Cuidar de uno mismo implica sobre todo, saber respetarnos y amarnos sin condiciones, ya seamos guapos o feos, estemos tristes o alegres, triunfemos o fracasemos. Algo que a priori parece fácil de hacer, se convierte en realidad en una tarea muy difícil si tenemos en cuenta la educación recibida o la cantidad de mensajes que nos han vendido la publicidad, el cine o la música y con los que de alguna manera, al trasformarlos en exigencias, nos hacemos daño.
Es como si uno fuese “egoísta”, “orgulloso” o “engreído” por quererse, por felicitarse de vez en cuando o darse una palmada en la espalda. “Sé humilde y modesto”, nos han dicho siempre o “no te lo creas que lo pierdes todo”.
Estamos de acuerdo en que no hay que irse al polo del narcisismo pero sí que es beneficioso a nivel psicológico quererse un poco más y machacarse algo menos de lo que solemos hacerlo.
Ya que si no es así, el resultado suele ser que apartamos nuestros intereses y necesidades, las dejamos en un segundo plano y, por lo tanto, dejamos de cuidarnos. La mayoría de las veces por esa necesidad de ser aprobados por los otros o por el deseo extremo de ser perfectos y no cometer errores a los ojos de los demás.
¿Te cuidas?
Quizá te hayas sentido identificado con la introducción del artículo y ya te hayas percatado de que no te cuidas a nivel emocional y de que en ocasiones y como consecuencia te haces daño a ti mismo. No obstante, te recomiendo que analices estos puntos y reflexiones sobre si necesitas quererte un poquito más.
Te haces daño si…
Te haces daño si te exiges ser perfecto
Exigirse ser perfecto es un objetivo poco realista, ya que nunca lo podremos conseguir, por mucho que nos empeñemos en ello. Los seres humanos estamos continuamente cometiendo errores y es gracias a ellos que aprendemos y mejoramos, pero nunca seremos infalibles en nada.
Si crees que puedes alcanzar la perfección, gastarás demasiadas energías. Lo único que harás es frustrarte cuando las cosas te salgan mal y al final acabarás abandonando tus metas, precisamente porque con ellas no puedes cumplir tus expectativas.
Exigirse demasiado es descuidarse mucho.
Te haces daño si no te das caprichos
Si no te haces regalos de vez en cuando, no te permites descansos o vacaciones o no te perdonas si no has actuado como “deberías” te estás descuidando claramente. Está muy bien ser responsable e intentar cumplir con nuestros objetivos o metas, pero es sumamente importante premiarse de vez en cuando por ello.
Decirse a uno mismo “porque me lo merezco” es beneficioso para nuestra salud emocional y nos mantiene motivados.
Te haces daño si dices “sí” cuando en realidad quieres decir “no”
En este caso das más importancia a las necesidades de los demás que las tuyas propias y esto es una falta de respeto total hacia tu persona. Se pueden hacer favores de vez en cuando, siempre y cuando concuerden con nuestros principios y criterios personales, pero para nada estamos obligados a decir que sí a todo.
No existe excusa, ya sea familiar, amigo o conocido, si no queremos hacer algo no tenemos por qué hacerlo y, si la otra persona se lo toma mal, será su problema y no el nuestro.
Te haces daño si te dejas llevar por las opiniones de los demás
Te crees que los demás tienen la verdad absoluta de las cosas y que tu opinión no es tan valiosa… ¿por qué?
Cada persona construye su realidad en función de lo que ha oído por ahí o como se ha educado, eso no quiere decir que sea real todo lo que piensa. Por lo tanto, lo saludable es escuchar las opiniones de la gente, pero sin que ello penetre en nosotros de forma absoluta y dominante.
Formaremos nuestra propia opinión que será igual de válida que la de los demás si es que nos sentimos bien con ella.
Te haces daño si no te permites vivir el presente
Tu mente es viajera y siempre se encuentra en el pasado o en el futuro, no descansa y viene al presente. Por lo tanto, no disfrutas de lo que tienes entre manos en este preciso instante, te lo pierdes y esto también es descuidarte.
Si te lamentas demasiado por aquello que pasó y no pudiste solucionar o te preocupas en exceso por lo que podrá venir pero aun no ha llegado, no estás viviendo el aquí y ahora y te estás haciendo daño a ti mismo.
¿Cómo te has de cuidar?
Si tras analizar los cinco puntos, te has dado cuenta de que no te cuidas lo suficiente, es momento de empezar a hacerlo. Evidentemente, tienes que aprender a autorespetarte y para ello has de empezar a hacer todo lo contrario a lo que se expone en esos cinco puntos.
Si eres muy exigente contigo mismo y crees que tienes que ser perfecto hagas lo que hagas, es conveniente que cambies la exigencia por una preferencia y que te aceptes al margen de tus resultados.
Si solo das y nunca recibes nada de ti mismo, empieza ya a premiarte por cada logro conseguido, aunque sea pequeño. Cógete esas merecidas vacaciones o cómprate ese vestido que tanto te gusta. Aprende a decir no, sin excusas, de forma firme y asertiva, sin miedo a la reacción del otro. Si es buen amigo lo entenderá.
Recuerda que las opiniones de los demás son de los demás. Se convertirán en tuyas si tu lo permites. Cada cual tiene derecho a pensar, decir y expresar lo que quiera, pero tu también tienes derecho a creer lo que quieras. Guíate por tu propia intuición.
Haz un esfuerzo por devolver tu mente al presente cuando notes que se ha ido. Para ello, fíjate en tu alrededor, describe lo que ves, lo que oyes o lo que sientes. Disfruta lo que estás viviendo y piensa que lo que sucedió ya no se puede solucionar y lo que vendrá, ya veremos.
Alicia Escaño Hidalgo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.