Muchas veces nos hemos propuesto materializar en nuestras vidas los anhelos más profundos que creemos necesitar ver plasmados en nuestra realidad para ser felices, pero más allá del intento, hay algo que no conseguimos comprender cuando no recibimos del Universo aquello que deseamos…
Debemos estar en sintonía con nuestro deseo, y eso nos crea confusión, ya que conscientemente nos sentimos dispuestos a recibir lo mejor, pero sucede que a veces, los bloqueos emocionales que podamos tener, nos alejan de aquel propósito, a un nivel mucho más profundo, la mente responde a nuestros pensamientos conflictivos y creencias erróneas y limitantes, que no suelen estar en armonía y alineados con nuestras verdaderas intenciones.
Cuando esto sucede, una sensación de frustración y angustia nos invade, nos sentimos no merecedores de recibir lo bueno, nos desvalorizamos creyendo que no estamos a la altura de las circunstancias.
En verdad, es uno mismo quien debe conspirar a favor de lo que desea para sí, son nuestras creencias las que deben estar en sintonía con nuestro propósito, son nuestros pensamientos que deben ayudar a crear lo bueno, y nuestro accionar acercarnos a la meta.
Pero hay algo más trascendental aún; lo que creemos merecer no siempre es lo que en verdad necesitamos para nuestro bienestar, en esa trampa mental caemos a menudo, confiando que para nuestra evolución personal debemos vivenciar solo aquello que esté acorde a nuestra conveniencia, y nada más lejos de la realidad, porque el sufrimiento que nos provoca todo aquello que no coincide con nuestras pretensiones, también es necesario para nuestro desarrollo espiritual. El dolor nos mueve de esa zona de confort, nos crea incomodidad, modifica las estructuras de nuestros pensamientos, creencias y convicciones, nos hace reflexionar, y en el mejor de los casos, lo más sano que puede sucedernos es que despertemos a una nueva consciencia, conforme con nuestras perspectivas sin resignar nuestras posibilidades.
soyespiritual.com
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