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lunes, abril 02, 2018

3 claves para dejar de culparse por todo

Thomas Harris, el creador del temible Hannibal Lecter, afirma que “echarle la culpa de tus errores a tu naturaleza no cambia la naturaleza de tus errores”. Frase que nos invita a reflexionar sobre la utilidad de la culpa y que nos hace conscientes de la importancia de dejar de culparse por todo.


 
Ser perfeccionistas es bueno, pero hay que saber encontrar el término medio. De lo contrario, la perfección puede convertirse en un verdadero castigo a través de la culpa. Difícilmente nos conformaremos con aquello que hagamos, ya que la mayoría de las veces encontraremos una razón o un motivo para mejorarlo.

Así pues, podemos intentar mejorar nuestros puntos débiles, pero no hasta el punto de obsesionarnos con ello. Si llegamos hasta este peligroso límite, podemos ser consumidos por la culpa y la frustración. 

“Cuando la culpa es de todos, la culpa no es de nadie”.
-Concepción Arenal-
 
Cómo dejar de culparse por todo

Dejar de culparse por todo es una práctica que debemos tener en cuenta. Todo cuanto nos ocurre y que consideramos negativo no siempre nos tiene a nosotros como origen. Hay que saber estudiar en detalle la situación, de forma que podamos mejorar nuestro bienestar personal. No obstante, en el caso de que lo fuéramos, de poco sirve perder nuestro tiempo en recordarnos que somos los culpables de lo ocurrido. Más bien

Si no salimos del círculo vicioso de la autoinculpación constante, entramos en un vórtice del que es difícil salir. Así lo afirma el psicólogo Arturo Torres, que nos ofrece una serie de claves importantes para que dejemos de culparnos por todo cuanto nos sucede.

Si conseguimos dejar de sentir culpa por cuanto nos acontece, podremos afrontar la vida con una actitud positiva y constructiva. Esto no quiere decir que no seamos conscientes de las consecuencias de nuestros actos y que ignoremos lo sucedido, simplemente que nos responsabilizaremos de ello y actuaremos de forma constructiva, buscando soluciones en lugar de centrarnos en el problema. Para ello, más allá de leer estas claves, es importante modificar nuestras conductas y la forma que tenemos de relacionarnos con nuestro entorno.
 
Relativizar la importancia que tiene la culpa en nosotros

Podemos ser responsables de algo negativo que nos ha sucedido, pero eso no significa que nos tengamos que sentir eternamente culpables. Es probable que el sentimiento de culpa perdure en el tiempo, pero lo que no podemos hacer es martirizarnos de manera continua. Lo ideal es que adoptemos una perspectiva de aprendizaje de lo ocurrido y evitar que el error se vuelva a cometer.

Así, si conseguimos aprender del error, estaremos interiorizando la lección y relativizando la culpa. De nada sirve estar constantemente culpándonos, ni siquiera tiene razón de ser ni es lógico. En lugar de eso, podemos preguntarnos qué ha pasado y cuál ha sido el detonante de que la situación haya empeorado o qué podemos hacer para mejorarlo.
Debemos considerar la culpa como un factor de aprendizaje, nunca como una condena eterna. 
 
Durante un tiempo es normal sentirnos mal, pero no es algo que deba durar durante toda nuestra vida.

Análisis de fortalezas y debilidades

Nadie es perfecto. Puede sonar tópico, pero también es real. Es conveniente que sepamos cuáles son nuestras fortalezas, en qué somos buenos, pero también nuestras debilidades, en qué podemos fallar con mayor facilidad.

Evidentemente, y hacemos uso de otro tópico, no podemos hacer todo bien, a la perfección. Esta es una realidad que tenemos que aceptar cuanto antes. Si recordamos esto y sabemos lo que hacemos bien y lo que no, sabremos qué es responsabilidad nuestra y qué no o bien, en qué momento tendremos que poner más esfuerzo.

Si aparece un obstáculo complicado y somos conscientes de ello, sabremos evitarlo o al menos, valoraremos las posibilidades de actuación que tenemos. Ahora bien, si por orgullo o cabezonería no lo hacemos, tendremos que responsabilizarnos de la decisión de no hacer nada que hemos tomado.

Reflexiona sobre tu comportamiento con los demás

Es habitual que las personas con un alto grado de culpabilidad tengan actitudes de autodesprecio y desvalorización de sí mismas frente a los demás. Su tendencia es asumir la culpa de forma frecuente aunque casi no tengan nada que ver con lo que ha pasado. De este modo, aceptarán cualquier acusación de culpa que provenga de los otros y se comportaran de forma sumisa por sus escasas habilidades asertivas. Esta es la dinámica habitual en este tipo de relaciones.

Es importante reflexionar sobre lo sucedido y sobre el grado de responsabilidad de cada persona que estaba presente. Así como cuestionar las acusaciones que se realizan, ya que es muy fácil caer en la trampa de atribuirnos la culpa si tenemos baja autoestima y que los demás también lo hagan si existe un posible culpable. 

“Lleve cada uno su culpa y no habrá culpables”.
-Antonio Porchia-

Dejar de culparse por todo puede ser relativamente sencillo si sabemos cómo lograrlo. Si somos capaces de analizar nuestra situación particular, podemos detectar los problemas y tratar de reconducir la situación. Así, no se trata de latigarse por los errores, sino de buscar alternativas y construir otros caminos que nos permitan seguir creciendo.

Pedro González Núñez

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