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domingo, noviembre 13, 2016

Atención: ¡nuestro cuerpo también habla!

Habla, susurra, grita… Se expresa como puede, o como le dejamos a veces. Estar atentos a lo que nos dice siempre es una buena idea, ya que nuestras mentes reciben del cuerpo toda la información que captan nuestros sentidos. Así, a través de él estamos conectados con el exterior y las ramas nerviosas que lo recorren son las encargadas de llevar precisamente esta valiosa información.



Hay que estar muy atentos a lo que nos dice, porque en muchas ocasiones es la única pista verdadera y auténtica que tenemos para resolver una situación. De esta manera, oír con atención a nuestro cuerpo es escuchar a una buena parte de la esencia que nos conforma como personas únicas y diferentes.

Si te paras a pensar, seguro que recuerdas alguna situación en la que tu cuerpo estaba descontento, removido y ansioso por escapar del espacio -físico o simbólico- que ocupa. Muchas veces te habrás encontrado manteniendo una relación de amistad, de pareja o profesional en la que, aunque siguieras inmerso en ella, algo te decía que no era lo correcto, que no era lo que necesitabas. Ese “notar algo”, esa sensación vaga y a veces imperceptible, parte de nuestro cuerpo.

“Si uno se siente incómodo con alguien, puede estar seguro que no hay una comunicación verdadera. Tan pronto como uno se expresa genuinamente desaparece toda la incomodidad”
-Fritz Perls-

Ejemplos de cómo se expresa nuestro cuerpo

Estos son algunos ejemplos de cómo nos habla el cuerpo, o más bien… de cómo nos pide ayuda:
  • Sensación de nudo en la garganta.
  • Sensación de nudo en el estómago.
  • Acné repentino.
  • Desórdenes menstruales en mujeres.
  • Hipertensión. Taquicardia.
  • Cefaleas.

De hecho las personas más proclives a padecer trastornos psicosomáticos suelen tener también dificultades en su vida para expresar sus emociones y, por extensión, para afrontar los problemas derivados de la mala gestión de estas. Denominamos, por tanto, trastorno psicosomático a las lesiones orgánicas que tienen un origen psicológico.

En la terapia de este tipo de pacientes se consideran sus emociones, que habitualmente se analizan desde una perspectiva somática, psíquica, social y cultural. Así, cuando uno no es capaz de resolver o aceptar una situación -ya sea con uno mismo o con otros-, esta deja su huella en el cuerpo y se “enquista” en él, esperando a que su dueño tome conciencia de este daño y pueda repararlo para continuar hacia delante.

El resentimiento, un mal a la orden del día

Cuando acumulamos resentimiento, acumulamos daño en el cuerpo. El resentimiento es un sentimiento no digerido, que no ha sido expresado y que viaja con él, sin perder su pista, sin dejar de causar malestar hasta que es resuelto. Es una herida abierta esperando a ser sanada, pero con toda la vulnerabilidad que ello conlleva.

¿Cómo lo entendemos en relación a nuestro cuerpo? El resentimiento sería esa comida que se nos hace pesada en el estómago, que hace que nos sintamos hinchados y sin ganas de probar nada más. Resulta tan complicada de digerir que incluso hace que nos saltemos una comida o dos, por muy apetecible que esta nos parezca. Finalmente, hasta que no completamos su digestión nos impedirá sentirnos a gusto.

“El dolor que no se desahoga con lágrimas puede hacer que sean otros órganos los que lloren”
-Francis J. Braceland-

De esta manera, tratar el resentimiento encubierto, señalado por el dedo acusatorio de nuestras señales corporales, va a restaurar la dinámica natural de nuestro organismo. La digestión del resentimiento acabará con la tensión muscular y nos permitirá entrar en un estado de relajación en el que nuestro cuerpo se va a sentir mucho mejor.

Técnicas para escuchar lo que nuestro cuerpo quiere decirnos

Existen varias técnicas para practicar esta redirección de la atención hacia el cuerpo y sus maneras de comunicarse. Estas técnicas tienen su raíz en la meditación budista.

Buscan centrar toda nuestra atención en nuestro cuerpo unos minutos al día para ser conscientes de cada una de las sensaciones, emociones, sentimientos… que aparecen, sin juzgarlas. Aceptándolas como parte de los mensajes que nuestro sabio cuerpo nos manda, permitiendo que podamos utilizar la información que existe dentro de esos mensajes para eliminar nuestra sensación de malestar.

“Estar en el mundo con sus altibajos, solos o acompañados, es parte de una misma cosa: el existir en el aquí y ahora”
-Fritz Perls-

Nuestro cuerpo es la fuente de verdad más rica de la que podemos beber. Todo lo que nace en él, es auténtico y verdadero. Nuestra cabeza, con sus laberintos imposibles de pensamientos y razonamientos, no ha perturbado su esencia. Por tanto, escucharle es escucharnos. Es ser un poquito más sabios y vivir de una manera más arraigada a lo que somos.

Por tanto…Escuchemos nuestro cuerpo, ¡tiene mucho de que hablarnos!

Alicia Garrido Martín

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