierto que toda la materia está hecha de átomos. Y que los átomos, a su vez, están hechos de dos partículas fundamentales: electrones y quarks. Aún no saben qué son exactamente los electrones y los quarks, ni de qué están hechos, así que la respuesta no es definitiva, pero sin duda se ha avanzado mucho.
Una de los descubrimientos más sorprendentes fue ver que los electrones y los quarks no están pegados los unos a los otros, sino todo lo contrario. Están muy separados. Los electrones y los quarks están a una gran distancia los unos de los otros, y entremedio hay un gran espacio vació. Y esto significa que toda la materia, que a primera vista parece maciza, en realidad está llena de espacio vacío. La materia es básicamente espacio vacío, con algunas partículas diminutas de vez en cuando.
Esto cambia completamente la visión que tenemos de nuestro cuerpo. Normalmente, nos vemos a nosotros mismos más o menos así:Pensamos que somos sólidos y macizos, y que las diferentes partes de nuestro cuerpo están fuertemente unidas. Y pensamos también que todo es muy rígido: no se pueden mover las partes del cuerpo de un lugar a otro fácilmente, ni tampoco se pueden separar y luego volver a unir.
Pero en realidad somos algo así:No somos un bloque sólido de materia. Ni siquiera somos un conjunto de bloques sólidos. Somos un conjunto de partículas extremadamente diminutas que flotan en un mar de espacio vacío.
Y las partículas no se tocan nunca las unas a las otras.
Cada una de ellas es totalmente libre.
Cómo Se Mantienen Unidas las Partículas de Tu Cuerpo
Una duda importante que surge cuando nos damos cuenta de que nuestro cuerpo, aparentemente sólido y macizo, en realidad está hecho de partículas diminutas que no se tocan es: ¿y cómo se mantienen juntas estas partículas?
Esta es una pregunta muy importante.
Si buscamos en un libro de ciencia, leeremos que las partículas se mantienen unidas por una serie de fuerzas, y que estas fuerzas siguen unas leyes físicas aparentemente inmutables.
Pero esto no es del todo correcto.
La palabra “fuerza” no es la más apropiada para hablar de este fenómeno, porque parece indicar que hay algo físico que mantiene atrapadas a las partículas. Y esto no es cierto.
Las partículas son totalmente libres. Nada las toca y nada las retiene.
Lo que las mantiene en su lugar no es ninguna fuerza, sino información. Lo que la ciencia denomina “fuerzas” en realidad es información.
Cada partícula de tu cuerpo es totalmente libre, pero no es indiferente a su entorno. Las partículas saben que forman parte de un sistema más grande, y ponen de su parte para integrarse en él. Concretamente, están atentas a unas determinadas fuentes de información y actúan en función de lo que reciben.
Es como si hubiera una emisora de radio que está constantemente emitiendo información sobre cómo las partículas deben comportarse. Las partículas la reciben y actúan en función de ello. Pero no lo hacen porque algo las obligue a hacerlo. No hay ninguna “fuerza”. Lo hacen porque quieren.
Sin duda, este es un tema muy complejo que se merece un libro entero, pero para no alargar demasiado el artículo lo resumo un poco. Las fuentes de información que reciben las partículas son básicamente dos:
Por ejemplo, imagínate que un electrón va por el espacio y se encuentra con otro electrón. Lo primero que hace es enviarle un mensaje que dice más o menos “hola, soy un electrón.” El otro electrón recibe su mensaje y le contesta “hola, yo también soy un electrón.” Una vez han completado este intercambio, los dos electrones consultan las leyes de la Tierra y ven que en un lugar pone “los electrones se repelen los unos a los otros.” Así que los dos electrones cumplen esta ley y se alejan el uno del otro.
Este fenómeno es el que observan los científicos. Ven que los electrones se alejan los unos de los otros y piensan: aquí debe haber una fuerza que separa los electrones. La llamaremos fuerza electromagnética.
Pero en realidad no es una fuerza. Es información. Los electrones podrían acercarse si quisieran. Pero cumplen con la información que reciben.
Una duda importante que surge cuando nos damos cuenta de que nuestro cuerpo, aparentemente sólido y macizo, en realidad está hecho de partículas diminutas que no se tocan es: ¿y cómo se mantienen juntas estas partículas?
Esta es una pregunta muy importante.
Si buscamos en un libro de ciencia, leeremos que las partículas se mantienen unidas por una serie de fuerzas, y que estas fuerzas siguen unas leyes físicas aparentemente inmutables.
Pero esto no es del todo correcto.
La palabra “fuerza” no es la más apropiada para hablar de este fenómeno, porque parece indicar que hay algo físico que mantiene atrapadas a las partículas. Y esto no es cierto.
Las partículas son totalmente libres. Nada las toca y nada las retiene.
Lo que las mantiene en su lugar no es ninguna fuerza, sino información. Lo que la ciencia denomina “fuerzas” en realidad es información.
Cada partícula de tu cuerpo es totalmente libre, pero no es indiferente a su entorno. Las partículas saben que forman parte de un sistema más grande, y ponen de su parte para integrarse en él. Concretamente, están atentas a unas determinadas fuentes de información y actúan en función de lo que reciben.
Es como si hubiera una emisora de radio que está constantemente emitiendo información sobre cómo las partículas deben comportarse. Las partículas la reciben y actúan en función de ello. Pero no lo hacen porque algo las obligue a hacerlo. No hay ninguna “fuerza”. Lo hacen porque quieren.
Sin duda, este es un tema muy complejo que se merece un libro entero, pero para no alargar demasiado el artículo lo resumo un poco. Las fuentes de información que reciben las partículas son básicamente dos:
- La primera son las demás partículas de su alrededor. Las partículas se envían mensajes entre ellas, y en función de lo que reciben hacen una cosa u otra. Esto es muy parecido a lo que hacemos las personas. También nos comunicamos entre nosotros, y en función de lo que nos decimos actuamos de una manera u otra.
- Y la segunda fuente son las leyes físicas de la Tierra. Este es un tema muy profundo, pero las leyes físicas de la Tierra están “escritas” energéticamente en un lugar. Y las partículas reciben esta información continuamente.
Por ejemplo, imagínate que un electrón va por el espacio y se encuentra con otro electrón. Lo primero que hace es enviarle un mensaje que dice más o menos “hola, soy un electrón.” El otro electrón recibe su mensaje y le contesta “hola, yo también soy un electrón.” Una vez han completado este intercambio, los dos electrones consultan las leyes de la Tierra y ven que en un lugar pone “los electrones se repelen los unos a los otros.” Así que los dos electrones cumplen esta ley y se alejan el uno del otro.
Este fenómeno es el que observan los científicos. Ven que los electrones se alejan los unos de los otros y piensan: aquí debe haber una fuerza que separa los electrones. La llamaremos fuerza electromagnética.
Pero en realidad no es una fuerza. Es información. Los electrones podrían acercarse si quisieran. Pero cumplen con la información que reciben.
Las Leyes que Guían a Tu Cuerpo
Si entendemos que las partículas de nuestro cuerpo se rigen por la información que reciben, enseguida veremos que esta información es muy importante. Determina una gran parte de nuestra vida.
La pregunta es: ¿y cuál es esta información?
¿Qué les dice el universo a las partículas de la materia sobre cómo deben comportarse?
A día de hoy, es una información muy rígida. Hay unas leyes muy cerradas que dicen qué deben hacer las partículas y qué no deben hacer.
No entraremos hoy en por qué esto es así –hay un buen motivo para ello–, pero básicamente hay dos indicaciones que las partículas reciben constantemente:
- La primera es que, si forman parte de un elemento sólido, deben intentar mantenerse cerca de las partículas de su alrededor. Si algo intenta alejarlas excesivamente de sus vecinas, deben resistirse para intentar que no suceda.
- Y la segunda es que, si las partículas de otro objeto se acercan mucho y hacen mucha fuerza, entonces al final sí deben separarse. Y en este caso, deben quedarse separadas. No deben volver a unirse cuando el otro objeto se aparte.
Si te fijas, esto es lo que sucede con cualquier sólido. Si intentas cortar un trozo de madera con un cuchillo grande, al principio la madera se resistirá. Las partículas de la madera intentarán que el cuchillo no la atraviese. Pero si aprietas fuerte al final cederán, y quedarán dos trozos de madera separados. Las partículas de la madera no volverán a su estado anterior.
Pero es muy importante entender bien que no es que la madera y el cuchillo estén chocando ni nada parecido. En realidad es un acuerdo entre todas las partículas que forman parte del proceso. Si quisieran, las partículas del cuchillo podrían pasar tranquilamente entre las partículas de la madera sin tocarlas. O las partículas de la madera podrían separarse para que pasara el cuchillo y luego volverse a unir. Pero no lo hacen porque tienen instrucciones precisas de comportarse de otra manera.
La siguiente imagen muestra esta idea gráficamente:
Las partículas del cuchillo podrían pasar perfectamente entremedio de las de la madera, o las de la madera podrían apartarse y luego volverse a unir. Nada se lo impide, salvo su propia voluntad de no hacerlo.
Esta es la razón por la que, si intentas atravesar una parte de tu cuerpo con un objeto, de entrada parecerá que no puedes. Las partículas de tu piel, de tus músculos y de tus huesos intentarán mantenerse unidas, y las del objeto no pasarán.
Pero si aprietas muy fuerte, al final las partículas de tu cuerpo se apartarán y se producirá una herida grave, porque una vez separadas no volverán a su lugar. Si alguien se corta un dedo, las partículas del dedo se alejarán de las partículas del resto de la mano, y no harán nada para volver.
Pero no es que no puedan hacerlo. Es simplemente una cuestión de información: la información que les dice cómo deben actuar.
La gran pregunta es, ¿qué sucedería si la información que tuvieran fuera diferente? ¿Qué pasaría si algo les dijera a las partículas que no hace falta que se resistan tanto? ¿Qué pasaría si algo les dijera que pueden moverse libremente, con la única salvedad de que deben volver luego a su lugar para mantener la integridad del cuerpo?
Pues que las partículas lo harían.
Y entonces nuestro cuerpo cambiaría completamente.
¿Qué pasa si le clavas un cuchillo al agua? No pasa absolutamente nada, ¿verdad? Las partículas del agua se apartan para dejar pasar al cuchillo, y cuando el cuchillo se va, vuelven a su lugar. No puedes herir al agua, porque sus partículas son libres.
Pues con nuestro cuerpo pasa lo mismo. Si les diéramos la información adecuada a nuestras partículas, no habría ninguna manera de herirnos. Ante cualquier amenaza, las partículas se apartarían y luego volverían a su lugar.
Y esto es algo que podemos hacer.
Esta es la razón por la que, si intentas atravesar una parte de tu cuerpo con un objeto, de entrada parecerá que no puedes. Las partículas de tu piel, de tus músculos y de tus huesos intentarán mantenerse unidas, y las del objeto no pasarán.
Pero si aprietas muy fuerte, al final las partículas de tu cuerpo se apartarán y se producirá una herida grave, porque una vez separadas no volverán a su lugar. Si alguien se corta un dedo, las partículas del dedo se alejarán de las partículas del resto de la mano, y no harán nada para volver.
Pero no es que no puedan hacerlo. Es simplemente una cuestión de información: la información que les dice cómo deben actuar.
La gran pregunta es, ¿qué sucedería si la información que tuvieran fuera diferente? ¿Qué pasaría si algo les dijera a las partículas que no hace falta que se resistan tanto? ¿Qué pasaría si algo les dijera que pueden moverse libremente, con la única salvedad de que deben volver luego a su lugar para mantener la integridad del cuerpo?
Pues que las partículas lo harían.
Y entonces nuestro cuerpo cambiaría completamente.
¿Qué pasa si le clavas un cuchillo al agua? No pasa absolutamente nada, ¿verdad? Las partículas del agua se apartan para dejar pasar al cuchillo, y cuando el cuchillo se va, vuelven a su lugar. No puedes herir al agua, porque sus partículas son libres.
Pues con nuestro cuerpo pasa lo mismo. Si les diéramos la información adecuada a nuestras partículas, no habría ninguna manera de herirnos. Ante cualquier amenaza, las partículas se apartarían y luego volverían a su lugar.
Y esto es algo que podemos hacer.
Cómo Convertir Tu Cuerpo en un Cuerpo de Luz
Actualmente no tenemos un cuerpo de luz, sino un cuerpo sólido y pesado, porque nuestras partículas no se comportan como partículas libres.
Pero es solo una cuestión de información. No hay nada que “ate” realmente a las partículas, ni tampoco nada que les impida volver a su lugar cuando se separan. Podrían hacerlo perfectamente si alguien les diera las instrucciones apropiadas.
Y ese alguien eres tú.
Tú puedes comunicarte directamente con las partículas de tu cuerpo para darles instrucciones nuevas. Puedes decirles que se comporten de una manera totalmente diferente.
Lo único que hay que tener claro es que no es un proceso que se pueda hacer fácilmente en dos días. Implica un gran cambio de conciencia, y esto requiere tiempo. Pero podemos empezar a ponerlo en marcha.
La idea es muy simple. En primer lugar, toma conciencia de que tu cuerpo no es sólido, sino que está hecho de millones de partículas diminutas que flotan en el espacio. Estas partículas no se tocan las unas a las otras, ni están atadas de ninguna manera.
Cada una de las partículas de tu cuerpo es libre y actúa según su propia voluntad. Nada las obliga a hacer nada. Lo que pasa es que son plenamente conscientes de que forman parte de un sistema más grande, y lo respetan profundamente. Por esta razón, escuchan las indicaciones que el universo les envía sobre cómo deben actuar, y las cumplen.
Las indicaciones que están recibiendo a día de hoy son las que son por un buen motivo. Forman parte de la misión de la humanidad en la Tierra. Pero no tienen porqué ser así para siempre. De hecho, uno de nuestros retos es darnos cuenta de esto y cambiarlas.
La manera de hacerlo es simplemente hablar directamente con las partículas de nuestro cuerpo.
Siéntelas y habla con ellas. Puedes decirles lo que quieras y darles las instrucciones que quieras. El único requisito es que lo hagas con intenciones sinceras y puras. No hagas nada por vanidad ni por ego. Hazlo siempre con amor.
Diles que son libres. Diles que las amas. Y pídeles que hagan siempre lo más apropiado para mantener la integridad del organismo.
Las partículas de tu cuerpo tienen un potencial ilimitado. No hay nada que no puedan hacer.
Y están esperando tus indicaciones para hacerlo.
Un gran abrazo,
Jan
www.jananguita.es
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