La ausencia de sonidos puede ser la puerta de entrada a un mundo lleno de significados.
Llegar a tener un tiempo de silencio te permite escucharte a ti, tu propia voz acallada por tantos ruidos; y si la mente también se calma, será mucho más fácil apreciar y resolver las diferentes situaciones que vivimos.
El silencio nos da la oportunidad de escuchar tu propio cuerpo, tus latidos, tu respiración, tus leves movimientos, internos y externos,…
El ruido invade nuestra vida, en todo momento.
Las máquinas están por todas partes construyendo, derribando, circulando; oímos cuando agujerean una pared, cuando nos envían un mensaje, música estruendosa a través de la ventanilla de un coche, el despertador…
Quizás no existe el silencio absoluto, incluso en nuestro propio silencio escuchamos los de nuestro cuerpo. Pero cuando hablamos de silencio hacemos referencia a escuchar nuestra respiración, a relacionarnos con sonidos que nos aportan un estado de tranquilidad y relajación: el sonido del agua de un río, las olas chocando con la orilla de la playa, el canto de los pájaros, el silbido del viento,…Asociamos el silencio a un estado de bienestar.
Estar en silencio pone a prueba nuestra capacidad de estar solos. No tener que expresar como nos sentimos, solo experimentarlo, interiorizarlo. Y no sabes que pasa, pero es un momento mágico: es la ausencia de ruido, estar contigo, revisar tu interior, aclarar tus ideas,…, desde la tranquilidad, experimentar tus sensaciones. Tú y Tú. No hay necesidad de explicar nada.
En esta sociedad tan ruidosa, una persona silenciosa es rara, loca,…, porque la ausencia de ruido se traduce como creencia de aislamiento.
Hay una necesidad interna de buscar el silencio, una necesidad de entablar una relación más íntima con nosotros mismos, de recuperar todo aquello que el ruido se ha llevado.
La incapacidad de callar tiene un nombre: logorrea: opinar siempre, interrumpir constantemente a los demás, no callar nunca. No es más que la inseguridad, el miedo a uno mismo, a que el silencio predomine y tengas que enfrentarte a tu yo interior y que lo que veas no te guste. Pierdes la capacidad de disfrutar del sosiego del silencio, de descubrirte.
Debemos entrenarnos al silencio y hacerlo algo habitual en nuestra vida. Disfrutar de él nos aporta grandes beneficios internos.
Fuente: http://psicoterapiatrans.blogspot.com.es/2013/11/la-fuerza-del-silencio.html
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