Cada vez que experimentamos una circunstancia en nuestra vida, un momento de quiebre, un momento importante, la vida crea una bifurcación con infinidades de posibilidades cada una, la diferencia es que en una de ellas los sucesos que siguen son favorables y en la otra son desfavorables.
Tomar uno de los dos caminos está en nuestras manos, mejor dicho, es cuestión de elección y esa decisión se basa más que nada en la forma como reaccionamos a ese acontecimiento.
Si reaccionamos de forma potenciadora entonces la vida nos conduce al ramal favorable, si reaccionamos con impaciencia, impotencia y enojo la corriente de la vida nos lleva al ramal desfavorable.
Nuestra inclinación natural al control nos lleva de forma automática a tener en nuestra mente una idea muy clara de cómo deberían ser los acontecimientos de nuestra vida, queremos que todo vaya de acuerdo a un guión que hemos concebido de forma mental, imaginando cada paso que damos; muchas veces tenemos nuestra meta u objetivo muy claro pero nos aferramos a un “cómo” determinado entonces la mínima desviación de ese “cómo” mental nos lleva a la decepción, a la impaciencia y al desencanto, lo cual deriva en lo que expliqué arriba, somos arrastrados por la corriente de los acontecimientos desfavorables.
Eso nos pasa porque estamos dominados casi por completo por nuestro hemisferio izquierdo, por la mente racional y los caminos que nos trazamos con limitados por el escaso conocimiento que tenemos de los canales que nos puedan llevar a nuestro objetivo y por lo tanto cualquier desviación de nuestro guión mental es interpretada como un fracaso anticipado, y son esas emociones de decepción, impotencia las que atraen hacia nuestra vida su equivalente energético: más y más sucesos desfavorables.
¿Cómo pasar al ramal favorable y permanecer en él?
Aceptar los cambios inesperados y las piedras en el camino como eventos que de hecho nos van a acercar a nuestro objetivo es un hábito que nos será de una enorme utilidad en nuestra vida porque el cambio de enfoque nos ayudará a mantener nuestra mente enfocada y nuestras emociones en un estado de vibraciones que sea acorde con el logro de un deseo.
Ahora se me acaba de venir a la cabeza una frase de filosofía zen que aprendí hace mucho tiempo y dice así: “no se puede tener un final feliz de un viaje infeliz”; desde el momento en que te frustras -y permaneces en ese estado demasiado tiempo- comienzas a sellar con broche de oro tu final no feliz.
Entonces acepta y da la bienvenida a las dificultades temporales, a las piedras en el camino, a los eventos inesperados y cultiva dentro de ti la creencia de que cada uno de ellos son escalones que te llevan inevitablemente a tu meta, a tu objetivo a tu sueño, visualízalos en tu mente como escalones de la gran escalera de tus sueños, si te formas esa imagen mental hasta te alegrarás de que sucedan porque sabes dentro de ti que esos eventos aparentemente desfavorables son parte del plan divino o maestro que tiene como destino el logro de tu sueño.
Recuerda que tu mente racional es limitada y un poco ignorante así que no te dejes engañar por ella, sus razonamientos se basan en lo poco que conoce del mundo, en cambio tu parte sabia, si conoce los caminos completos y sabe cuál es el de menor resistencia, confía en ella en lugar de poner todas tus fichas en una visión tan limitada de la vida como la que te da tu mente racional.
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