¿Por qué, en general, rehuimos la soledad? ¿Por qué la mayoría de nosotros preferimos estar acompañados la mayor parte del tiempo? Muchas personas evitan a toda costa estar solas, de ahí que busquen mil y un planes para hacer con otras personas. Tienen miedo a sentir la soledad, a quedarse en silencio consigo mismas y a su vez, experimentan una gran necesidad de estar con gente para no verse cara a cara con ella.
Ahora bien, podemos obtener muchos aprendizajes de la soledad. Esta nos enseña y nos conduce a la superación. De hecho, aprender a estar solos puede llevarnos más lejos que cualquier compañía, solo hay que saber mirar.
La cara más amarga de la soledad es ese sentimiento que nos deja de no sentirnos queridos, refugiados ni apreciados. La soledad impuesta y no elegida no es la situación más agradable que podamos experimentar, pero puede hacernos crecer mucho.
Si te sientes solo, no siempre debes buscar la compañía de otras personas. A veces, encontrar la manera de disfrutar de este tipo de situaciones puede ayudarte.
La cara más amarga de la soledad es ese sentimiento que nos deja de no sentirnos queridos, refugiados ni apreciados. La soledad impuesta y no elegida no es la situación más agradable que podamos experimentar, pero puede hacernos crecer mucho.
Si te sientes solo, no siempre debes buscar la compañía de otras personas. A veces, encontrar la manera de disfrutar de este tipo de situaciones puede ayudarte.
La única voz que escuchamos cuando estamos solos es la de nuestro diálogo interno
La soledad es la gran talladora del espíritu. Por tanto, podemos utilizarla como una herramienta para potenciar nuestro crecimiento personal. Al estar solos, únicamente escuchamos nuestra voz, ese diálogo interno que la mayoría de las veces tanto nos incomoda y que intentamos acallar con ruido y compañías desde que tenemos conciencia. Realmente no nos asusta la soledad, nos asusta lo que tenemos que decirnos.
Si te sientes solo, es que estás mal acompañado. No olvides que la soledad es el imperio de la conciencia.
La soledad es al espíritu lo que la dieta al cuerpo. Si bien puede ser silenciosa como la luz, también es, al igual que esta, uno de los más poderosos agentes. Estar a solas es algo intrínseco al ser humano y esencial para él. Todos los hombres vienen a este mundo solos y lo abandonan de la misma manera.
Así, en la soledad no encontramos nada más que aquello que llevamos en nuestro interior. Por lo tanto, los momentos de estar sin nadie a nuestro alrededor son lo más propicios para conocernos. Saber escucharnos es el mejor remedio contra el miedo a no estar rodeados de gente.
Si te sientes solo, algo está funcionando mal. Deberías encontrar en la soledad la calidez de un amigo que nos ofrece la compañía que anhelamos.
La primera condición para entablar un diálogo interno sanador es desarrollar la capacidad de entendernos y valorarnos. Escuchar, aceptar y reconocer lo que tengamos que decirnos nos abre la puerta a un lugar acogedor donde podemos sentirnos protegidos.
“La soledad es y siempre ha sido la experiencia central e inevitable de todo hombre. El hombre más fuerte del mundo es el que está más solo”.
-Tom Wolfe-
La soledad es la gran talladora del espíritu. Por tanto, podemos utilizarla como una herramienta para potenciar nuestro crecimiento personal. Al estar solos, únicamente escuchamos nuestra voz, ese diálogo interno que la mayoría de las veces tanto nos incomoda y que intentamos acallar con ruido y compañías desde que tenemos conciencia. Realmente no nos asusta la soledad, nos asusta lo que tenemos que decirnos.
Si te sientes solo, es que estás mal acompañado. No olvides que la soledad es el imperio de la conciencia.
La soledad es al espíritu lo que la dieta al cuerpo. Si bien puede ser silenciosa como la luz, también es, al igual que esta, uno de los más poderosos agentes. Estar a solas es algo intrínseco al ser humano y esencial para él. Todos los hombres vienen a este mundo solos y lo abandonan de la misma manera.
Así, en la soledad no encontramos nada más que aquello que llevamos en nuestro interior. Por lo tanto, los momentos de estar sin nadie a nuestro alrededor son lo más propicios para conocernos. Saber escucharnos es el mejor remedio contra el miedo a no estar rodeados de gente.
Si te sientes solo, algo está funcionando mal. Deberías encontrar en la soledad la calidez de un amigo que nos ofrece la compañía que anhelamos.
La primera condición para entablar un diálogo interno sanador es desarrollar la capacidad de entendernos y valorarnos. Escuchar, aceptar y reconocer lo que tengamos que decirnos nos abre la puerta a un lugar acogedor donde podemos sentirnos protegidos.
“La soledad es y siempre ha sido la experiencia central e inevitable de todo hombre. El hombre más fuerte del mundo es el que está más solo”.
-Tom Wolfe-
Si te sientes solo, no olvides que la soledad es lo único que no nos abandona
La soledad es lo único que no nos abandona. Esta frase llena de humor y sarcasmo esconde una verdad que puede llegar a ser incómoda. Todos, alguna vez, nos hemos sentido abandonados. Nos hemos visto forzados a abrazarnos a una dolorosa y profunda independencia. Esa que, siempre que todo lo demás nos desampara, nos acoge en su refugio.
Ahora bien, nunca encontraremos a nadie que nos haga tan buena compañía como la soledad. Porque si la elegimos libremente podemos utilizarla para gestionar y poner en orden aquello que pensamos y sentimos.
Creemos que ser adulto significa ser independiente y no necesitar a nadie. Sin embargo, a veces esta búsqueda de la independencia nos puede acabar perjudicando. Es por eso que todos, en algún momento de nuestras vidas, sentimos que estamos muriendo de soledad.
Ahora bien, es importante que recuerdes que en ese momento en el que te sientes solo, desamparado y abandonado, es el que más necesitas estar contigo. Ese es en el que debes abrazarte tan fuerte hasta que sientas que estás ahí, contigo. Y esta es. sin duda, una de las mayores ironías de la vida.
Fátima Servián Franco
La soledad es lo único que no nos abandona. Esta frase llena de humor y sarcasmo esconde una verdad que puede llegar a ser incómoda. Todos, alguna vez, nos hemos sentido abandonados. Nos hemos visto forzados a abrazarnos a una dolorosa y profunda independencia. Esa que, siempre que todo lo demás nos desampara, nos acoge en su refugio.
Ahora bien, nunca encontraremos a nadie que nos haga tan buena compañía como la soledad. Porque si la elegimos libremente podemos utilizarla para gestionar y poner en orden aquello que pensamos y sentimos.
Creemos que ser adulto significa ser independiente y no necesitar a nadie. Sin embargo, a veces esta búsqueda de la independencia nos puede acabar perjudicando. Es por eso que todos, en algún momento de nuestras vidas, sentimos que estamos muriendo de soledad.
Ahora bien, es importante que recuerdes que en ese momento en el que te sientes solo, desamparado y abandonado, es el que más necesitas estar contigo. Ese es en el que debes abrazarte tan fuerte hasta que sientas que estás ahí, contigo. Y esta es. sin duda, una de las mayores ironías de la vida.
Fátima Servián Franco
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