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domingo, noviembre 12, 2017

5 claves para aprender a reírse de uno mismo

Aprender a reírse de uno mismo es el camino más sencillo hacia la paz interior. También hacia la resiliencia y la bondad. No es tan fácil como parece, ni se trata de una capacidad que nazca de la noche a la mañana. Solo los más evolucionados o los más afortunados, lo consiguen.



Para aprender a reírse de uno mismo es necesario haber alcanzado un buen nivel de autoconocimiento. Pero sobre todo, un elevado grado de autoaceptación. Si se tiene la fortuna de haber crecido en un ambiente que facilitaba esas capacidades, maravilloso. Si no, es necesario realizar un trabajo diario para adquirirlas o acrecentarlas.

Vivimos en una sociedad en donde todos juzgan a todos. Y lo hacen, muchas veces, sin ningún tacto. Esto es fruto de la inseguridad colectiva. Sin embargo, a una buena cantidad de personas les asustan esos juicios. Aprender a reírse de uno mismo es una vía para independizarse de la opinión de los demás. ¿Cómo lograrlo? Aquí hay algunas claves.

“Felices los que saben reírse de sí mismos, porque nunca terminarán de divertirse”.
-Santo Tomás Moro-

1. Compagina el ser y el querer ser

Una cosa es lo que somos y otra lo que quisiéramos ser. Parece algo muy claro, pero a veces no lo es tanto. Con frecuencia, confundimos ambos aspectos. Esto sucede especialmente si nos han inculcado un “deber ser” muy rígido, razón por la cual no distinguimos entre la realidad y las expectativas que nos formamos. Cuando esto ocurre es como si siempre estuviéramos en deuda.

Ese “querer ser” y “deber ser” nos impide apreciar y valorar lo que somos. Por ejemplo, somos de estatura baja, pero hemos escuchado tantas burlas o mensajes en contra de los bajitos, que al final despreciamos esa característica nuestra.

Nos intimidamos con los altos o nos ponemos unos aterradores tacones para camuflarnos. En lugar de aprovechar todas aquellas situaciones en las que venir en envase más pequeño es una ventaja. O reírnos de la estatura cuando, ni de puntillas alcanzamos…

2. Desarrolla la inteligencia egoísta

Para aprender a reírse de uno mismo se necesita bajar el volumen al narcisismo y subírselo al egoísmo sano. El narcisismo tiene que ver con el sentimiento de orgullo personal. El egoísmo sano, con buscar el bien y el beneficio para uno mismo, antes que para otros.

Cuando se tiene un sentimiento de orgullo personal muy alto, resulta muy difícil aprender a reírse de uno mismo. En esos casos, hay un deseo de ser el mejor, el más bonito, el más inteligente… Como se trata de un deseo imposible, lo que prima es la frustración.

En cambio, al analizar las situaciones de forma egoísta, nos aceptamos como personas incompletas, que deben ante todo, ser fieles a sí mismas. Y resulta más fácil reírnos de nuestros errores o de nuestras fallas, sin tomar en cuenta si quedamos bien o mal con otros. Ahora bien, hablamos del egoísmo sano.

3. Juzgarse con bondad para aprender a reírse de uno mismo

A veces somos unos jueces implacables de nosotros mismos. Nos evaluamos con severidad. No aceptamos nuestros errores y nos fustigamos por ellos. Y muchas veces terminamos exigiéndonos más de lo que podemos dar.

Para aprender a reírse de uno mismo es necesario que antes aprendamos a mirarnos con benevolencia. Esto supone entender que somos seres falibles, incompletos e inacabados. Que hacer, decir o pensar erróneamente no es un grave pecado, sino una debilidad que nos hace más humanos y una oportunidad para mejorar y seguir creciendo.

4. Aprende a ser tu propio cómplice

Si uno no cuenta con uno mismo, no cuenta con nadie. En lugar de tener una voz interior severa e inflexible, deberíamos cultivar otra que sea de apoyo. Hacer esfuerzos por perdonarnos, en lugar de culparnos. Automotivarnos, en lugar de condenarnos. Apreciarnos, en lugar de regañarnos.

Quien sabe apoyarse a sí mismo no se vuelve más descuidado o negligente. Ser excesivamente severo con uno mismo solo conduce a nutrir el malestar emocional. En cambio, volverse más flexible y amigable, lleva a un mayor equilibrio. A una mejor relación con uno mismo.

5. Ejercitar la risa

Es bueno buscar la ocasión de reír diariamente. La risa es magnífica para la salud emocional, pero además nos ayuda a ser menos psicorrígidos. Facilita ese proceso de tomarnos la vida menos a pecho y permitir que todo fluya más espontáneamente. Al final, todo ello nos conduce a sentirnos mejor con nosotros mismos.

Aprender a reírse de uno mismo es fundamental para alcanzar y mantener la salud mental. También facilita mucho el desempeño social. Cuando logramos entender que los sentimientos de orgullo o de soberbia solo están ahí para estorbarnos, damos un gran paso. La humildad, en cambio, nos hace menos sensibles a las críticas, a las burlas y a las opiniones de los demás.

Edith Sánchez

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