El Maestro tenía que saber que sus palabras excedían muchas veces la capacidad de comprensión de sus discípulos. No obstante, les hablaba convencido de que algún día esas palabras arraigarían y florecerían en sus corazones.
Un día les dijo:
«El tiempo siempre parece muy largo cuando esperas unas vacaciones o un examen, algo por lo que has suspirado o has temido que llegara.
Pero para quienes se atreven a abandonarse a la experiencia del momento presente -sin pensar en la experiencia misma ni desear que ésta se repita o que pueda ser evitada-, el tiempo se transforma en el resplandor de la Eternidad».
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