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miércoles, enero 31, 2018

Las opiniones, nuestros juicios particulares de la realidad

¿Cuándo empezamos a formar opiniones? Lo hacemos desde muy temprana edad y las construimos además sobre nuestro entorno y nosotros mismos. Una opinión se define como idea, juicio o concepto que una persona tiene o se forma acerca de algo o alguien. Las opiniones son respetables y su heterogeneidad supone una indudable fuente de riqueza e inspiración para la creatividad.

 
 
Escuchando lo que piensan los demás, lo que opinan, tenemos la oportunidad de reflexionar sobre otros posibles puntos de vista. Y hemos dicho reflexionar, porque… ¡Eso no significa que cada opinión sea una verdad! Simplemente son juicios personales, sin garantía de validez. Pero… tanto los de los demás como los nuestros; en este sentido, las opiniones siempre cuentan con un punto de subjetividad.
 
“La serena razón huye de todo extremismo y anhela la prudencia moderada”.
-Molière-
 
Una opinión no es una verdad, tampoco es una noticia o un hecho

Por eso es tan importante diferenciarlas de las afirmaciones basadas en los hechos probados, aquellas verdades que sí se pueden constatar (no argumentar). Una opinión no es una verdad, no es posible afirmar una opinión. La opinión puede estar más o menos fundamentada o más o menos argumentada. Por otro lado, formarnos opiniones sobre personas o situaciones a la ligera promueve diferentes grados de injusticia que no tienen una base firme y tampoco un fundamento válido.

Es muy importante saber que nuestra mente trabaja con la información que tiene en cada momento, de manera que las opiniones realizadas y lanzadas con poca información no suelen sobrevivir a un debate en el que se manejen argumentos de peso. En cualquier caso, no olvidemos, en contra de lo que hemos pensado todos en algún momento, que cambiar de opinión cuando hay argumentos sólidos que nos invitan a ello es una actitud inteligente.

Otra de las consecuencias de ver a las opiniones como lo que son, un salto al vacío que siempre entraña un riesgo, es la prudencia a la hora de emitirlas. Las personas que las ven así suelen recopilar una buena cantidad de información antes de compartir sus opiniones, así como suelen escuchar con atención la argumentación de los demás… y no tanto para reafirmarse en sus argumentos, como para intentar falsar las opiniones propias.
 
¿Qué pasa cuando las llevamos a conversaciones?

Es esencial separar las opiniones de las afirmaciones; si no lo hacemos, las consecuencias no son agradables y en muchas ocasiones estas opiniones o su manera de expresarlas como afirmaciones, pueden y suelen ser hirientes. De ahí la importancia de este concepto: las opiniones se utilizan con demasiada frecuencia como verdades, olvidando que se trata de juicios personales.

L. Austin, en “La teoría de los actos del habla“, diferencia dos territorios: el territorio de las afirmaciones y el territorio de las declaraciones. Las opiniones (juicios personales), forman parte del territorio de las declaraciones. Un territorio que está relacionado con la validez y la coherencia y no con la veracidad. ¡La certeza de poseer la verdad y tener razón en este territorio es una trampa! Una ilusión o espejismo como el que podríamos percibir en el desierto. Además, no suele dejar espacio para otras formas distintas de pensar (modelos mentales) o para desarrollar la apertura mental, impidiéndonos ser conscientes de que la experiencia personal es una realidad condicionada.
 
¿Y qué ocurre con las personas que caen en esa trampa?

Asumen que la realidad tiene que encajar con cómo ellos la perciben, de manera que los demás deberían de percibir lo mismo. En todo caso, si no lo hacen, serían sesgos de su percepción, nunca de la propia. Se convierten en “sincericidas”, comunican su opinión sin que se pida, utilizando como excusa la maltratada sinceridad que como virtud se abandera para cometer “sincericidios”. ¡Cuánto sincericida imponiendo su verdad!

De esta manera, quedan atrapadas en ese estancamiento que impide su adaptación a otras formas de pensamiento (modelos mentales). Necesitan llevar razón para sentirse seguros y protegidos… ¡Cuánta importancia le dan a tener razón! Esta necesidad que a veces se convierte en imperiosa y provoca que desacuerdos racionales se trasformen discusiones muy muy acaloradas y sin sentido.

¿Por qué está tan mal visto eso de cambiar de opinión?

En el fondo… ¿Por qué esa necesidad de reafirmarse continuamente en nuestras opiniones? Cuando muchas veces lo único que ocurre es que cambiamos de parecer sobre algo o alguien, dando una buena muestra de nuestra flexibilidad y apertura mental, y siendo coherentes con la nueva información que hemos recibido. ¡En ningún momento un simple cambio de opinión nos hará dejar de ser quienes somos!

Por otro lado, se pueden compartir opiniones, reflexiones y pensamientos, pero no por eso vamos a tener razón, solo compartimos una misma visión sobre algún tema. Puede ser de una forma más o menos coherente, pueden ser opiniones más o menos válidas… Pero, ¡No caigamos en la trampa de pensar que cualquier opinión hipótesis o predicción es más real que otra! Así, Steve Jobs, en su famoso discurso en la Universidad de Stanford en 2005 decía:

“No se dejen atrapar por el dogma de vivir con los resultados de los pensamientos de otras personas. No permitas que el ruido de las opiniones de los demás ahoguen tu propia voz interior”.
-Steve Jobs-

Carmen Parrado

martes, enero 30, 2018

No pasa nada si no puedes levantarte aún: tómate tu tiempo

No te preocupes si hoy no puedes con todo, no pasa nada si no puedes levantarte aún: tómate tu tiempo. No te olvides de que la gente que está rota tiene pedazos de vida sueltos que pueden estar infectados, y que todo eso duele al andar, al respirar e incluso al pensar. Descansa, inicia el duelo, abraza tus heridas, porque poco a poco sentirás tu cuerpo más liviano y tu mente más fuerte…

 
 
Albert Ellis solía comentar que uno de los automatismos que ponemos en práctica cada vez que sufrimos una decepción, una pérdida o un hecho traumático es culpabilizarnos. Es más, lo que hacemos con frecuencia es proyectar sobre nosotros cierto “desprecio” por no poder con nuestra vida, por no hallar el ánimo suficiente para levantarnos por las mañanas, el coraje para afrontar determinadas situaciones y circunstancias.
Tómate tu tiempo para sanar, el que necesites. Porque este, es un viaje donde nadie sabe cuál será la fecha de llegada, pero lo que sí está seguro es que llegarás a esa otra estación: la de la calma, la de la paz interna y el bienestar.

Es como si quisiéramos echar a correr después de habernos hecho un esguince. Nos enfadamos por sentir dolor y por no poder ir tan rápido como nuestra mente desea. Pasamos por alto que en ese pie hay una lesión que debe ser tratada, que necesitamos reposo, un tratamiento y ante todo, tomar conciencia de que durante un tiempo, no podremos andar ni aún menos correr…

Tómate tu tiempo, pero haz buen uso de ese tiempo

Tómate tu tiempo, el que necesites y no el que otros te digan. Porque cada uno tiene su ritmo, cada uno necesita sus pautas, sus estrategias, sus despertares internos y esas ayudas externas a las que atenerse y que trabajar a diario. Entender esto es esencial porque a día de hoy, lo queramos o no, asumimos ciertas ideas erróneas que nos impiden dar forma a un proceso curativo auténtico.

Tal y como nos explican en un interesante trabajo publicado en la revista “Perspectives on Psychological Sciencie”, en los últimos años se ha ido popularizando la idea de que las personas somos resilientes por naturaleza. Se nos dice a menudo que el tiempo todo lo cura, y que solo hay que dejar que nuestro cerebro actúe, permitiendo que poco a poco emerja esa fuerza interior con la que disolver todo estresor, con la que superar toda situación adversa.

Es un error. El tiempo por sí mismo no cura ni tenemos tampoco un piloto automático capaz de activarse para guiarnos por el camino de la resiliencia. Así, algo que nos indican los investigadores de este trabajo es que asumir este tipo de ideas nos sitúa en un escenario de auténtica pasividad psicológica, hundiéndonos de forma irremediable en unas arenas movedizas donde esperar una curación que nunca acontece.

Ideas que debemos dejar de creer sobre la curación psicológica

La psicología popular, así como determinadas vertientes espirituales, suelen hacer germinar en nosotros creencias erróneas muy alejadas de lo que realmente dice la investigación. Asumir muchos de estos conceptos puede entorpecer nuestra curación psicológica, y por ello es necesario tener presentes alguno de esos falsos mitos. Son los siguientes.
  • El tiempo todo lo cura (falso) ⇔ Cura lo que hagamos durante ese tiempo.
  • Todo duelo dura tres meses (falso) ⇔ Cada persona necesita un tiempo determinado para afrontar una pérdida o una ruptura sentimental.
  • Las personas fuertes pueden con todo (falso) ⇔ ¿Qué entendemos por personas fuertes? Etiquetar desde fuera a un persona como “fuerte” puede obligarla a tener sentirse mejor lo antes posible y eso es peligroso.
  • Todos somos resilientes (falso) ⇔ La resiliencia se trabaja, se desarrolla, se afina y se individualiza en base a nuestra características y necesidades. No es un despertar espontáneo, es una artesanía que uno debe aprender y poner en práctica en el día a día y no solo en los momentos más necesitados.
Tómate tu tiempo para hibernar, tu tiempo para sanar

Lo decíamos al inicio tomando como referencia a Albert Ellis: las personas nos enfadamos con nosotras mismas por no sanar pronto, por no correr tan rápido como nos gustaría, por no poder ser los mismos de siempre. Si es así es porque vivimos en un mundo donde se nos insta a estar siempre bien, siempre funcionales, a vender una imagen de felicidad impoluta y deslumbrante.

Sin embargo, la vida no viene con filtros de Instagram, no podemos mejorar nuestro estado de ánimo con un solo “click”. Tal tarea requiere tiempo y trabajo y ante todo un enfoque intencional. Por tanto, describamos dos sencillas estrategias para lograrlo.
  • Tómate tu tiempo para hibernar. No se trata de dormir y de quedarnos aislados, sino de aplicar una de las ventajas de este proceso fisiológico que ponen en práctica los animales que hibernan: conservar la energía. Si tu cuerpo no puede más, si tu mente está agotada, descansa, deja de priorizar a los demás, deja a un lado el ruido externo para atender tus necesidades internas.
  • Tómate tu tiempo para sanar. El que necesites y no el que te digan otros. Entiende que la curación no es un viaje con fecha de salida y fecha de llegada, es un proceso, una caminata sin comodidades donde no hay que mirar el paisaje o aquello que nos envuelve: la mirada se sitúa en el propio ser.

Por último, y no menos importante, no podemos olvidar que en ese proceso de sanación es bueno no renunciar a la compañía; hay que elegir a buenos compañeros de viaje. Elegir a un buen profesional que nos guíe en este proceso lo hará más fácil, y nos ayudará a entender que antes de volver a correr libres, una vez más, hay que aprender a andar de nuevo.

Lograrlo es posible, conseguirlo llevará su tiempo, pero alcanzaremos esa meta.

Valeria Sabater

lunes, enero 29, 2018

9 frases para recuperar la energía positiva

Hay frases para recuperar la energía positiva que nos permiten dotarnos de entusiasmo y optimismo en los instantes que más lo necesitamos. Al fin y al cabo, en ocasiones basta solo con cambiar la orientación de nuestros pensamientos para conseguir cosas más edificantes, para vibrar en esa frecuencia donde dejar a un lado todo lo negativo reinventándonos una vez más del mejor modo. 

 
Sabemos que la expresión “energía positiva” está de moda y que de algún modo, parece quedar un poco lejos del terreno ordinario (u ortodoxo) de la psicología. Sin embargo, si lo aplicamos al campo del crecimiento personal y no al espiritual en exclusiva, nos daremos cuenta de que encierra todos esos atributos deseables con los que contribuir a nuestro bienestar emocional e incluso psicológico.

Entendemos por tanto como energía positiva todo aquello que genera alegría, motivación, sensación de bienestar, bondad y una suerte de mágica extroversión donde abrazarnos a la vida en plenitud. Es algo sin duda maravilloso, algo que por curioso que nos parezca ya explicó de algún modo el conocido psiquiatra y psicoanalista austriaco Wilhelm Reich.

Según él, el ser humano dispone de algo que denominó en su momento como “energía orgónica”. Se trata de un impulso vital y creador, algo que nos conduce a la satisfacción y al disfrute de la experiencia. Cabe decir que esta teoría formulada a principios del siglo XX no convenció a la comunidad científica de la época. Sin embargo, tiene mucho que ver con ese impulso positivo que, de algún modo, todos deberíamos aplicar en nuestra cotidianidad.

Veamos algunas frases que pueden ayudarnos a lograrlo.

Frases para recuperar la energía positiva

Un primer aspecto que debemos comprender sobre esta dimensión, sobre la positividad y la energía que de este estado emocional se desprende, es que no se encuentra en el exterior. Nadie puede quedar “imantado” de buenas a primera por esta fuerza renovadora y entusiasta si primero no es receptivo.

Aún más, ni siquiera la percibiremos si avanzamos por nuestros escenarios cotidianos enfrascados en nuestras preocupaciones, nuestras tensiones y ansiedades. Para permitir que un determinado tipo de energía llegue a nosotros, primero hemos de vaciarnos de negatividades, solo así dejaremos entrar lo nuevo, lo que puede generar un cambio…

Descubramos a continuación algunos modos para alcanzar dicho fin, a través de la selección de estas 9 frases para recuperar la energía positiva.
1. Enciende tu voluntad
“Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”.
-Albert Einstein-

La psicología de la voluntad nos recuerda que aquello que deseamos será posible, siempre que confíemos en nosotros mismos. Albert Einstein lo sabía y nos lo demostró en muchas ocasiones con sus trabajos, con ese mundo de la física tan lleno a su vez de emociones, de empeños, de voluntades inflexibles que se guían por la fuerza del corazón y una mente determinada.
2. No pierdas la esperanza
“El optimismo es la fe que conduce al logro; nada puede realizarse sin esperanza”.
-Helen Keller-

Esta es una de las mejores frases para recuperar la energía positiva enunciada a su vez por una de las figuras más significativas e inspiradoras del siglo XX. Hellen Keller, fue una escritora y activista política que perdió la audición y la visión a los 19 años. Ninguno de estos hechos minó su coraje, su capacidad de superación.
3. Los días oscuros no duran eternamente
“Incluso la noche más oscura terminará con la salida del Sol”.
-Víctor Hugo-

A toda noche de oscuridad le sigue el alba. A toda violenta tormenta le siguen los claros, y hasta un arcoíris sonriéndonos en una atmósfera renovada. Toda dificultad llega a su fin, todo tiene su desenlace y algún tipo de resolución más o menos acertada. Entendamos por tanto que los instantes complejos no tienen por qué cronificarse.

4. El potencial que hay en ti
“Las personas cambian cuando se dan cuenta del potencial que tienen para cambiar la realidad”.
-Paulo Coelho-

A veces lo hacemos: nos pasamos media vida dormidos, aletargados sin tener conciencia de nuestro auténtico potencial. Ya sea por nuestro entorno familiar o social, no siempre logramos encender esa chispa con la cual entender todo aquello que realmente podemos hacer por nosotros mismos y por el mundo.

Hagámoslo. Seamos capaces de escampar todas las brumas y energías negativas que nos rodean para abrir los ojos a nuestro interior y descubrir el increíble potencial del que disponemos.
5. Tu enfoque mental
“Si puedes cambiar tu mente, puedes cambiar el mundo”.
-William James-

William James, filósofo, psicólogo y hermano del maravilloso escritor Henry James, nos dejó también otra de las más acertadas frases para recuperar la energía positiva. Lo decíamos al inicio, lejos de buscar el cambio en el exterior debemos entender que la responsabilidad está en nuestro interior: cambia tu estilo de pensamiento y entonces, el propio mundo cambiará contigo.
6. Una vida con sentido 

“Si creemos que el universo no tiene sentido; allí será donde viviremos. Pero, si creemos que el mundo es nuestro y que el sol y la luna brillan para nuestro encanto, habrá alegría sobre las montañas y gozo en los campos, porque nuestro artista interior glorificará la creación”.
-Hellen Keller-

Volvemos una vez más con Hellen Keller para reflexionar sobre la vida, sobre el universo y sobre nosotros mismos. Si somos capaces de darle un sentido a todo aquello que nos envuelve, por imperceptible que llegue a ser, estaremos salvados. ¿La razón? Quien le da significado a su vida tiene motivación, tiene propósitos, tiene ilusiones…


7. El valor de tu actitud 

“Tu actitud, y no tu aptitud, determina tu altitud”.
-Zig Ziglar-

Esta es otra de las mejores frases para recuperar la energía enunciada por uno de los oradores motivacionales más conocidos: Zig Ziglar. Pensemos en ello durante un momento, lo que de verdad nos da grandeza, lo que nos diferencia de los demás y nos hace a su vez ser válidos para nosotros mismos, no son nuestras aptitudes: son nuestras actitudes. Ellas son las fuerzas más poderosas del ser humano, las que nos encaminan a los mejores logros.
8. La vida es cambio
“La buena vida es un proceso, no un estado”.
-Carl Rogers-

Carl Rogers fue junto a Abraham Maslow, quienes dieron forma a uno de los enfoques de la psicología más interesantes: el humanismo. Esta teoría fue vista en su momento como una revolución silenciosa, como una fuerza llena de dinamismo que veía por primera vez en las personas su capacidad y su potencial interno para alcanzar aquello que desean.

Todos podemos por tanto poner en marcha ese proceso, porque en la vida no se trata solo de saber adaptarse a los cambios, la mayor parte de las veces debemos propiciarlos nosotros mismos.


9. Atrévete a vivir

Terminamos con una pincelada dorada. Ponemos fin a este listado de frases para recuperar la energía positiva con un consejo del filósofo y teólogo danés del siglo XIX, Søren Kierkegaard. La existencia, la auténtica existencia es por encima de todo experiencia, es sentimiento, es percepción y es sensación.

La vida no es un libro para ser leído, sino una sala de dimensiones infinitas donde salir a bailar con todas las ganas, donde dejarnos llevar, donde ser receptivos, abiertos, sensibles… Ahí es donde se encuentra la auténtica energía positiva, en nuestras ansias por vivir.
“Las cosas más nobles y bellas de la vida no están hechas para que escuchemos historias sobre ellas, para leamos acerca de su existencia o para que las veamos, sino que son para ser vividas”.
-Søren Kierkegaard-


Valeria Sabater

domingo, enero 28, 2018

11 claves que indican que debes cambiar de trabajo

El crecimiento personal no solo está determinado por nuestro logros materiales y espirituales. También, por las decisiones que tomemos en el camino para lograr lo que deseamos. De esta manera, el trabajo juega un rol fundamental a la hora de poder conseguir todo aquello que anhelamos.

 
 
El estar conforme con lo que hacemos no es suficiente. Debemos amar lo que día a día realizamos. Si resulta ser de esa forma, entonces, nada será un trabajo. Todo será un placer. Y podrás ganar dinero haciendo aquello que tanto te gusta.

Por lo tanto, si actualmente te encuentras laborando en algo que no te llena y que no te hace feliz. Entonces, ha llegado el momento de preguntarte si vale la pena continuar en ello o buscar un nuevo rumbo. A continuación, en Phrónesis te presentamos 11 claves que te indicarán si ha llegado el momento de cambiar de trabajo para ir en búsqueda de tu bienestar…
 
1. No eres feliz con lo que haces

La felicidad es el fin de cada una de las acciones que realizamos en nuestras vidas. Trabajamos para poder lograr aquello que deseamos. Desde el punto de vista material y personal. Si el trabajo que desempeñas no te gusta e incluso llegas a odiarlo, pues algo anda muy mal. Lo mejor que puedes hacer es moverte y buscar otras opciones que te llenen y te hagan sentir bien contigo mismo y con los demás.
 
2. Te sientes estancado

Las personas no solo trabajan por dinero, también lo hacen por su bienestar y desarrollo tanto personal como profesional. Cuando nos encontramos en un empleo que no nos ofrece crecimiento nos sentimos estancados. Es normal, incluso, pensar que perdemos nuestro tiempo. Antes que nada, debemos analizar si la empresa en la que trabajamos nos ofrece la oportunidad de crecimiento que tanto esperamos.
 
3. Problemas con tus jefes

Es normal que existan ciertas diferencias con las personas a las que nos toca rendir cuentas. Sin embargo, estas diferencias deben ser únicamente en el plano laboral. Cuando existen rencillas personales que van más allá del trabajo, entonces lo mejor es alejarse y aprender a lidiar con personas conflictivas.
 
4. Sufres de estrés continúo

No todas las personas son capaces de trabajar bajo presión. De hecho, la mayoría no lo soporta y termina por comprometer su salud y bienestar. Este puede llegar a ser una enfermedad muy peligrosa. Al punto que puede llegar a afectar tu sistema nervioso. Existe el llamado estrés laboral, el cual está comprobado puede ser altamente perjudicial.

5. No te sientes comprometido

Por lo general, esto sucede cuando no estamos en sintonía con la empresa en la que trabajamos. Puede ser que sus políticas, valores o principios no sean de tu agrado y por lo tanto no los compartas. En estos casos, lo mejor es buscar un nuevo lugar que te brinde lo que andas buscando.
 
6. Tu labor es menospreciada

Suele suceder que aunque te esfuerces demasiado nunca parecerá ser suficiente. Tu trabajo no es valorado y muchas veces, inclusive, menospreciado. Aquí, puedes hablar con tu jefe acerca de aquello que no está funcionando o sencillamente irte a un lugar donde seas apreciado por tus capacidades.
 
7. El trabajo te impide vivir

Es muy común encontrar a personas que no hacen en su vida más que trabajar. El tiempo no les alcanza para nada más. Un trabajo al que tengas que dedicarle más de 8 horas al día no es un empleo sano. Recuerda que trabajas para vivir, no vives para trabajar.
 
8. Sufres de acoso

Resulta que muchas veces somos maltratados en nuestros trabajos. El trato poco humano y vejatorio es considerado como acoso. De la misma manera que el mobbing o acoso psicológico. En el cual, somos amenazados en nuestras capacidades y actitudes. Sin dejar a un lado, el acoso sexual que puede resultar muy común hoy en día.
 
9. Te sientes infrautilizado

Suele suceder que cuando nos encontramos desempeñando un trabajo que nos exige menos de las capacidades que tenemos nos aburrimos. En esos casos, es normal pensar que podemos dar y ofrecer más. Lo cual, nos hace pensar que lo mejor es buscar un oficio que nos permita aprender cosas nuevas. Es importante escuchar nuestro lenguaje interior. Allí, podemos encontrar todas las respuestas que buscamos.
 
10. La desmotivación y la apatía te ganan la batalla

Cuando no amamos lo que hacemos sucede esto. La desmotivación nos inunda, llegando a convertirse en depresión. La sensación de apatía nos inmoviliza. Llega el momento en que no nos provoca hacer nada en el trabajo. Lo mejor es realizar un cambio y buscar un nuevo empleo.
 
11.No eres bien remunerado

El factor económico tiene mucho peso. Si te encanta el trabajo, pero no estás contento con lo que ganas. Tarde o temprano, tampoco te sentirás bien trabajando. Todo es un equilibrio y lo material juega un papel fundamental a la hora de querer permanecer laborando o no para una empresa determinada.

Phrònesis

sábado, enero 27, 2018

Que no te dé miedo perder a quien no siente la fortuna de tenerte

Todas las personas llegan a nuestras vidas por algún motivo. Aprender, sanar heridas del pasado o crecer personalmente, son solo algunas de las razones. Cuando vivimos una mala experiencia amorosa llegamos a pensar que es lo peor que nos ha pasado en la vida. Esto se debe a que, el dolor que nos embarga nos impide ver las enseñanzas que la situación encierra.
 
 
 
El miedo a la pérdida, a la soledad y al cambio pueden ser los peores enemigos de una persona. Puesto que entorpecen nuestro crecimiento personal y nos estancan en relaciones nocivas y dañinas.

A continuación, te explicamos por qué no debes tener miedo de perder a alguien que no siente la fortuna de tenerte. Además, te contamos cómo superar una relación donde no has sido valorado como lo merecías…
 
El miedo es el mayor obstáculo para la felicidad…

El miedo es el sentimiento más negativo que puede experimentar el ser humano. Es el motivo del odio, las guerras, la envidia, entre otros. Este no solo nos impide ser felices, también nos amarga y nos paraliza para buscar mejores oportunidades. El miedo está vinculado a las inseguridades. A la falta de amor propio y sobre todo a la ausencia de fe.

Si confiamos plenamente en lo que somos, en nuestras capacidades, virtudes y afectos. Jamás experimentaremos temor ante las situaciones que la vida nos presenta. Las relaciones de pareja no escapan de ello. Una relación fomentada en el miedo a perder a esa persona que nos acompaña no es saludable. Los cimientos de la misma serán la inseguridad, el rechazo, el apego y sobre todo la baja autoestima. Esa combinación de aspectos negativos jamás dará un resultado positivo para tu vida. Por ello, es tan importante saber ciertas cosas antes de comenzar una relación. Por ejemplo, las intenciones verdaderas de esa persona.
 
¿Cómo puedo saber que esa persona no siente la fortuna de tenerme?

Si estás enamorado resulta muy difícil saber que estás con alguien que no te conviene. Peor aún si nos hemos puesto una venda sobre nuestros ojos que nos impide ver quién realmente es nuestra pareja. Darnos cuenta de que esa persona no nos valora tampoco es fácil. Más cuando nos negamos a aceptar la realidad.

Vivir en una mentira es lo peor que puedes hacer. Para saber si esa persona no se siente afortunada por estar a tu lado, debes plantearte las siguientes interrogantes. ¿Mi pareja está orgullosa de lo que soy? ¿Me demuestra con acciones que se siente afortunado de formar parte de mi vida? ¿Le da igual que mi presencia desaparezca de su entorno? ¿Valora y aprecia lo que hago por ella? ¿Los sentimientos que expreso son recíprocos? ¿Estoy en una relación sana?

Estas son solo algunas de las preguntas que debemos responder con total sinceridad para descubrir si nuestra pareja realmente se siente afortunada a nuestro lado. A la hora de plantearte estos cuestionamientos debes hacerlo con total objetividad. Dejar los sentimientos a un lado es necesario. Al final lo más importante es apostar por una relación saludable para ambas partes.
 
¡No sientas miedo y experimenta tu superación!

Lo primero es entender y aceptar que aquel que no siente la fortuna de tenerte jamás podrá valorarte. Es muy sencillo y es una realidad. Aceptarlo y superarlo es la mejor forma de evolucionar. El apego a las situaciones y relaciones nocivas son la causa del estancamiento de casi todas las relaciones de pareja. Muchas veces, terminar una relación que no da para más es el mayor acto de amor que puedes tener hacia esa persona. Llénate de valor y toma las riendas de tu vida. Recuerda que, tu felicidad no depende de nadie. La felicidad es una decisión y solo depende de ti mismo.

Aunque eres libre de amar a quien consideres y vivir tu vida como te plazca. Debes saber que, la dignidad y el amor propio son lo más importante que debes cultivar. Preocuparte por tu bienestar es indispensable. Tu salud mental y física son más importantes que cualquier relación. Las parejas van y vienen, pero tu deberás convivir contigo mismo el resto de tu vida. Por ello ¡Respétate y ámate!

Phrònesis

viernes, enero 26, 2018

¿Y si le abrimos un espacio a la gratitud?

Cuando se termina un año, nos llenamos de deseos y buenos propósitos para el nuevo año que comienza, ¿y si dentro de estos le asignamos un lugar a la gratitud? A esa “emoción social que señala nuestro reconocimiento por las cosas que otros han hecho por nosotros” (Kaplan J. Fox). A ese rasgo afectivo de disposición agradecida o tendencia generalizada a reconocer y responder con una emoción agradecida a los actos y experiencias de benevolencia que tenemos en nuestra vida cotidiana (M. E. McCullough).

 
 
En este artículo quiero ofrecerles una pequeña lista que nos pueden ayudar a entender por qué en este nuevo año debemos incluir la gratitud dentro de nuestros buenos propósitos e intentar hacer de ella un arte del saber vivir.
 
1. La gratitud mejora nuestro bienestar

La gratitud puede transformar días comunes en ‘días de acción de gracias’, por lo tanto, puede hacer de la rutina laboral un día con alegría y de las oportunidades, bendiciones”, William Arthur Ward.

Desde una perspectiva científica, la gratitud no es solo una acción. Esta es una emoción positiva importante porque sirve para un propósito que va dirigido hacia los demás, pero también hacia nosotros mismos.

Las personas agradecidas son propensas a experimentar emociones positivas y a tener una percepción de bienestar subjetivo; ya que verse a sí mismas como los beneficiarios de la generosidad de otros los lleva a sentirse afirmados, estimados y valorados, lo que ayuda a aumentar la autoestima y percepción social de que son apoyados y ayudados.

Además, las personas altamente agradecidas tienen una cosmovisión en la que todo lo que tienen, e incluso la vida misma, es un regalo; y este nivel de apreciación puede hacer que evitemos el dar por hecho que los beneficios llegan solo porque sí.

También, se ha encontrado que las personas agradecidas experimentan niveles más altos de otras emociones positivas específicas como la felicidad, la vitalidad, el optimismo y la esperanza. Así como una mayor satisfacción con la vida y además, tienden a experimentar bajos niveles de emociones negativas, como la ansiedad, la depresión y la envidia.

2. La gratitud como un arte del cuidado propio y ajeno

Todos los miembros de la sociedad humana necesitan la ayuda de los demás”, Adam Smith.

La naturaleza prosocial de la gratitud sugiere la posibilidad de que la disposición agradecida esté enraizada en los rasgos básicos que orientan a las personas hacia la sensibilidad y la preocupación por los demás. Las personas agradecidas tienden a ser más amables, lo que parece facilitar el comportamiento prosocial de la reciprocidad orientado a ayudar a los otros sin esperar nada a cambio. La disposición hacia la gratitud se relaciona con otros rasgos que surgen de la amabilidad, como la capacidad de empatía, la disposición a perdonar y la tendencia a ofrecer ayuda y apoyo a los demás.

Tendemos a pensar que los demás necesitan grandes actos de nuestra parte para sentirse queridos, pero no es verdad. Unos simples buenos días, un saludo inesperado, una sonrisa sin más, son pequeños actos de amabilidad con los que podemos decirle a los demás que estamos presentes y los queremos.
 
3. La gratitud nos ayuda saborear las circunstancias positivas de la vida

Reflexione sobre sus bendiciones presentes, en las cuales cada hombre tiene muchas, no en sus desgracias pasadas, de las cuales todos los hombres tienen alguna”, Charles Dickens.

Una respuesta agradecida a las circunstancias de la vida puede ser una estrategia psicológica adaptativa y un proceso importante por el cual las personas interpretan positivamente las experiencias cotidianas. Por esto, la capacidad de observar, apreciar y saborear los elementos de la vida ha sido vista como un determinante crucial de nuestro bienestar personal psicológico, emocional y mental ( Janoff-Bulman & Berger ).

Dicen que todo es según el cristal con que se mire, así que es mejor tener una mirada en lo bueno que tenemos, porque lo malo vendrá solo. Una mirada positiva y optimista frente a nuestras vidas es más beneficiosa; de hecho se ha encontrado que las personas que se enfocan en la gratitud en sus vidas, muestran significativamente más optimismo en muchas áreas de sus vidas, incluida su propia salud y el ejercicio (Emmons y McCullough); parece ser que la gratitud abre las puertas al mundo de la salud y el bienestar físico.

4. La gratitud nos ayuda en la construcción y el mantenimiento de nuestros vínculos afectivos

Los adultos que se sienten agradecidos tienen más energía, más optimismo, más conexiones sociales y más felicidad que los que no lo hacen”, Melinda Beck.

La gratitud es importante para formar y fortalecer las relaciones más importantes de nuestras vidas, y con las que interactuamos todos los días. Por ejemplo, ser agradecido, por cosas muy cotidianas como ser puntual, es considerar que el tiempo de los demás es igual al mío (Roberto Canessa).

Por un lado, las personas que expresan su gratitud tienden a estar más dispuestas a perdonar a los demás y a ser menos narcisistas (DeShea, Farwell y Wohlwend-Lloyd). Dar gracias a quienes te han ayudado fortalece tus relaciones y promueve la formación y el mantenimiento de relaciones, así como la conexión y la satisfacción de las relaciones (Algoe, Gable y Maisel).

Por otro lado, la gratitud es más que pagar los beneficios; se trata de construir relaciones, ya que es un sistema de detección y respuesta para ayudar a encontrar, recordar, prestar atención y vincularnos con otros. Porque las relaciones con otras personas que responden a nuestros gustos y disgustos, nuestras necesidades y preferencias, pueden ayudarnos a superar tiempos difíciles y a florecer en los buenos tiempos.

Tener actos de gratitud no cuesta nada, por lo que podemos intentar que esté presente en nuestro día a día. Así que para este nuevo año haz un espacio a la gratitud y estos simples gestos, quizás te puedan ayudar:
  • Una vez al día: Todas las noches piensa en algo que te haya pasado en el día y por lo que puedas estar agradecido.
  • Una vez a la semana: No está de más dar las gracias cuando alguien haga algo por ti, pero de vez en cuando es mejor ir más allá. Reserva un tiempo a la semana para decirle a alguien lo mucho que ha significado su apoyo o favor en un determinado momento.
  • Una vez al mes: Escribe una carta agradeciendo a alguien lo que ha hecho por ti a lo largo de tu vida, y lo mucho que ha significado su generosidad. Mandar la carta por e-mail o correo está bien, pero siempre será más emotivo si se entrega en mano (Linda Wasmer Andrews).

“Tal vez la gratitud no sea la virtud más importante, pero sí es la madre de todas las demás” (Cicerón); por esto le quiero dar las gracias a Phrònesis por darme el espacio de poder compartir con ustedes esta columna del arte y la virtud del cuidado; y por enseñarnos que el arte del saber vivir no es algo tan difícil de alcanzar; y muy especialmente le quiero dar las gracias a todas y cada una de las personas que se toman un momento de su tiempo para leer mis artículos. Reciban de mi parte mi eterna gratitud por su bondad y generosidad.

Cultive el hábito de ser agradecido por cada cosa buena que le llega, y dé las gracias continuamente. Y debido a que todas las cosas han contribuido a su avance, debe incluir todas las cosas en su gratitud”, Ralph Waldo Emerson. 
 
 Nancy Castrillón

jueves, enero 25, 2018

9 sencillos pasos para cumplir los propósitos de año nuevo sin fracasar en el intento

Año nuevo, metas nuevas (junto a aquellas que aún no has logrado alcanzar). Por esto, es momento de cumplir todo eso que te has propuesto, sin ponerte excusas. Tanto los deseos represados durante años, así como los más recientes, es hora de ejecutarlos.

 
 
¿Ya tienes lista tu rutina de ejercicios?, ¿en qué invertirás ese dinero ahorrado?, ¿ya planeaste el viaje con tu pareja? Estas son algunas preguntas que han surgido en tu vida diaria, a las cuales no debes fallarles.

Por lo tanto, toma atenta nota y prepárate para el cambio que llegará a tu vida.
 
1. Fija metas que sean alcanzables.

El mayor error que cometemos a la hora de proyectarnos, se da al no considerar las dimensiones. Eso que tanto deseas ¿está dentro de tus capacidades?, ¡sé realista con tus aspiraciones! Aunque harás todo por llegar a lo que quieres, sé consciente de priorizar tus propósitos.
 
2. Considera varios aspectos de tu vida.

Recuerda integrar cambios intelectuales, físicos, laborales, sentimentales, etc. Por cada uno de ellos puedes adaptar un propósito, así no te será difícil cumplir con todos al mismo tiempo. De este modo, lograrás llegar a donde quisiste, creciendo en conjunto con todo tu ser.
 
3. Plásmalos en una lista.

En una hoja de papel, escribe todo aquello que deseas alcanzar en este nuevo año. Toma nota de cómo lo ejecutarás, así como una fecha límite para llegar a ello. Además, deja esta lista en un lugar visible o llévalo siempre contigo, así no pasarás por alto ningún detalle.
 
4. Haz uso de herramientas a tu alcance.

Programa alertas y alarmas en tu celular, utiliza fichas adhesivas en tu hogar y trabajo, lleva contigo una agenda, etc. En consecuencia, sabrás que aquello a lo que le pusiste un tiempo límite, deberás realizarlo. Por supuesto, hazlo justo en el momento que debes hacerlo, sin excusas.

5. ¡Comienza ahora!

Elimina la palabra “posponer” de tu diccionario, porque como dicta el refrán: el tiempo perdido, los santos lo lloran. Comienza cuanto antes a ejecutar, no sin antes dejar claro cuándo comienzas y cuándo terminarás. Así, no será necesario esperar hasta el siguiente año para realmente dar inicio a aquello que anhelas.
 
6. Comparte tu progreso con quienes más quieras.

No encontrarás mayor satisfacción, que sentir cuánto has progresado en tu camino. Cuenta a las personas que más aprecias en tu vida, el paso a paso de tu recorrido. De esta forma, quienes más te quieren seguirán apoyándote, animándote a continuar, e incluso recibiendo más confianza para avanzar.
 
7. Sé paciente.

Por ejemplo, si sueñas con perder o aumentar veinte kilos en una semana, fallarás. Debes tener sensatez a la hora de planear tus objetivos, solo así conseguirás los resultados que aspiras. Recuerda, cumpliendo con perseverancia las rutinas que planteaste, lograrás crear los hábitos.
 
8. Ayuda a los demás a cumplir sus propósitos.

Como tú, son muchas las personas que también trazaron metas a cumplir en este nuevo año. Sé parte de los proyectos de las demás personas brindando respaldo, en efecto, todos serán beneficiados.
 
9. Nunca abandones

No te falles como persona, es el peor error que puedes darle a tus proyecciones. Recuerda porqué empezaste, adónde querías llegar, qué será de tus propósitos si abordas y si harás igual con cualquier cosa que desees. Además, si cumples con eso que te propusiste, confía en que serás capaz de lograr cualquier otra cosa.

Cultiva solo aquellos hábitos que quisieras dominaran tu vida”, Elbert Hubbard.
 
Phrònesis

miércoles, enero 24, 2018

4 señales de que estás ‘quemado’ en tu trabajo

Hace algunos años comencé a trabajar en el lugar de mis sueños. Pasé mis cinco años de universidad y pasantías preparándome para este trabajo. Este era mi momento de brillar y no iba a desperdiciarlo… 

 
Si bien no la persona más inteligente o con más talento, a través de mi dedicación pude cumplir con muchos objetivos que me había trazado en mi carrera profesional. Llegué temprano a mi oficina, me quedé hasta tarde, trabajé los fines de semana, todo el tiempo me preocupaba bastante por mi desempeño y mi futuro.

Al mira por el espejo retrovisor, era obvio que el estilo de vida que estaba llevando no era sostenible. Pero en aquel entonces nada más importaba, de hecho usaba mi adicción por el mismo como una insignia de honor. Sin embargo, con el paso del tiempo esa apariencia de vida equilibrada se fue por la borda en un abrir y cerrar de ojos.
 
Me estaba ‘quemando’ en el trabajo…

No tenía energía ni muchos menos ganas de salir un rato con mis amigos. Estaba descuidando mi salud y me había desilusionado completamente de mi trabajo. El mio fue un cuadro clásico de agotamiento: varios factores estresantes se prolongaron durante un largo período, estos me dejaron totalmente agotada y con un rendimiento mínimo.

Mi historia no es poco común, de hecho muchos millennials experimentan agotamiento laboral antes de cumplir los 30 años. Para David Ballard, doctor en psicología de la Asociación Americana de Psicología, quemarse puede definirse como “un período prolongado en el que alguien experimenta agotamiento y falta de interés en las cosas, lo que provoca un declive en su desempeño”.
 
¿Cuáles son los signos de agotamiento?

Al igual que yo, tú también te puedes estar quemando en tu trabajo. Presta mucha atención a los siguientes signos y toma cartas en el asunto para que puedas vivir una vida mucho más feliz y plena.
 
1. Cansancio extremo

Una clara señal de agotamiento es cuando te sientes cansado todo el tiempo, a toda hora, en todo lugar. Este puede ser tanto emocional como mental o físico. Lo puedes reconocer porque es esa sensación de no tener energía, de estar completamente exhausto, sin pila y sin ánimo de hacer nada.

2. Falta de motivación

De seguro hay muchas posibilidades de que te estés quemando en tu trabajo cuando dejas de sentir ese entusiasmo al llegar a tu oficina cada día. Si bien no todos los días vas a tener la misma energía para comenzar tu jornada, es preocupante cuando esto te sucede a menudo. ¿Es difícil para ti ponerte en marcha todas las mañanas para ir a tu trabajo? ¡Piénsalo y actúa antes de que sea tarde!
 
3. Frustración, cinismo y otras emociones negativas

Tal vez en este mismo momento sientes que lo que haces importa poco o nada, incluso puedes encontrarte desilusionado acerca de todo. ¿Te sientes más pesimista de lo normal? ¿Se han convertido todas las emociones negativas en las únicas que experimentas a diario? Es normal tener emociones negativas de vez en cuando y más cuando las cosas salen mal, sin embargo, no debe ser una sensación del día a día.
 
4. Problemas cognitivos

El agotamiento y el estrés crónico pueden interferir con tu capacidad para prestar atención o concentrarte. Cuando estás estresado, tu atención se reduce para enfocarte en el elemento negativo que percibes como una amenaza. Esto anterior puede ayudar a lidiar con el problema en principio. Sin embargo, tu cuerpo y cerebro están diseñados para manejar esto en breves ráfagas y luego volver al funcionamiento normal.

Cuando el estrés se vuelve crónico, este enfoque continúa durante mucho tiempo y empiezas a tener dificultades para prestar atención a otras cosas. Lo anterior, puede afectar negativamente tu capacidad para resolver problemas o tomar decisiones. Te empiezas a sentir más olvidadizo y tienes mayor dificultad para recordar cosas.

¿Crees que tienes alguno de estos síntomas? ¿Últimamente no eres la persona que quisieras en tu trabajo? Ten cuidado y, si estás sufriendo de agotamiento laboral, no dudes en buscar ayuda profesional.

Phrònesis

martes, enero 23, 2018

Este año sí dejaré de estresarme y viviré plenamente

¿Cuándo fue la última vez que te estresaste?, ¿hace unas horas?, ¿ayer?, o ¿lo estás en este momento? Debes saber que, para este nuevo año, tus propósitos serán más grandes que cualquier afectación que venga hacia ti. Sé consciente de que la finalidad que le des a cada meta, no debe verse interrumpida en su proceso. 

 
¿Qué es eso que tanto te afecta y no te permite avanzar?, ¿lo reconoces? Entonces, si reconoces aquello que te está perjudicando ¿por qué no lo dejas? Está bien, si es algo que consideras puedes controlar, comienza a hacerlo ahora mismo, ¡solo tú puedes guiar tus emociones!
 
Comienza por aceptar

Sí, es muy difícil ceder ante aquellas situaciones que se presentan como no las queremos. Entonces, ¿por qué sí aceptamos las que se presentan como quisimos? Este es el punto de partida, recibir en nuestras vidas cada acción como un pro y no como una contra. Aprender a aceptar y respetar lo que nos brinden las personas que se cruzan en nuestro camino, alejará las tensiones.
 
¿Eres feliz con lo que estás haciendo?

Cada persona en este mundo es un universo, cada una tiene diferentes aspiraciones para su vida; siendo así, ¿estás construyendo para tu vida o para la de los demás? No se trata de ser egoístas, porque también estamos edificando mientras ayudamos. Se trata de emprender aquello que anhelas, que seguro te llenará y lograrás salir de preocupaciones que sobran en tu vida.
 
Ocúpate en algo diferente

Muchas veces permitimos mantener nuestros pensamientos en la cotidianidad. Pero, existen infinidad de planes a los que debes abrirles la puerta, para que comiencen a hacer parte tu vida diaria. Haz deporte a diario, apúntate al gimnasio, ingresa a la academia de baile, inscríbete en el curso de natación, etc. Muchas veces, aquellas actividades que tienes a tu alcance, pero omites, son el factor que no te permiten progresar.

Ten un propósito cada día

No hay peor sensación que levantarse de la cama sin tener una motivación. Es fundamental que cada noche o durante el día, te propongas algo que te motive a llevar a cabo lo que harás. De esta manera, el trabajo, la universidad, o en cualquier ámbito, sentirás la obligación de cumplir pequeños objetivos. 

Agradece a la vida

El problema de no trascender positivamente en tu vida diaria, se debe al valor que le das a la misma. A pesar de todo, agradecer te fortalecerá, te permitirá tomar con otra actitud las acciones y afrontar el futuro. Entre tanto, las personas a tu alrededor se darán cuenta de tu cambio y le darán mayor valor a ello.

Por último, atrévete a innovar, a transformar tu presente pensando en tu futuro. No importa, nadie es indispensable en la vida y a fin de cuentas la satisfacción solo la sientes tú. Cambia tu estilo de vestir, escucha música nueva y opta por leer otros libros. Finalmente, es una sola vida la que estás viviendo; no te arriesgues a desperdiciarla en algo que te afecta. Demuéstrate de cuánto eres capaz y quienes están en tu entorno se darán cuenta del cambio.

Phrònesis

lunes, enero 22, 2018

La Energía del Año 2018

En primer lugar, quería desearte un muy feliz año 2018.


 
Ya hace unos días que hemos estrenado el año, pero este es el primer artículo que escribo desde entonces, y quería aprovecharlo para enviarte muy mejores deseos. Espero de todo corazón que la luz y el amor te acompañen el todo momento y que todo lo que te llegue a partir de ahora sea cada vez mejor.

Aparte de esto, hoy hablaremos de la energía de este año que acabamos de empezar.

Cada año tiene su propia energía y sus propios potenciales, y esto hace que cada uno sea propicio para un tipo de cosas. Y si tenemos esta información, lo podremos aprovechar mucho mejor.

Esto no implica ningún límite de ningún tipo, ni que cada año solo podamos hacer unas determinadas cosas y ya está. Podemos hacer lo que queramos en cualquier momento.

Simplemente hay momentos en los que la energía es más favorable para unas cosas, y momentos en los que la energía es más favorable para otras.

Y si conocemos bien esta energía, la podremos utilizar mucho más a nuestro favor.

La Energía de los Números

Para conocer la energía del año 2018 utilizaremos el mismo camino que usamos el año pasado para analizar la energía de 2017: la numerología.

Como ya comentamos el año pasado, nuestra sociedad en general no tiene una muy buena imagen de la numerología. Muchas personas lo consideran algo absurdo y sin sentido. Pero es mucho más poderosa de lo que parece a simple vista. Los números tienen un gran significado, y a través suyo podemos entenderlo todo.

Una de las maneras más simples de analizar la energía de un año mediante la numerología es sumar todas sus cifras hasta que solo quede una. Con este método, podemos ver que el año 2018 tiene la energía del 2:

2 + 0 + 1 + 8 = 11, y 11 = 1 + 1 = 2

En muchas escuelas de numerología, cuando se llega a un número con todas sus cifras iguales no se sigue sumando. Así que, bajo esta teoría, el año 2018 es un año con la energía del número 11. Pero a mí me gusta simplificar las cosas y, aunque efectivamente el año 2018 es un año 11, también es un año 2.

Y el 2 es el número de la división y la dualidad.

Es posible que, al oír estas palabras, alguien piense que el dos es un número negativo, pero no es así en absoluto. Es cierto que la división tiene un cierto riesgo que hay que vigilar, pero sin ella no puede haber creatividad. Si solo existiera el uno, todo sería idéntico e uniforme. Necesitamos el dos para que aparezcan la creatividad y la diversidad.

Así que el 2 es el número básico de la creación.

Si piensas un momento en el proceso de creación de cualquier cosa, verás que siempre hay una división: hay algo que primero es una unidad y que luego se divide en dos. Todo se crea de esta manera.

El ejemplo más claro es la reproducción de las células: primero tenemos una única célula; luego esta célula empieza a dividirse y se separa en dos, y así al final tenemos dos células.

Algo muy parecido sucede en la reproducción humana: primero tenemos el cuerpo de una mujer, luego empieza un proceso en su interior que va creando un nuevo cuerpo, y al final este nuevo cuerpo sale y se separa del cuerpo de la madre. Durante el embarazo, madre e hijo son uno. En el parto, se separan y se convierten en dos. Y así nace una nueva vida.

Y lo mismo sucede en la creación de cualquier idea o proyecto. Primero tenemos una idea en nuestra mente: la idea y nosotros formamos una unidad. Luego le damos forma y la materializamos en el mundo exterior: la idea sale fuera y se “separa” de nosotros.

Así se crean todas las cosas. Siempre es un proceso de división. Primero hay algo que es una unidad, y luego esta unidad se divide de alguna manera y aparece una cosa nueva.

Y esta es la energía del año 2018: es un año propicio para que aparezcan cosas nuevas.
La Energía del Año 2018

La energía del año 2018 es una energía muy favorable para que cualquier proyecto que tengas en mente empiece a materializarse. Es un año que favorece que lo que tienes dentro de ti salga al exterior y se manifieste como una entidad con vida propia.

Ahora bien, hay que puntualizar esta afirmación para entenderla correctamente.

El número dos es un número de creación, pero no es un número de crecimiento. Es un número que capta la energía del momento en el que algo nace, pero no va más allá.

Prácticamente todas las cosas, cuando nacen, lo hacen en un estado muy bajo de desarrollo: los bebés, al nacer, son muy vulnerables e inmaduros; las plantas, cuando asoman la cabeza por encima de la tierra, son solo un pequeño brote verde; los proyectos, cuando se ponen en marcha, suelen ser bastante inciertos, y no se sabe si acabarán prosperando o no.

El número dos tiene esta energía: es un nacimiento, y todo nacimiento tiene un gran potencial. Pero aún no se sabe si este potencial se desarrollará al máximo o no.

Así pues, si hay algún proyecto que tienes pensado desde hace un tiempo, este año es un buen año para ponerlo en marcha. Es un buen año para que deje de ser una idea en tu mente y se manifieste como una realidad tangible.

Simplemente ten en cuenta que esto no significa que vaya a crecer en seguida. Puede que lo haga, pero no es lo más probable. Este es un año de nacimientos. Es un año de brotes verdes. No tengas prisa. Cuídalos con paciencia y amor, y más adelante ya irán creciendo.

La Importancia de Sembrar antes de Cosechar

Aparte de esto, también hay otro factor que hay que tener en cuenta durante este año. El año 2018 es un año favorable para los nacimientos, pero los nacimientos solo pueden producirse después de un periodo de gestación.

Nunca nace nada de un día para otro; primero tiene que pasar por un periodo durante el cual se ha ido gestando.

Esto significa que este es un año muy bueno para empezar proyectos, siempre y cuando los hayas estado preparando desde hace un tiempo. Si no has trabajado en ellos de ninguna manera y justo ahora te pones a ello, es probable que no funcionen del todo bien.

Para entender bien esta idea, imagínate a dos personas que tienen un terreno apto para el cultivo. Las dos quieren aprovecharlo para obtener frutas y verduras, pero su actitud para conseguirlo es muy diferente.

La primera no hace absolutamente nada. Tiene el terreno abandonado y ya está. La segunda, en cambio, lleva tiempo cuidándolo para convertirlo en un huerto: ha quitado las malas hierbas, ha plantado las semillas y lo ha regado regularmente. Y llega un momento en que aparecen los primeros brotes.

Al ver esto, la primera persona piensa: yo también quiero un huerto. También quiero que crezcan las plantas en mi terreno. Si mi vecino tiene brotes, yo también puedo tenerlos. Voy a plantarlos ahora mismo.

¿Qué sucederá en un caso así? Pues que difícilmente lo conseguirá. Las plantas no empiezan a crecer en un día. Y tampoco se pueden plantar en cualquier momento. Para tener tomates en verano, no puedes plantarlos directamente en verano. Hay que haber hecho un trabajo previo antes.

Todo nacimiento viene precedido de un trabajo previo, y esto es válido para todo: las personas, las plantas, los proyectos y las ideas. Cuando una mujer decide tener un hijo, no lo tiene al día siguiente; primero tiene que pasar por el embarazo. Cuando una persona decide montar un negocio, no lo pone en marcha al día siguiente; primero tiene que prepararlo y planificarlo bien. Nada aparece de golpe de un día para otro.

Esta es la energía del año 2018: es un año favorable para los nacimientos, pero solo puede nacer aquello que se ha gestado previamente.

Así que, si durante los meses y años anteriores has estado preparando algo que es importante para ti, este es un muy buen año para ponerlo en marcha. Es un muy buen momento para transformar todo el trabajo previo en algo visible y real.

Pero solo si has hecho el trabajo previo. Si no, no.
 
El Potencial del Año 2018

Por poner algunos ejemplos concretos, imagínate a una persona que quiere cambiar de profesión y que lleva varios años formándose como terapeuta. En un caso así, este puede ser un muy buen año para empezar a ejercer.

O imagínate a una persona que lleva tiempo planificando un gran viaje y ahorrando para poderlo pagar. Pues este puede ser un muy buen año para hacerlo.

Ahora bien, imagínate a una persona que tiene un proyecto que le gustaría realizar, pero que aún no ha hecho absolutamente nada para prepararlo; como la persona del terreno totalmente abandonado. En este caso, este no es un buen año para empezar. Sin siembra previa, no puede haber cosecha.

Si este es tu caso, no te preocupes demasiado. No pienses que ya no podrás conseguir lo que quieres. El tiempo es cíclico, y volverán a venir tiempos favorables para sembrar. Pero es importante que tomar conciencia de que hay que sembrar para cosechar. Y que si quieres conseguir algo, tienes que ponerte en marcha un tiempo antes.

Una manera de aprovechar este año es utilizarlo para interiorizar bien todo esto. Muy probablemente verás personas a tu alrededor que sí conseguirán algunos éxitos. No te desanimes, ni pienses que lo han conseguido en un día. Fíjate en su ejemplo, date cuenta de que llevan tiempo preparándose, y toma la firme decisión de ponerte a trabajar a partir de ahora en lo que es importante para ti.

El año 2018 es un año de premios y regalos para todos los que llevan tiempo trabajando en serio. Si has trabajado, disfrútalo mucho. Verás brotes verdes. Cuídalos para que crezcan y florezcan.

Y si no has trabajado, disfrútalo igualmente. Este año es una prueba de que la perseverancia da frutos. Es una prueba de que todo es posible cuando realmente trabajas en ello.

Si te pones en marcha, lo conseguirás.

Un gran abrazo,

Jan

www.jananguita.es

domingo, enero 21, 2018

Sanar heridas significa que el daño ya no controla nuestras vidas

Sanar heridas emocionales no implica olvidar, significa por encima de todo conseguir que ellas dejen de controlar nuestras vidas. Algo así requiere un meticuloso proceso de transformación donde entender que no, que ya no volveremos a ser los mismos, porque la curación no es un retorno sino una hábil reconstrucción donde dar forma a alguien nuevo, alguien más fuerte y más valioso.

 
 
Todos tenemos heridas que necesitan atención. Vivimos en un mundo donde existen muchas formas de violencia, algunas más explícitas y otras encubiertas y silenciosas. Así, hechos como el sexismo, la discriminación, el bullying, la intimidación física o en las redes sociales, los efectos de la disfunción familiar o incluso los mensajes culturales sobre la belleza y el éxito son también marcas que pueden dejar huella en nosotros. 

“Para cuando la razón entiende lo sucedido, las heridas en el corazón ya son demasiado profundas”.
-Carlos Ruiz Zafón-

En los últimos siglos la psicología occidental ha intentado sanar heridas desde su amplio abanico de enfoques y técnicas con más o menos acierto. Esta es una ciencia orientada desde sus esencias a tratar de aliviar ese dolor, a proporcionar adecuadas técnicas con las que mejorar nuestros patrones de pensamiento y comportamiento para conseguir así un cambio, una mejora vital.

No obstante, nada de esto será posible si la persona, si el propio paciente, no pone voluntad. Es más, lo que ocurre muy a menudo es que lejos de atender ese problema, ese hecho puntual o ese pasado traumático, las personas optamos por apretar los dientes, cerrar el corazón y avanzar sin mirar por el retrovisor.

Esta es una mala estrategia, es más, otro error en el que solemos caer es pensar que el tiempo todo lo cura, que no hay más que dejar pasar los días, los meses y los años para que todo se resuelva. Sin embargo el tiempo no cura nada, lo que sana es aquello que hacemos con ese tiempo.

Sanar heridas: en busca del dolor primario

Alba tiene 30 años y hace ya casi ocho meses que perdió a su padre tras un infarto cerebral. Su entorno, su pareja, amigos y familiares se sienten sorprendidos por cómo ha llevado el duelo. No pidió la baja en su trabajo, es más, tras el funeral Alba se centró de forma casi obsesiva en sus proyectos profesionales trabajando de forma frenética.

Nadie la ha visto llorar, ni dar forma a ningún tipo de desahogo emocional. Su comportamiento es más activo que nunca, tanto que ni siquiera en casa para un segundo, es como si intentara mantenerse ocupada en todo momento para no pensar, para no sentir. No obstante, ha llegado a tal punto de agotamiento y estrés que ella misma ha decidido acudir a su médico de atención primaria para que le dé “algo para dormir o relajarse”. No obstante, su médico decide derivarla a atención psicológica.

Así, una vez llevada a cabo la valoración del caso de Alba, el psicólogo tiene muy claras dos cosas. La primera es que su paciente no ha hecho ningún tipo de duelo. La segunda, es que ha creado un “yo de supervivencia” muy efectivo con el que esconder un profundo dolor primario. Alba necesita sanar heridas, heridas que tal vez van más allá de la simple pérdida de su padre, hechos traumáticos que pueden estar en su pasado y que, ahora, con la muerte de su progenitor se han reactivado para conformar un “todo” aún más convulso y complejo.

Esta historia nos permite entender dos cosas que vamos a exponer a continuación. Ante la experiencia de dolor, vacío y confusión que genera un hecho traumático como puede ser un maltrato, un abuso, una pérdida o cualquier otro hecho, es común que la persona intente pasar página, dejar ese hecho atrás, olvidar. Para ello crea un “falso yo”, una personalidad con la que mantenerse a flote.

Sin embargo esa herida primaria sigue ahí, latente, y poco a poco se extenderá hasta crear otras heridas secundarias (aislamiento, trastornos de personalidad, ansiedad, depresión…) 

Primeros auxilios emocionales

Existe un libro muy interesante titulado “The primal wound” del psiquiatra John Firman, que nos explica algo tan interesante como útil. Sanar heridas no significa borrar traumas, significa habilitarnos de nuevo como seres humanos y supone por encima de todo saber crear una conexión empática con esa herida primaria.

Puede que esto último nos resulte algo extraño o incluso complejo. Para entenderlo, basta con recordar algo: cuando una persona acude a terapia lo primero que percibirá es un entorno empático, un escenario cálido y cercano donde el psicólogo busca en todo momento conectar con su paciente. Ahora bien, algo que debe conseguir el paciente por su parte es conectar empáticamente con sus heridas, con sus necesidades internas, esas a las que ha descuidado o no ha querido ver.

De este modo, podremos ir poco a poco cicatrizando ese trauma primario y sus efectos secundarios con tiempo, con delicadeza y con seguridad. Asimismo, otro aspecto de utilidad que nos explica el doctor Firman en su libro es la importancia de saber aplicar adecuados auxilios emocionales a todos esos “rasguños y cortes emocionales” que las personas solemos sufrir en el día a día. Veamos algunos ejemplos.

5 primeros auxilios para sanar heridas 

  • Describe y toma conciencia. Un primer consejo es no dejar para mañana la molestia que siento hoy y para ello nada mejor que saber describir estados emocionales. Palabras como “hoy me siento vacío, enfadado, dolido, tengo miedo, me siento solo contrariado o frustrado, etc”, nos pueden ayudar.
  • El segundo paso es la “no dependencia”. Debemos asumir, entender y aceptar que ninguna persona merece ser víctima de su herida traumática, de esa decepción o de ese estado de ánimo negativo y persistente.
  • El tercer paso es la auto-compasión. Nadie debe querernos tanto o preocuparse tanto por nuestras heridas como nosotros mismos. Sentir compasión es visibilizar el dolor y entender que debe ser tratado, aliviado.
  • Un buen apoyo. Aunque queramos, no siempre es bueno lidiar con nuestros problemas y raspaduras cotidianas en soledad. Contar con un buen apoyo donde favorecer el desahogo emocional es siempre de gran ayuda.
El último paso es el cambio. Sanar heridas exige poner en marcha más de un cambio, más de una variación a nivel personal y en nuestro entorno para dar forma a alguien nuevo. En ocasiones, conocer a nuevas personas, emprender nuevos proyectos o practicar nuevas aficiones nos ofrece adecuados incentivos para empezar a palpitar con más fuerza y más ilusión.

Valeria Sabater

sábado, enero 20, 2018

Optimismo y salud: ¿cuál es su relación?

Las personas optimistas suelen afrontar de manera más efectiva los problemas con los que se encuentran. Piensan que, a pesar de los obstáculos que existen, pueden alcanzar lo que se proponen, tardan más en rendirse ante las dificultades y su estilo de afrontamiento suele ser más proactivo, además de centrarse en mayor medida en lo que pueden ganar que en lo que pueden perder. ¿Cómo explica esta manera de afrontar la vida a la relación entre optimismo y salud?

 
 
En general, el optimismo ha demostrado ser un predictor de buena salud. Y para estimar esa afinidad, se han empleado numerosos índices de medida. Entre ellos, autoinformes, estimaciones de salud hechas por profesionales sanitarios, número de visitas al médico o la medición del tiempo de supervivencia después de ataques cardiacos. A partir de los resultados de estas investigaciones, es posible concluir que las correlación entre optimismo y salud tiende a estar entre 0.20 y 0.30. Profundicemos. 

Tipos de optimismo

El optimismo alude a una tendencia: la de esperar resultados favorables y positivos. Es un aspecto que está íntimamente ligado al bienestar psicológico y físico de las personas. No obstante, existen dos tipos de optimismo:
  • Disposicional: al que solemos referirnos comúnmente. Es la expectativa positiva, constante y generalizada de obtener buenos resultados. Como tal, se considera relativamente estable.
  • Situacional: es una expectativa concreta de obtener un resultado positivo en una contexto específico. Surge ante una circunstancia particular, un evento concreto y estresante.

Los estudios en general se han centrado en el optimismo disposicional. Y sobre todo en averiguar cómo podemos hacer que las personas tengan un optimismo generalizado. Los autores Sheier y Carver desarrollaron el Life Orientation Test (LOT). Una herramienta que mide expectativas generalizadas; es decir, el optimismo disposicional sobre la obtención de resultados positivos. 

Factores que afectan al bienestar

Optimismo, bienestar y afecto positivo correlacionan de manera directa. Así, existen numerosos factores que determinan mayor o menor nivel de estos conceptos:
  • Personalidad: según Myers (2000), gran parte del bienestar subjetivo está determinado por la personalidad. En concreto, el 50 % de la varianza de la felicidad se explicaría por factores genéticos. Por ello, es relativamente estable a lo largo del tiempo.
  • Riqueza: el dinero no da la felicidad. A nivel personal, incrementos en la riqueza no se asocian a aumentos de la felicidad. De hecho, los que tienen gran deseo de dinero son más infelices que aquellos que no lo desean tanto.
  • Relaciones interpersonales: tener relaciones íntimas con otras personas es una necesidad humana básica y esencial. La mayor parte de la gente es más feliz cuando tiene relaciones significativas que cuando no las tiene.
  • Consecución de metas: entre ellas, las de aproximación y las personales generan mayor bienestar. 

Emociones positivas, optimismo y salud física

Los optimistas utilizan en mayor medida estrategias dirigidas a la solución directa de los problemas, sobre todo cuando sienten que tienen control sobre la situación. Esto es, cuando creen que pueden hacer algo para cambiar la situación problemática. Por ello, actúan y luego evalúan. Sin embargo, los pesimistas evalúan y luego, si las expectativas les convencen, actúan (Sanna, L., 1996).

Las emociones positivas se asocian con aumentos en la Inmunoglobulina A. Este es un anticuerpo considerado como la primera línea de defensa frente a las enfermedades. Pero no solo hay efectos directos de estas emociones, sino también subjetivos. Así, las personas que se sienten felices:
  • Informan de menos síntomas físicos que las que se perciben tristes. A estas, los síntomas les producen mucho más malestar.
  • Se consideran menos vulnerables que las tristes, lo que les puede llevar a realizar menos conductas de mantenimiento de la salud.
  • Se perciben más capaces de implicarse en conductas promotoras de la salud y tienen más confianza en que estas aliviarán su enfermedad.

“Si la mente está tranquila y ocupada con pensamientos positivos, es más difícil que el cuerpo enferme”.
-Dalai Lama-

Mecanismos explicativos de la relación optimismo y salud

Existen tres mecanismos que buscan entender la correlación entre ambos aspectos:
  • Mecanismo fisiológico: los optimistas tienen menor reactividad cardiovascular ante el estrés y un mayor estatus inmunológico; es decir, un mayor número de defensas biológicas. Y, por tanto, menos problemas de salud.
  • Mecanismo emocional: la relación entre optimismo y salud es indirecta, a través de los estados emocionales. El ánimo negativo se relaciona con un peor funcionamiento de los sistemas inmunológico y cardiovascular.
  • Mecanismo conductual: los optimistas realizan conductas promotoras de la salud en mayor medida que los pesimistas. Tienen una mejor salud porque realizan más conductas saludables, como hacer ejercicio, beber con moderación, dieta equilibrada y evitación de conductas de riesgo.
Autoinformes concluyentes

En general, son numerosos los estudios que concluyen que las personas optimistas se recuperan de manera más satisfactoria de las enfermedades que los pesimistas. Algunas evidencias que sustentan esta idea son:
  • Embarazo y nacimiento: las mujeres optimistas experimentan menos síntomas depresivos durante el embarazo y el post-parto. Además, tienen menos ansiedad, lo que facilita su ajuste psicológico después del aborto.
  • Cirugías: en un estudio longitudinal llevado a cabo con pacientes que habían sido sometidos a este tipo de cirugía, los resultados fueron concluyentes. Antes de la cirugía, los optimistas informaban de menos niveles de emociones negativas, así como de estados de hostilidad y depresión.
  • Cáncer: las mujeres que puntuaron como más optimistas en el proceso de diagnóstico del cáncer de mama informan de un menor malestar antes y después de la intervención.
  • Infectados por el VIH: algunos estudios indican que las personas seropositivas que son optimistas presentan menores niveles de afecto negativo y preocupaciones relacionadas con el desarrollo de la enfermedad.

Realizado este breve, pero interesante, viaje por el optimismo y sus consecuencias, en nuestra mano está limar o adecuar nuestra disposición a lo que nos gustaría, nuestro carácter y nuestros filtros perceptivos a aquello que pensamos que nos va a ayudar. Lo que hemos visto es que, en muchos casos al menos, cierto grado de optimismo supone una ayuda para nuestro estado de ánimo y para nuestra salud.

Sara Clemente

viernes, enero 19, 2018

Las emociones nos ayudan a cubrir nuestras necesidades

Todas las personas tenemos necesidades de diferentes tipos, como bien explicó Maslow con su pirámide. Algunas son necesidades básicas, como la alimentación y la protección; otras son de relación, como el afecto y el reconocimiento. Las emociones nos ayudan a cubrir nuestras necesidades, ya que nos ayudan a sobrevivir, a distinguir entre una situación peligrosa o una que nos produce bienestar. Además, incentivan o motivan que nos relacionemos y nos comuniquemos con los demás.
 
 
De esta manera, las emociones son nuestras compañeras de viaje inseparables. La cuestión es que, a veces, nos cansamos de que estén con nosotros día y noche. Por eso, tenemos que aprender a gestionarlas, para obtener una mejor convivencia interior.
Las emociones nos ayudan a cubrir nuestras necesidades para sobrevivir e incentivan que nos relacionemos con los demás.

Existimos y nos comunicamos gracias a las emociones

Las emociones son necesarias para la supervivencia; una de sus funciones principales es prepararnos fisiológicamente para la acción. Muchos animales presentan conductas emocionales que se caracterizan por ser muy efectivas, es decir, existen determinadas emociones que nos permiten emprender acciones inmediatas. Este es quizás el primer sentido en el que las emociones nos ayudan a cubrir nuestras necesidades.

Por ejemplo, cuando sentimos miedo porque vemos una serpiente, antes de poder pensar si es venenosa o no, nuestro cuerpo ya reacciona. En este caso, aumenta nuestro ritmo cardíaco para que llegue más sangre a los músculos y podamos moverlos para escapar físicamente del posible peligro. De esta manera, si necesitamos apartarnos rápidamente de una situación, no perdemos tiempo pensando y aumentaremos nuestras probabilidades de superviviencia.

Las emociones comunican información a los demás sobre cómo percibimos e interpretamos los estímulos, tanto internos como externos. Generalmente una buena parte de esta comunicación la hacemos mediante la comunicación no verbal. Este tipo de comunicación es más rápida, natural e intuitiva que el lenguaje verbal. De esta manera, aunque no sea nuestra intención, la comunicación de las emociones ejerce una influencia en los otros.

Las emociones nos sirven de guía, ya que nos dan información valiosa sobre cada situación. Nos ayudan a precisar si la experiencia nos conviene o no en función de si la sentimos de manera agradable o desagradable. De esta manera, dependiendo de nuestra sensación, querremos repetir una experiencia o evitarla. Por lo tanto, las emociones son como una brújula interna que nos ayuda a orientarnos y poner luz en aquello que es importante por lo tanto las emociones nos ayudan a cubrir nuestras necesidades. 

Las emociones nos ayudan a cubrir nuestras necesidades

Las emociones no son ni positivas ni negativas, simplemente algunas nos resultan agradables como la alegría y otras desagradables como la rabia y la impotencia. Todas las emociones tienen un propósito, son válidas y necesarias. Podríamos entenderlas como nuestras compañeras de viaje, como amigas que nos quieren ayudar y nos indican cuáles son nuestras necesidades. Por ejemplo:
  • Rabia: sentimos rabia delante de un situación injusta o en la que percibimos que nuestros derechos han sido violados. Necesitamos poner límites y protegernos.
  • Tristeza: sentimos tristeza cuando experimentamos la pérdida de una persona, objeto, trabajo, etc. En muchos casos, antes o después necesitamos el contacto de otra persona para obtener consuelo.
  • Miedo: sentimos miedo cuando nos enfrentamos con una situación peligrosa. Necesitamos sentirnos protegidos y seguros.
  • Alegría: sentimos alegría cuando hemos ganado algo, ya sea una experiencia agradable, un objetivo personal, un éxito laboral, bienes materiales, etc. Normalmente necesitamos compartirlo con otras personas.

Si no sintiéramos rabia, ¿nos protegeríamos? Si no sintiéramos tristeza, ¿podríamos asimilar las pérdidas? Si no sintiéramos miedo, ¿cómo nos daríamos cuenta de que estamos delante de un peligro? Si no sintiéramos alegría, ¿cómo sabríamos lo que nos produce bienestar y así poder repetirlo? Dejemos que las emociones cumplan su función y nos guíen!

4 estrategias para regular las emociones

Está bien que las emociones nos guíen, pero tenemos que encontrar la manera adecuada. No podemos dejarnos llevar sólo por impulsos, sin hacer caso a nuestros pensamientos. Sentir cualquier emoción es beneficioso, pero hasta cierto punto. No podemos dejar que la emoción nos inunde y no nos permita salir de ella. Por eso, necesitamos conocer cómo gestionarlas. Las siguientes estrategias nos ayudan a regularlas: 

“Las emociones exponen los problemas para que la razón los resuelva”.
-Greenberg, L. S.-

Identificar

Ser consciente de la emoción que estamos sintiendo nos ayuda a gestionarla. Saber diferenciar, por ejemplo, si estamos tristes o enfadados y poder distinguir cuál ha sido la situación concreta o el pensamiento que ha hecho que surgiera esta emoción, nos da más información para actuar en consecuencia. Además, ser conscientes de las propias emociones nos ayuda a reconocerlas en los otros y, por lo tanto, a tener más empatía. 

Tolerar

Como hemos dicho, existen emociones que consideramos desagradables, como la tristeza, a las que normalmente intentamos apartar de nuestro repertorio emocional. Sin embargo, tenemos que aprender a tolerar la emoción. Las emociones vienen y van… como las olas del mar. Todo tiene su proceso. Si estamos tristes ahora, no quiere decir que lo vayamos a estar siempre, ni que nosotros mismos seamos personas tristes. Por lo tanto, no tenemos que esforzarnos para intentar suprimir una emoción. Tenemos que tolerar la emoción, es decir, sentirla, escucharla, sin bloquearla ni aumentarla. 

Autorregular

Todos somos capaces de autoregularnos. Como explica Greenberg (2000), el conocimiento de las emociones ofrece claridad personal y control. Si entendemos que una batalla directa contra nuestras emociones es inútil, podremos tener más control sobre ellas. Esto significa no solo dejar que la sensación desaparezca con el tiempo, sino intentar apartar los pensamientos negativos que hacen que la emoción se vuelva más intensa, distraernos para que disminuya su intensidad, controlar la impulsividad, demorar gratificaciones, etc. De esta manera, nos estaremos cuidando y estaremos facilitando que nuestro bienestar aumente. 

Expresar y comunicar

A parte de disponer de nuestros propios recursos, también podemos, es más, debemos expresar la emoción y comunicarla a las personas que nos rodean. Las emociones necesitan ser compartidas. Debemos confiar en los otros y buscar el cuidado de los que podrían aliviarnos, comunicar nuestros sentimientos y necesidades. 

“Bienaventurado el que sabe que compartir un dolor es dividirlo y compartir una alegría es multiplicarla”.
-Facundo Cabral-

En definitiva, las emociones nos ayudan a cubrir nuestras necesidades y nos guían para saber cómo deberíamos actuar. Son muy valiosas porque gracias a ellas podemos sobrevivir y comunicarnos. Primero sentimos las emociones y después decidimos qué hacemos con ellas, siendo así responsables de nuestros actos. Así, seamos coherentes con nuestras sensaciones y pensamientos. Además, hagámoslo de manera asertiva, es decir, respetando nuestras necesidades y las de los demás.

Maria Fabregat Giribet

jueves, enero 18, 2018

Detrás de los enfados frecuentes suele estar también la soberbia

Detrás de los enfados frecuentes se esconde muy a menudo la soberbia. Son perfiles que necesitan tener siempre la razón, que no toleran ser contrariados o corregidos y que además son víctimas constantes de su propia frustración. Así, es importante destacar que, tras la soberbia, se halla a su vez el narcisismo, conformando de este modo un tipo de personalidad muy desgastante.

 
 
A menudo suele decirse aquello de que el soberbio jamás reconocerá sus “pecados”. No lo hará porque tiene la nariz tan pegada a su espejo que ni siquiera logra verse a sí mismo. Sin embargo, nos hemos acostumbrado tanto a este tipo de presencias en nuestros entornos que casi sin darnos cuenta hemos acabado normalizando el narcisismo y la soberbia. Lo vemos en las élites políticas, lo vemos en nuestras empresas y lo vemos incluso en una parte de las nuevas generaciones. 

“Es más fácil escribir contra la soberbia que vencerla”.
-Francisco de Quevedo-

Todos estos perfiles, en apariencia tan distantes entre sí, muestran en realidad unas características comunes. No importa la edad que tengan, son personas “que lo saben todo”, esas a las que nadie puede enseñar o mostrar nada porque “cuentan ya con un gran rodaje vital”. Además, también se caracterizan por relegar las necesidades de los demás a un segundo plano y por tener a su vez la madurez emocional de un niño de 6 años.

De este modo, quienes traten a diario con ellos ya estarán familiarizados con sus enfados frecuentes. Tienen “la piel muy fina” y el orgullo muy alto, lo sabemos, de ahí que a la mínima “salten”, pierdan el control y muestren comportamientos tan comunes como dejar de hablarnos durante un tiempo o sencillamente caer en la descalificación por haberlos contrariado en algún pequeño e insignificante aspecto…

Los enfados frecuentes y lo que hay bajo este maquillaje

La soberbia no deja de ser un traje, un disfraz de puercoespín donde las púas actúan como barreras defensivas para no dejar que nadie intuya los miedos, las flaquezas de carácter y las debilidades. De este modo, si alguien me dice que debo ser más paciente y tomarme las cosas con calma, no dudaré en ponerme en guardia y alzar mis púas (han puesto en duda mi buen hacer). No importará tampoco que esa persona me haya hecho el comentario con buena fe: yo me lo tomaré como una afrenta.

La autoestima en este tipo de perfil es muy baja. Sin embargo, ese sentimiento de inferioridad se transforma a menudo en un resorte de agresividad, en una catapulta cargada de rabia, de despecho y amarga frustración. Asimismo, la necesidad de estar encima por nosotros en cualquier situación, circunstancia o contexto, da forma a su vez a esa “falacia de autoridad” donde nadie debe desacreditarlos, donde llevarles la contraria, incluso en el aspecto más nimio, es todo un insulto.

La soberbia es en estos casos un sofisticado sistema de compensación. Así, lo más interesante de estos perfiles es que por lo general este traje lleno de púas se suele forjar en la infancia como una forma de esconder las inseguridades. Más tarde, se convierte en un modo de reaccionar ante los problemas o las decepciones. Esto es así porque la personalidad soberbia instrumentaliza la arrogancia y la agresión como forma de marcar territorio, como canal para validarse.

Aunque con ello, lo que consiguen realmente es crear distancias y moverse en un círculo de relaciones superficiales.

¿Qué hacer ante los enfados frecuentes de esas personas que nos rodean?

Detrás de los enfados frecuentes hay un claro problema de gestión emocional, de autoestima y equilibrio psicológico. Nadie puede vivir bajo la costra de un enfado crónico, envuelto en su melena de león y rugiendo cada dos por tres. Por ello, si en nuestro entorno tenemos a una persona que de forma constante deriva en este tipo de dinámica, hay algo que debemos tener claro: el problema no lo tenemos nosotros, no somos los causantes de su malestar, el problema, en realidad, lo tienen ellos.

“Cualquier puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”.
-Aristóteles-

Cuando el enfado se convierte en su manera de ser, nada crecerá a su alrededor. Asimismo, si bajo esta piel está la soberbia y esa personalidad narcisista que todo lo desea controlar y que en todo desea hallar un beneficio, lo mejor que podemos hacer en estos casos es poner distancia y no perder energía confrontándolos.

Porque la soberbia no se cura discutiendo, se trata permitiendo que el soberbio se mire ante el espejo y se despoje de sus fauces de león y de su traje de puercoespín. Bajo todas esas pieles están sus fragilidades, sus recovecos de vacíos, sus laberintos de inseguridades e incluso, por qué no, hasta ese niño interior aún asustado que sigue respondiendo con rabia ante lo que no le agrada.

Los enfados frecuentes, lo creamos o no están a la orden del día en la vida de muchos adultos. Por tanto, vale la pena invertir tiempo, atención y buenas dosis de afecto en nuestros niños, en esos pequeños que ya desde edades muy tempranas se frustran con frecuencia y nos dicen aquello de “ahora me enfado y no respiro”.

Gestionemos bien estas situaciones, eduquemos de forma correcta.

Valeria Sabater