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jueves, agosto 31, 2017

Conoce los mejores ejercicios y actividades para trabajar las emociones

Las emociones tienen una importancia fundamental en el desarrollo de las experiencias humanas. Son nuestra forma de expresión, y a veces pueden ser más importantes que las palabras. Si las palabras no van acompañadas por emociones apropiadas, difícilmente se creen. Normalmente cuando expresamos algo con emoción, utilizamos gestos, imágenes, metáforas verbales y tonos de voz para comunicarnos mejor con otras personas. Nos ayudan a entender y expresar mucho más que las palabras solas, cuando las emociones son congruentes con estas palabras. Por ello, trabajar las emociones es tan importante.



El diseño biológico que rige nuestro espectro emocional está presente en nosotros desde hace más de cincuenta mil generaciones y ha contribuido, con éxito, a nuestra supervivencia como especie. Por ello, tenemos que trabajar este aspecto, porque en muchas ocasiones este diseño biológico está desfasado con la realidad actual.

Cada uno de nosotros viene equipado con unos programas de reacción automática o una serie de predisposiciones biológicas a la acción. Sin embargo, nuestras experiencias vitales irán modelando nuestras respuestas ante los estímulos emocionales. Y esto es lo que tenemos que trabajar para alanzar nuestro equilibrio emocional.

Si pensamos detenidamente en la trascendencia de nuestras emociones, nos daremos cuenta rápidamente de que son muchas las ocasiones en que éstas influyen decisivamente en nuestra vida, aunque no nos demos cuenta. Es importante reconocer la manera en que nuestro estado anímico afecta a nuestro comportamiento, cuáles son nuestras capacidades y cuáles son nuestros puntos débiles. Nos podría llegar a sorprender lo poco que nos conocemos.
“Porque todo en el mundo es bello eternamente, y cada instante tiene su inefable emoción”
-Rafael Lasso de la Vega-

¿Nos dominan nuestras emociones?

Cuando somos personas emocionalmente inteligentes dejamos que los eventos nos influyan, pero no que nos dominen. El autocontrol emocional nos permite gestionar nuestros sentimientos o emociones, para que no decidan ellos.

No es raro que nos enfademos con nuestra pareja, amigos, familia y compañeros de trabajo. Sin embargo, si fuéramos esclavos de la emociones estaríamos continuamente actuando de forma irresponsable o impulsiva, y luego nos podríamos arrepentir. En este sentido, si no sabemos de donde surgen esas emociones o por qué las estamos experimentando, probablemente nos lleve a un estado de desconcierto.

Piensa que nada nos hace sentir tan humanos como las emociones. Tan humanos y tan dependientes. Cuando un sentimiento poderoso nos inunda es capaz de ocupar casi todo el espacio de nuestra mente y de consumir buena parte de nuestro tiempo. Si ese sentimiento es indeseable, solo hay una forma rápida de eliminarlo, de sacarlo de nuestra mente: otra emoción, otro sentimiento más fuerte, incompatible con el que queremos desterrar.

Controlar nuestras emociones no consiste tanto en victorias o imposiciones racionales ni en la represión o el control de las propias emociones, como en el encaje o acoplamiento de nuestras emociones y de nuestro razonamiento. O sea, en un equilibrio entre diferentes procesos mentales.

Las personas con una alta inteligencia emocional saben que gestionar y trabajar las emociones no significa reprimirlas. Sin embargo, también saben que, cuando se está en compañía de otras personas, hay que tener en cuenta el modo en el que esas interpretan lo que expresamos. El equilibrio es la clave en las interacciones.

Para que las emociones no nos dominen, entre otras ideas, hay que tener claro que las necesidades humanas van mucho más allá de las fisiológicas, como la comida o la bebida, y abarcan otras de carácter emocional.

Vigilar este aspecto de nuestra propia psicología nos permitirá mejorar los “diagnósticos” que hagamos sobre posibles conflictos emocionales. Es por eso que las personas con alta inteligencia emocional se habitúan a reflexionar sobre lo que sienten y a ser coherentes con las conclusiones que alcanzan en esta reflexión.
“Plantamos semillas que florecen en nuestras vidas, por tanto, elimina las del odio, avaricia, envidia y duda”
-Dorothy Day-

Trabajar las emociones a través el arte

Las artes, como toda expresión no verbal, favorecen la exploración, expresión y comunicación de aspectos de los que no somos conscientes. Trabajar las emociones a través de la arteterapia mejora la calidad de las relaciones humanas porque se centra en el factor emocional, esencial en todo ser humano, ayudándonos a ser más conscientes de aspectos oscuros, y facilitando, de este modo, el desarrollo de la persona.

Es imposible que podamos ser conscientes racionalmente o linealmente de todas las actividades y de toda información que tenemos a nuestro alrededor. Cuando conducimos, por ejemplo, la atención primaria está orientada a la actividad central mirar a delante y controlar coche, pero a la vez, inconscientemente, escuchamos el ruido del motor, cambiamos de marcha, pensamos en aspectos del pasado o futuro.

Para simplificar en el pensamiento consciente hay tres mecanismos creativosfundamentales para organizar la información y experiencia; filtrar, generalizar y distorsionar. Estos mecanismos reducen la información, priorizando, excluyendo, tomando decisiones y son la base de todo aprendizaje.

Los mecanismos que organizan la información son la base para entender de donde surgen nuestras emociones. Si filtramos solo la información negativa de todo lo que nos pasa, probablemente estos mecanismos nos pueden llevar a experimentar estados ansiosos. Si por el contrario, filtramos de forma más ajustada y realizando menos generalizaciones en el ámbito personal sería más fácil que lleguemos a experimenta emociones sanas tanto negativas como positivas.

A través del arte potenciamos nuestra capacidad de comunicación no verbal. El arte nos puede ayudar a expresar y comunicar sentimientos, facilitando la reflexión, la comunicación y posibles cambios en la conducta. La arteterapia es un tipo de ayuda que utiliza el arte como una vía terapéutica para mejorar posibles afectaciones psicológicas, especialmente las que tienen que ver con la ansiedad: en este sentido, el arte puede ser una vía estupenda para canalizarla.

Pero, además del impacto terapéutico que pudiera tener, la arteterapia es una técnica de desarrollo personal, de autoconocimiento y de expresión emocional. Por tanto no es necesario poseer ningún trastorno psicológico, sino simplemente sentir la necesidad de explorarnos a través del arte y comenzar a trabajar las emociones.

La arteterapia se entrena y fortalece permitiendo:
  • Expresar sentimientos difíciles de hablar, proveyendo de este modo una vía de comunicación
  • Tener una expresión verbal más accesible
  • Incrementar la autoestima y la confianza

“La educación emocional es la habilidad de escuchar casi cualquier cosa sin perder tus estribos y tu autoestima”
-Robert Frost-

¿Cómo potenciar nuestra inteligencia emocional?

La idea en sí de lo que es la inteligencia emocional deja entrever que esta puede ser entrenada a través de rutinas. Si la inteligencia emocional es, en definitiva, nuestra capacidad para gestionar y trabajar las emociones de manera exitosa, y hacemos que el modo en el que aparecen estas emociones varíen, también estaremos transformando en otra cosa el reto que supone enfrentarse a ellas.

A diferencia del cociente intelectual, el cual permanece casi igual durante toda la vida, la inteligencia emocional puede desarrollarse y perfeccionarse con el tiempo. Podemos y debemos aprender a desarrollar nuestra inteligencia emocional mediante las técnicas que nos ofrece la psicología.

Trabajar las emociones no es una tarea sencilla. Sin embargo, aunque sea una tarea complicada, no es imposible. Para potenciar nuestra inteligencia emocional y trabajar las emociones tenemos que estar dispuestos a experimentar toda clase de emociones, sin reprimir ninguna. Si ignoramos o reprimimos nuestros sentimientos, estaremos ignorando información importante que tiene un gran efecto en nuestra manera de pensar y de comportamiento.

Técnicas para desarrollar y potenciar la inteligencia emocional:
  • Observar nuestras reacciones emocionales durante los eventos del día. Es fácil aplazar los sentimientos de lo que se vive en el día a día, pero tomarse el tiempo para reconocer qué te hacen sentir tus experiencias es esencial para mejorar la inteligencia emocional.
  • Prestar atención al tu cuerpo. En vez de ignorar las manifestaciones físicas de tus emociones, empieza a escucharlas. Nuestras mentes y cuerpos no son entes separados, más bien se afectan entre sí a nivel muy profundo. Podrás elevar tu inteligencia emocional aprendiendo a interpretar las señales de tu cuerpo que te indican la clase de emociones que sientes.
  • Evitar juzgar tus propias emociones. Todas nuestras emociones son válidas, incluso las negativas. Si juzgamos nuestras emociones, inhibiremos nuestra capacidad para sentir plenamente, lo cual hará que nos sea más difícil aprovechar nuestras emociones de manera positiva. Todas nuestras emociones son una pieza nueva de información útil que están conectadas con algún acontecimiento en tu mundo personal. Sin esa información, no tendríamos idea de cómo reaccionar adecuadamente.
  • Ser abierto y agradable va de la mano con la inteligencia emocional. Una mente cerrada suele ser un indicador de una inteligencia emocional más baja. Cuando se tiene la mente abierta a través del entendimiento y la reflexión interna, es más fácil hacerles frente a los conflictos de una manera calmada y confiada.
  • Observar el efecto que tienes sobre los demás. Para elevar la inteligencia emocional, comprender las emociones de los demás supone la mitad del camino andado. También tendremos que comprender el efecto que tenemos sobre los demás.
  • Disminuir los niveles de estrés elevando nuestra inteligencia emocional. El estrés es un término amplio que hace referencia a la angustia que se siente debido a una gran variedad de emociones. Hay una enorme cantidad de causas que desencadena el estrés, cosa que podría convertir cualquier problema diario en algo mucho más desafiante de lo que en realidad es. Si estamos muy estresados, será difícil que nos podamos comportar de la manera que nos gustaría.
  • Empatía. Ser un oyente más activo y prestar una verdadera atención a lo que digan los demás nos ayudará a tener un mejor entendimiento de sus sentimientos. Cuando podamos usar esa información para tomar decisiones y mejorar nuestras relaciones, será un signo inequívoco de que nuestra inteligencia emocional goza de buen estado de salud.

La inteligencia emocional implica más que controlar los sentimientos y trabajar las emociones. También implica a la capacidad de controlarse a uno mismo.

Fátima Servián Franco

miércoles, agosto 30, 2017

Para ser feliz, hay que dejar espacio para lo inesperado

Fue Eurípides quien dijo una vez que lo esperado no sucede porque es lo inesperado lo que acontece, lo que realmente puede llegar a cambiarnos la vida. Sin embargo, dejar espacio para lo imprevisto, para aquello que escapa a nuestro control requiere tener ante todo un corazón receptivo y una mente abierta, porque solo así podemos alcanzar esas maravillosas oportunidades con las que “avanzar”.



Algo que nos dicen muy a menudo sociólogos o incluso investigadores económicos como el conocido ensayista Nassim Nicholas Taleb, es que las personas actuamos como si pudiéramos predecir qué va a ocurrir mañana, pasado e incluso la semana que viene.Nuestra plácida ignorancia o mejor dicho, nuestra exagerada necesidad por pensar que lo tenemos todo bajo control, hace muchas veces que no sepamos cómo reaccionar cuando de pronto, sucede algo que no esperábamos.

“Esperar lo inesperado es señal de un espíritu profundamente moderno”
-Oscar Wilde-

Esta conducta o esta necesidad tan primaria se explica por un principio muy simple: nuestro cerebro necesita sentir que lo tiene todo bajo control. A él no le importa que no seamos felices, lo único que desea es que “sobrevivamos”. Así, todo aquello que entre dentro de la frontera de lo imprevisto o en la región de lo inesperado, lo interpretará como una amenaza o como el eco de un batallón que enarbola un estandarte muy concreto: el del peligro.

De hecho, una realidad muy concreta que cabe destacar es que las personas que más miedos experimentan, que más inseguridades y vacíos esconden, suelen desarrollar a su vez una necesidad mayor de control sobre sí mismos y los demás. Toda persona controladora, todo aquel que pretenda dominar lo incontrolable y no deje ni una sola ranura ni brizna para lo inesperado o la improvisación, está irremediablemente condenado al abismo de la insatisfacción y la infelicidad.

Aprender de los niños: grandes amantes de lo inesperado

Basta con mostrarle a un bebé algo inesperado para captar al momento su atención. Sus miradas quedan fascinadas al segundo por todo aquello que se salga de lo normal, algo que traiga vivos colores y que desafíe la lógica o la gravedad.

Ellos poseen una capacidad natural e instintiva para abrazarse a todo lo no predecible y asombroso de sus entornos. Sin embargo, nosotros -con nuestras gafas de adulto y nuestros filtros racionales- hemos perdido esa capacidad que tanto estimula el aprendizaje.

De hecho, tal y como nos explica un estudio realizado en la Universidad Johns Hopkins por la psicóloga Aimée Stahl, los bebés de entre 9 y 11 meses sienten predilección por todos aquellos estímulos que en apariencia escapan a la lógica. Para demostrarlo, se realizó un curioso experimento con un grupo de bebés donde se les presentó dos tipos de juguetes: uno que parecía atravesar las paredes (por un efecto óptico) y otro que simplemente rebotaba contra ellas y caía después al suelo.

Por asombroso que parezca, los bebés sentían mayor interés por ese que parecía realizar algo imposible: atravesar la pared. Los expertos concluyeron con estas pruebas que los niños más pequeños están programados para fijarse en lo inesperado. Sin embargo, a medida que vamos creciendo todo lo inesperado suele interpretarse muy a menudo como algo que escapa a nuestro control y que, por tanto, puede resultar peligroso…
Cuando las personas nos vemos atrapados en una situación nueva y ante la cual no tenemos ningún plan prefabricado, solemos experimentar angustia y estrés. En lugar de quedar atrapados en las alambradas del miedo, permitámonos de vez en cuando volver a ser niños, abrazando todo lo positivo que las cosas inesperadas puedan traernos…

Deja un rinconcito para lo inesperado en tu vida

Hazlo, deja la puerta de tu corazón entreabierta para que entren brisas nuevas, alegres y revoltosas de vez en cuando: porque seguro que no te hacen daño. Permítete un rinconcito en tu vida para lo impredecible, lo que no te esperas y que está fuera agenda, alejado, muy alejado incluso de tus propios objetivos. Porque el reino de lo inesperado puede resultar más provechoso de lo que pensamos, de hecho, grandes exploradores han descubierto continentes enteros bajo los designios de la casualidad, y muchas figuras de renombre nos han dado sus mejores contribuciones bajo el influjo de las serendipias.
Steve Jobs dijo una vez en una conferencia para alumnos recién graduados de la Universidad de Stanford que la vida no es otra cosa que aprender a “conectar puntos”. Muchas de esas cosas inesperadas que nos suceden a lo largo de nuestra existencia adquieren auténtico significado cuando los vemos en perspectiva.

Por ejemplo, puede que el trabajo que tengamos ahora sea poco satisfactorio, pero en él hemos hecho una buena amistad que su vez, nos ha iniciado en un hobby que nos encanta, que nos enriquece emocional e intelectualmente hasta el punto de querer dedicarnos a ello de forma profesional. Lo hacemos, y al montar nuestro propio negocio conocemos también al amor de nuestra vida.

Como vemos una cosa nos puede llevarnos a otra, saltamos de piedra e piedra en este río imparable de nuestra existencia casi sin darnos cuenta. Sin embargo, para apreciar la belleza y la oportunidad de cada uno de esos puntos debemos ser receptivos a ese entramado mágico que el destino despliega cada día ante nosotros. Y debemos hacerlo mediante una actitud abierta y positiva, porque quien espera lo inesperado con la mente dispuesta abre más oportunidades a la felicidad.

Valeria Sabater

martes, agosto 29, 2017

Ikigai: el arte que te llevará a descubrir tus propósitos vitales

Ikigai es una palabra japonesa que se traduce como “la razón de ser” o “esos propósitos vitales que nos hacen despertar cada mañana”. Para los nipones todos llevamos nuestro propio ikigai en el interior y es esencial descubrirlo, hacerlo nuestro, llevarlo por bandera. Porque solo así nos comprometeremos mejor con nosotros mismos para hacer frente a cualquier dificultad.



Más allá de lo que podamos pensar pocos principios psicológicos y existenciales pueden ser tan básicos en nuestro día a día como el que representa este término, este concepto. Hallar un sentido al propio ser, disponer de una serie de propósitos vitales es clave para disuadir a la desesperanza y es ante todo, un sustrato terapéutico con el que hacer frente a una de las enfermedades más devastadoras de hoy en día: la depresión.

“El propósito de la vida es descubrir tu regalo, aquello que hay dentro de ti y que debes hacer tuyo”
-William Shakespeare- Compartir

Gran parte de nuestros problemas psicológicos podrían afrontarse hallando ese ikigai a veces escondido, reprimido e incluso silenciado con el cual recobrar el aliento, las ganas, la motivación. Se sabe, por ejemplo, que una buena parte de nuestros trastornos afectivos encuentran una clara mejoría cuando la persona empieza a comprometerse consigo misma, haciendo simplemente aquello que le gusta, aquello que la identifica.

Al poco, todo ese conjunto de pensamientos y creencias positivas actúan como verdaderos amortiguadores de las ideas suicidas, de las creencias limitantes e incluso de los miedos. Sin embargo, y esto también lo sabemos, no es nada fácil comprometernos con nuestro ikigai, con nuestros propósitos vitales. De ahí que los nipones nos recuerden que debemos ser como un guerrero leal y enérgico que cumple un fin muy concreto: mantener nuestra integridad y esa afinidad con las propias esencias.

Tu ikigai solo desea una cosa: “zarandear” tu pasividad

Sebastian Marshall es un conocido escritor que nos regaló hace unos años un libro con un título muy simple: Ikigai. Cabe decir que entre todas las publicaciones que podamos encontrar sobre este mismo tema, el que nos trae este autor es sin duda uno de los que más impacto han tenido y quizás el que más se aleja de esos principios a veces dulzones y fáciles asociados al crecimiento personal.
Algo que nos explica en primer lugar es que nuestro mundo está lleno de detractores. La sociedad nos invita desde bien pequeños a que seamos felices, sin embargo, a medida que crecemos lo único que encontramos es una zancadilla tras otra.

La primera lección que debemos aprender es a no aspirar a la misma felicidad que “supuestamente” tienen los demás. La mayor parte de las veces no es real. Si nos obsesionamos en tener y hacer lo mismo que aquellos que nos rodean, seremos como el 99% de la población. En cambio, si nos atrevemos a actuar de acuerdo a nuestros sueños, deseos y propósitos vitales, seremos únicos, seremos ese 1% que aspirará a una satisfacción auténtica.

Algo así solo lo conseguiremos de un modo, saliendo de nuestra pasividad, hallando el propio ikigai. Una vez lo hayamos clarificado y definido, ocurrirán varias cosas. La primera es que seremos más inconformistas, y eso es bueno. La segunda es que seremos conscientes por fin del propio potencial para convertirlo en “material explosivo” y salir así definitivamente de esos entornos yermos donde solo crece una cosa: el malestar.

¿Cómo descubrir mis propósitos vitales?

Puede que a muchos de nuestros lectores les parezca una pregunta irónica. ¿Quién no va a saber cuáles son sus propósitos vitales? Bien, por curioso que parezca no todos los tienen claros, es más, en ocasiones tenemos unas metas, ideales y objetivos algo distorsionados o impregnados por valores que no son nuestros. El peso de nuestra educación, familia y entorno social nos determina de un modo del que no siempre somos plenamente conscientes.
El Ikigai siempre ha estado ahí, aunque en ocasiones dejamos de comprometernos con él, elegimos silenciarlo e ignorarlo porque pensamos que nadie nos entenderá, que seremos criticados o incomprendidos por aquellos que nos rodean…

Debemos dejar de posponer definitivamente esos propósitos que calma nuestra alma, esas necesidades, placeres y pasiones que nos identifican y que al fin y al cabo, podrían definir nuestro modo de vida. Conseguirlo no es fácil pero debemos lograrlo, te explicamos ahora cómo definir tu ikigai.

7 claves para dar forma a tu ikigai

El ikigai se conforma por la intersección de cuatro dimensiones básicas: tu pasión, tu vocación, tu profesión y tu misión en la vida. Para clarificar cada uno de estos aspectos clave, nos será de utilidad llevar a cabo las siguientes estrategias:
  • Deja de actuar en piloto automático: pregúntate a diario si lo que haces te proporciona felicidad.
  • No te compares con nadie, no aspires a tener lo mismo que los demás. Tú eres tu propia referencia.
  • Todos tenemos talento, todos tenemos algún tipo de capacidad excepcional que nos diferencia de los demás y que debemos aprovechar, hacer nuestra y disfrutarla.
  • El ikigai no es solo un propósito vital o una aspiración, es una forma de vida que debe verse, percibirse y sentirse en el aquí y ahora.
  • Es una dimensión que nos da energía cada mañana y que se traduce en una serie de actividades que hacemos a diario y en las que ansiamos seguir invirtiendo tiempo para mejorar.
  • En ocasiones, vivir de acuerdo a nuestro ikigai significa también dejar a un lado gran parte de lo que nos rodea. Debemos tener claro por tanto, que algo que va a exigir de nosotros es valentía.
  • Ikigai es lo contrario de pasividad o conformismo. Lo exige todo de ti y te hace sentirte vivo, libre y lleno de energía, sin importar tu edad o tu estado físico porque por encima de todo, es un estado mental…
Para concluir, si en la actualidad aún no hemos encontrado nuestro ikigai cabe decir que no pasa nada. En ocasiones, y a lo largo de nuestro viaje cotidiano, acontece ese despertar de una forma tan intensa y rotunda que ya no hay vuelta atrás. Será el momento en que no habrá más opción que seguirlo, que hacerlo nuestro.

Valeria Sabater

lunes, agosto 28, 2017

¿Es posible cambiar el patrón de apego que aprendimos en nuestra infancia?

Podríamos definir el apego como un vínculo que se crea entre dos personas, el cual les hace querer permanecer juntas en el espacio y a través del tiempo. Esta unión se crea en los primeros meses de vida con el cuidador principal y hace que el tipo de relación que creamos (patrón de apego) nos vaya guiando en las siguientes relaciones con implicación emocional que establecemos.



El psicoanalista Jonh Bowlby se dedicó al estudio del apego y estableció que el proceso comienza muy poco después del nacimiento, pero que no es hasta los 8 meses aproximadamente cuando podemos considerar que se crea el primer vínculo de apego entre el bebé y el cuidador principal.

Más adelante la psicóloga Mary Ainsworth identificó y clasificó el apego en tres tipos:
  • Apego seguro: el niño se siente cómodo en la relación, sabe que si llora sus padres acudirán, puede explorar el entorno sabiendo que tiene una base de seguridad a la que volver, si siente ansiedad buscará la figura de apego.
  • Apego inseguro evitativo: el bebé ha aprendido que el poder que tiene para producir reacciones en las personas que le rodean es muy limitado. De esta manera, lo más común es que no sea demasiado expresivo.
  • Apego inseguro ambivalente-resistente: el niño ha tenido episodios de lloro en el que se le ha consolado y otros en el que no. No tiene claro su estereotipo de figura de apego, a veces sí a veces no, lo que le crea incertidumbre a la hora de enfrentarse al mundo. Siente que tiene poder para producir efecto en los demás, pero también “entiende” que ese efecto es impredecible.

” Consideramos esencial para la salud mental que el bebé y el niño pequeño experimenten una relación cálida, íntima y continuada con el cuidador principal en la que hallen satisfacción y goce”
– J. Bowlby-

El apego nos hace crear una primera imagen de lo que nos rodea, la cual interiorizamos a mucha profundidad. Salvo que después aprendamos otros patrones, entenderemos que esa es la manera de relacionarnos con las personas a las que queremos.

¿Podremos cambiar el patrón de apego?

Una vez establecidos los vínculos, como hemos dicho anteriormente, salvo otro aprendizaje intentaremos reproducir este patrón. Por otro lado, este modelo será muy poderoso, lo que no significa que estemos determinados o condenados por él o que no podamos aprender otro.

El apego primario es muy importante, por ello se trabaja para que en la medida de lo posible se creen unos vínculos seguros y se promueva con ello el buen desarrollo, tanto físico como socio-emocional del bebé. Hay casos en los que el apego no se ha desarrollado en la línea adecuada y tendrá que ser en el futuro, con las primeras relaciones con los iguales, en el colegio o con las primeras parejas, cuando se cambie la imagen que tenemos de relación y de unión y se pueda crear un nuevo modelo.

Por ello, sí es posible cambiar el tipo de apego. Para hacerlo necesitaremos involucrarnos en nuevas relaciones que nos demuestren que el vínculo, la confianza o la relación con el otro es distinta a lo que esperábamos o anticipábamos.

Importancia del apego a lo largo de la vida

Interiorizar un patrón de apego que refuerce nuestras relaciones y nos dé seguridad nos ayudará a establecer relaciones en las que nos sintamos seguros. Personas cercanas a las que nos podremos abrir, con las que generaremos confianza y podrán ayudarnos a un nivel más profundo, porque nuestra comunicación también lo será.

Es importante este primer modelo porque si no es positivo, después cambiarlo es una tarea complicada. De hecho, si queremos ayudar a que el patrón de apego de alguien vamos a tener que armarnos de paciencia y si queremos cambiar el nuestro de voluntad, además de dedicar tiempo y recursos ha adquirir herramientas que nos ayuden.

En este sentido, como reforzador de un estilo de apego, una vez generado, actúa la profecía autocumplida. Es decir, si tenemos la sensación de que nos movemos en un mundo inseguro filtraremos antes las pruebas que confirmen esta hipótesis, necesitaremos menos pruebas para reafirmarnos en ella y además mostraremos una actitud desconfiada que hará que efectivamente los demás desconfíen de nosotros o nos identifiquen como una víctima fácil y nos ataquen más.

Los padres o cuidadores principales tienen la responsabilidad de crear estos vínculos primarios y en la medida de lo posible crear este modelo descrito de apego seguro, pero luego somos cada uno de nosotros los responsables de las relaciones que establecemos, del análisis que hacemos de ellas y de dirigir los cambios que queramos que se produzcan. Cambios que siempre son posibles, por difíciles que parezcan en un principio.

Adriana Díez

domingo, agosto 27, 2017

Querer controlarlo todo, no te hace bien

Querer controlarlo todo es una de esas fantasías que se ha instalado en los tiempos que corren. La historia del hombre es la de una conquista progresiva sobre las fuerzas de la naturaleza. Comenzó con un mamífero impotente ante su entorno. Desde allí hasta ahora, el ser humano ha dado un salto gigantesco que lo ha llevado a desentrañar progresivamente los misterios de cuanto lo rodea.



Ahora vivimos tiempos frenéticos. Todo transcurre a un ritmo que es más veloz que nuestra capacidad para digerirlo. Por eso no tiene nada de raro que una de las fantasías recurrentes sea precisamente la de controlarlo todo. En el trasfondo hay un deseo de pisar suelo firme, de sentir que tenemos el timón de nuestra propia vida.

“Los intentos de superar esa dualidad, de domesticar lo díscolo y domeñar lo que no tiene freno, de hacer previsible lo incognoscible y de encadenar lo errante son la sentencia de muerte del amor”.
-Zygmunt Bauman-

Lo malo es que no siempre nos damos cuenta de que controlarlo todo es una fantasía. Un propósito irrealizable que cuando se olvida da paso a una serie de comportamientos fallidos que atraen oleadas de ansiedad. Nos descubrimos constantemente perdiendo el control y eso nos frustra.

Todo está en movimiento y hay cientos de factores que escapan a nuestro control. Lo que está vivo cambia constantemente. Hoy es de una manera y mañana de otra. El único estado en el que hay certezas absolutas es la muerte. La vida en cambio se desenvuelve entre incertidumbres y flujos inesperados.

La fantasía de controlarlo todo

Ya no estamos en las épocas en donde era posible vivir apaciblemente. Permanentemente estamos bombardeados por cientos de estímulos. Te levantas y ya vienen a tu cabeza un montón de ideas y de sensaciones que se suceden o se atropellan entre sí. Sentimos que hay mucho por hacer y poco tiempo para ello.

Todos los días nos enfrentamos también con sentimientos y emociones contradictorias. A veces tenemos que obligarnos a reencauzarlas, aun sin haber llegado a entenderlas. Sencillamente tenemos que funcionar. Y para ello, es necesario imponernos límites, salir pronto de los pensamientos o las emociones incómodas que nos impiden producir, lograr, accionar.

Aunque no lo planteemos de esa manera, sí quisiéramos poder controlarlo todo. Por eso cada vez que algo se sale del plan, o cuando aparece un obstáculo, es posible que reaccionemos irritándonos. Es una suerte de rebeldía contra esos imperativos de la realidad que van en contra de nuestros propósitos.

En estas circunstancias, es usual que terminemos inmersos en algunas paradojas. Logramos controlar el flujo de dinero, pero no conseguimos controlar el insomnio. Llegamos a ser capaces de establecer un control sobre nuestra fatiga, pero se nos escapan de las manos esas relaciones que tanto nos importan. Por más que lo intentemos, nunca logramos controlarlo todo.

La observación consciente y la atención plena

Hay una verdad que conocen muy bien las culturas no occidentales y que nosotros olvidamos con mucha frecuencia. La vida no se vive con la mente, sino con los sentidos. El pensamiento está ahí todo el tiempo, mediando en nuestra aproximación a la realidad. La mente direcciona nuestra vida con base en prejuicios, miedos, ambiciones y un larguísimo etcétera. Así mismo, nos priva de experimentar piel a piel cada uno de nuestros días.

¿Qué tiene que ver esto con ese afán de controlarlo todo? Lo que sucede es que el pensamiento funciona de ese modo: limita, intenta aprehenderlo todo para apropiarlo y dirigir todo en algún sentido. Las percepciones, los sentimientos y las emociones funcionan de otra manera. Son más rebeldes y caóticos, pero también más libres y auténticos. Son esa zona que “sabotea” nuestros intentos de imponerle control a todo. También es lo que nos permite experimentar la felicidad.

Muchas veces nos descubrimos peleando contra nosotros mismos. Nuestro pensamiento pone ahí un contenido y luego nos empeñamos en erradicarlo. No intentamos entenderlo, sino sacarlo de la conciencia cuanto antes. Sentimos, por ejemplo, un acceso de ansiedad y de inmediato intentamos apartar la inquietud para hacer que desaparezca. Quizás si adoptáramos una posición de aceptación y observación, podríamos encontrarnos con un panorama diferente.

Aprender a percibirnos, sin juzgarnos, sin pensarnos, sino simplemente contemplándonos… No intentar controlarlo todo, sino permitir que fluyan las cosas, tanto interna como externamente. Ese es el camino que nos conduce de vuelta a experimentar la vida de una forma más genuina. Sin aprehensiones. De todo ello surge una forma nueva de comprensión, que no se expresa como aprendizaje intelectual, sino vital. Una forma de consciencia superior que conduce al equilibrio.

Edith Sánchez

sábado, agosto 26, 2017

El cuerpo nos habla a través del dolor y la enfermedad

Estar en conexión con nosotros mismos es entender las señales que nos envía nuestro cuerpo, el cual nos habla a través del dolor, la enfermedad, y como no, de la salud en general. Cómo nos sentimos físicamente es una señal de cómo nos encontramos psicológicamente en la mayoría de las ocasiones.


En el ritmo de nuestra vida diaria esta conexión se va debilitando progresivamente y dejamos de entender porqué nos ocurren las cosas, sin saber cómo recuperar el equilibrio. Poco a poco perdemos la habilidad de interpretarnos. Por ello, cuando aparecen en escena el dolor y la enfermedad es importante saber qué nos están diciendo para descubrir cuál es el camino de vuelta hacia la salud y el bienestar.

La enfermedad, un camino hacia la salud

Entender la enfermedad y el dolor significa poder interpretarlos y otorgarles un sentidopara comprender el origen de ese desequilibrio y recuperar la conexión con nosotros mismos.

La enfermedad es el medio por el cual nuestro cuerpo nos habla y nos dice que algo no funciona bien, solicitándonos que algo tiene que cambiar. De hecho, nos obliga a cambiar el ritmo de nuestra vida y nos impide seguir al mismo paso que llevábamos hasta ese momento, imponiéndonos un cambio hacia la salud.

Cuando caemos enfermos, solo nos queda comenzar a cuidarnos. Pero no solo atendiendo a los aspectos físicos, sino también a los emocionales, psicológicos y espirituales.

“Mantener el cuerpo con buena salud es un deber, de lo contrario no seremos capaces de mantener nuestro cuerpo y mente fuertes y claros“
-Buddha- 

La pérdida del equilibro 

La vida en esencia es equilibrio, armonía y salud. La enfermedad nos dice que se ha roto ese equilibrio y que tendremos que restaurarlo, buscando el camino del cambio para intentar mejorar nuestra situación y encontrar en la medida de lo posible la forma para equilibrarnos.

Si la forma de vida que llevábamos nos abocó a la enfermedad, un cambio en este ritmo puede ser uno de los caminos para volver al equilibrio truncado. Aunque desafortunadamente no siempre sea posible.

“La belleza de la naturaleza y la belleza del entorno cultural creado por el ser humano son, evidentemente, ambos necesarios para mantener la salud del alma y del espíritu del ser humano.”
-Konrad Lorenz-

Uno de los problemas que incrementa ese ignorar lo que nos sucede es la forma de vida que llevamos. Así, la mayor factura del estrés y las prisas con las que vivimos es la desconexión con nuestro interior porque cuando esto ocurre, dejamos de atender las demandas procedentes del cuerpo y nuestra mente, exponiéndonos al límite y tensando la cuerda al máximo… hasta romperse en ocasiones.

“Tu cuerpo escucha todo lo que dice tu mente.“
-Naomi Judd-

Señales de alerta no atendidas

Mucho antes que la enfermedad, nuestro cuerpo ya nos ha enviado señales de alerta en forma de síntomas, dolores, malestar o debilidades. Sin embargo, debido a la desconexión con nuestro interior y con nuestro cuerpo, no supimos darles voz ni significado, quitándoles importancia.

Estas señales son muy importantes para no llegar a la enfermedad o al menos para aliviar y tratar en la medida de lo posible lo que nos suceda y que no vaya a más. No escucharlas puede significar su empeoramiento y los primeros pasos hacia el desequilibrio de nuestra salud.

Cualquier enfermedad es un proceso y como tal, sabemos que se fue constituyendo desde hace tiempo… Un tiempo al que podamos ganar algunos minutos de ventaja si al menos, nos prestamos atención. De este modo, podremos cambiar nuestros hábitos o acudir al especialista adecuado.
El cuerpo siempre nos habla. Cada sensación, molestia, dolor o proceso enfermizo nos pide un cambio o al menos, que tomemos conciencia de todo aquello que daña nuestro bienestar y por tanto, nuestra salud.

Cuidar nuestro cuerpo, cuidar nuestra vida

Como vemos es importante saber escuchar cada síntoma o cada molestia que tengamos porque tienen mucho que decir. Después es importante saber interpretarlos para encontrar un significado, ya sea nosotros cuando sea algo liviano o con la ayuda de un profesional especializado. Y en último lugar, cambiar aquello que afecta al buen funcionamiento de nuestro organismo en la medida de lo posible. 

Existen muchas dolencias que tiene su origen en hábitos inadecuados que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida, como son la mala alimentación, los hábitos insanos de sueño o descanso o las posturas corporales inadecuadas, ocasionadas a veces por el ámbito laboral. También nuestro cuerpo acaba resintiéndose cuando vivimos sometidos a mucho estrés, adicciones o excesos, como en los horarios laborales.

Si procuramos mantener el equilibrio, cuidaremos nuestro cuerpo, y en definitiva, de nuestra vida. Porque aunque existan situaciones que desgraciadamente, escapen de nuestro control, hay muchas otras en las que sí podemos intervenir para vivir mejor. Procuremos tener hábitos sanos y estar conectados a nuestras necesidades personales, nuestra salud lo agradecerá.

Dolores Rizo

viernes, agosto 25, 2017

Si las cosas van mal, no te dejes llevar

¿Vemos el mundo como es o como lo sentimos? Esta pregunta es muy importante, pero al mismo tiempo responderla se nos hace muy difícil. Porque cuando estamos bien, todo parece ir viento en popa; en cambio si un día estamos tristes, el mundo parece estar en nuestra contra. En el último caso, la realidad nos reta a que realicemos un esfuerzo. Si las cosas van mal, no te dejes llevar.



Sabemos que todo termina pasando, que hasta la circunstancia más complicada llega a su fin, que hasta la peor de las tormentas esconde al sol detrás de sus nubes. Sin embargo, cuando estamos sumergidos en esa situación negativa, parece que todo se nos cae encima.

Sin desearlo, nos volvemos personas muy negativas, pensando que no hay salida y que se termina todo. No somos capaces de ver más allá, y en consecuencia nos dejamos llevar por nuestros sentimientos, abandonándonos y dejando que el viento en contra nos haga perder mucho más de lo que habríamos perdido en caso de hacer oposición.
No te dejes llevar por esas respuestas emocionales negativas originadas por situaciones terribles. Si lo haces, no podrás ver ni encontrar la salida.

No te dejes llevar cuando tus emociones negativas aparezcan

Es inevitable sentir emociones negativas igual que es inevitable tener que afrontar acontecimientos y circunstancias que se opongan a nuestros deseos. Dichas emociones cumplen una función, centrarnos en lo que nos está sucediendo, detenernos a reflexionar sobre las circunstancias y ponerles una solución. No obstante, su función adaptativa puede quedar enterrada cuando la emoción toma el control de nuestras acciones y de nuestros pensamientos.

Es entonces cuando nuestros pensamientos se llenan de derrotismo, bajando los brazos y abandonando esas conductas que intentan equilibrar la racha negativa por la que atravesamos: minimizar la pérdida. En estos casos, en vez de quedarnos con la información que la emoción nos pretende trasmitir, dejamos que esta se convierta en una caja de resonancia que se reproduce de manera insidiosa, mermando nuestro ánimo… y con él nuestras fuerzas.

Así que si te encuentras en una situación así, no te dejes llevar por tus emociones negativas. Tampoco intentes luchar contra ellas: nunca serán tus enemigas si les das el trato adecuado. Simplemente, extrae de ellas su información y su energía. Acepta que ahora forman parte de ti, pero no permitas que se conviertan en víricas, contaminando todo pensamiento y conducta que generas.
Por muy complicada que sea una situación, siempre hay una puerta de salida. Por eso, no te dejes llevar por lo que ahora están sintiendo. Si lo haces, una gran bruma nublará tu perspectiva.

Sí, en ese momento te sientes fatal. Tu pareja te ha dejado y crees que ya no encontrarás a nadie más. Te han despedido del trabajo y consideras que es la gota que ha rebosado el vaso. Has sufrido una decepción y crees que tienes que empezar a desconfiar de todo el mundo. Todo esto no te ayuda, te limita y prolonga un sufrimiento y un dolor a los que les has dado la mano.

La importancia de asumir una distancia emocional

Aunque nos encontremos agobiados y sintamos que no hay esperanza posible debido a los nubarrones que hay en nuestras mentes, es necesario hacer un esfuerzo para distanciarnos emocionalmente de la situación vivida. No estamos viendo nada claro, de manera que, ¿por qué no alejarnos un poco?

Hacerlo nos ayudará a ver lo que ocurre con una mayor claridad. Adquiriremos una nueva perspectiva que nos dará información útil para salir del punto en el que nos encontramos atrapados.

Ahora bien, ¿cómo podemos tomar una distancia emocional? Podemos empezar por pensar en una situación del pasado que hayamos experimentado y en la que experimentamos unas sensaciones parecidas. ¿Verdad que la pudimos superar? Además, con el tiempo, relativizamos la importancia que le dimos a todas esas adversidades por las que hemos transitado.
“Las cosas de la vida siguen su rumbo pero no te dejes llevar por su destino”
-Gabriela Mistral-

Esto permitirá que nos demos cuenta de que esta situación es igual. Tan solo ha cambiado el contenido, pero en realidad vamos a salir de ella. También puede ayudarnos hablar con otras personas y prestar atención a cómo viven ellas aquello por lo que estamos pasando. Ponernos en su lugar nos ayudará a ver nuestra situación desde una nueva perspectiva.

Piensa que aunque creas que no tienes el poder de cambiar nada de lo que te está sucediendo, esto no significa que tengas que dejarte arrastrar. Nadar contracorriente, a veces, es necesario. Sobre todo en esos momentos en los que las emociones empañan tanto tu visión que puedes terminar padeciendo depresiones severas. Así que no te dejes llevar por lo que sabes que en un futuro podrás ver desde una perspectiva mucho menos dramática.

Raquel Lemos Rodríguez

jueves, agosto 24, 2017

Cuando a las buenas personas les ocurren cosas malas

Cuando la sinrazón y la adversidad golpean a las buenas personas, entonces el mundo pierde su rima y la vida su lógica. Sin embargo, lo que nunca perderá la gente de buen corazón es la esperanza: aunque la maldad nos hunda, será la bondad quien nos eleve, será esa cadena de oro que nos enlaza a todos la que nos alce tarde o temprano convirtiéndonos en personas aún más fuertes y valientes.



Dicen que una de las principales armas del terrorismo, más allá de arrebatar vidas y sembrar el caos, es infundir en la población el miedo psicológico. Ese temor les confiere no solo relevancia, sino también poder sobre sus víctimas; la seguridad de que los hilos invisibles del terror alterarán nuestro estilo de vida y dejarán descubierta esa necesidad que toda persona necesita en lo cotidiano: sentirse segura.

“Los terroristas intentan modificar nuestro comportamiento provocando miedo, incertidumbre y división en la sociedad”
-Patrick J. Kennedy-

Este 17 de agosto hemos vuelto a experimentar esta misma sensación tras dos nuevos atentados terroristas en Barcelona y en Cambrils. Una vez más, hemos de lamentar pérdidas humanas, vidas hermosas de buenas personas, de niños muy pequeños, de madres y padres de familia, de abuelos, amigos y ciudadanos de hasta 18 nacionalidades que disfrutaban de una tarde más en una calle cualquiera de estas bellas capitales que orlan nuestro mundo.

La maldad nos ha visitado una vez más, y aunque no es algo nuevo ni aislado, aunque sean decenas las personas que mueren cada día en las mismas circunstancias en diversos rincones de nuestro planeta, hay algo que trasciende a todo esto. ¿De qué manera debemos reaccionar ante estos casos? Psicólogos expertos en materia de terrorismo como Jeff Greenberg, Sheldon Solomon y Tom Pyszczynski nos advierten de que estos sucesos nos cambian de un modo muy particular…

Las buenas personas se unen ante situaciones adversas

Durante estos días las redes sociales se están llenando de fotos de gatos. La mayoría de usuarios de Twitter se han unido entre sí con un fin muy concreto: evitar la difusión de imágenes de las víctimas y frenar el posible filtrado de información que pueda ser de utilidad para los terroristas. Más allá de algún hecho aislado, el compromiso se está cumpliendo dando forma a un civismo excepcional que también se ve en las calles: los vecinos de Barcelona ofrecen alojamiento a quien lo necesite, el trasporte es gratuito y los comercios también añaden su granito de arena.

Es en estas situaciones cuando nos damos cuenta de que a pesar del caos, la tragedia y el horror, los actos de altruismo son los que nos dignifican. Aquellos que nos demuestran que, más allá de lo que podamos pensar, nuestro mundo está habitado en su mayoría por buenas personas. Esto mismo es lo que nos explican los expertos, como los antes citados. El doctor Jeff Greenberg, psicólogo de la Universidad de Arizona, nos cuenta que tras un acto terrorista de esta índole las personas ponemos en marcha mecanismos culturales de subsistencia.

Pocos momentos nos hacen sentirnos tan frágiles y vulnerables como estos eventos. Nada puede ser tan devastador como descubrir que nuestra sensación de seguridad es falsa y de que el terrorismo tan indiscriminado como impredecible. Que mañana es allí y hoy nos roza la piel.

Sin embargo, en estos contextos, lejos de alimentar la rabia o el deseo de venganza, acontece algo muy llamativo entre la población. Aumenta el sentido de comunidad y se busca por encima de todo reconstruir esa estabilidad que va más allá del simple hecho de levantar un edificio derruido o una calle destrozada.

Lo que se busca por encima de todo es recuperar la estabilidad emocional y la confianza en lo que somos. Una sociedad que sigue creyendo en la paz y en el respeto. Gente que a pesar de haber sido herida por la maldad más abyecta, necesita seguir confiando en la bondad del ser humano.

Aprender a minimizar y maximizar nuestras respuestas ante el terrorismo

Los psicólogos y psiquiatras especializados en psicología del terrorismo nos señalan que en estas situaciones es necesario poner en práctica dos tipos de respuestas. Dos comportamientos que a largo plazo nos permitirán afrontar de forma adecuada estos contextos que en ocasiones acontecen muy cerca de nosotros.

Veámoslos a continuación.
Intentemos minimizar…
Intentemos minimizar nuestra exposición a las imágenes de los atentados, pero no a la información. A pesar de que la mayoría de medios de comunicación intentan controlar el acceso a las imágenes más duras de estas masacres, tarde o temprano nos llegará algún documento o detalle que produzca en nosotros un gran impacto. Evitemos por tanto estas situaciones y colaboremos, por ejemplo, compartiendo las imágenes de gatos para que las redes sociales establezcan este filtrado.
También es necesario minimizar los pensamientos de odio.
Asimismo, es esencial que minimicemos tanto como nos sea posible la sensación de miedo. No dejemos que el terror triunfe sobre nosotros.

Intentemos maximizar…
Intentemos maximizar los actos de apoyo y actos altruistas.
Intentemos aumentar nuestras contribuciones, ya sea a través de las redes sociales con mensajes de apoyo o de modo presencial prestando ayuda (alojamiento, donando sangre…)
Intentemos maximizar en esencia, nuestra contribución a todo lo que sea positivo en estos contextos, evitando victimizarnos y favoreciendo un sentido auténtico de apoyo, de solidaridad y sentido de comunidad.

Para concluir, tal y como habremos experimentado más de una vez, también a las buenas personas les ocurren cosas malas. Sin embargo, la única diferencia con aquellos que entienden la violencia como forma de lenguaje y opresión, es que la bondad no sabe de rendiciones ni aún menos se doblega. Volveremos a levantarnos para defender nuestros valores de siempre, ahí donde la paz será sin duda nuestro mejor estandarte.

Valeria Sabater

miércoles, agosto 23, 2017

7 estrategias que desactivan los pensamientos negativos

Es fácil caer presa de una dinámica de pensamientos negativos, especialmente cuando hemos acumulado varios y hemos generado una inercia que afecta sobre todo a los filtros que utilizamos para procesar la información. Los pensamientos de los que hablamos pueden encadenarse de la misma forma que engorda una pequeña bola de nieve que dejamos rodar pendiente abajo. Así, un pequeño e inocente pensamiento, liberado sin consciencia ni intención, puede terminar convirtiéndose en un gran coloso que contamine todas nuestras emociones, conductas y al resto de pensamientos.



Como la fuerza de la bola que cae sin control, cada vez más grande, cada vez más rápida,los pensamientos negativos nos drenan de energía y nos arrebatan la fuerza. Y cuanto más te entregas a esos pensamientos negativos, más fuertes se vuelven. Es más, de la misma manera que es más difícil de detener esa pequeña bola de nieve cuando ya ha rodado varios metros sobre el valle y ha ganado en tamaño, también lo es detener una bola de pensamientos negativos que ya ha comenzado a rodar.
Así, intervenir a tiempo para parar el rodar de la esfera puede ser una gran estrategia para después no tener que hacer un gran esfuerzo para lograr el mismo objetivo.

¿Qué hacer con los pensamientos negativos?

La vida nos presenta desafíos, muchas veces sin darnos una tregua y sin tener en cuenta los recursos con los que contamos. Tener pensamientos negativos o derrotistas ante este panorama es normal. Sin embargo, alimentarlos, retenerlos o incluso perseguirlos disminuye la calidad de vida y envenena la imagen que tenemos de nosotros mismos. ¿Qué necesidad tenemos de atacar de esa manera nuestra autoestima?
Los pensamientos negativos forman las paredes de tu propia cárcel, una cárcel que creas para ti mismo. Liberarte de tu prisión es tan simple como cambiar tu manera de pensar.

El pensamiento negativo en ocasiones duele y en muchas otras condiciona nuestras conductas. Puede hacernos actuar de manera desesperada cuando no hay necesidad o incluso incentivar la posibilidad de tirar la toalla cuando por recursos y habilidades todavía tendríamos mucho que decir. En definitiva, los pensamientos negativos suelen condicionar nuestras decisiones y no precisamente para bien.

Entonces, ¿por qué alimentamos el pensamiento negativo cuando sabemos que nos hace daño? El problema empieza cuando nos saltan los primeros pensamientos negativos y no los tratamos bien. En definitiva, cuando la bola es pequeña y no ha contaminado a todo lo que toca. Por ejemplo, hay personas que tratan a los pensamientos negativos, o mejor dicho, a la ansiedad que producen “atracando” la nevera. Una estrategia que suele generar todavía más pensamientos negativos, en este caso respecto a nuestra capacidad de auto-control y a nuestro cuerpo.

Con este tipo de pensamientos se da otro fenómeno curioso: incluso aunque seas consciente de que tienes que olvidar ese pensamiento, es muy difícil desactivarlo. Cuanto más piensas en olvidarlo más presente lo tienes. Y ahí te quedas, rumiando una idea que no solo te hace pasar un mal rato, sino que puede llevarte a comprometer gravemente tu salud mental.

Cómo desactivar el pensamiento negativo

Entonces, ¿cómo eliminamos este pensamiento negativo? En realidad, no se puede evitar el pensamiento negativo por completo. A veces los pensamientos negativos solo son una chispa en nuestra mente. Cuando esto sucede, debemos ser conscientes, para que inmediatamente podamos reconocerlos y de ese modo saber cuándo estamos pensando negativamente.
Solo siendo conscientes de nuestros pensamientos negativos podemos tomar medidas para desactivarlos.

Las siguientes estrategias te permitirán desactivar el pensamiento negativo y te facilitarán la tarea de pensar en positivo.

1.- Observa tu pensamiento: los pensamientos negativos son generalmente producto de distorsiones cognitivas, o patrones de pensamiento irracional. Obsérvalos como si fueras un espectador. Si no dejas que se apoderen de tu mente simplemente se disiparán. Visualízalos como si fueran troncos que viajan río abajo. Tarde o temprano los perderás de vista. Acepta tus pensamientos negativos y déjalos marchar.

2.- Replantea cualquier cuestión que estés rumiando: las rumiaciones son patrones de pensamiento excesivo. Cuando rumiamos una idea lo hacemos convencidos de que podremos solucionar algo solo por pensar más en ello. Algo que, por lo general, es inútil. Debes despejar lo que hay de verdad en tus pensamientos y desechar lo que has creado tú en tu mente antes de empezar buscar una solución. No te extrañes si después de eliminar la fantasía te encuentras que no hay ningún problema, más allá del que has creado tú mismo.

3.- Muévete y actúa físicamente sobre tu pensamiento: cuando te encuentres atrapado en un pensamiento negativo ponte en movimiento. Cambiar el chip para despertar pensamientos positivos no es tan fácil cuando tu mente está ocupada buscando la manera de sufrir. Es un gran momento para salir a dar un paseo, salir a correr, bailar o practicar yoga. No te pares a pensar -tienes la mente muy ocupada-, simplemente dejar que tu cuerpo tome las riendas y lleve a tu mente a otra parte.

4.- Evita los disparadores de pensamientos negativos: una canción, una imagen, una lectura, lo que ves en la televisión, la compañía de ciertas personas… En cuando descubras qué estímulos desencadenas tus pensamientos negativos, evítalos. Y, en la medida que puedas, sustitúyelos por otros que despierten en ti sensaciones agradables. No te martirices ni te lo pongas más difícil.

5.- Rodéate de gente positiva y experiencias agradables: si lo que ves, lo que escuchas y lo que lees es positivo, si la gente que te rodea es positiva, será más fácil mantener el pensamiento negativo lejos. Cualquier disparador de pensamiento negativo será más fácil de desactivar si el optimismo te rodea.

6.- Repite afirmaciones negativas donde antes pensabas en negativo: el pensamiento negativo suele ser un hábito aprendido. Así que, en vez de dejarte invadir por cualquier pensamiento negativo habitual, adquiere el hábito de pensar en positivo en esas circunstancias. Para recordarlo o reforzarlo, puedes tenerlo presente, escrito en un papel, en tu ropa, en el fondo de pantalla de tu ordenador o de tu móvil, o incluso en tu propia piel.

7.- Recuerda que nadie es perfecto y sigue adelante: es fácil detenerte en sus errores. Pero lo único que puedes hacer es aprender de ellos y seguir adelante. Nada va a cambiar por mucho que rumies. Y si lo que despierta tus pensamientos negativos es una debilidad o una limitación, céntrate en tus fortalezas y en tus virtudes. Si no puedes cambiar lo que hay, sácale el máximo partido a lo que tienes.

Los pensamientos no durarán para siempre

Los pensamientos negativos son fugaces y temporales, salvo que nosotros hagamos por lo contrario. No tienen poder real propio, pero pueden hacer mucho daño si les damos la oportunidad para crecer. Un pensamiento no tiene otro poder que el que tú le das. Los pensamientos negativos ganan impulso cuando se activan. Desactivarlos después es una tarea difícil: ya no es un pensamiento, hablamos de una dinámica.

Cada uno es responsable de la manera que tiene de gestionar sus propios pensamientos. Da igual por qué ese pensamiento surgió: lo importante es que puedes apagarlo y que puedes generar un entorno adecuado para que ese tiempo de pensamientos se reduzcan. La clave pasa por detectar esos pensamientos negativos antes de que tengan tiempo de atrincherarse en tu cabeza y conquistar aliados.

Eva Maria Rodríguez

martes, agosto 22, 2017

Tus críticas son el espejo de tus limitaciones

Las limitaciones y ataduras que nos encontramos en nuestro camino muchas veces son autoimpuestas. La frustración que esto nos provoca y el hecho de no querer darnos cuenta de la cruda realidad se manifiesta en forma de críticas hacia los demás.



Pero, ¿por qué íbamos a querer frenarnos a nosotros mismos? Por los miedos, pero sobre todo por todas las creencias a las que estamos muy aferrados y que jamás hemos querido ni sabido cuestionar. Sin embargo, todo esto se hace eco en nuestra vida en forma de problemas. La solución de todos ellos se encuentra en nosotros.
Cada vez que critiques a alguien, pregúntate: ¿eso que veo en él lo tengo yo también?

La parábola de los dos monjes

A continuación, vamos a ver esas limitaciones que nosotros mismos nos ponemos con la parábola de los dos monjes. Esta parábola encierra una enseñanza muy profunda y nos permite ver todas aquellas críticas que les dedicamos a los demás de otra manera.

“Había una vez dos monjes zen, Tanzan y Ekido, que regresaban a su monasterio después de un largo viaje. El día antes había llovido, por lo que el camino estaba lleno de lodo. Cuando pasaron cerca de un pequeño pueblo, encontraron a una joven que vestía un espléndido kimono dorado.

Para proseguir su camino, la joven debía atravesar un enorme charco de agua. Ante aquel obstáculo se quedó paralizada pensado que, si mojaba su kimono lo arruinaría y su madre la reprendería duramente. Sin dudar un segundo, Tanzan se acercó a la joven y le brindó su ayuda: la cargó sobre su espalda hacia el otro lado del charco. Luego ambos monjes prosiguieron su camino.

Cuando llegaron al monasterio, Ekido, quien se había mostrado incómodo durante el resto del viaje, le reprochó con tono áspero a su compañero:

– ¿Por qué has tomado a esa joven en brazos? ¡Sabes que nuestros votos lo prohíben!

Tanzan no se turbó, miró a su compañero de viaje y le respondió con una sonrisa:

– Yo cargué a aquella joven hace algunas horas, pero tú aún la llevas sobre tu espalda”.


“Justifica tus limitaciones y te quedarás en ellas”
-Richard Bach-

Gracias a esta parábola nos damos cuenta de que a pesar de que Tanzan había hecho una buena obra, el sentido del deber y todo aquello que le habían dicho que no debía hacer pesaba más en su compañero Ekido. Sin embargo, como podemos observar, no le dijo lo que le pasaba hasta pasadas unas horas.

Esto nos permite reflexionar sobre lo relacionado que está todo esto con los pensamientos rumiantes. Esos a los que les damos vueltas en nuestra mente y que, en realidad, no nos aportan nada productivo. La crítica de Ekido manifestaba un conflicto que había en su mente en la que él mismo se estaba autolimitando para hacer lo que en primera instancia seguro que también pensó: ayudar a la joven.

Grandes lecciones para deshacerse de las limitaciones

¿Has criticado alguna vez a alguien por no vestirse de manera adecuada? Entonces seguro que una parte de ti desearía también no haberlo hecho porque, tal vez, no te sientes cómodo con la ropa que llevas puesta. A veces, no nos damos cuenta de que nuestras críticas reflejan una limitación que nos hemos impuesto. Porque a pesar de las normas, de lo “aceptable”, nosotros siempre tenemos la última palabra.

Para deshacernos de las limitaciones y, por ende, empezar a ver las críticas como una manera de ver partes de nosotros que no somos capaces de percibir en un primer momento, es importante que pensemos en el presente. Si deseamos hacer algo o actuar de una determinada manera, no pensemos en si estará bien, en si me mirarán mal u otras dudas similares.

Hagámoslo y, después, soltemos esa situación, al igual que hizo Tanzan. Porque si nos paramos a escuchar nuestras propias limitaciones, al final estaremos cargando con un peso innecesario. Además, no nos podemos olvidar de que ese peso se irá incrementando a medida que sucedan situaciones similares.

También es importante aprender a cuestionarnos nuestras creencias. Pues pensamos que estas nos hacen mejores personas si las seguimos al pie de la letra. Sin embargo, pesan más las acciones. Tener creencias muy rígidas evitará que seamos libres para actuar tal y como demande el momento. Crearemos barreras, nos autolimitaremos y, como consecuencia, no nos sentiremos nada bien.
Deja de hacerte preguntas como: “¿debo hacerlo o puedo hacerlo?”. Empieza a darle prioridad a la pregunta: “¿quiero hacerlo?”.

Las creencias están para ser cuestionadas, las críticas están para ayudarnos a ver en los demás partes de nosotros mismos que desconocemos. Todo esto, no es una oportunidad para negar lo que no queremos aceptar, sino para aprender y madurar. Todos tenemos limitaciones, pero muchas de ellas nos las hemos impuesto nosotros. Nos quedamos muchas más veces en nuestros pensamientos, en vez de actuar tal y como queremos hacerlo en el momento.

Raquel Lemos Rodríguez

lunes, agosto 21, 2017

¿Sabes en qué consiste la técnica del frasco de la felicidad?

Curiosamente, una de las frases más bonitas y recurrentes de la genial reina del suspense Agatha Christie nada tiene que ver con el misterio. La escritora consideraba que “una de las cosas más afortunadas que te pueden suceder en la vida es tener una infancia feliz”. Por eso hoy vamos a ver cómo la técnica del frasco de la felicidad puede ayudar a pequeños y mayores a alcanzar tal logro.



No siempre es fácil pensar en positivo, especialmente para los adultos que lo hacemos mucho. En este sentido, parece que los niños lo hacen de una manera más natural, todavía inocentes, con ganas de jugar, de reír, de divertirse… De ahí que cualquier técnica para que disfruten y disfrutemos un poco más, facilitando el crecimiento pleno, merezca la pena.

La técnica del frasco de la felicidad

Los estudios demuestran una y otra vez que una actitud positiva es un arma poderosa para superar todo tipo de obstáculos. De ahí que reforzar el hecho de que los niños desarrollen una actitud que tienda a la positividad sea tan importante. Es básico de cara a su presente y esperanzador para su futuro

“Los niños son el recurso más importante del mundo y la mejor esperanza para el futuro”
-John Fitzgerald Kennedy-

Así pues, la técnica del frasco de la felicidad podemos describirla como “un juego” que trata de ayudar a los tutores reforzar esa actitud que positiva que muchos niños presentan de manera natural y a generarla en los casos que no sea así. Porque no todos los niños son siempre tan desinhibidos como el estereotipo que la mayoría tenemos en mente, lo que no impide que puedan encara los conflictos o problemas con una disposición positiva.

Así pues, esta técnica trata de mostrar cómo enfrentar problemas desde un punto de vista optimista. Y así fue como la famosa filósofa Elsa Punset ideó este pequeño juego:
  • Un juego para realizar en familia o grupo. Así pues, entre todos los miembros se ha de escoger un tarro de cristal de buen tamaño, que será el frasco de la felicidad.Para ello, lo escribiremos en un papel pegado al bote, de manera que se lea la etiqueta, y lo dejaremos en un lugar reconocible del hogar.
  • Así pues, cada día, padres, hijos, educadores, monitores, es decir, los participantes, tienen que escribir en un papel qué es lo mejor que les ha pasado durante las últimas 24 horas. Hablamos de cosas sencillas, como una buena nota en un examen, una comida rica, algo que salió mejor de lo que se pensaba, conocer a alguien majo, etc. Luego, este papelito se ha de doblar e introducir en el bote. Aunque parezca sorprendente, estas pequeñas frases se graban en el cerebro casi sin querer.
  • Cada seis meses, se abre el frasco, que para entonces estará bastante lleno, y se leen todos los mensajes positivos de cuanto ha sucedido al grupo y familia durante los últimos tiempos.

El objetivo de la técnica del frasco de la felicidad

Pero…, ¿para qué sirve la técnica del frasco de la felicidad?. En realidad, no es una ocurrencia ni en el fondo hay un capricho. Se ha demostrado que el cerebro humano aprende mucho y bien mediante el clásico método de ensayo y error. Esta es quizás una técnica muy básica, pero nos acompaña toda la vida, desde que nos sientan en la silla cuando somos pequeños y empezamos a dejar caer objetos al suelo.

También es de sobra conocido que una actitud positiva sirve para transformar situaciones adversas en favorables. No quiere decir que sea sencillo, pero ofrece la posibilidad de convertir problemas en oportunidades. Por ello, esta técnica permite:
  • Que los niños aprendan a reflexionar sobre todo lo bueno que les sucede al cabo del día. A veces pueden ser muy impulsivos e impacientes, y creen que todo es horrible, por lo que esta técnica les demuestra que esa sensación no es real.
  • Aprenden a apreciar los pequeños detalles. Un beso, una caricia, un comentario agradable… A todos nos suceden cosas buenas en todo momento, pero no siempre tenemos la actitud y predisposición para identificarlas, sentirlas y disfrutarlas. Pero al fijarlas en el cerebro una vez escritas, nuestra actitud cambiará casi sin darnos cuenta.
  • Todos los miembros aprenderán a diferenciar los grandes problemas de las minucias, especialmente los niños.
  • Es una técnica muy útil también para que todos los miembros del grupo, especialmente los más pequeños, aprendan a ser agradecidos.
  • También es un fantástico modelo para mejorar la comunicación familiar y del grupo.

Así que no te lo pienses y pon en práctica la técnica del frasco de la felicidad con los grupos de los que formas parte. Son pequeños pasos para para cada uno, pero un gran paso para todos, ya que implementándola estaremos creando un mundo más positivo.

Pedro González Núñez

domingo, agosto 20, 2017

Conoce los 4 pasos fundamentales para empezar a meditar

La atención consciente, meditación, atención plena, mindfulness o Sati, como se la designa en pali, es una práctica en la que tomamos conciencia de las distintas facetas de nuestra experiencia en el presente. En este sentido empezar a meditar es una oportunidad para ser conscientes de cómo nos movemos, cómo nos sentimos (tanto física como emocionalmente) y cómo respondemos o reaccionamos ante cada situación. Esta cualidad de conciencia, por ejemplo es la base de toda vida creativa: nos permite ser honestos, pragmáticos, despiertos, valientes y tener iniciativa.



En muchos momentos del día, quizás demasiados, pasamos de prestar atención a lo que ocurre a nuestro alrededor para dedicar la mayor parte de nuestros recursos mentales a trabajar con nuestros pensamientos, ya sean problemas o ilusiones. De alguna manera ponemos el piloto automático y desconectamos. Nos vestimos, nos duchamos o desayunamos pensando lo primero que haremos cuando lleguemos al trabajo, de esta manera nuestra jornada laboral comienza mucho antes de que nos sentemos frente al ordenador o cojamos las herramientas.

¿Cómo podemos empezar a meditar?

Para empezar a meditar y llegar a un estado en el que todo fluye y nuestra atención está centrada plenamente en lo que ocurre ahora, tanto dentro como fuera de nosotros, hay muchos caminos. Uno de los más conocidos y practicados en es el mindfulness, que se puede desarrollar en cuatro pasos básicos:
  • Atención plena: se trata de centrar la atención (sin juzgar, definir o interpretar) en aquello que ocurre a nuestro alrededor en un momento concreto: los sonidos, los objetos que vemos, el tacto que recibimos, etc. Simplemente, observar.
  • Relacionándonos con nuestros pensamientos y emociones: en ese momento en que nos concentramos en lo que ocurre a nuestro alrededor aparecerán pensamientos y emociones, las cuales dejaremos que fluyan tomando conciencia y aceptándolos sin más.
  • Viviendo el aquí y el ahora: el presente se vive atendiéndolo, realizando las actividades del día a día con plena conciencia.
  • Desarrollando la compasión: la compasión empieza por quererse a uno mismo, aplicando este cariño a conocidos queridos y al resto del mundo, simples conocidos o hasta enemigos.
La técnica de mindfulness un proceso de preparación muy similar al de otros procedimientos en los que se logra la meditación. Esto es así porque en todos se busca una situación muy peculiar: un despertar de la atención y un estado de relajación corporal. Si os parece, vamos con las ideas centrales de este proceso que nos ayudarán a empezar a meditar.

Body scan

La primera idea es la de relajar el cuerpo, para lo cual podemos aplicar la respiración consciente y una técnica que se denomina “body scan” o repaso del cuerpo. El body scan consiste en explorar y notar el propio cuerpo. Se comienza por los pies y se van repasando las diferentes zonas.

Observamos con curiosidad las sensaciones que vamos recibiendo de cada una de las zonas en las que centramos la atención. El body scan se puede extender de 5 a 20 minutos. Una vez se ha realizado ese barrido corporal, se pasa a centrar el proceso meditativo en el ahora, dejando que surja de nuestra mente aquello que esta necesite trabajar. Adquiriremos esa posición de observador.

Centrarse en el ahora

Esta focalización en el presente se puede hacer mediante ejercicios de atención a un objeto (con un objeto cualquiera, simplemente observándolo). También a sonidos(escuchando todos los sonidos que seguramente no percibimos cuando no entramos en ese estado de fijación). Por último, a sensaciones físicas (lo que podamos sentir en nuestro cuerpo), entre otros.

Evitar juzgar e interpretar

La atención a mente y emociones desde la perspectiva de observador supone recibir aquello que nuestro mundo interno quiera mostrarnos. En este punto, se trata de evitar interpretar y juzgar. Todo lo que ocurra en nuestro interior es normal y supone un aprendizaje acerca de nosotros mismos.

Estas prácticas se desarrollan hacia el tonglen y el metta. Tonglen y metta hacen referencia a la compasión, hacia nosotros mismos y hacia otros. De esta forma, nos dirigimos hacia el perdón, la gratificación, la valoración y la compasión con lo que tenemos y con los otros.

Ejercicios prácticos para empezar a meditar

Para empezar a meditar es necesario prestar atención a diferentes variables. Son las siguientes: respiración, sentidos, cuerpo, mente y actividades de la vida diaria. Los ejercicios a desarrollar a partir del mindfulness se pueden clasificar en cinco grupos:
  • Observación de experiencias presentes: vivir la vida como si se mirara un cuadro, observando los detalles específicos de la misma, con una sonrisa si puede ser.
  • Manejo de pensamientos: se trata de dar la bienvenida a todos los visitantes de nuestra mente.
  • Actos de plena conciencia: hacer las actividades que debamos hacer de una en una y concentrados en aquello que estamos haciendo, ralentizando las actividades, por ejemplo.
  • Aceptación y desapego: asumimos que todo está en un proceso continuo de cambio y transformación, que nada es inmutable.
  • Compasión y autocompasión: nos tratamos como si fuéramos la madre compasiva de un niño, mentalizándonos de que todo pasará.

Observación de experiencias presentes

Uno de los ejercicios más famosos es el de la uva pasa. Con una uva pasa en la mano observaremos su forma, textura, color, olor, etc. Una vez la hemos explorado, la comemos despacio recogiendo también impresiones mientras la tenemos en la boca. Así vamos centrando la atención en la experiencia presente de observar y comer una uva pasa.

Otro de los ejercicios que podemos utilizar para meditar son los de STOP y RAIL, que corresponden a los siguientes acrónimos:
  • S / Stop, ¡párate!
  • T / Toma conciencia de la respiración.
  • O / Observa lo que piensas, sientes y haces.
  • P / Participa y actúa de forma consciente.
  • R / Reconoce la experiencia
  • A / Acéptala
  • I / Investiga la experiencia
  • L / Libérate, no te identifiques
Manejo de pensamientos

Para el manejo de los pensamientos podemos realizar los siguientes ejercicios:
Etiquetado de pensamientos: se trata de poner nombre a las ideas que vayan surgiendo durante el proceso.
Hora del centrifugado: hace referencia a ceder un tiempo determinado y pactado a nuestros pensamientos, por ejemplo, una hora por la mañana.
Mi discusión con Sócrates: consiste en poner en duda todo aquello que aceptamos, identificando de esta manera todos aquellos pensamientos que hemos adoptado sin reflexionar sobre ellos.

Actos de plena conciencia

Se trata de registrar en un folio la actividad que estamos realizando, el grado de presencia efectiva en esa actividad (0-100) y qué otras actividades hacíamos mientras tanto. Así tomaremos conciencia de la atención que prestamos a lo que estaba ocurriendo o a lo que estábamos haciendo en ese momento.

Aceptación y desapego

Se puede desarrollar mediante el desafío de las 100 cosas, de David Bruno (2010). Consiste en deshacerse de las cosas, pues es más útil coleccionar momentos que cosas. De esta forma, practicaremos el desapego a las posesiones, pero también a las relaciones que puedan ser perjudiciales.

Compasión y autocompasión

La práctica de la compasión se puede llevar a cabo de la siguiente manera:
  • Ritual de la mañana: al despertar, nos repetiremos lo siguiente: “Hoy me siento afortunado por haber despertado, estoy vivo y tengo una preciosa vida humana, y no voy a desperdiciarla. Voy a utilizar todas mis energías para desarrollarme, para expandir mi corazón hacia los demás, para alcanzar la iluminación en beneficio de todos los seres. Voy a tener buenos pensamientos hacia los demás, no me voy a enojar o pensar mal de los demás. Beneficiaré a los demás tanto como sea posible.”
  • Similitudes con los demás: consiste en no centrarse en las diferencias -que es lo que solemos hacer- y encontrar las similitudes, que las tenemos. Pensemos que todos buscamos lo mismo: felicidad, evitar el sufrimiento, la tristeza, la soledad y la desesperación. También buscamos cumplir las necesidades personales y aprender de la vida y, desde ese punto, tratemos de aproximarnos.
Estos son los ejercicios básicos que pueden servir de referencia para cualquier persona que quiera empezar a meditar. Como ves son muy sencillos, especialmente si los comparamos con todo el bienestar que nos puede llegar a reportar su puesta en práctica.

Referencias Bibliográficas

Kabat-Zinn, J. (2013), Mindfulness para principiantes, Kairós, Barcelona.

Simón, Vicente. (2014), Aprender a practicar mindfulness, Sello editorial, Barcelona.

Teasdale, J., Williams, M., y Segal, Z. (2013), El camino del mindfulness. Paidós.



Francisco Pérez