“No te necesito pero quiero estar contigo” es la increíble frase que refleja que estamos seguros de lo que sentimos por otra persona, pero no dependemos de ella porque tenemos claro lo que somos y hacia donde vamos.
Cuando somos conscientes de que queremos a nuestra pareja, pero a la misma vez no la necesitamos para ser felices estamos practicando un amor sano y maduro. Aquel en el que no gobierna la dependencia y el otro no está para cubrir nuestros vacíos ni necesidades.
“No te necesito, te prefiero”.
-Walter Riso-
Respeto tu libertad, pero quiero estar contigo
En el amor maduro se respeta la libertad del otro y además, se valora por encima de todo porque lo que premia no es amarrar ni encadenar sino dejar volar para que el otro nos elija. Así, desde esta visión del amor, cada uno de nosotros tiene una serie de libertades:
Siendo así, cuando tenemos una relación con otra persona, ya sea de pareja, de amistad o familiar, tenemos claro que la libertad del otro es importante y por lo tanto, respetamos sus decisiones.
El amor y la libertad no están reñidos. De hecho, esta última se rompe cuando exigimos que el otro se vuelva tal y como deseamos.
“No te necesito, te prefiero”.
-Walter Riso-
Respeto tu libertad, pero quiero estar contigo
En el amor maduro se respeta la libertad del otro y además, se valora por encima de todo porque lo que premia no es amarrar ni encadenar sino dejar volar para que el otro nos elija. Así, desde esta visión del amor, cada uno de nosotros tiene una serie de libertades:
- Libertad de elegir. Cada persona goza de la capacidad y el derecho de escoger su camino, aunque se tenga una relación muy fuerte con alguien.
- Libertad de sentir. A pesar de esa conexión profunda con el otro, cada uno tiene sus propias emociones y se respetan, ya que todos vivimos experiencias de diferentes formas y construimos la realidad a nuestra manera.
- Libertad de expresar. Cada persona expresa lo que siente y piensa de una forma determinada. Puesto a que la crianza, la cultura y las experiencias la influyen.
Siendo así, cuando tenemos una relación con otra persona, ya sea de pareja, de amistad o familiar, tenemos claro que la libertad del otro es importante y por lo tanto, respetamos sus decisiones.
El amor y la libertad no están reñidos. De hecho, esta última se rompe cuando exigimos que el otro se vuelva tal y como deseamos.
Es maravilloso saber que no tenemos que ser iguales para que nuestras relaciones florezcan.
Sé hacia donde navegar, pero quiero estar contigo
Tener claro en una relación que contamos con opiniones y metas distintas, permite que no dependamos de la otra persona porque:
Así, si tenemos claro lo que queremos y hacia donde vamos, tendremos la capacidad de entender que el cariño no implica que nuestras elecciones dependan de las que hagan quienes amamos. Porque a pesar de compartir un camino conjunto también tenemos propios senderos y en ellos, somos nosotros quienes tomamos las decisiones.
Puedo vivir sin ti, pero quiero estar contigo
“Puedo vivir sin ti, pero quiero estar contigo” es otra de las frases que refleja los sentimientos que tenemos hacia otra persona que respetamos y por encima de todo, deseamos que sea libre para cumplir sus sueños. Porque por mucho que nos apetezca estar a su lado, comprendemos que desea o debe estar lejos.
Ahora bien, desde el amor maduro también sabemos que no necesitamos a otra persona para vivir, aunque queramos estar con ella. Esto no implica que no nos duela o que lo pasemos mal en algún momento, sino que a pesar de ello, no llevaremos a cabo ningún tipo de estrategia manipulativa hacia el otro porque entendemos que tiene su propia viva y por lo tanto, sus deseos y elecciones.
El mundo no se va a acabar si quienes queremos dejan de estar. Siempre tendremos más ámbitos en los que trabajar, más campos para explorar, más lugares que conocer de los demás, del mundo y en definitiva, de nosotros mismos.
La felicidad no depende del exterior, sino de nuestro interior porque es una actitud de vida, una elección. Y para ello, la mejor estrategia es estar bien con nosotros mismos. Además, si lo hacemos así, también estaremos bien con los demás porque no construiremos vínculos con ellos por necesidad sino porque lo decidimos así; no taparan nuestros vacíos ni cubrirán nuestras necesidades, simplemente nos acompañarán en nuestro camino.
María Alejandra Castro
Sé hacia donde navegar, pero quiero estar contigo
Tener claro en una relación que contamos con opiniones y metas distintas, permite que no dependamos de la otra persona porque:
- Valoramos lo que somos. Nos conocemos a nosotros mismos y entendemos que somos tan valiosos como el otro. No necesitamos su aprobación.
- Sabemos que podemos seguir nuestros planes. Una relación sana no impide que cada miembro de la misma tenga sus objetivos individuales y su propio recorrido.
- Comprendemos que no podemos estar juntos a toda costa. Cuando la persona que está a nuestro lado no puede estar cerca porque tiene que seguir sus metas lo comprendemos y apoyamos.
Así, si tenemos claro lo que queremos y hacia donde vamos, tendremos la capacidad de entender que el cariño no implica que nuestras elecciones dependan de las que hagan quienes amamos. Porque a pesar de compartir un camino conjunto también tenemos propios senderos y en ellos, somos nosotros quienes tomamos las decisiones.
Puedo vivir sin ti, pero quiero estar contigo
“Puedo vivir sin ti, pero quiero estar contigo” es otra de las frases que refleja los sentimientos que tenemos hacia otra persona que respetamos y por encima de todo, deseamos que sea libre para cumplir sus sueños. Porque por mucho que nos apetezca estar a su lado, comprendemos que desea o debe estar lejos.
Ahora bien, desde el amor maduro también sabemos que no necesitamos a otra persona para vivir, aunque queramos estar con ella. Esto no implica que no nos duela o que lo pasemos mal en algún momento, sino que a pesar de ello, no llevaremos a cabo ningún tipo de estrategia manipulativa hacia el otro porque entendemos que tiene su propia viva y por lo tanto, sus deseos y elecciones.
El mundo no se va a acabar si quienes queremos dejan de estar. Siempre tendremos más ámbitos en los que trabajar, más campos para explorar, más lugares que conocer de los demás, del mundo y en definitiva, de nosotros mismos.
La felicidad no depende del exterior, sino de nuestro interior porque es una actitud de vida, una elección. Y para ello, la mejor estrategia es estar bien con nosotros mismos. Además, si lo hacemos así, también estaremos bien con los demás porque no construiremos vínculos con ellos por necesidad sino porque lo decidimos así; no taparan nuestros vacíos ni cubrirán nuestras necesidades, simplemente nos acompañarán en nuestro camino.
María Alejandra Castro
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