Suzy Welch, editora de la Harvard Business Review, ha desarrollado una técnica para tomar buenas decisiones. Esta se basa en tener en cuenta el plazo inmediato, el medio y el largo plazo. Welch propone que antes de tomar una decisión hay que filtrarla por la regla 10/10/10, preguntándonos si ¿me sentiré mal en los próximos 10 minutos?, ¿en los próximos diez meses?, ¿o me acordaré, incluso, dentro de 10 años?
Todos los días tomar decisiones, ya sea por gusto o por obligación. Si hacemos una revisión de aquello que nos agobiaban hace tiempo, nos damos cuenta que también de las “malas” decisiones pueden tener buenas consecuencias y que las “buenas” decisiones pueden traer resultados inesperados.
Por lo tanto, conviene no obcecarse tanto con cuál será la decisión correcta y analizar más las posibilidades y/o consecuencias de todo lo que puede suceder. Si nos obsesionamos por tomar la decisión correcta, estamos asumiendo que de cierta manera vamos a ser recompensados por una cosa y castigados por otra. Así, si el mundo real no funciona de esta manera, ¿por qué tenemos nosotros que enfrentarnos a esta dicotomía?
“Es en los momentos de decisión cuando se forma tu destino”
-Tony Robbins-
No te obsesiones con los dos polos: decisiones correctas o incorrectas
Para tomar decisiones, pensemos que, como mínimo, nos vamos a quedar con el aprendizaje que la propia toma de decisión nos reporte, además de aquellas enseñanzas que nos facilite la opción elegida. Por otro lado, que la opción que hayamos elegido sea mejor o peor muchas veces depende del grado de compromiso que adquiramos con ella.
Cuando afrontamos la tarea de tomar una decisión, nuestra intuición y nuestros sentimientos respecto a esa situación van a tener una influencia considerable. Si ya no en la decisión, por lo menos en cómo nos sintamos después de tomarla. Ante varias opciones, es normal que nos quedemos con la duda de que es lo correcto o no; lo único que podemos hacer en este sentido es dejar que el tiempo transcurra, ver qué sucede y corregir si fuera necesario.
Muchas decisiones ofrecen una opción enmascarada: la de no hacer nada. Enmascarada porque algunas personas piensan que optar por esta alternativa es no decidir. Nada más lejos de la realidad. Decidir no hacer nada también es decidir. Hablamos de una opción que no es mala de por sí: en muchas ocasiones es prudente e incluso posibilita que aparezcan nuevas alternativas que nos gusten más.
Sin embargo, en muchas otras ocasiones es la opción elegida porque es la que menos disonancia produce, la que menos esfuerzo requiere o la que evade la parte de responsabilidad que nos corresponde de sus consecuencias. En estos tres casos, no hacer nada no suele ser la mejor opción. Quizás a corto plazo nos alivie, pero a largo plazo es probable que esta opción solo se traduzca en ansiedad.
“Piensa 100 veces antes de tomar una decisión. Pero una vez que la decisión es tomada, mantente firme en pie”
-Muhammad Ali Jinnah-
Aprovecha al máximo cada experiencia
Una buena idea para exprimir cada experiencia es aprender a no juzgarnos o castigarnos por pensar que nos hemos equivocado, los errores requieren corrección o reparación pero no castigo. No hay decisión importante y complicada que no implique un sacrificio o una renuncia.
Aprovechar las oportunidades nos da la confianza para generarlas cuando pasamos por momentos difíciles y estas no aparecen. Por otro lado, más importante incluso que saber aprovechar una oportunidad es saber generarla, tener la voluntad y la inteligencia para movernos cuando por la estación en la que estamos no pasa ningún tren.
Además, lo peor que podemos hacer al tomar una decisión no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso para sucesivas situaciones similares. Para tomar decisiones de las que después no nos vayamos a arrepentir, estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida.
Cuando la historia se repite, puede que no sea tanto por la elección tomada como por no haber aprendido de las ocasiones anteriores. Lo bueno de las decisiones es que los trenes de la vida pasan constantemente. Puede que dejemos pasar a uno que nos hubiera llevado a un lugar estupendo, pero nunca sabremos cual puede venir detrás y restaurar nuestra esperanza.
Fátima Servián Franco
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