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domingo, febrero 16, 2014

La meditación como fuente de salud



Para entender el sentido de las palabras es imprescindible buscar las raíces etimológicas. Meditar viene del verbo latino meditari: meditar, considerar, que deriva de la raíz indoeuropea med-: tomar medidas adecuadas, que dio del latín mederi: cuidar, tratar, de donde derivan las palabras médico, medicina o remedio.

Así pues, cuando meditamos nos estamos curando, estamos siendo nuestros propios médicos, nos tratamos. La medicina y las medicinas deberían ser nuestras formas de meditar y, como consecuencia, una forma diferente de ver la medicina.

Si de la raíz indoeuropea med- derivan las palabras de los que cuidan de nuestra salud y de lo que nos devuelve la salud o ayuda a restablecerla, bueno sería que también nosotros nos corresponsabilizáramos para darnos un espacio de cuidado hacia nosotros mismos a través de la meditación.

En la meditación podemos descubrir las raíces de nuestra enfermedad y la forma de restablecerla, ya que iniciamos una acción de cuidado hacía nosotros mismos. Además utilizamos algo tan esencial como la respiración, la conexión con lo más esencial, con el inicio de la vida y con el final de la misma. Como relatan los Vedas, la vida es una gran respiración que se inicia con la primera inspiración del nacimiento y acaba con la última expiración de la muerte.

En algunos tratados de medicina ayurvédica nos dicen que todos tenemos un número determinado de respiraciones dentro de esta gran respiración y que si las gastamos deprisa, nuestra vida acabará también deprisa. Por esta razón recomiendan la meditación donde la respiración se estabiliza y donde el ritmo se adapta al moderato tempo de la mente en calma.

Rajan Sankaran dice en El Espíritu de la Homeopatía que la enfermedad es una forma de adaptación del ser a una determinada circunstancia de la vida, a fin de poder restablecer el orden natural en el momento que esta circunstancia haya desaparecido. En la Homeopatía se considera que el origen de la enfermedad está en la mente. Los síntomas mentales, dice Hahnemann en El Organon de la Medicina, son los más importantes que debemos tener en cuenta para entender el origen de la enfermedad y para remediarla. De hecho los síntomas mentales son los que a la hora de considerar un caso en la repertorización homeopática se tienen como los de máximo interés, y cuanto más antiguos mejor. Es decir, lo que sucede en nuestra mente será causante de sufrimiento y de enfermedad, pero no solo lo que sucede en el momento presente sino lo que ha sucedido en edades tempranas y tal como nuestra mente ha vivido una circunstancia o un período. Los sueños, las manifestaciones de tristeza, depresión, ansiedad y todo lo que ha inducido a que se produzcan estos síntomas.

Toda la historia de un paciente es importante, lo que piensa, lo que ahora sucede y lo que sucedió, la mente que estaba viviendo en edad temprana y la mente que vive el momento presente. Por esto, la exploración de la mente es muy importante. El único problema es que no damos espacio a nuestra mente para poder explorarse y entender. Drenar la mente, observarla y meditar, es decir -y volviendo a la raíz indoeuropea med-, tomar medidas adecuadas y cuidarnos, buscar el auténtico cuidado de nuestra mente, ser nuestros propios médicos.

Darse espacio para meditar

Durante la meditación deberíamos darnos el espacio para permitir que la mente se manifieste, darle el tiempo y los momentos para estar presente en este instante y vivir en el aquí y ahora.

Hace unos días, en una práctica de Mindfulness MBCT, una alumna dijo que a raíz de la meditación había recordado un hecho traumático que creía estaba olvidado, pero que reconoció que no estaba sanado; es decir. que ella lo había enterrado pero su inconsciente había hecho que emergiera hacia el exterior a través de sueños e imágenes que no podía rechazar. Estaba enfadada porque no quería recordar los hechos, pero su mente insistía, hasta que cedió, le dio espacio y sin juzgar respiró meditando esta situación. Automáticamente, en un breve espacio de tiempo, aplicando el auténtico cuidado a su mente y dándole espacio, su angustia desapareció y el hecho fue perdiendo fuerza hasta que comprendió y pudo sanar.

El auténtico cuidado compasivo hacia sí mismo consiste en darse espacio para meditar, para poner remedio y también observar los remedios, los medios de la curación, las medicinas, y no solamente pensar que otro va a cuidarme y darme el remedio en forma de medicina que va a curarme.

La curación empieza con la autoresponsabilidad de entender la mente, lo que en ella sucede y qué tipo de mente es la que hace que yo enferme. Los grandes maestros de la Homeopatía como Hahnemann, Kent y Allen hablan del pensamiento erróneo de la mente, que hace que le energía vital se desvíe de su origen y el individuo deje de ser él mismo y no pueda cumplir el fin en su existencia.

La mente ilusoria se nos lleva, el pensamiento recurrente y el piloto automático que juzga y comanda la mente sin que nosotros seamos conscientes ni siquiera de ello. ¿Qué podemos hacer?, ¿seguir en la ignorancia? Creo que debemos resolver, y para ello debemos meditar y elaborar los mapas de nuestra mente que nos permitan entender la raíz del error y ver la mente que nos provoca alucinaciones: la visión de imágenes irreales, ilusorias, inconsistentes, que se nos llevan y arrastran hasta desviarnos de nuestro propósito. Somos nosotros mismos los que no permitimos que el pájaro de nuestra mente pueda volar libremente, como dicen los koans del Zen.

Démonos, pues, espacio para cuidarnos, para ser nuestros propios médicos y elaborar nuestras propias medicinas para nuestra mente, auténticas cápsulas de compasión y cuidado hacia nosotros mismos, cápsulas de meditación

Josep Maria Gasset

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