El sentimiento de culpa constante ante acciones de las que no somos responsables debería darnos una pista sobre el problema. Es importante tratarlo lo antes posible para que no empeore
En ocasiones, en nuestro interior aparece de pronto una voz que nos llena de sentimientos de culpa, que nos indica que todo lo hacemos mal, que nada vale la pena y que, por mucho que nos esforcemos, nada va a salir bien.
A su vez, un hecho muy habitual en los pacientes afectados por lo que se conoce como “distimia” es mostrar un malestar y un mal humor crónico donde se pierde el interés por casi todo, y a su vez, cualquier cosa les hace reaccionar con desidia y mal humor.
Todos ellos son síntomas de un tipo de depresión que, en principio, puede ser leve o moderada. No obstante, en caso de no tratarla y de no afrontarla, puede convertirse muy bien en un problema mayor.
Conozcamos mejor estos dos síntomas tan comunes.
Dependiendo de cómo afecten a nuestras vidas y del control que tengamos sobre los sentimientos de culpa y el mal humor, podremos hablar de una posible depresión o, sencillamente, de una mala época.
Cuando nos invade el sentimiento de culpa y el mal humor constante
Cuando algo se ensucia en casa y no lo limpiamos o lo ordenamos rápido, al instante, aparece el sentimiento de culpa. Cuando comemos un poco más de lo debido o cuando mantenemos una conversación con alguien de la que más tarde nos arrepentimos, nos sentimos mal y surge de nuevo ella: la culpa.
Cuando nos miramos en el espejo, en ocasiones, solo vemos a alguien fracasado.
Todo este conjunto de sentimientos, de emociones negativas vividas a lo largo de cada día y durante varios meses, son una pista inequívoca de que algo va mal en nosotros.
Nadie puede vivir con la sombra de la culpa amenazándonos como un cuchillode forma constante, de forma persistente.
No solo nos lo dijo Freud en su momento “el sentimiento exagerado de culpa y la autoculpa son la clave para entender la depresión”. A través de resonancias magnéticas se ha podido descubrir lo que esta emoción genera en nuestro cerebro.
La culpa y los autorreproches son como una “mordedura” en nuestro cerebro
El estudio sobre cómo afecta el sentimiento de culpa a nuestro cerebro fue publicado en la revista General Psychiatry y nos revela lo siguiente:
La estructura cerebral encargada de procesar una conducta capaz de racionalizar y solucionar la sensación de culpa es el lóbulo temporal anterior. Esta región está relacionada con la conducta social, y es la que hace, por ejemplo, que veamos las cosas con más objetividad.
Las personas que atraviesan un trastorno depresivo “han desconectado esta zona” para activar en exclusiva las región subgenual.
Ello hace que no responsabilicemos a nadie sobre lo que ocurre (si alguien nos hace daño, nos enfurece o nos engaña): todo lo personalizamos, todo lo atribuimos a nosotros mismos.
Estamos ante una realidad que puede verse claramente en nuestro cerebro.
Según los expertos, de no tratarse, puede generar incluso cierta agresividad, una bajada notable de la autoestima y en el peor de los casos, la sensación de que todo escapa a nuestro control y de que la vida no merece la pena.
Es algo muy grave.
El mal humor como compañero cotidiano
El mal humor y la sensación de que nuestra realidad ha perdido su brillo original es un síntoma característico de lo que se conoce como distimia.
La apatía, la bajada de energía, los problemas de sueños, los altibajos alimenticios, pasar períodos en que necesitamos huir de la gente y al instante ser reconocidos y atendidos son rasgos de este tipo de depresión que, además,suele tener un componente genético.
Lo más complejo de este tipo de depresiones es que podemos pasar un par de años en que somos más o menos funcionales. Es decir, vamos al trabajo, llevamos la casa y la familia adelante pero todo lo hacemos con desgana y con la clara sensación de que no somos felices.
Que cada día nos cuesta más levantarnos…
En cuanto aparezca esta sombra, esta sensación, es importante pedir ayuda y, ante todo, ser conscientes de que algo no va bien y debemos resolverlo.
Estrategias de afrontamiento para el día a día
Para superar una depresión necesitamos un tratamiento médico, terapia, fuerza de voluntad y el apoyo de los nuestros.
No obstante, nunca está de más aplicar estas sencillas recomendaciones en el día a día.Cabe decir, además, que cada uno de nosotros deberemos encontrar aquella estrategia que más nos ayude, porque cada persona es única y no hay dos depresiones iguales.
El movimiento, el ejercicio, los baños de sol: se trata, sencillamente, de salir de casa, de rodearnos de “vida”, de poner en movimiento nuestro cuerpo y con ello, crear a su vez diversos cambios maravillosos en nuestro cerebro.
Detén el rumor negativo de tu cerebro. Es necesario poner fin al ruido mental, al “no puedo”, al “la culpa es mía”.
Tus pensamientos negativos no son realidades, son percepciones y las percepciones no siempre son auténticas.
Visualiza cada día el cambio, el cómo sería tu vida con un poco más de sentido del humor, con mayor equilibrio y paz interior.
Lucha porque ese sueño se convierta en realidad.
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