Esa voz en tu cabeza que te guía y que toma la palabra cuando te preguntas quién eres… se llama ego. Pero, ¿sabes qué es en realidad? El ego es el producto de las emociones, los pensamientos y los recuerdos que has ido acumulando a lo largo de toda tu historia. Pero, también, tiene que ver con determinadas creencias que hacen que veas la realidad de una determinada manera y que creas que esa es la única verdadera.
El ego tiende a asumir etiquetas, como una nacionalidad o una raza. También se identifica con todo aquello que tú posees, incluso la imagen que das de cara a la sociedad. Pero, ¿qué pasa si en algún momento pierdes esto? ¿Qué ocurre si tienes que renunciar a tu nacionalidad porque te vas a otro país o si pierdes tus posesiones?
En el momento en el que todo aquello con lo que te identificabas desaparece, te sumes en un vacío existencial, pues crees que has perdido tu identidad. Este vacío vital ocurre porque te olvidas de que tú no eres esa voz en tu cabeza. Tú no eres tu ego, aunque tu ego sí forme parte de ti.
“La mentira mayor es el ego”
-Alejandro Jodorowsky-
¿Cuál es la función de esa voz en tu cabeza?
Quizás estés pensando que si el ego es, de alguna manera, “negativo”, ¿por qué está ahí y por qué nos resulta tan difícil evitar que dirija nuestra vida? Lo cierto es que el ego no es más que un mecanismo para sobrevivir en la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Porque ya desde que nacemos, inconscientemente, vamos construyendo nuestro ego.
¿Qué hacen los progenitores en cuanto tienen un bebé? Le ponen un nombre, primera identificación. Después, ese bebé empieza a crecer y comprende que hay palabras posesivas como “mío” que le permiten poseer cosas e identificarse con ellas “este muñeco es mío, no tuyo”.
Cuando sigue creciendo, su entorno le enseña reglas y costumbres, comprenderá qué es lo que puede y lo que no puede hacer y empezará a comportarse de una manera determinada. Además, también se empapará de las creencias que predominen en su familia “todos los hombres son iguales”, “si dices que no a todo, las personas no te querrán”…
Esa voz en tu cabeza te permite sobrevivir, aprendiendo las reglas del juego que rigen la vida de una manera rápida para, así, poder adaptarte. Sabes que de esta forma puedes conseguir que te amen y que los demás te presten atención. Sin embargo, el ego busca siempre en el exterior, haciéndote creer que necesitas parejas, muchos amigos y la aprobación externa para ser feliz. Pero, en realidad, esto no es así.
“El ego es la individualidad artificial creada por la familia y la sociedad. Tu jaula mental”
-Alejandro Jodorowsky-
Detrás del ego, está tu verdadero yo
Para romper con esa identificación con el ego, es importante que reflexiones sobre la diferencia que hay entre lo que pueda dictarte esa voz y la persona que eres en realidad. Cada vez que juzgues a alguien o que te compares con alguien, tienes que saber detenerte y decir “espera, este no soy yo, esto solo es lo que dice mi ego que soy”.
Es esa voz en tu cabeza la que te va a gritar “aquel es mejor que tú”, la que te va a hacer sentir poco válido y la que te va a ayudar a cultivar una baja autoestima. Es esa voz la que propiciará que siempre te sientas inseguro, incluso en aquellas situaciones en las que sabes que eres bueno, que tienes potencial. Es con esto con lo que te tienes que quedar.
Detrás del ego, está tu yo. Un yo al que no sueles escuchar, pero que grita mucho, créeme. Un yo que te dice “deja a esa pareja que te maltrata”, pero cuya voz de tu ego hace apenas audible con pensamientos como “¿qué será de ti a tu edad y sin pareja? Mejor, déjate estar”.
A pesar de que esa voz en tu cabeza te ha permitido sobrevivir desde que has nacido para adaptarte a la sociedad en la que te ha tocado vivir, hay una línea a partir de la cual deja de ayudarte y se pasa al bando enemigo. Así, salvo que la eduques, siempre que pueda hará que te compares, que sientas que son los demás los que pueden hacerte feliz o infeliz… Además, a medida que pasen los años, probablemente, esa identificación se hará más fuerte.
Libérate de la necesidad de tener fama, de ganar, de tener siempre la razón, de ser superior, de tener más. Libérate de la necesidad de apegarte a cosas y a personas, libérate de sentirte ofendido cuando te digan algo que no te gusta. Esa voz en tu cabeza es tu ego, dómala.
Haz todo lo contrario. Desvincúlate de él, cuestiónalo. El ego, en ocasiones, es un gran mentiroso e identificarte con él es un gran error. No será fácil conseguir que se haga un lado a un lado, restarle autoridad a su voz; de hecho, puede que incluso te haga dudar de si puedes ser algo sin él. Tápate los oídos. El ego en muchas ocasiones solo es un farsante, la voz de tus miedos.
Raquel Lemos Rodríguez
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