Las emociones tienen una importancia fundamental en el desarrollo de las experiencias humanas. Son nuestra forma de expresión, y a veces pueden ser más importantes que las palabras. Si las palabras no van acompañadas por emociones apropiadas, difícilmente se creen. Normalmente cuando expresamos algo con emoción, utilizamos gestos, imágenes, metáforas verbales y tonos de voz para comunicarnos mejor con otras personas. Nos ayudan a entender y expresar mucho más que las palabras solas, cuando las emociones son congruentes con estas palabras. Por ello, trabajar las emociones es tan importante.
El diseño biológico que rige nuestro espectro emocional está presente en nosotros desde hace más de cincuenta mil generaciones y ha contribuido, con éxito, a nuestra supervivencia como especie. Por ello, tenemos que trabajar este aspecto, porque en muchas ocasiones este diseño biológico está desfasado con la realidad actual.
Cada uno de nosotros viene equipado con unos programas de reacción automática o una serie de predisposiciones biológicas a la acción. Sin embargo, nuestras experiencias vitales irán modelando nuestras respuestas ante los estímulos emocionales. Y esto es lo que tenemos que trabajar para alanzar nuestro equilibrio emocional.
Si pensamos detenidamente en la trascendencia de nuestras emociones, nos daremos cuenta rápidamente de que son muchas las ocasiones en que éstas influyen decisivamente en nuestra vida, aunque no nos demos cuenta. Es importante reconocer la manera en que nuestro estado anímico afecta a nuestro comportamiento, cuáles son nuestras capacidades y cuáles son nuestros puntos débiles. Nos podría llegar a sorprender lo poco que nos conocemos.
“Porque todo en el mundo es bello eternamente, y cada instante tiene su inefable emoción”
-Rafael Lasso de la Vega-
¿Nos dominan nuestras emociones?
Cuando somos personas emocionalmente inteligentes dejamos que los eventos nos influyan, pero no que nos dominen. El autocontrol emocional nos permite gestionar nuestros sentimientos o emociones, para que no decidan ellos.
No es raro que nos enfademos con nuestra pareja, amigos, familia y compañeros de trabajo. Sin embargo, si fuéramos esclavos de la emociones estaríamos continuamente actuando de forma irresponsable o impulsiva, y luego nos podríamos arrepentir. En este sentido, si no sabemos de donde surgen esas emociones o por qué las estamos experimentando, probablemente nos lleve a un estado de desconcierto.
Piensa que nada nos hace sentir tan humanos como las emociones. Tan humanos y tan dependientes. Cuando un sentimiento poderoso nos inunda es capaz de ocupar casi todo el espacio de nuestra mente y de consumir buena parte de nuestro tiempo. Si ese sentimiento es indeseable, solo hay una forma rápida de eliminarlo, de sacarlo de nuestra mente: otra emoción, otro sentimiento más fuerte, incompatible con el que queremos desterrar.
Controlar nuestras emociones no consiste tanto en victorias o imposiciones racionales ni en la represión o el control de las propias emociones, como en el encaje o acoplamiento de nuestras emociones y de nuestro razonamiento. O sea, en un equilibrio entre diferentes procesos mentales.
Las personas con una alta inteligencia emocional saben que gestionar y trabajar las emociones no significa reprimirlas. Sin embargo, también saben que, cuando se está en compañía de otras personas, hay que tener en cuenta el modo en el que esas interpretan lo que expresamos. El equilibrio es la clave en las interacciones.
Para que las emociones no nos dominen, entre otras ideas, hay que tener claro que las necesidades humanas van mucho más allá de las fisiológicas, como la comida o la bebida, y abarcan otras de carácter emocional.
Vigilar este aspecto de nuestra propia psicología nos permitirá mejorar los “diagnósticos” que hagamos sobre posibles conflictos emocionales. Es por eso que las personas con alta inteligencia emocional se habitúan a reflexionar sobre lo que sienten y a ser coherentes con las conclusiones que alcanzan en esta reflexión.
“Plantamos semillas que florecen en nuestras vidas, por tanto, elimina las del odio, avaricia, envidia y duda”
-Dorothy Day-
Trabajar las emociones a través el arte
Las artes, como toda expresión no verbal, favorecen la exploración, expresión y comunicación de aspectos de los que no somos conscientes. Trabajar las emociones a través de la arteterapia mejora la calidad de las relaciones humanas porque se centra en el factor emocional, esencial en todo ser humano, ayudándonos a ser más conscientes de aspectos oscuros, y facilitando, de este modo, el desarrollo de la persona.
Es imposible que podamos ser conscientes racionalmente o linealmente de todas las actividades y de toda información que tenemos a nuestro alrededor. Cuando conducimos, por ejemplo, la atención primaria está orientada a la actividad central mirar a delante y controlar coche, pero a la vez, inconscientemente, escuchamos el ruido del motor, cambiamos de marcha, pensamos en aspectos del pasado o futuro.
Para simplificar en el pensamiento consciente hay tres mecanismos creativosfundamentales para organizar la información y experiencia; filtrar, generalizar y distorsionar. Estos mecanismos reducen la información, priorizando, excluyendo, tomando decisiones y son la base de todo aprendizaje.
Los mecanismos que organizan la información son la base para entender de donde surgen nuestras emociones. Si filtramos solo la información negativa de todo lo que nos pasa, probablemente estos mecanismos nos pueden llevar a experimentar estados ansiosos. Si por el contrario, filtramos de forma más ajustada y realizando menos generalizaciones en el ámbito personal sería más fácil que lleguemos a experimenta emociones sanas tanto negativas como positivas.
A través del arte potenciamos nuestra capacidad de comunicación no verbal. El arte nos puede ayudar a expresar y comunicar sentimientos, facilitando la reflexión, la comunicación y posibles cambios en la conducta. La arteterapia es un tipo de ayuda que utiliza el arte como una vía terapéutica para mejorar posibles afectaciones psicológicas, especialmente las que tienen que ver con la ansiedad: en este sentido, el arte puede ser una vía estupenda para canalizarla.
Pero, además del impacto terapéutico que pudiera tener, la arteterapia es una técnica de desarrollo personal, de autoconocimiento y de expresión emocional. Por tanto no es necesario poseer ningún trastorno psicológico, sino simplemente sentir la necesidad de explorarnos a través del arte y comenzar a trabajar las emociones.
La arteterapia se entrena y fortalece permitiendo:
- Expresar sentimientos difíciles de hablar, proveyendo de este modo una vía de comunicación
- Tener una expresión verbal más accesible
- Incrementar la autoestima y la confianza
“La educación emocional es la habilidad de escuchar casi cualquier cosa sin perder tus estribos y tu autoestima”
-Robert Frost-
¿Cómo potenciar nuestra inteligencia emocional?
La idea en sí de lo que es la inteligencia emocional deja entrever que esta puede ser entrenada a través de rutinas. Si la inteligencia emocional es, en definitiva, nuestra capacidad para gestionar y trabajar las emociones de manera exitosa, y hacemos que el modo en el que aparecen estas emociones varíen, también estaremos transformando en otra cosa el reto que supone enfrentarse a ellas.
A diferencia del cociente intelectual, el cual permanece casi igual durante toda la vida, la inteligencia emocional puede desarrollarse y perfeccionarse con el tiempo. Podemos y debemos aprender a desarrollar nuestra inteligencia emocional mediante las técnicas que nos ofrece la psicología.
Trabajar las emociones no es una tarea sencilla. Sin embargo, aunque sea una tarea complicada, no es imposible. Para potenciar nuestra inteligencia emocional y trabajar las emociones tenemos que estar dispuestos a experimentar toda clase de emociones, sin reprimir ninguna. Si ignoramos o reprimimos nuestros sentimientos, estaremos ignorando información importante que tiene un gran efecto en nuestra manera de pensar y de comportamiento.
Técnicas para desarrollar y potenciar la inteligencia emocional:
- Observar nuestras reacciones emocionales durante los eventos del día. Es fácil aplazar los sentimientos de lo que se vive en el día a día, pero tomarse el tiempo para reconocer qué te hacen sentir tus experiencias es esencial para mejorar la inteligencia emocional.
- Prestar atención al tu cuerpo. En vez de ignorar las manifestaciones físicas de tus emociones, empieza a escucharlas. Nuestras mentes y cuerpos no son entes separados, más bien se afectan entre sí a nivel muy profundo. Podrás elevar tu inteligencia emocional aprendiendo a interpretar las señales de tu cuerpo que te indican la clase de emociones que sientes.
- Evitar juzgar tus propias emociones. Todas nuestras emociones son válidas, incluso las negativas. Si juzgamos nuestras emociones, inhibiremos nuestra capacidad para sentir plenamente, lo cual hará que nos sea más difícil aprovechar nuestras emociones de manera positiva. Todas nuestras emociones son una pieza nueva de información útil que están conectadas con algún acontecimiento en tu mundo personal. Sin esa información, no tendríamos idea de cómo reaccionar adecuadamente.
- Ser abierto y agradable va de la mano con la inteligencia emocional. Una mente cerrada suele ser un indicador de una inteligencia emocional más baja. Cuando se tiene la mente abierta a través del entendimiento y la reflexión interna, es más fácil hacerles frente a los conflictos de una manera calmada y confiada.
- Observar el efecto que tienes sobre los demás. Para elevar la inteligencia emocional, comprender las emociones de los demás supone la mitad del camino andado. También tendremos que comprender el efecto que tenemos sobre los demás.
- Disminuir los niveles de estrés elevando nuestra inteligencia emocional. El estrés es un término amplio que hace referencia a la angustia que se siente debido a una gran variedad de emociones. Hay una enorme cantidad de causas que desencadena el estrés, cosa que podría convertir cualquier problema diario en algo mucho más desafiante de lo que en realidad es. Si estamos muy estresados, será difícil que nos podamos comportar de la manera que nos gustaría.
- Empatía. Ser un oyente más activo y prestar una verdadera atención a lo que digan los demás nos ayudará a tener un mejor entendimiento de sus sentimientos. Cuando podamos usar esa información para tomar decisiones y mejorar nuestras relaciones, será un signo inequívoco de que nuestra inteligencia emocional goza de buen estado de salud.
La inteligencia emocional implica más que controlar los sentimientos y trabajar las emociones. También implica a la capacidad de controlarse a uno mismo.
Fátima Servián Franco