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sábado, enero 20, 2018

Optimismo y salud: ¿cuál es su relación?

Las personas optimistas suelen afrontar de manera más efectiva los problemas con los que se encuentran. Piensan que, a pesar de los obstáculos que existen, pueden alcanzar lo que se proponen, tardan más en rendirse ante las dificultades y su estilo de afrontamiento suele ser más proactivo, además de centrarse en mayor medida en lo que pueden ganar que en lo que pueden perder. ¿Cómo explica esta manera de afrontar la vida a la relación entre optimismo y salud?

 
 
En general, el optimismo ha demostrado ser un predictor de buena salud. Y para estimar esa afinidad, se han empleado numerosos índices de medida. Entre ellos, autoinformes, estimaciones de salud hechas por profesionales sanitarios, número de visitas al médico o la medición del tiempo de supervivencia después de ataques cardiacos. A partir de los resultados de estas investigaciones, es posible concluir que las correlación entre optimismo y salud tiende a estar entre 0.20 y 0.30. Profundicemos. 

Tipos de optimismo

El optimismo alude a una tendencia: la de esperar resultados favorables y positivos. Es un aspecto que está íntimamente ligado al bienestar psicológico y físico de las personas. No obstante, existen dos tipos de optimismo:
  • Disposicional: al que solemos referirnos comúnmente. Es la expectativa positiva, constante y generalizada de obtener buenos resultados. Como tal, se considera relativamente estable.
  • Situacional: es una expectativa concreta de obtener un resultado positivo en una contexto específico. Surge ante una circunstancia particular, un evento concreto y estresante.

Los estudios en general se han centrado en el optimismo disposicional. Y sobre todo en averiguar cómo podemos hacer que las personas tengan un optimismo generalizado. Los autores Sheier y Carver desarrollaron el Life Orientation Test (LOT). Una herramienta que mide expectativas generalizadas; es decir, el optimismo disposicional sobre la obtención de resultados positivos. 

Factores que afectan al bienestar

Optimismo, bienestar y afecto positivo correlacionan de manera directa. Así, existen numerosos factores que determinan mayor o menor nivel de estos conceptos:
  • Personalidad: según Myers (2000), gran parte del bienestar subjetivo está determinado por la personalidad. En concreto, el 50 % de la varianza de la felicidad se explicaría por factores genéticos. Por ello, es relativamente estable a lo largo del tiempo.
  • Riqueza: el dinero no da la felicidad. A nivel personal, incrementos en la riqueza no se asocian a aumentos de la felicidad. De hecho, los que tienen gran deseo de dinero son más infelices que aquellos que no lo desean tanto.
  • Relaciones interpersonales: tener relaciones íntimas con otras personas es una necesidad humana básica y esencial. La mayor parte de la gente es más feliz cuando tiene relaciones significativas que cuando no las tiene.
  • Consecución de metas: entre ellas, las de aproximación y las personales generan mayor bienestar. 

Emociones positivas, optimismo y salud física

Los optimistas utilizan en mayor medida estrategias dirigidas a la solución directa de los problemas, sobre todo cuando sienten que tienen control sobre la situación. Esto es, cuando creen que pueden hacer algo para cambiar la situación problemática. Por ello, actúan y luego evalúan. Sin embargo, los pesimistas evalúan y luego, si las expectativas les convencen, actúan (Sanna, L., 1996).

Las emociones positivas se asocian con aumentos en la Inmunoglobulina A. Este es un anticuerpo considerado como la primera línea de defensa frente a las enfermedades. Pero no solo hay efectos directos de estas emociones, sino también subjetivos. Así, las personas que se sienten felices:
  • Informan de menos síntomas físicos que las que se perciben tristes. A estas, los síntomas les producen mucho más malestar.
  • Se consideran menos vulnerables que las tristes, lo que les puede llevar a realizar menos conductas de mantenimiento de la salud.
  • Se perciben más capaces de implicarse en conductas promotoras de la salud y tienen más confianza en que estas aliviarán su enfermedad.

“Si la mente está tranquila y ocupada con pensamientos positivos, es más difícil que el cuerpo enferme”.
-Dalai Lama-

Mecanismos explicativos de la relación optimismo y salud

Existen tres mecanismos que buscan entender la correlación entre ambos aspectos:
  • Mecanismo fisiológico: los optimistas tienen menor reactividad cardiovascular ante el estrés y un mayor estatus inmunológico; es decir, un mayor número de defensas biológicas. Y, por tanto, menos problemas de salud.
  • Mecanismo emocional: la relación entre optimismo y salud es indirecta, a través de los estados emocionales. El ánimo negativo se relaciona con un peor funcionamiento de los sistemas inmunológico y cardiovascular.
  • Mecanismo conductual: los optimistas realizan conductas promotoras de la salud en mayor medida que los pesimistas. Tienen una mejor salud porque realizan más conductas saludables, como hacer ejercicio, beber con moderación, dieta equilibrada y evitación de conductas de riesgo.
Autoinformes concluyentes

En general, son numerosos los estudios que concluyen que las personas optimistas se recuperan de manera más satisfactoria de las enfermedades que los pesimistas. Algunas evidencias que sustentan esta idea son:
  • Embarazo y nacimiento: las mujeres optimistas experimentan menos síntomas depresivos durante el embarazo y el post-parto. Además, tienen menos ansiedad, lo que facilita su ajuste psicológico después del aborto.
  • Cirugías: en un estudio longitudinal llevado a cabo con pacientes que habían sido sometidos a este tipo de cirugía, los resultados fueron concluyentes. Antes de la cirugía, los optimistas informaban de menos niveles de emociones negativas, así como de estados de hostilidad y depresión.
  • Cáncer: las mujeres que puntuaron como más optimistas en el proceso de diagnóstico del cáncer de mama informan de un menor malestar antes y después de la intervención.
  • Infectados por el VIH: algunos estudios indican que las personas seropositivas que son optimistas presentan menores niveles de afecto negativo y preocupaciones relacionadas con el desarrollo de la enfermedad.

Realizado este breve, pero interesante, viaje por el optimismo y sus consecuencias, en nuestra mano está limar o adecuar nuestra disposición a lo que nos gustaría, nuestro carácter y nuestros filtros perceptivos a aquello que pensamos que nos va a ayudar. Lo que hemos visto es que, en muchos casos al menos, cierto grado de optimismo supone una ayuda para nuestro estado de ánimo y para nuestra salud.

Sara Clemente

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