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jueves, julio 18, 2019

Conductas destructivas en una relación de pareja

La relación de pareja es un vínculo entre dos personas que es necesario cultivar y trabajar cada día. Supone una convivencia diaria y como tal es susceptible de verse inmersa en diferentes conflictos y discrepancias. Si los miembros de la pareja no actúan desde el amor y el respeto hacia el otro para resolver estos conflictos, es muy posible que la relación termine marchitándose.

 
 
El Dr. John Gottman es uno de los pioneros en el estudio de las relaciones amorosas. Después de estudiar durante años a numerosas parejas, a día de hoy puede afirmar que existen ciertas conductas destructivas o actitudes que son buenas predictoras de fracaso.

Por otro lado, también hay parejas que funcionan muy bien como tal. Esto nuevamente tiene que ver con una serie de ingredientes comunes que predicen la continuidad en el tiempo de la pareja, así como su bienestar. En cualquier caso, los ingredientes que nunca deberían faltar en una relación, sea del tipo que sea, son: el respeto, el afecto, la confianza y la comunicación.

Si nos encontramos en una pareja en la que estos ingredientes están presentes, es probable que podamos disfrutar de la relación, al margen de las discusiones o los conflictos que a veces surjan. Si por el contrario, notamos que hay algún o algunos elementos que nos faltan, sería necesario que la pareja intente trabajar en ese punto.

«El amor es una actividad, no un efecto pasivo; es un estar continuado, no un súbito arranque»
-Erich Fromm-

Conductas destructivas en la relación

Como hemos comentado, existen ciertas conductas en las relaciones de pareja que predicen el fracaso. En este artículo vamos a señalar las que nos parecen más relevantes y que atacan directamente a los pilares básicos que sostiene toda relación saludable: respeto, afecto, confianza y comunicación.
  • El desprecio. Despreciar al otro significa ponerle en una posición inferior respecto a nosotros. Puede implicar otras conductas, como humillar, realizar críticas destructivas o que no aportan nada a la otra persona o directamente insultar y faltarle al respeto. Evidentemente, cuando alguien nos desprecia y es algo que se repite de forma recurrente en la relación, es que no nos quiere. En este caso, es importante que nos replanteemos si de verdad compensa seguir en esa relación.
  • Ignorar. Es una de las conductas más destructivas que existen. Ignorar a la otra persona cuando hay algún conflicto o discusión es olvidarnos de que esa persona -que es nuestra pareja y se supone que la amamos- tiene necesidades de comunicación, de expresión, de apoyo, etc. La persona ignorada se puede sentir tremendamente humillada y lo que suele ocurrir a largo plazo es que termina con la autoestima por los suelos, creyendo incluso que no merece la atención del otro o que ha hecho algo mal.
  • Anular al otro. Si estamos en una relación en la que la otra persona nos dice cómo tendríamos que ser, qué es lo que debería interesarnos, qué amigos tenemos que tener, etc., nos están anulando. Cuando una persona ama a otra la acepta tal y como es, de forma incondicional. Precisamente por cómo es, se supone que la ha elegido. En el momento en el que alguien pretende que la otra persona cambie, no la quiere.
  • Codependencia. Esta conducta es importante. Hay personas que no son capaces de dejar una relación porque sienten que necesitan a su pareja. Prefieren aguantar las críticas, la anulación, la indiferencia con tal de no estar solos. De la misma forma, el otro miembro se siente reforzado porque su pareja dependen de él. Entramos por tanto, en el terreno de la codependencia emocional, algo tremendamente destructivo que puede desembocar en consecuencias muy negativas para la pareja.
  • No esforzarse nunca. Es cierto que tenemos que ser sinceros con nuestra pareja y mostrarnos tal y como somos, pero a veces también es necesario ceder. Por ejemplo, si nuestra pareja nos está pidiendo que le acompañemos a un evento, aunque no nos apetezca demasiado, podemos hacer el esfuerzo. Del mismo modo, es necesario que otras veces sea nuestra pareja la que nos corresponda. En este sentido, demostramos con acciones que amamos a la otra persona y que a veces, no nos importa sacrificarnos.

¿Por qué aguantamos tanto tiempo?

A veces las parejas soportan por demasiado tiempo este tipo de conductas destructivas. Es lógico que en ocasiones cometamos errores en la pareja y es saludable ser flexible y tolerante con el otro miembro. Entender que se ha podido equivocar. El problema surge cuando es algo recurrente, que define a la relación. Piensa en cómo te dibujarías con tu pareja. ¿De la mano?, ¿Besando? ¿Discutiendo?. La forma en la que dibujes a tu pareja, proyecta en gran medida lo que está presente en tu mente sobre ella.

Si somos conscientes, aunque sea de forma mínima, de que nuestra pareja se ha vuelto tóxica, es preciso barajar pros y contras y estar dispuesto a soltar. La mayoría de las veces nos cuesta tanto acabar la relación porque existe un miedo generalizado a la soledad. Pensamos en la soledad de forma catastrófica y no de manera objetiva. Creemos que de verdad nos vamos a quedar totalmente solos, cuando en realidad estamos rodeados de personas.

«¿Por qué, en general, se rehúye la soledad? Porque son muy pocos los que encuentran compañía consigo mismos».
-Carlo Dossi-

Por otro lado, existen ciertos pensamientos que intentan autoengañarnos para no dejar la relación. Un pensamiento muy común es «Seguramente cambiará». Otro pensamiento muy típico es «Si dejo la relación, seguro que encuentra a otra persona con la que le va mejor». Hay que intentar ignorar estos pensamientos. En realidad, son fruto de nuestro miedo profundo al abandono o la soledad e intentan «protegernos», pero producen el efecto contrario.

Lo más sensato es dejar de autoengañarnos, observar todos los hechos de manera objetiva, como si fuéramos un espectador de nuestra propia relación y tomar una decisión firme. Una vez superado este punto -el más complicado- tendremos que estar dispuestos a pasar por el túnel del duelo y llegar renovados a la aceptación.

Alicia Escaño Hidalgo

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