Cuando priorizamos las necesidades emocionales de la pareja, descuidando las nuestras, todo empieza a ir a la deriva. Esto es algo que, a veces, hacemos casi sin darnos cuenta al dejarnos llevar en exclusiva por ese impulso a la hora de satisfacer al otro. También lo llevamos a cabo por miedo a perder a quien amamos y a su vez, para poder demostrar que somos capaces de ofrecer felicidad y satisfacción.
El amor, en ocasiones, crea situaciones tan complejas como desgastantes. Por llamativo que nos parezca, aquellos que van por el mundo con una venda en los ojos en materia emocional son quienes tienen más grande su corazón. Son esas personas, hombres y mujeres, que lo dan todo por el ser amado pero son incapaces de ver por dónde van. Y el camino que siguen es el que tarde o temprano, les conducirá a la frustración y la pérdida de la autoestima.
Comenta John Gottman en sus libros, que si hay un aspecto que conducirá al éxito y a la durabilidad de una relación de pareja, es aceptar las necesidades emocionales del otro. Es cierto, esto es algo que nadie pone en duda, pero aún así, hay importantes matices que nunca debemos perder de vista.
El primero es que tal tarea debe ser recíproca. No vale con que uno asuma el papel del que se limita únicamente a satisfacer y el otro a recibir. El segundo aspecto, y quizá el más importante, es que en ocasiones, nuestra pareja no puede ni debe nutrir todas y cada una de nuestras necesidades emocionales. Hay tareas, deudas emocionales, que nos competen solo a nosotros mismos. Veamos más datos al respecto.
«Entregar el poder a alguien o a algo para que te domine y se apodere de tu mente es una forma sutil de suicidio psicológico».
-Walter Riso-
Comenta John Gottman en sus libros, que si hay un aspecto que conducirá al éxito y a la durabilidad de una relación de pareja, es aceptar las necesidades emocionales del otro. Es cierto, esto es algo que nadie pone en duda, pero aún así, hay importantes matices que nunca debemos perder de vista.
El primero es que tal tarea debe ser recíproca. No vale con que uno asuma el papel del que se limita únicamente a satisfacer y el otro a recibir. El segundo aspecto, y quizá el más importante, es que en ocasiones, nuestra pareja no puede ni debe nutrir todas y cada una de nuestras necesidades emocionales. Hay tareas, deudas emocionales, que nos competen solo a nosotros mismos. Veamos más datos al respecto.
«Entregar el poder a alguien o a algo para que te domine y se apodere de tu mente es una forma sutil de suicidio psicológico».
-Walter Riso-
Tus necesidades emocionales, mis necesidades emocionales
Todos nosotros tenemos necesidades emocionales. La primera, es sentirnos amados, porque el amor al fin y al cabo, es el oxígeno de la vida y en una relación de pareja es el principal alimento. Otras necesidades son, por ejemplo, sentirnos seguros, reconocidos, libres para actuar, decidir y comunicar, etc.
Todas estas dimensiones aparecen en cualquier vínculo afectivo porque toda relación es dinámica, está en continua evolución y por tanto, dichas realidades deben estar presentes y cuidarse cada día. Es como quien tiene una delicada flor, y la atiende nutriendo sus raíces y procurándole la luz adecuada. Si la descuidamos, esta acabará marchitándose.
Podríamos definir por tanto una necesidad emocional como un deseo interno que cuando se satisface, nos hace sentirnos bien, felices y en equilibrio. Pero si falta, surge la infelicidad y la frustración. Así, expertos en el tema como el doctor Willard F. Harley, autor de numerosos libros sobre relaciones de pareja, nos explica en un trabajo titulado Sus necesidades, que uno de nuestros errores más recurrentes es priorizar las necesidades emocionales del otro a las nuestras. De ahí que nos proponga tener en cuenta algunos aspectos.
Todos nosotros tenemos necesidades emocionales. La primera, es sentirnos amados, porque el amor al fin y al cabo, es el oxígeno de la vida y en una relación de pareja es el principal alimento. Otras necesidades son, por ejemplo, sentirnos seguros, reconocidos, libres para actuar, decidir y comunicar, etc.
Todas estas dimensiones aparecen en cualquier vínculo afectivo porque toda relación es dinámica, está en continua evolución y por tanto, dichas realidades deben estar presentes y cuidarse cada día. Es como quien tiene una delicada flor, y la atiende nutriendo sus raíces y procurándole la luz adecuada. Si la descuidamos, esta acabará marchitándose.
Podríamos definir por tanto una necesidad emocional como un deseo interno que cuando se satisface, nos hace sentirnos bien, felices y en equilibrio. Pero si falta, surge la infelicidad y la frustración. Así, expertos en el tema como el doctor Willard F. Harley, autor de numerosos libros sobre relaciones de pareja, nos explica en un trabajo titulado Sus necesidades, que uno de nuestros errores más recurrentes es priorizar las necesidades emocionales del otro a las nuestras. De ahí que nos proponga tener en cuenta algunos aspectos.
Las necesidades emocionales también tienen límites
En el amor sí hay límites, si existen barreras que delimitan espacios que nadie debe sobrepasar. Un ejemplo, no le puedo pedir a mi pareja que satisfaga una necesidad mía si con ello, le estoy obligando a cambiar su forma de ser. Yo no puedo exigir que alguien que es introvertido, tímido y reservado, sea más abierto porque socialmente y para mi trabajo, me gusta tener a una persona con este perfil.
Hay responsabilidades que solo nos competen a nosotros mismos
Existe una realidad muy común en las relaciones de pareja y es la siguiente: pensar que la otra persona tiene la obligación de cubrir mis vacíos, de ser el sostén de mi autoestima y esa figura que fortalecerá mi autoconcepto. Debemos tenerlo claro, nuestra pareja no tiene la necesidad ni la obligación de salvarnos de nada, ni actuar como ese componente básico para nuestro crecimiento personal.
Hay por tanto necesidades emocionales que deben llegar a una relación cubiertas con anterioridad. No es saludable iniciar una relación cuando la autoestima es baja, cuando hay un exceso de miedos, cuando necesitamos aferrarnos a alguien o algo casi a la desesperada para defendernos de la soledad. Todas estas realidades nos abocan hacia destinos de elevado sufrimiento.
Existe una realidad muy común en las relaciones de pareja y es la siguiente: pensar que la otra persona tiene la obligación de cubrir mis vacíos, de ser el sostén de mi autoestima y esa figura que fortalecerá mi autoconcepto. Debemos tenerlo claro, nuestra pareja no tiene la necesidad ni la obligación de salvarnos de nada, ni actuar como ese componente básico para nuestro crecimiento personal.
Hay por tanto necesidades emocionales que deben llegar a una relación cubiertas con anterioridad. No es saludable iniciar una relación cuando la autoestima es baja, cuando hay un exceso de miedos, cuando necesitamos aferrarnos a alguien o algo casi a la desesperada para defendernos de la soledad. Todas estas realidades nos abocan hacia destinos de elevado sufrimiento.
Atender necesidades del otro sin descuidar las nuestras
No hay un secreto concreto y exclusivo que nos permita construir relaciones felices y duraderas; en realidad, hay muchas claves. Está la comunicación, el cariño, la preocupación por el otro, la empatía, la reciprocidad… Así, saber atender las necesidades emocionales de la pareja debe ir siempre de la mano de ese otro reverso imprescindible: recordar que las nuestras son igual de importantes.
Por ello, no debemos tener miedo de exigir ser tenidos en cuenta. No esperemos tampoco a que el otro ‘adivine’ qué necesitamos. El amor no nos da poderes mágicos, nos da responsabilidades de adultos. De ahí, que sea recomendable comunicar, expresar con asertividad qué necesitamos y qué esperamos de la otra persona. Ese intercambio de información nos permitirá construir un espacio donde nutrir y ser nutridos, donde conocernos mejor y seguir creciendo como pareja sin dejar nunca de ser nosotros mismos.
Valeria Sabater
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