Seguir adelante no es una opción, es una obligación. Un tendón psíquico indiscutible. La aleación de un material luminoso y resistente que debe recubrir nuestro corazón para permitirnos avanzar, como si nada fuera tan importante como para quitarnos la esperanza, como si nadie fuera tan valioso como para arrebatarnos la oportunidad de ser felices una vez más.
Todos lo hemos experimentado alguna vez, todos nos hemos quedado estancados en un momento puntual de nuestras vidas. Cuando esto ocurre, nuestro universo se tergiversa, quedamos boca abajo y desafinados, anclados en una dimensión extraña, asfixiante. Y lo sabemos, sabemos muy bien que aquello que se queda quieto o aferrado a algo se estropea y que como el agua estancada, todo empieza a oler mal.
“El secreto para seguir adelante es comenzar”
-Mark Twain-
Cuando atravesamos momentos complicados y adversos hay una parte de nuestro cerebro que nos anima a seguir adelante. Es la voz de la lógica, esa que se alinea con lo que nos dicen nuestras personas más cercanas al darnos ánimos y preocuparse por nosotros e intentar ofrecernos el mejor apoyo y las mejores palabras. Sin embargo, hay otra parte de nuestro cerebro resistente al cambio y adherida por completo a esos hechos dolorosos que le han quitado la calma y ante todo, la sensación de seguridad que tenía no hace mucho.
Desprendernos de algo o de alguien, dejar a un lado aquello que nos identificaba como un trabajo o una amistad, implica que todo nuestro ser entre en estado de alarma. Una situación compleja que es necesaria gestionar de forma adecuada, meticulosa y sabia.
Más allá de apartar de nuestro frente todo ese cúmulo de emociones negativas que nos atenazan, es conveniente situarnos ante ese nudo emocional para entenderlo y desenredarlo. Una tesitura compleja que si controlamos y desciframos nos ofrecerá el impulso necesario para seguir adelante.
Seguir adelante es la única opción válida (y lo sabemos)
A veces, infravaloramos la maravillosa capacidad de resistencia y superación que cada uno de nosotros tenemos en nuestro interior, justo en nuestro corazón. Un diamante en bruto indestructible capaz de iluminar nuestros caminos. Para profundizar sobre esta idea vale la pena conocer una pequeña historia que sin duda, nos hará reflexionar y asumir más de una conclusión.
La historia de un mensaje se perdió en una vieja librería
Todos nos hemos encontrado alguna vez con el famoso cartel que luce la siguiente frase “Keep Calm and Carry On”. Mantener la calma y seguir adelante es posiblemente uno de los mensajes más vendidos en el campo del crecimiento personal. Sin embargo, su origen es especialmente curioso. Para descubrirlo debemos viajar a la Segunda Guerra Mundial y a la capital británica, al Londres de 1940.
El gobierno sabía que la situación que atravesaba el Reino Unido no podía ser más complicada. La guerra estaba en su peor momento y las bombas del ejército alemán estaban azotando las ciudades de forma casi regular. Necesitaban instrumentos defensivos, y no solo referentes a la armamentista, necesitaban subir la moral de la población, alimentar la conocida flema estoica británica para que los ánimos no decayeran ante semejante contexto.
Para ello diseñaron varios carteles con el fin de pegarlos en las calles. Así, se crearon varias propuestas como “Your Courage, Your Cheerfulness, Your Resolution will bring us Victory” (Tu coraje, alegría y determinación nos dará la victoria) y “Keep Calm and Carry On”. Fue este último el cartel elegido y para el cual, se imprimieron más de dos millones de copias. Cabe decir que para este proyecto se invirtió un buen pellizco del presupuesto general.
Ahora la pregunta es ¿sirvió de algo este llamativo y bien intencionado cartel? La respuesta es sencilla: no hizo falta. Estos carteles nunca llegaron a aparecer en las calles. Winston Churchill consideró que no eran adecuados porque los ingleses no necesitaban mensajes paternalistas. Las personas ya sabían muy bien que la única opción posible era seguir adelante, luchar y confiar. El ser humano ya dispone de ese mecanismo propio para sacar fuerzas de la adversidad, resistir y seguir adelante…
Colocar esos mensajes en las calles era poco más que una broma y una burla. De ahí que se escondieran, se ocultaran y se destruyera buena parte de ellos, con el fin de que nadie descubriera que habían invertido una considerable cantidad de dinero en algo que, sencillamente, no hizo falta.
No fue hasta el año 2000 cuando casualmente se encontró una parte de ellos en una vieja librería. El hallazago fue tan sorprendente que no tardó en sacarse a la luz y en popularizarse una frase creada varias décadas antes…
“El éxito es ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”
-Winston Churchill-
Seguir adelante a pesar de todo, cuestión de entusiasmo y confianza
Puede que lo sepamos, que una parte de nosotros nos recuerde que el ser humano está hecho de un material indestructible, y que está en sus genes resistir y persistir. Sin embargo… ¿qué podemos hacer cuando hemos perdido el entusiasmo? ¿cómo reaccionar cuando tenemos los pies atrapados, el corazón apagado y la mente habitada por pensamientos negativos?
Claves para seguir adelante sin desfallecer en el intento
- Siente tus emociones. Lo señalábamos al inicio, debemos ser capaces de profundizar en nuestro ovillo emocional, tomar conciencia de las emociones negativas y comprenderlas, desmenuzarlas, hacerlas nuestras y canalizarlas para que, poco a poco, pierdan intensidad.
- ¿Qué mereces? Piensa en ello, profundiza en esa cuestión y haz un listado de lo que mereces como persona: ser feliz, tener otra oportunidad, ser más libre, responsabilizarte de ti mismo, amar y ser amado, alcanzar el éxito, volver a ilusionarte…
- Observa cómo tus pies tocan el suelo. Puede parecer una tontería, pero algo tan simple como sentir cómo nuestros pies tocan el suelo nos ofrece una sensación de seguridad y de movilidad. No estamos aferrados, tenemos la capacidad de movernos, de seguir adelante… De actuar.
- Practica la respiración profunda y la meditación. Conectar con nosotros y con todo los que nos rodea es fundamental. Estas práctica nos ayudarán a centrarnos, a canalizar emociones y a despejar nuestra mente para tomar consciencia de otras perspectivas.
- Forma un grupo de personas resilientes. Entre tus amigos y familia hay personas que han pasado por lo peor y que sin duda, han salido adelante. Permítete aprender de ellas.
- Crea un mantra. Crea una frase que te sirva de aliento y motivación en tu día a día. Aquí tienes unos ejemplos: “yo merezco”, “yo soy valiente”, “me esperan cosas asombrosas, estoy preparado para ir a por ellas”.
Valeria Sabater
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