La obra de “El principito”, escrita por Antoine de Saint-Exupéry, es uno de los libros más leídos de todos los tiempos. Aunque está considerado como un libro infantil por la sencillez de su narrativa, en él se tratan temas tan profundos como el sentido de la vida, el amor, la amistad, la soledad y la pérdida.
Las grandes enseñanzas de “El principito” nos transportan a un mundo lleno de esencia ligada con sabiduría. Imágenes y situaciones que ejemplifican nuestras dificultades y la forma ridícula que en ocasiones tenemos de comportarnos. Porque la vida en esencia no es tan complicada como cuando nos parece un mundo, somos sin duda nosotros quienes la complicamos.
La inocente historia de “El principito” nos muestra un mundo paralelo a nuestra realidad, que tiene que ver con la verdadera esencia de todos nosotros, en una reflexión profunda hacia la condición de la naturaleza humana. Sus enseñanzas nos hacen cuestionar cómo estamos viviendo, para que tomemos conciencia de cómo podemos aprender a ser mejores personas.
“Los hombres se meten en los rápidos pero no saben dónde van ni lo que quieren, entonces se agitan y dan vueltas.” ¿Dónde estoy?, ¿A dónde voy?, ¿Quién soy?, ¿Quién quiero ser?, ¿Qué quiero hacer?”
-Antoine de Saint-Exupéry-
Reflexiones que nos deja “El principito”
“El principito” está considerado como una obra maestra, ya que es capaz de sorprender y de captar la atención de cualquier persona, desde niños hasta adultos, sin importar la edad. Su belleza radica en las profundas enseñanzas, que quedan plasmadas con un lenguaje sencillo. Está lleno de palabras que evocan maravillosas imágenes, cargado de sensibilidad y ternura.
El autor escribe esta obra directamente con el corazón y es por eso que ha sido capaz de llegar a tantos corazones en el mundo a través de sus palabras. Estas cinco enseñanzas que compartimos a continuación poseen el valor de cambiar nuestras vidas, si somos capaces de integrarlas:
1. Lo esencial es invisible para los ojos
Esta es una de las reflexiones más conocidas de “El principito”, de inmediato al escucharla o leerla la reconocemos. En un mundo como en el que vivimos tiene aún más sentido, ya que nos encontramos superficialmente unidos al materialismo, la competitividad y las apariencias.
“Lo esencial es invisible a los ojos”, nos recuerda que somos mucho más que este mundo de apariencias. Porque las cosas importantes son las que no se pueden ver, son las que se sienten; como el amor, la bondad, la generosidad y la amistad.
2. Conócete a ti mismo y podrás comprender mejor a los demás
Implicarse en el propio conocimiento de uno mismo siempre es más complicado que estar juzgando a los demás. Lo fácil es la queja de cómo es el mundo y cómo nos gustaría que fuera, sin embargo ¿qué estás tú haciendo por ti para contribuir a un mundo mejor?
En el momento que tomamos consciencia de quienes somos y nos comprometemos en ser mejores personas cada día, es cuando realmente estamos preparados para ayudar y compartir nuestro amor con cada uno de los seres que forman parte de lo que somos. No existen buenos o malos, existen personas que hacen lo que pueden, cómo mejor saben hacerlo, con lo que han recibido. Una persona no puede dar lo que no tiene, por eso es importante que cultives tu amor.
“Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio”
3. Amor no es mirarse el uno al otro, sino mirar los dos en la misma dirección
El amor es algo de dos, esta unión tan especial como la que supone el amor, pierde sentido y fuerza cuando no hay reciprocidad. El amor se va construyendo mediante la colaboración: en el momento que uno se queda descolgado, es la otra persona quien soporta todo el peso y es así como acaba por destruirse.
Para que ambas personas caminen hacia la misma dirección, con la guía y fuerza del amor, es necesario compartir proyectos de vida. El hecho de compartir alegrías, experiencias e intereses comunes da sustento y vitalidad a dos almas que comparten un viaje extraordinario.
4. Mantén la ilusión y la inocencia a pesar de las malas experiencias
Conforme vamos acumulando experiencias, vamos aumentando nuestras capas de desconfianza. Perdemos la frescura que nos da la inocencia: el observar, explorar y experimentar lo nuevo que nos ofrece cada día. Nos quedamos sin experimentar lo extraordinario que hay en todo lo que nos acontece.
Es inevitable que sintamos el dolor y que pasemos por la angustia de situaciones difíciles. Forma parte de nuestro crecimiento, al igual que mantener la ilusión de cada día para poder seguir dándole un sentido a todo lo que nos ocurre. Y ese sentido se nos escapa de la razón, ya que está impregnado de nuestros sentimientos.
“Las personas mayores nunca pueden comprender algo por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones”
5. Atrévete a conocer en esencia a las personas
Nos fijamos mucho en las apariencias de lo que tenemos y muy poco en lo que somos. Aventurarse a conocer a alguien en profundidad es la forma de encontrar su verdadera esencia, su belleza más real. Hacemos una valoración externa, nos quedamos en el prejuicio y no damos la oportunidad de saber nada de la otra persona sin que este conocimiento ya esté condicionado. Solo podemos llegar al amor si generamos la posibilidad de conocer y comprender a los demás.
“A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan lo esencial del mismo. Nunca preguntan: ‘¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas? Pero en cambio preguntan: ¿Qué edad tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre? Solamente con esos detalles creen conocerte”
Rafa Aragón
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