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lunes, mayo 01, 2017

Vivir con prisas nos impide “vivir”

Vivir pensando en el siguiente momento, vivir conectado al “tengo que” o “debo de”, vivir desconectado de uno mismo o de todo lo que me rodea. Párate, mira, siente, estás aquí y ahora, disfrútalo. Cuenta la leyenda de los Ahoras, que hace muchas épocas los humanos caminaban y vivían junto a unos pájaros llamados “Ahora”. Permanecían junto a ellos día a día con su canto en sus cabezas y su plumaje junto a sus cuerpos.



Cada vez que los humanos veían un paisaje bonito, conversaban con alguien o sentían algo especial el ahora les daba un picotazo en la cabeza y cantaba, entonces las personas tomaban consciencia de ese momento y guardaban el recuerdo. Disfrutaban el presente y eran felices.

Los Ahoras se alimentaban de las emociones que aquellos momentos causaban y conseguían que los humanos, a los que acompañaban, disfrutaran de vidas más intensas, a pesar de no tener pantallas con grandes resoluciones y un montón de colores. Así, llegó un día en el que algo cambió y las personas empezaron a convivir con otras aves, una de plumaje negro (el antes) y otra de plumaje blanco (el después).

Poco a poco los pájaros Ahora fueron perdiendo su canto y sus susurros hasta quedar sin apenas voz. Los momentos de consciencia se fueron perdiendo. Pero la leyenda no acaba aquí, aunque los Ahoras no revoloteen a nuestro alrededor o su canto haya perdido fuerza, siguen viviendo en cada uno de nosotros, esperando que nos hagamos conscientes de cada momento que sentimos y disfrutamos.

“Algunos dicen que si cerramos los ojos, respiramos hondo y sonreímos podremos sentir en el corazón y en la mente, el canto y el picotazo de los Ahora”.

-Oscar Soria-

Las prisas nunca fueron buenas

Vivimos de un lado a otro, marcados por horarios, por obligaciones, por reuniones, los más pequeños tienen las agendas llenas de actividades y surge entonces la famosa frase que todos habremos escuchado… “No me da la vida”. La vida está hecha para darte y tú eres el que busca aquello que te da. Es verdad que muchas veces nos da sorpresas, pero todavía son más las ocasiones en las que encontramos aquello que estábamos buscando.

Así, si no puedo cambiar mi agenda, tendré que cambiar mi forma de ver la agenda. Tomar conciencia con mi “Ahora” interior para lograr estar en cada sitio que estoy, conectar con mi mente y con mi cuerpo y no con prisas o pensando en lo próximo. Caminado segundos, horas, días, meses o años de lo que lo hace mi corazón.

Que “el pájaro del después” o los “susurros del pasado” no logren apagar la voz de nuestra consciencia inmediata. Hagamos un esfuerzo por traer a nuestra mente ese canto del Ahora y valorar qué tenemos en cada momento. Piensa que cuánto más alimentemos su influencia, más estará con nosotros.

Vivir y conectar con el momento presente

Cada día es un nuevo comienzo y nos da la oportunidad de vivir otro momento presente, de guardar el ayer, de dejarnos sorprender por el después y alimentarnos del ahora. Grabar recuerdos en mi memoria exige vivirlos y emocionarnos con ellos. Si me siento aquí y ahora estaré poniendo los medios para lograr crear una buena huella en mí a la que luego podré acceder.

Si por el contrario vivo deprisa, sin pararme y sentirme en cada momento, no doy oportunidad a ver y observar dónde estoy, cómo me estoy sintiendo, qué suena a mi alrededor en este momento, por qué he sonreído o por qué me ha dado cosquillas en el estómago y lo más importante si estoy donde quiero estar.

Conecto, me paro y siento. Disfruto y me emociono. Sonrío y grabo en mi memoria. Consigo apartar el exterior y vivir ese exacto momento. Ahora sí, ya puedo continuar con lo demás. Vivir cerca del ahora nos empuja a disfrutar cada momento, el tiempo no existe sin mí, yo soy quien da sentido al tiempo y lo hago mío. Si conseguimos tomar consciencia de nosotros en cada momento podremos aprovechar cada segundo al máximo.

Adriana Díez

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