Un millonario llegó al monasterio con la intención de «enseñarle a ese viejo loco algo de los placeres del mundo, para que no desperdicie su vida con las privaciones de un monasterio».
Los discípulos, sabedores del deleite que hallaba el Maestro en las cosas buenas de la vida, se rieron con ganas al oírlo. «Enseñar a ese viejo loco a disfrutar de la vida», dijo uno de ellos, «es como bañar a un pez».
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.