Como el mismo nombre indica, la Numerología es la ciencia que trata de los números, de la forma en que estos afectan a nuestras vidas y de la forma en que nosotros podemos aprovechar su influencia para alcanzar nuestro máximo potencial en esta vida. La Numerología tiene por tanto aplicaciones, desde elegir un número concreto de teléfono para un negocio que empezamos hasta seleccionar el nombre adecuado para el primer hijo, que le traiga suerte y fortuna.
La Numerología nos ofrece enormes ventajas para analizar un conocimiento profundo de la personalidad. Esta ciencia milenaria se ubica dentro de las llamadas ciencias “herméticas”, cuyo objeto de estudio es el propio Hombre, y a diferencia de otras ciencias, abarca también el conocimiento de su futuro, sus perspectivas en el devenir de la vida.
La Numerología sólo requiere de la comprensión de otra ciencia básica, la Aritmética, y de las leyes que la rigen y que a su vez describen el Universo en su totalidad. Esta arcana ciencia comenzó ya con los gnósticos, los hebreos y cabalistas, que supieron valerse de los números y de su significado profundo para alcanzar las profundas nociones de la Alquimia, que se reveló como un arte mágico profundo y simbólico, profundamente filosófico que utiliza las letras del alfabeto y sus números correspondientes para descifrar el significado oculto de las Sagradas Escrituras. E incluso antes, los números han formado parte de la historia de los Hombres. Ya se encuentran formas de medir y de contar en antiguos grabados paleolíticos, en menhires, en cuevas prehistóricas, en China Egipto, Grecia.
Aparecen en textos sagrados, como la Biblia, o en manuscritos cabalísticos. Incluso Dios utiliza los números para definir los dias necesarios para la Creación. Sin embargo, si hubiera que asignar la paternidad de la Numerología sería sin duda Pitágoras el elegido.
Este gran filósofo y la escuela que creó decían: “todas las cosas están asimiladas por los números”, defendían que las armonías de la música y de las esferas, los movimientos del Sol y la Luna y de las estrellas estaban determinados por cifras mágicas, que también tenían gran importancia en el mundo profano, ya que eran la base de las proporciones arquitéctonicas, de la belleza.
Cada número no es meramente un símbolo, sino que cada uno encierra una magia propia, proveniente del inconsciente colectivo que les da significado.
Sin embargo existe un obstáculo que hasta hace poco tiempo dificultaba la consulta de este Oráculo numérico: la conversión de las letras en su número correspondiente, ya que el alfabeto en el que la Numerología fue creada no corresponde con el nuestro, sino con el griego o el hebreo.
Y aquí empiezan también las confusiones relacionadas con la Numerología, porque ¿cuántas letras tiene realmente nuestro alfabeto? ¿Son la ch, la ll o la ñ letras con su propio significado o combinación de otras?. Aun hoy en día los sabios continúan estudiando estas y otras cuestiones relacionadas con el Simbolismo de los Números.
La realidad es que no nacemos en una fecha determinada, en un lugar determinado, a una hora concreta ni en una familia en particular por simple casualidad. Estos hechos fundamentales van a condicionar toda nuestra vida y nuestro futuro, pero no acaba aquí. A lo largo de nuestra existencia, los números seguirán condicionándola, incluso en el comportamiento y el desarrollo de nuestra alma.
Analicemos ahora el simbolismo de los números de 1 al 10, de acuerdo con las enseñanzas pitagóricas:
UNO: Es el símbolo de la unidad indivisible, de la continuidad y la estabilidad; el centro cósmico e inmaterial, impar, creador, iniciador y pionero. De aquí que se asocie al macho como poder generador activo e indique creación, impulso y actividad.
DOS: No engendra ninguna forma y de hecho tampoco es un número, sino el principio de la paridad, el símbolo de la oposición, conflicto, y reflexión. Es la dualidad como contraposición a la unidad, la pasividad como opuesta a la actividad; es el primer número par y como tal, femenino y complemento del principio generador impar y masculino, posibilitando así la continuidad y la multiplicidad. Es el punto que se desplaza dando origen a la línea, marcando su comienzo y su fin; en el tiempo y en el espacio indica el inicio de la realización, lo que en la vida indica dirección y destino y en los objetos determina la simetría, reflejo de trabajo y belleza.
El reino de la dualidad es universal y hace que todo sea ambivalente, que en todo exista polaridad, que al bien se oponga el mal, a la luz la oscuridad, ala energía la materia, y sea la limitación de lo ilimitado. Pero al significar el primero de los núcleos materiales, la naturaleza como opuesta al creador, también implica la imperfección ante la perfección, y por ello, en el fondo, la insatisfacción que impulsa seguir adelante.
TRES: Es el ternario en el que la tensión de los opuestos, entre par e impar, se resuelve dando origen a un nuevo impar; es el símbolo de la generación a partir de la unión entre dos complementarios, del macho y la hembra para dar origen al hijo; la espiritualidad como complemento de cuerpo y alma; es la línea que se desplaza sobre su punto de origen para dar nacimiento a l más simple de todas las figuras: el triángulo, y con él todas las figuras planas. Por ello es apto para reproducir eternamente las mismas estructuras. El tres cierra un ciclo, una primera totalidad que no es más que otro uno, otro impar en el que se iniciará el próximo ciclo; como dice Platón en el Timeo: “Es imposible combinar bien el conjunto de dos cosas sin una tercera, se necesita un lazo que las una”.
CUATRO: Es a la vez el segundo número par y el regreso a la unidad fundamental en un nivel superior, como lo evidencia su reducción mística en la que
1 + 2 + 3 + 4 = 10 = 1 + 0 = 1
Simboliza la potencia pro excelencia, pues en él, la unidad completa al ternario al unirse al mismo dando origen a la cruz y al cuadrado y, lo que es más importante, a las cuatro dimensiones del espacio, es decir, la determinación material y corpórea. Son los cuatro principios elementales, Fuego, Tierra, Aire y Agua, que conforman el Universo; los cuatro puntos cardinales, los cuatro pilares del Universo, las cuatro fases de la Luna y toda la infinidad de cuaternarios que sirven para definir una unidad superior.
Platón decía que el ternario es el número de la idea y el cuaternario es la realización de la idea. Por esta causa, en la séptuple organización de las direcciones del espacio, el ternario se halla situado en la vertical (tres mundos o tres niveles) mientras que el cuaternario se halla dispuesto en la horizontal, en el mundo de lo manifestado.
CINCO: Con el cinco hace aparición una nueva dimensión: el tiempo, lo que también equivale a la animación de la materia mediante la vida al concederle continuidad y sucesión. Los griegos le llamaban el número nupcial por su posición intermedia entre los cuatro primeros y los cuatro últimos números de la década. Simboliza al hombre como entidad completa e intermediaria entre el mundo inferior y el mundo divino. Es el hombre encerrado en el pentagrama revelador de la divina proporción, con sus cuatro miembros regidos por la cabeza, y los cuatro dedos regidos por el pulgar. Pero además, por su carácter de intermediario, puede ser un número destructor de lo temporal, mutable y perecedero.
Es el primer número que manifiesta todas las posibilidades del Universo, y por ello, los pitagóricos tenían como signo para reconocerse la estrella de cinco puntas. Por último, cuando se le representa mediante un cuadrado con un punto en su centro, representa la totalidad material (el cuaternario) y su esencia.
SEIS: Representado por la estrella de seis puntas, muestra el equilibrio entre dos triángulos enlazados y opuestos (Fuego y Agua); es por ello que se descompone como 3 + 3, como conjunción del tres consigo mismo. Es la oposición entre el Creador y su creación en un equilibrio indefinido, oposición que no implica necesariamente contradicción, pero que es fuente de todas las ambivalencias. Para los pitagóricos es el número perfecto, dado que el producto de los números que lo componen es igual a su suma:
1 + 2 + 3 = 6; y 1 x 2 x 3 = 6
SIETE: Ya vimos al estudiar el cuatro que su vuelta a la unidad significaba la realización de la unidad del mundo. Ahora al llegar al siete, lo que se realiza es la unidad universal. Este parentesco con el cuatro, símbolo de la Tierra, hace que se le atribuyan los siete astros errantes o planetas. Cuando procede del 6 + 1 se representa por una estrella de seis puntas con un punto en su centro, es el equilibrio tendiendo a la interioridad, revelando el misterio de la circulación de las fuerzas de la naturaleza.
OCHO: Es el primer número cúbico (aparte del 1), y en él se manifiesta el volumen. Simboliza la regeneración espiritual y la mediación entre el orden natural y el divino, por sé intermediario entre el círculo (símbolo de eternidad) y el cuadrado (símbolo de materialidad), ala vez que la estabilización en uno o en otro estado.
Refleja una armonía, pero también un cambio de nivel, pues siendo un número par y pasivo, puede dividirse y subdividirse siempre en números iguales:
8 = 4 + 4 = 2 + 2 + 2 + 2 + 2 = 1 + 1 + 1 + 1 + 1 + 1 + 1 + 1
De aquí que otro de sus significados sea el equilibrio cósmico, de la equidad y la justicia.
NUEVE: En la creación, los mundos son tres: cielo, tierra e infierno, y cada mundo es simbolizado por una tríada; por ello el nueve es el número que cierra el tercer ciclo a partir de la unidad, y con ello, la creación.
Perménides dice que el nueve es el número de las cosas absolutas, y en esta misma línea, debemos hacer constar que las nueve musas representaban a la totalidad de los conocimientos humanos. Además es también el número de la perfección, pues el feto humano nace al mes noveno, ya totalmente perfecto.
Porfirio, en sus Eneadas (conjunto de nueve) formas por 54 tratados, dice: “he tenido la alegría de hallar el producto del número perfecto, por el nueve”. Y en esta estructura numerológica, intenta simbolizar su visión total, cósmica, humana y teológica. Después de la emanación del Uno, con el retorno al Uno se completa el ciclo del Universo.
DIEZ: Tiene el sentido de la totalidad, de final, de retorno a la unidad finalizando el ciclo de los nueve primeros números. Para los pitagóricos es la santa tetraktys, el más sagrado de todos los números por simbolizar a la creación universal, fuente y raíz de la eterna naturaleza; y si todo deriva de ella, todo vuelve a ella. Es pues una imagen de la totalidad en movimiento.
Tomado del : Pequeño Universo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.